1. Los orígenes
Con las palabras "Hoy comienza una gran obra", pronunciadas por Mosén Antonio Claret, reunido con cinco jóvenes sacerdotes en una pequeña habitación del Seminario de Vic, inicia el 16 de julio de 1849 la vida de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado corazón de María.
La iniciativa de Claret no fue improvisada. Durante mucho tiempo había estado pensando en la comodidad, en primer lugar, de la preparación de los sacerdotes para la predicación del Evangelio; y luego de estar en contacto con aquellos que fueron animados "por su propio espíritu", para hacer con ellos lo que que no podía hacer solo. Su experiencia como misionero itinerante en toda Cataluña y Canarias le había llevado a la convicción de que las personas necesitan ser evangelizados y que no había suficientes sacerdotes preparados y celosos para esta misión. Sin embargo como reconoce el propio Claret, no fue idea suya, sino una inspiración divina que le llevó a poner en marcha una empresa tan arriesgada como delicada: "lo importante no podía ser, ya que éramos tan jóvenes y tan pocos" exclamó Manuel Vilaró uno de los sacerdotes se reunieron en el Seminario de Vic.
Si no hubiera sido el propio Dios, las circunstancias en que había nacido este trabajo habrían propiciaron su fracaso. Veinte días después de la fundación, llegó la noticia al Padre Claret de su nombramiento como Arzobispo de Cuba, que tuvo que aceptar, a pesar de su resistencia. La Congregación se quedó en las manos de Dios y bajo la guía de uno de los cofundadores, el P. Stephen Sala, que murió en 1858.
En ese momento, otro de los cofundadores, José Xifré, asume el liderazgo. El Arzobispo Claret, es llamado a Madrid en 1857 para convertirse en confesor de la reina Isabel II; trató de ser muy cercano al nuevo Superior General y a todos los misioneros; participó en los Capítulos Generales, escribió las Constituciones que fueron aprobadas por la Santa Sede en 11 de febrero 1870, pocos meses antes de su muerte, dio directivas y contribuyó financieramente en sus necesidades. Para la Congregación y por orden del Superior General, escribió su autobiografía en 1862, la Congregación sufrió un juicio nuevo y grave. Con la revolución de 1968, la Congregación fue suprimida civilmente, un buen número de misioneros tuvo que refugiarse en Francia y el Arzobispo Claret tuvo que ir al exilio, donde murió santamente en 1870. Este es el momento del primer mártir, el P. Francis Crusats. Sin embargo, el fundador aún veía con gran satisfacción cómo se estaban fundando casas en diferentes regiones de España que incluso llegaron a Argel y Chile.
2. La expansión de la congregación
El Generalato del P. de José Xifré duró más de 41 años, desde 1858 a 1899, cuando comenzó su mandato, la Congregación tenía 1 casa y 16 personas; cuando murió, el Instituto contaba con 61 casas y cerca de 1,300 misioneros.
Una vez que la monarquía fue reinstaurada en España en 1875, la Congregación podría recuperar las casas de los que habían sido desposeídos por la revolución y una era de expansión comenzó, no sólo en España sino también en África y América.
Las misiones de Cuba (1880), Guinea Ecuatorial (1883) y México (1884) merecen ser enfatizadas. Los misioneros desarrollaron una impresionante labor apostólica, cultural y social, en muchos casos con enormes sacrificios, incluída la vida de los misioneros. Baste decir, como ejemplo, que los 11 misioneros que formaron la primera expedición a Cuba, excepto dos, murieron unas semanas después de su llegada a la isla.
El crecimiento en número hizo necesario el establecimiento de centros de formación. Y con la expansión, la reorganización jurídica de la Congregación en Provincias, hizo necesario dar lugar a una mejor gobernanza.
3. La primera mitad del siglo XX
El proceso de consolidación y expansión fue constante. La Congregación se fue haciendo presente en varios países de Europa, América y China. Desarrolló su ministerio de la predicación del Evangelio, tanto en sus formas tradicionales (misiones populares y los ejercicios espirituales) como en otras nuevas para la Congregación (enseñanza y parroquias). Se fundaron revistas y se abrieron editoriales, todo en consonancia con la inspiración claretiana del apostolado de la pluma. Las pruebas y los sufrimientos no faltaron tampoco en estos años: durante la revolución mexicana (1927) Fr. Andrés Solá murió mártir; y en la guerra española (1936) 271 misioneros -padres, hermanos y estudiantes-, obtuvo la palma del martirio, entre los cuales estaban los 51 Beatos Mártires de Barbastro. En 1949 todos los Misioneros Claretianos fueron expulsados de China.
4. Después del primer centenario
En 1949 la Congregación celebró el primer centenario de su vida. Tenía entonces 2,638 miembros profesos y 160 novicios. La Congregación se había internacionalizado: estaba presente en 25 países y el Superior General, elegido ese mismo año, fue el P. Peter Schweiger, un alemán. La canonización del Fundador, Antonio María Claret, el 7 de mayo de 1950, marcó un hito histórico en congregación. Era no sólo el reconocimiento de la santidad de un hombre, pero sobre todo, de respaldo de una Iglesia a la obra de la Congregación.
La celebración del Concilio Vaticano II tuvo una gran importancia, debido a su efecto en la renovación de la congregación, en la profundización de la identidad muy claretiano en la Iglesia y en un nuevo impulso misionero. Este proceso de renovación continúa siendo reafirmada en los años siguientes, simultáneamente con la expansión de la Congregación en África, Asia y Europa del Este. No sólo las posiciones se han abierto en los nuevos países, sino también nuevos frentes y actividades pastorales: misiones populares, básicamente, centros bíblicos, renuevan, servicio específico a los consagrados, compromisos concretos a la justicia, la paz y la salvaguardia de la creación, la presencia entre los pobres, marginados y migrantes, la promoción de medios de comunicación social y el diálogo interreligioso. En 1999 llegamos a los 150 años de la vida de la Congregación de los Misioneros Claretianos. Una garantía de su fidelidad a la misión recibida y, al mismo tiempo, un motivo de sufrimiento y de gloria han sido el martirio de nuestro hermano filipino, el P. Rohel Gallardo, en mayo, de 2000, las persecuciones, los secuestros y todas las formas de violencia sufrió durante estos años en diferentes partes del mundo.
El 15 de septiembre de 2013, la Congregación cuenta con 19 obispos, 2.155 sacerdotes, 2 diáconos permanentes, 164 hermanos, 551 estudiantes profesos y 120 novicios, repartidos en 64 países en 487 comunidades.