Textos Apócrifos
4. Textos Apócrifos - Proto-Evangelio de Santiago
Videos por el Fr Claudio Doglio
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4. Textos Apócrifos - Proto-Evangelio de Santiago
En el mundo de los apócrifos del Nuevo Testamento hay muchos textos diferentes. Hemos visto un ejemplo de texto gnóstico en el Evangelio de Tomás, simplemente una antología de dichos, algunos de los cuales son un poco extraños y esotéricos, pero hay otra área de los evangelios catalogados como apócrifos que contienen historias relacionadas principalmente con los momentos fundamentales de la vida de Jesús, su infancia y su pasión.
En particular, los evangelios apócrifos sobre la infancia de Jesús; son interesantes porque tenemos pocas noticias de los evangelios canónicos, sólo Mateo y Lucas cuentan algunos episodios, pero mucho ha permanecido desconocido. Hay textos de extrema fantasía, fruto de una novela, es decir, algunos autores inventaron una historia de la infancia de Jesús, poniendo dentro su propia mentalidad, atribuyendo a Jesús acontecimientos decididamente lejanos y contrarios a la revelación evangélica.
Estas narraciones también se han hecho bastante famosas porque se conservaron en la tradición latina, traducidas al latín y conocidas en la Edad Media y divulgadas hasta el día de hoy. Es el caso del Evangelio del Pseudo-Mateo que tiene muchas anécdotas sobre Jesús niño. Por ejemplo, juega con Judas a hacer pájaros de barro. Judas ve que los de Jesús son más hermosos y quiere pisarlos. Jesús aplaude y los pájaros alzan vuelo. Es una pequeña historia banal que explota el contraste entre Jesús y Judas. Hay otras historietas decididamente negativas. Jesús usa sus poderes divinos como si fuera un pequeño mago. Hace bromas, se burla de sus compañeros. Los padres de sus compañeros se quejan a san José, y él (Jesús) hace que sus padres se queden ciegos porque lo regañaron. No es en absoluto el Jesús de los Evangelios.
Es simplemente la obra de un autor que ha construido una historia de fantasía de acuerdo a su muy pequeña mentalidad, atribuyendo a Jesús poderes sobrehumanos utilizados con criterios que no son en absoluto los revelados por los evangelios.
Entre todos estos textos, el más antiguo y merecedor de atención es usualmente conocido como el “Proto-Evangelio de Santiago”. Así fue titulado en la primera edición impresa del 1500. El original está escrito en griego, probablemente se remonta al año 200; el ambiente de origen debe ser Egipto. El título original era probablemente “Natividad de María”. Se atribuye a Santiago, uno de los doce apóstoles, el menor llamado Santiago de Alfeo, hijo de Cleofás, pero considerado en esta tradición como hijo de san José, de un primer matrimonio. Este escrito nace como una apología, o sea, una defensa de algunos elementos importantes de la tradición documentada por los textos canónicos, o sea, la concepción virginal de María y la actitud de san José que respeta esta virginidad de la madre de Dios.
El texto sirve para presentar de manera legendaria el nacimiento de María, su educación en el templo, su perpetua virginidad. Cuenta hechos presentes en los evangelios de la infancia de Mateo y de Lucas y añade varios otros detalles. Es posible que el autor de este texto apologético sobre la virginidad de María haya conservado tradiciones auténticas. La iglesia ortodoxa lo tiene en gran aprecio y nosotros los católicos también hemos derivado alguna información de él. Por ejemplo, los nombres de los padres de la virgen María; en los evangelios canónicos no aparecen, pero tenemos la fiesta de los santos Joaquín y Ana el 26 de julio y todo el mundo sabe que la madre de María se llamaba Ana, pero lo saben en virtud del Proto-Evangelio de Santiago.
Es un evangelio apócrifo, sin embargo, respetable; conocido desde siempre, traducido al latín y muy popular incluso en nuestro entorno. Pensemos en la obra pictórica de Giotto, a principios del 1300, en la capilla de Scrovegni en Padua, el gran pintor representa escenas evangélicas y las primeras escenas representadas son tomadas del texto del Proto-Evangelio de Santiago, no de las historias canónicas. Del evangelio de Santiago tenemos la fiesta de la Natividad de María el 8 de septiembre; tenemos la fiesta de la Presentación de María al templo el 21 de noviembre; así que nos encontramos en una posición interesante ya que la Iglesia no considera este libro como canónico, no lo lee en la liturgia, pero saca información porque la tradición ha considerado que al menos algunos aspectos fuesen fiables.
El texto es ingenuo, presenta muchos elementos maravillosos históricamente infundados, algunos de ellos imposibles. Tratemos de mirar más de cerca este texto para descubrir sus características propias. Comienza con la dolorosa situación de Joaquín, presentado como una persona muy rica y muy generosa que ofrecía en el templo el doble de lo que otros ofrecían. “Un día de gran fiesta, cuando viene a ofrecer regalos junto con los hijos de Israel, un cierto Rubén se para delante de él y lo detiene: ‘No te es lícito presentar tus ofrendas porque no tienes descendencia en Israel’”.
Esta persona lo reprende, lo insulta porque Joaquín no tiene hijos. “Joaquín estaba muy disgustado, miró en el registro para ver si los justos tenían hijos y encontró que todos los justos en Israel habían dejado un descendiente, entonces recordó a Abrahán que no tenía hijos, pero el Señor le prometió un hijo y luego se lo concedió. Joaquín estaba adolorido e entristecido y no se mostró ante su esposa, huyó al desierto y levanto su tienda allí y ayunó cuarenta días y cuarenta noches, diciendo dentro de sí mismo: ‘No bajaré, ya sea por carne o por bebida, hasta el Señor mi Dios me visite, y mi oración será mi carne y bebida’”.
Las escenas representadas por Giotto comienzan con el enfrentamiento de Rubén, que bloquea a Joaquín, y luego con la retirada al desierto. Cuarenta días y cuarenta noches de ayuno son claramente una alusión de un elemento evangélico. Como ha hecho Jesús, también el abuelo de Jesús, Joaquín, se retira al desierto y reza.
Finalmente, la buena noticia tiene lugar. Siguiendo el modelo de la anunciación a María, también se narra la anunciación a Ana: “Y he aquí que un ángel del Señor se apareció a Ana diciéndole: ‘Ana, Ana, el Señor ha escuchado tu oración, y vas a concebir, y de tu prole hablará todo el mundo’. Y en aquel momento vinieron dos mensajeros que anunciaban: ‘Mira, Joaquín tu marido, viene con sus rebaños. Un ángel del Señor bajó a él diciendo: Joaquín, Joaquín, el Señor Dios ha escuchado tu oración. Baja pronto, porque tu esposa Ana ha concebido’ en su seno”.
Y los dos se encuentran y Giotto representa la escena del encuentro en la puerta de la ciudad de Joaquín y Ana con un rebaño. El pintor lo representa este texto y el pintor hace el cuadro. Joaquín y Ana por lo tanto tienen una hija. “Cumplidos los meses, Ana dio a luz. Y preguntó a la partera: ‘¿A quién di a luz?’ Ella dijo: ‘Una mujer’. Y Ana dijo: ‘Mi alma se amplificado este día’, y la acostó. Y cuando se cumplieron los días, Ana se purificó y le dio de mamar a la niña y la llamó María”. Es la narración del nacimiento de María. Muchos cuadros representan el nacimiento de María con la anciana Ana en la cama, con Joaquín, las parteras que lavan a la niña.
“Y día tras día la niña se fortalecía, y cuando tenía seis meses de edad su madre la trató de parar en el suelo para probar si ella podía pararse; y caminó siete pasos y regresó a su seno. Y ella la atrapó, diciendo: ‘Como el Señor mi Dios vive, tú no caminarás más en este terreno, hasta que te lleve al templo del Señor’. Y ella hizo un santuario en su recámara y no permitió que nada común o inmundo estuviera presente. Y llamó a las hijas de los hebreos que estaban sin mácula y ellas la cargaban de un lado a otro”. La habitación de la cama de la niña María se convirtió en un santuario, fue defendida de todo lo impuro, sólo mujeres intachables se acercan a ella y la entretienen.
“Cuando se cumplió el primer año de la niña, Joaquín hizo una gran fiesta e invitó y a los sacerdotes y los escribas y a la asamblea de los ancianos y a todo el pueblo de Israel. Joaquín trajo a la niña a los sacerdotes, quienes la bendijeron diciendo: ‘Que el Dios de nuestros padres bendiga a esta niña y le dé un nombre reconocido para siempre entre todas las generaciones’. La madre decide ofrecerla al Señor.
"Los meses de la niña aumentaban. Al cumplir dos años Joaquín le dijo a Ana: ‘Llevémosla al templo del Señor para cumplir la promesa que prometimos, no vaya a ser que el Señor no la acepte y nuestro regalo sea inaceptable’. Y Ana dijo: ‘Esperemos hasta el tercer año, que la niña ya no requiera a su padre o madre’. Joaquín dijo: 'Esperemos’. Cuando la niña cumplió sus tres años, Joaquín dijo: ‘Convoca a las hijas de los hebreos que están sin mácula y deja que cada una tomen una lámpara y las dejen encendidas para que la niña no gire hacia atrás y su corazón no esté prisionero lejos del templo del Señor’. Y así lo hicieron hasta que subieron hacia el templo del Señor. Y el sacerdote la recibió y la besó y la bendijo y dijo: ‘El Señor ha hecho grande tu nombre en todas las generaciones: por medio de ti, al final de los días, el Señor hará manifestar su redención a los hijos de Israel’”.
Notemos como hay elementos tomados de los textos canónicos y se aplican a María. Lo que se dice de Jesús se anticipa para María. Jesús se presentó en el templo, María también se presenta en el templo y es bendecida con fórmulas muy similares a las que encontramos para Jesús en el Nuevo Testamento. “Y la hizo sentarse en la tercera grada del altar. Y el Señor Dios mandó su gracia sobre ella y ella bailó con sus pies y toda la casa de Israel le dio su amor”. María permanece en el templo, es una niña que a la edad de tres años se separó de sus padres sin mirar atrás y celebra con una danza su alegría de permanecer en la casa de Dios.
“Sus padres regresaron a casa asombrados y alabando al Señor Dios porque la niña no miró hacia atrás”. Ella subió los escalones y estaba feliz de permanecer en la casa de Dios. “Y María estaba en el templo del Señor considerada como una paloma. Recibía el alimento de la mano de un Ángel”. Esto es un hecho legendario, históricamente imposible: Una niña pequeña acogida en el templo y alimentada por un ángel.
Muchos iconos bizantinos de la presentación en el templo muestran en una esquina una celda en la parte superior del templo donde esta niña se encuentra y el ángel le trae la comida. El narrador ingenuo presenta una historia de la infancia de María como la historia de una monja, de una niña pequeña criada en el templo alimentada por la mano de los ángeles por lo tanto absolutamente incontaminada, vivió siempre en el ambiente sagrado rodeada de esta realidad religiosa.
“Cuando la niña llega a la edad de 12 años ya no puede permanecer en el templo porque al madurar se volvería impura y contaminaría el templo y entonces inmediatamente es necesario encontrarle un marido. Se organizan, incluso el cuerpo sacerdotal del templo, “el sumo sacerdote tomó el manto con los doce cascabeles entró en el santo de los santos y oró por ella y he aquí que un ángel del Señor se le apareció y le dijo: 'Zacarías, Zacarías ve a buscar y los viudos del pueblo y que cada uno traiga un bastón; ella será esposa de aquel a quien el Señor muestre un prodigio'”.
El sumo sacerdote se llama Zacarías, que sería el padre de Juan el Bautista, se identifica con este conocido personaje, anciano, que cuida de María. Una revelación divina propone una especie de competición. Todos los viudos deben traer sus bastones al templo, “incluso José que era viudo deja sus herramientas de trabajo y va al encuentro de los sacerdotes, escucha el mensaje y como todos los demás trae su bastón al templo. Terminada la oración, el sacerdote sale con estos bastones y se los da, pero en ellos no hubo ningún milagro. José recibió el último bastón, y he aquí que una paloma salió volando de su bastón y se posó sobre la cabeza de José. Entonces el sacerdote dijo: ‘José, José, fuiste elegido por el destino para tomar a la virgen del Señor a tu cuidado’. José se negó, diciendo: ‘Ya tengo hijos, soy viejo y ella es joven, temo que me convierta en la burla de los hijos de Israel’. 'No, el sumo sacerdote le dice: Teme al Señor, tu Dios, no desprecies el mandato de Dios, teme que esas cosas no sucedan en tu casa, como fueron castigados Datan, Cored y Abirón. Josué, temeroso, la tomó en custodia y la sacó de allí”.
Y de aquí viene la idea de José viejo. En casi todas nuestras pinturas san José es representado como un hombre viejo. Esto no está en los evangelios; es prometido a esta joven y naturalmente tenía que ser joven. Este texto apologético, en vez, ha inventado la idea de un José anciano y viejo para resolver dos problemas. El primero es el de los hermanos y hermanas de Jesús nombrados en los Evangelios; serían los hijos del primer matrimonio de José. Y el segundo es que siendo un hombre viejo ahora no tenía ningún problema para respetar la virginidad de esta joven que le fue confiada, por lo que simplemente la tomó como su esposa, como su guardián. Es un poco como un abuelo que lleva a una niña a casa para defenderla, protegerla y garantizar su estado de virginidad.
Continúa contando la historia de la anunciación y narra un primer momento: “María tomó la jarra y salió para llenarla con agua: y he aquí que oye una voz diciendo: ‘Feliz de ti, eres altamente favorecida; el Señor está contigo: Bendita eres tú entre las mujeres’. Y ella volteaba para ver, a su derecha y a su izquierda, para ver de dónde venía la voz: y llena con temblor fue a su casa y asentó el jarro y retomó la púrpura y se sentó en su asiento y sacó el hilo de coser”. La primera anunciación o la primera aparición en la fuente. Recuerden que, en Nazaret, en el pozo principal de Nazaret hay una iglesia ortodoxa del arcángel Gabriel donde –dicen– que fue el primer anuncio, vinculado precisamente a este texto del Proto-Evangelio de Santiago. Y en muchos iconos María en la anunciación se la representa con el hilo rojo en la mano. Es un detalle iconográfico que se deriva de este detalle literario. María hila la púrpura por encargo del sumo sacerdote para el gran velo del templo.
Vuelta a casa, de repente, un ángel le dice: ‘No temas, María, has encontrado gracia ante el Señor de todas las cosas, y tú concebirás su palabra”. Sigue la historia de la duda de José, la revelación, la aceptación con muchos interrogatorios. María se somete a las pruebas para verificar que no es adúltera; las pasa a todas brillantemente. La autoridad judía reconoce que no es adulterio, que no hay intervención del hombre, que es realmente un milagro de Dios. Parten para el censo hacia Belén.
El texto del Proto-Evangelio de Santiago habla de un burro en el que José hace sentar a María y el detalle del burro entra en todas las representaciones del viaje, muestra a José tirando de esta bestia de carga y María sentada en el lomo del burro. La escena está ambientada en una cueva en medio del desierto; José sale de la cueva mientras María está dando a luz, no está presente por respeto, por pudor y cuenta en primera persona una escena estática.
Es la imagen de la maravillosa noche de la Navidad, del silencio y de todas las cosas que se detienen. “Yo, José, estaba caminando y caminaba. Y miré hacia arriba al aire y vi el aire con asombro. Y miré hacia arriba hacia la bóveda del cielo y lo vi detenido en el tiempo y las aves del cielo sin movimiento. Y miré sobre la tierra y vi un plato puesto y obreros tendidos cerca de él y sus manos estaban en el plato, y los que masticaban, no masticaban y los que levantaban la comida, no la levantaban y los que se la ponían en la boca, no se la ponían tampoco, pero los rostros de todos ellos estaban mirando hacia arriba. Y había ovejas siendo dirigidas, pero no iban hacia delante, mas estaban detenidas; y el pastor levantó su mano para golpearlas con su vara y su mano se mantuvo arriba. Y miré a la corriente del río y vi las bocas de los cabritos en el agua y no bebían. Y de repente todo se empezó a mover hacia adelante en su curso”.
Es una escena de un pesebre; todo está quieto, en el momento del nacimiento el mundo se detiene, incluso las aguas se detuvieron y luego reanudan normalmente. José va a buscar una partera, la encuentra, la partera ayuda a la madre a lavar al bebé y es testigo por un contacto físico de la virginidad de María incluso después del nacimiento y ella sale y le dice a una colega que se llama Salomé de haber encontrado una virgen que ha tenido un parto. La otra partera no lo cree y quiere entrar a verificarlo y quiere meter la mano, se da cuenta de que en realidad es virgen, pero queda paralizada por su incredulidad.
El texto es ingenuo y apologético, añade muchos detalles y continúa la historia con la visita de los Reyes Magos y luego el martirio de Zacarías, malinterpretando un texto bíblico que habla de la sangre de Zacarías, pero él es un antiguo sacerdote de hace muchos siglos. Este texto lo aplica a Zacarías, padre de Juan, un sacerdote que fue condenado a muerte y el autor termina: “Ahora yo, Santiago, el que escribe esta historia; luego de la muerte de Herodes, surgió en Jerusalén un tumulto, me retiré al desierto hasta que la turbación cesó en Jerusalén. Glorificando a Dios el Señor que me dio el regalo y la sabiduría para escribir esta historia. Y la gracia estará con aquellos que temen a nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria para siempre y siempre. Amén”.
Este texto apócrifo, ingenuo y apologético, ha sido muy apreciado en la tradición cristiana en oriente y en occidente y nosotros pagamos las consecuencias. No todo es para ser desechado, es una literatura que hay que conocer y valorar, y en algunas cosas todavía nos puede ser útil.