Palabras de alegría y esperanza
Videos del P. Fernando Armellini
Video semanal destacado
* Voz original en italiano, con subtítulos en inglés, español & cantonés
También disponibles videos subtitulados y doblados los mismos lenguajes.
Un buen domingo para todos.
La liturgia nos propone hoy un episodio, aparentemente marginal de la vida de María, su visita a Isabel, quien recibió de Dios el regalo deseado de la maternidad. Cuando en el pasado el evangelio era leído como un relato en la vida de Jesús, este episodio era interpretado simplemente como un gesto cortés de María quien, pensando que su prima Isabel tuviese necesidad de ella, se pone inmediatamente en camino para ir a ayudarla. Un detalle marginal.
La palabra griega no dice ‘prima’ dice ‘sünguenís’, que significa simplemente pariente. Si tenemos en cuenta que María tendría unos 14 años e Isabel es presentada con una edad muy avanzada, podemos pensar más que en una prima, en una tía o tía lejana. O sea, un detalle marginal.
Leído como crónica de un hecho, me parece que este episodio no tiene un gran mensaje que dar. En el pasado se limitaba a poner de relieve la prontitud de María a ir en ayuda de Isabel. Así pues, como crónica, este episodio suscita varios interrogantes. Incluso en el pasado se preguntaba cómo era posible que se le hubiese permitido a María salir sola de Nazaret. El trayecto estaba lleno de riesgos de todo tipo para una adolescente. Entonces, algunos sostenían que había sido acompañada por José, pero los evangelios no lo mencionan. De hecho, muchos artistas lo han incluido en la escena, como en el cuadro que ven a mi espalda. Tampoco se entiende cómo María haya dejado a Isabel justamente en el momento del parto.
El texto evangélico dice que tres meses después regresó a su casa. O sea, ha partido justamente cuando Isabel tenía más necesidad de asistencia. También, en Ain Karin, donde la tradición localiza la casa e Zacarías, no faltaban las mujeres expertas, maduras, amigas de Isabel, que no era necesario que fueran sustituidas por una niña adolescente. Por tanto, tomado como crónica, este episodio no tiene mucho que decir. Por eso, nosotros trataremos de comprender el mensaje poniendo mucha atención al lenguaje del evangelista que tiene referencias bíblicas que debemos interpretar.
Escuchemos el texto:
“En aquellos días María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo, exclamó con voz fuerte: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció”.
Tratemos de examinar atentamente este texto para descubrir el mensaje que el evangelista nos quiere dar. Comienza con la referencia al tiempo: ‘En aquellos días’. Y la referencia es lo que ha acontecido inmediatamente antes, o sea la anunciación del ángel a María. El ángel le había dicho: “La potencia del Altísimo te cubrirá con su sombre”. ¿Qué quiere decir Lucas introduciendo la referencia a la ‘sombra’ que cubre a María? No se trata de una sombre material.
La referencia es claramente a la nube, que durante el Éxodo había cubierto con su sombra al Arca de la Alianza. ¿Qué indica la sombre en la Biblia, en el Antiguo Testamento? Indica la presencia de Dios. El Arca contenía las tablas de la alianza que eran la señal de la presencia de Dios. Lucas nos quiere decir que el arca donde está realmente presente Dios ya no es más esa caja de madera, revestida de oro, que había acompañado al pueblo de Israel en el desierto y que luego había sido colocada en el templo. Dios no está presente en esta arca. La nueva Arca de la Alianza, sobre la cual se posa esta ‘sombra’ que indica esta presencia es María. En ella se ha encarnado la Palabra, el Verbo, el Hijo de Dios. ¿Qué hace esta chica? Se pone en camino, de súbito, apresuradamente.
Apenas ha escuchado la palabra ha germinado en ella el Hijo de Dios. Y María siente la necesidad de ir al encuentro de Isabel que también está envuelta como ella en el diseño de Dios. María se levanta con ímpetu, con entusiasmo. Se ve que siente necesidad de correr para contarle a alguien que la pueda comprender sobre su experiencia extraordinaria. En este momento nos podemos detener para hacer una reflexión sobre nuestra vida.
Lucas está escribiendo para las comunidades cristianas que han recibido al evangelio, a Cristo, la Palabra. ¿Qué deben hacer? Deben ser como María. La Palabra se ha encarnado en esta comunidad… Cuando aceptamos al evangelio, esta Palabra se encarna en nosotros, como se ha encarnado en María. Por tanto, ¿qué deben hacer estas comunidades cristianas? Deben comportarse como María. Si han hecho esta experiencia, deben experimentar esta necesidad de ir a contar lo que ha pasado en sus vidas, pues han hecho la experiencia de esta transformación interior. Han sido transformados en hijos e hijas de Dios. Si no se ha hecho esta experiencia, el anuncio será hecho con poco entusiasmo y, por tanto, con menos resultado.
Y María parte hacia la región montañosa hacia un pueblo de Judea. De hecho, el camino para ir de Nazaret hacia aquel pueblo donde está la casa de Zacarías. La tradición cristiana bizantina la ha localizado, en Ain Karim, uno de los lugares más bellos de Israel, está rodeado de montañas, al sur oeste de Jerusalén con viñedos, agua abundante. Y allí también hay una fuente donde se dice que allí fue el encuentro entre María e Isabel; esta fuente data del tiempo de Jesús.
Esta alusión de María que parte hacia la montaña, hace referencia a otro episodio del Antiguo Testamento, en el segundo libro de Samuel. El Arca de la Alianza había sido capturada por los filisteos, y permanecido con ellos durante 20 años, en la planicie de Sharón, concretamente en un lugar que se llamaba Kiriati Arim, hoy ese lugar se llama Abugosh. Cuando David venció a los filisteos… ¿qué pensó hacer? Mandó traer esta Arca de la Alianza para llevarla hacia la montaña, hacia Jerusalén. Los bizantinos construyeron en el siglo quinto una iglesia en este lugar. Luego, a principios del 900, sobre las ruinas de esta iglesia bizantina, se construyó la iglesia que existe actualmente y que domina toda la región.
Lo interesante es que fue dedicada a María “Arca de la Alianza”. Es una clara alusión al lugar donde los filisteos habían colocado al Arca de la Alianza. Ahora los cristianos construyeron una iglesia a la verdadera Arca de la Alianza, aquella en cuyo seno ha sido engendrado el Hijo de Dios. Antes de trasladarla al Monte del Templo, David la hizo reparar y la colocó en la casa de un cierto Obededom (2 Sam 6,12) y allí permaneció tres meses el Arca de la Alianza. Esa casa fue colmada de bendiciones: familia unida, feliz, no había enfermedad, mies abundante, familia numerosa. En resumen, todo funcionaba bien en Dobed Edom porque en casa había entrado el Arca de la Alianza. Y David decide llevarla a Jerusalén.
¿Qué sucede cuando María, la verdadera Arca de la Alianza, entra en la casa de Zacarías? Lo primero que tendría que haber hecho es saludar a Zacarías, el patrón de la casa. En cambio, el evangelio dice que ‘entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. Este saludo es importante. No es el ‘buenos días’. Pues el saludo era ‘shalom’, ‘paz’ y el evangelista lo resalta. Al oír este saludo, el bautista dio un salto de alegría en el vientre de la madre. ¿De qué saludo se trata? ‘Shalom’, paz, indica el cúmulo de las bendiciones de Dios. Imaginemos a esta muchachita que pronuncia esta palabra: ‘Shalom’.
Leída a la luz de la Escritura esta palabra recuerda todas las promesas de bendición que serían cumplidas a la venida del Mesías. Saludando con ‘Shalom’, María ha anunciado que ha comenzado el tiempo del cúmulo de bendiciones de Dios. Recordemos el Salmo 72: “En su día florecerá la justicia y abundará el ‘shalom’, la paz y que haya posteridad hasta que falte la luna (Sal 72,7). Isaías, en el capítulo 9 dice: ‘El Mesías será el príncipe de la paz’ (Is 9,5). Y es muy hermoso el texto del profeta Zacarías, capítulo 9 cuando dice a Israel: “Grita de júbilo Jerusalén: mira a tu rey que está llegando… destruirá los arcos de guerra, proclamará el Shalom – la paz a las naciones, dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra” (Zac 9,10).
En los labios de María, la palabra ‘shalom’ es una solemne proclamación, es el anuncio que el esperado Mesías ha llegado al mundo, ha comenzado el tiempo nuevo. El mensaje para nosotros: Igual que María, hoy los discípulos deben anunciar el ‘shalom’. Si han encarnado en sí mismos la Palabra, si han encarnado el Evangelio, son las Arcas de la Alianza que llevan a Cristo. Y cuando entran en una casa (lo dirá Jesús) lo primero que deben decir es: vine a traerte la paz. A anunciarte el ‘shalom’. Sentimos muchas veces que la gente dice: ‘no tengo paz’. Pero el que ha encarnado la Palabra se ha convertido en un verdadero discípulo de Cristo, se asemeja a María.
En toda casa… y la casa puede ser el corazón de toda persona que no tiene paz, el cristiano debe ser como María: ‘Vine a traerte el shalom, la paz'. “Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto de alegría en su vientre”. También esta es una alusión a lo sucedido cuando el Arca de la Alianza fue trasladada a Jerusalén. Produjo una explosión de alegría, cantos de fiesta, danzas. David comenzó a bailar delante del Arca de la Alianza (2 Sam 6,14), sin preocuparse de que algunos lo tuviesen por poco digno de la dignidad del soberano (2 Sam 6,16).
Otro mensaje para nosotros hoy: donde va el que lleva consigo al Señor, al Evangelio, allí debe surgir el amor, la paz, la alegría, la fiesta, el baile. Existió en el pasado una catequesis que presentó el mensaje evangélico cubierto de un pesado velo de tristeza, de ‘dolorismo’. NO. El evangelio es solamente surgente de alegría y de paz. Es la verdadera alegría que caracteriza al tiempo mesiánico. Ya había sido anunciada por Zacarías, por Gabriel. Habrá gran alegría, muchos se alegrarán de su venida. Recordemos también el anuncio a los pastores: ‘Les anuncio una gran alegría para todo el pueblo'. También Simeón que dice: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo vaya en paz porque mis ojos han contemplado la salvación que has preparado delante de todos los pueblos, luz para iluminar a la gente”.
Isabel está llena de Espíritu Santo y exclama: "Bendita tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". El verbo ‘bendecir’, ‘barak, en hebreo significa reconocer una surgente de vida, de bendición. ‘Barak’ va unido a la vida. ¿Qué dice Isabel, llena de Espíritu Santo? Tú eres portadora, más que ninguna otra mujer, de la vida. Bendita tú’. Más que todas las mujeres… Las mujeres de este mundo dan a luz una vida biológica. En María ha entrado la vida del Eterno; esa vida que ha sido comunicada a todos nosotros. María es reconocida como portadora de una vida que va más allá de la vida generada por todas las mujeres.
Y continúa después con una frase que hace alusión, una vez más, al Arca de la Alianza. “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”. Es exactamente la frase pronunciada por David cuando el Arca de la Alianza era llevada a Jerusalén, dijo David: “¿A qué debo… qué mérito tengo para que venga a mí el Arca de la Alianza, donde está presente el Señor?".
De este episodio podemos deducir otro mensaje. David hizo colocar el Arca en el templo (el primer templo; luego Salomón construyó el segundo templo… pero ya estaba la tienda donde fue puesta esta Arca de la Alianza). ¿Por qué David hizo colocar el Arca de la Alianza allí en Jerusalén? Porque las doce tribus de Israel no estaban unidas y David colocó el Arca de la Alianza allí como señal de unidad de todas las tribus.
Aquí tenemos un mensaje para nosotros: Donde llega al Arca de la Alianza, allí hay una llamada al amor, a la reconciliación, a la paz. Y donde llega el que trae consigo la encarnación del Evangelio, por tanto, el llamado es para cada uno de nosotros, allí esta persona debe ser vista como uno que trae consigo la unión, diálogo, paz, reconciliación. “¡Dichosa tú que creíste!”. Es la primera bienaventuranza del Evangelio. Y está dirigida a María: “¡Dichosa tú!”.
Y es interesante porque la traducción no dice: ‘feliz tú”, sino ‘aquella’. Isabel llena de Espíritu dice prácticamente a todos nosotros: ‘Es feliz quien, como María, se fía de la Palabra del Señor’. Es la primera bienaventuranza y es para nosotros la invitación, al comienzo del nuevo año, cuando en navidad habremos recibido al Señor, la invitación a aceptar esta bienaventuranza. Fiarse de esta Palabra, pues será esta palabra la que llevará en nosotros este ‘shalom’, la paz, la bendición, el culmen de todos los bienes. Y esta será nuestra misión para llevar al mundo esta paz.
Les deseo a todos una buena semana y una buena preparación para la celebración de la Navidad.