Palabras de alegría y esperanza
Videos del P. Fernando Armellini
Video semanal destacado
* Voz original en italiano, con subtítulos en inglés, español & cantonés
También disponibles videos subtitulados y doblados los mismos lenguajes.
Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe, preguntó a los discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron: Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; otros, Jeremías o algún otro profeta. Él les dijo: Y ustedes, ¿quién dicen que soy? Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le dijo: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo! Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
Un cordial saludo para todos, hermanas y hermanos.
Hoy celebramos la fiesta de dos apóstoles, Pedro y Pablo. Es una fiesta que junta a los dos. Digámoslo enseguida, al principio de la historia de nuestra Iglesia, no es que estos dos se hubiesen llevado de acuerdo a la perfección. Tuvieron situaciones pastorales bastante diversas.
Estamos habituados a pensar sobre la vida de la Iglesia primitiva según esa célebre frase que encontramos en los Hechos de los Apóstoles: “Tenían un solo corazón y una sola alma” (Hch 4,32). Pero en la historia de nuestra Iglesia, raramente se han registrado tensiones y contrastes tan fuertes como los que se tuvieron en los primeros años de la Iglesia. ¿Cuál fue el problema? Pues, el mismo que encontramos en la Iglesia de hoy. La tensión entre aquellos que miran muy lejos, se dejan guiar del Espíritu que empuja siempre hacia la verdad y que se manifiesta en manera profunda a abrir el corazón a la novedad. Y, por otro lado, aquellos que están unidos al peso de las tradiciones, que es diferente de la Tradición.
La Tradición es el mismo Cristo. Es la persona que transmitimos de generación en generación, sin añadir o quitar nada, sin desfigurar esta imagen. Esta es la Tradición, con la “T” mayúscula. Mientras que las ‘tradiciones’ son creaciones humanas. A veces estas tradiciones están en sintonía con la figura de Cristo, pero otras veces nos alejan de Cristo y hay que abandonarlas. No son tradiciones sanas.
Las tradiciones son creaciones humanas y la Tradición es Cristo, que es lo que pasamos de generación en generación. Debemos estar atentos para que no sea ocultada o deformada por tradiciones que no corresponden. Había tensión en la Iglesia primitiva entre estos dos grupos. Tenemos a los cristianos de origen judío, muy ligados a las tradiciones religiosas de su pueblo, a la observancia de todas las prescripciones del Antiguo Testamento que habían servido para llegar luego a recibir el Mesías de Dios, pero que ya habían cumplido con su deber.
Luego estaban los espíritus más abiertos que habían tomado conciencia que estas tradiciones de los antiguos debían llevar a Cristo, pero luego Cristo permanecía y basta. Es parecida a la situación que también encontramos hoy. Continuar imponiendo ciertas tradiciones que repugnan a una concepción nueva, a una nueva sensibilidad se convierten en un obstáculo para aquellos que quieren adherirse sinceramente al Evangelio.
Cada uno de nosotros puede pensar en ciertas tradiciones que hoy, personas con la mente más abierta, ya no aceptan más. No quiero hacer menciones concretas, pero cada uno de nosotros puede pensar lo que realmente está conforme al Evangelio y lo que lo ofusca. Sobre Pedro. Pedro era un conservador por la educación que había recibido. No era un conservador fanático, pero al final terminó por contentar un poco a todos dentro de la Iglesia primitiva. Pablo. Pablo era un tradicionalista fanático, con fundamento en las tradiciones más rígidas de la secta farisaica.
Luego llegó a una ruptura radical con el pasado y era intolerante. Suele pasar que las conversiones de gente que son fanáticas en un sentido, luego se convierten en fanáticas en el sentido opuesto. Hay que tener presente este hecho. Pablo se volvió fanático con los conservadores y ataca duramente toda forma de conservadurismo. Como con todas las energías, basta un poco para acabar en una reacción violenta. Y, de hecho, Pablo en Antioquía insulta públicamente a Pedro, tratándolo de hipócrita, como lo narra en la carta a los gálatas. Esta disputa no llegó hasta el final… Al final de sus vidas están junto bajo el impulso del amor que viene de la adhesión al único maestro que es Cristo.
De hecho, en la segunda carta de Pedro, se lo llama a Pablo “nuestro querido hermano”. Al final, ambos han dado sus vidas por Cristo y hoy celebramos su fiesta juntos. Vayamos al texto del Evangelio, después de esta introducción a la fiesta de estos dos apóstoles. Está ambientado en la región de Cesarea de Felipe, que se encuentra en el extremo norte de la tierra de Israel. Felipe era uno de los predilectos de Herodes el Grande, y pocos días antes de su muerte, su padre le había asignado la parte norte de la tierra de Bashán, que es el actual Golán—se la asignó a su hijo. Esta tierra es celebrada en la Biblia por su fertilidad, con pastos abundantes. Famosa para la fertilidad de la grey, los rebaños.
Y el punto más encantador de esta región, donde abundan las aguas frescas y abundantes del río Jordán, este hijo de Herodes el Grande, Felipe, construyó su ciudad capital en honor de Tiberio, la persona grande de ese tiempo, y la llamó Cesarea. Y para distinguirla de la otra Cesarea en la costa del mar Mediterráneo, la llamó ‘Cesarea de Felipe’. Cuando Alejandro Magno llegó a esta región se quedó encantado por este paraíso terrestre que encontró y exclamó: Esta no puede ser sino el lugar del dios Pan y las ninfas. De hecho, el lugar fue llamado ‘Panias’ (de Pan) y luego el nombre que ahora tiene: ‘Banias’, tomado del nombre que le había dado Alejandro Magno.
Y es en este lugar maravilloso que Jesús hace a sus discípulos la primera pregunta. Tengamos presente el lugar, porque es significativo el lugar geográfico donde el evangelista pone las dos preguntas que Jesús hace a sus discípulos. La primera: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”. Los discípulos están fascinados por el paisaje, por la vida fácil de los habitantes d la región; luego está la magnificencia de los dos palacios que Felipe construyó en esta su capital. Uno de ellos encima de la surgente que es muy hermosa y de allí se contempla toda la fertilísima llanura del Golán.
Y de frente a este espectáculo, Jesús quiere que tomen conciencia de la opción que se impone a los que lo quieren seguir. ¿Qué significa esta primera pregunta: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Simplemente quiere decir lo siguiente: ¿Qué espera la gente de mí? Han sentido hablar de mí—¿qué esperan? Apunto también al contexto: el paraíso terrenal de esta naturaleza en las surgentes del Jordán. El dios Pan (Elenife) sabe colmar de bienes a sus devotos, da prosperidad al campo, fertilidad a los animales…
Y Jesús ¿qué ofrece? A sus amigos Felipe les da poder, riqueza y el gozo propio de la vida de la corte. Durante sus celebraciones podía contar con la presencia de una bailarina excepcional, que era la estrella del momento, la célebre Salomé—la que ha bailado en Maqueronte y luego pidió la cabeza del Bautista. Felipe se había casado con la jovencísima mujer. Felipe podía ofrecer toda esta alegría, la cual ambicionan las personas de este mundo. Esto es lo que ofrecen Pan y las ninfas y Felipe… Y la gente ¿qué piensa que yo puedo ofrecer? Esta es la pregunta que hace Jesús. Jesús puede ofrecer algo mejor. La respuesta de los apóstoles: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; otros, Jeremías o algún otro profeta”. Se trata de personajes famosos, venerador por todos por su santidad, rectitud, sabiduría con que han guiado al pueblo por el camino de la justicia. Son la personificación de excelentes valores.
Esto es lo que comprendido la gente sobre Jesús. Pero si tenemos presente que esta pregunta que hace Jesús viene luego que los apóstoles han sido enviados a evangelizar y ¿qué Jesús fue el que predicaron? Diría que el resultado no ha sido muy bueno porque le gente ha comprendido que Jesús es uno más entre los otros. Muy capaz, una persona excepcional, uno de tantos que se distingue por su conducta, por su lealtad, por su amor con los pobres, por su compromiso con la justicia, de la paz, de la no violencia, pero uno de tantos. Estemos atentos, también nosotros que anunciamos a Cristo, excepcional… lo podemos presentar como una persona pero uno de tantos.
Y luego viene la segunda pregunta que hace Jesús: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Y esta pregunta de Jesús va parafraseada: “¿Quién soy yo para ustedes?”. Lo que quiere decir: ¿cuánto cuenta mi persona en las opciones de la vida de ustedes, de las más grandes a las más pequeñas? ¿Cuento para algo? ¿Quién soy yo para ustedes? Es la misma pregunta que el enamorado hace a la amada: ¿quién soy yo para ti?
No quiere decir: como me llamo, o los diplomas de estudio que tengo... sino ¿qué significo yo en tu vida, en las opciones que haces? En los momentos en que estás sola, ¿quién soy yo para ti? Cuando trabajas, estudias… ¿estoy presente en tu vida o no? ¿Qué importancia tengo yo para ti? Esta es la pregunta que hace Jesús a sus discípulos para ver lo que realmente han entendido de él y lo que significa acogerlo en la propia vida. Esta es también una pregunta que nos debemos hacer todos nosotros: ¿quién soy yo para ti?
Quiere decir: ¿qué cuenta la presencia de Jesús en nuestra vida, en las opciones que hacemos? En todas las opciones, de las más grandes a las más pequeñas. Sabemos que la esposa puede, en cierto momento, preguntar al marido: ¿qué cuento yo en tu vida? Porque estás muy interesado en tu profesión, en el éxito… pero ¿cuánto cuento yo… qué soy para ti? Es una pregunta que nos debemos hacer y diré —en forma un poco provocativa—cuando algunos padres preguntan a sus hijos, al final de sus estudios: se acabó la catequesis… Entonces, la pregunta, ¿qué cuenta Jesús en tu vida? En la vida de tus hijos: ¿qué deseas que cuente en sus vidas la persona de Jesús? Es una pregunta muy provocativa cuando se entiende.
Y Pedro no la entiende, porque responde con una fórmula: “Tú eres el Hijo de Dios, el Dios de la vida”. Muy bien. Es una afirmación teológicamente perfecta. Y Jesús se aferrará a la perfección de esta respuesta para pronuncia una bienaventuranza para aquellos que, como Pedro, entienden y acogen la novedad absoluta de la persona de Jesús. Lo que Pedro no ha entendido es el compromiso que supone esta identificación auténtica con el Maestro. Tiene aún en mente la tradición del Mesías de su pueblo—el hijo de David.
En realidad, piensa según el criterio del mundo como aparecerá inmediatamente después. Pero la respuesta es correcta. Jesús no es uno de tantos. Es único. Y Jesús responde con una bienaventuranza: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no viene de un razonamiento sino de una revelación! Una revelación que reciben aquellos que son dichosos, porque son puros de corazón. Por tanto, tienen esa sensibilidad espiritual para recibir la verdad que viene de Dios. Jesús pronuncia también esta bienaventuranza: Dichosos los puros de corazón porque verán a Dios. Solo los que tienen esta pureza de corazón pueden acoger esta revelación. El que está replegado sobre la realidad de este mundo, lo absolutiza, lo diviniza, no tiene esta pureza de corazón, por tanto, no llegan a percibir esta novedad que es Jesús de Nazaret.
Y luego, Jesús dice a Pedro: “Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia”. Creo que esta frase sea la más comentada y discutida de la exegesis evangélica. Tratemos de entender bien el significado. Debemos ir necesariamente al texto griego. Sabemos cuál es la interpretación dada en los últimos siglos, pero no es la tradicional. En los últimos siglos se dijo que es el Papa la roca sobre la que la Iglesia está construida, porque es el sucesor de Pedro, que era la roca sobre la cual fue construida la Iglesia.
Esta interpretación no es correcta. No está conforme al texto original. Aquí se utilizan dos términos: uno es ‘petrós’—tu eres ‘petrós’. Luego se habla de ‘petra’. El significado de estos dos términos es muy distinto en griego. ‘Petrós’ es un bloque o una piedra que es tallada puede ser ‘petrós’. Cuando se dice: ‘petra’ quiere decir ‘roca’. Jesús le dice a Pedro: Tu eres ‘petrós’.
Cuando se habla de ‘petra’—roca en el Nuevo Testamento, esta ‘roca’ es una sola, es Jesús de Nazaret, es Cristo. Es el Señor Resucitado: el Señor, la Piedra, sobre la que el Padre ha construido el templo que es la Iglesia. Voy a citar solo un texto, el de la carta a los efesios—aunque hay muchos--. “La piedra angular es Cristo Jesús” (Ef 2,20). Recuerdo también la carta a los corintios: “Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Jesucristo” (1 Cor, 3,11).
Cristo es la roca. Y ¿quién es Pedro? Jesús habla aquí de la profesión de fe que Pedro ha hecho. Y es esta profesión que Pedro hace la razón por la que Pedro sea ‘petrós’—un bloque, una piedra viva que viene colocada sobre la piedra angular que es Cristo, para construir el nuevo templo. De aquí salen los sacrificios agradables a Dios. Pedro es, pues, la piedra. Jesús le dice a Pedro: tú eres el primer bloque, la primera piedra colocada sobre la roca que soy yo; porque profesaste tu fe… esta fe se convierte en una piedra viva para la nueva construcción. Eres el primero, pero no el único.
Todo cristiano que profesa la fe de Pedro y, por tanto, reconoce en Cristo al Señor de la vida se transforma en ‘piedra’ como lo fue Pedro. Y luego continua: “El imperio de la muerte no la vencerá”. ¿Qué significa esta expresión? Ante todo, no se habla de la puerta del infierno. En el Evangelio no se habla nunca del infierno. Jesús no habla nunca del infierno. El tema del infierno nació del cuarto siglo en adelante, lo ha creado los cristianos. No está en los Evangelios.
En el Evangelio de habla de ‘hades’, la caverna que imaginaban era subterránea donde iban a parar todos, tanto los buenos como los malos. Este es el ‘hades’. Y cuando se habla del rico epulón, no se dice que estaba en el infierno; se dice que estaba en el hades, entre los muertos. Si queremos conservar esta comparación, también se habla de le ‘gehena’ que es valle que está en torno a la ciudad de Jerusalén en la parte occidental. Indicaba una vida arruinada, una vida en la inmundicia. Esta es la imagen. Por tanto, no la del infierno. Y ¿qué son estas puertas del hades?
El hades es el reino de los muertos y, por tanto, la muerte, que está en competición con la vida que Cristo —luchan la una con la otra… el reino de la muerte contra el reino de la vida que trae Cristo. Jesús dice: el reino de la muerte no prevalecerá sobre la vida; por eso es motivo de esperanza. Pensamos que la realidad de muerte, presente en el mundo, prevalecerá. NO. Esto no sucederá. También, volviendo al lugar, es significativo, porque aquella gruta que vieron a mi espalda, propiamente en el surgente del Jordán, estaba considerada como uno de los ingresos al reino de la muerte… esta gruta amplia, enorme.
También se la señalaba como el reino de la muerte porque allí, frente a esta gruta, Herodes el Grande había construido el templo a Augusto y esta gruta se había convertido en el lugar sagrado de este templo. Por tanto, para los israelitas creyentes, ese era un lugar impuro, la señal del ingreso al reino de la muerte. Y Jesús llega a este lugar como el Señor de la vida. Y lo que Jesús dice a Pedro es que el reino de la muerte no conquistará el reino de la vida.
La última parte: “A ti te daré las llaves del reino de los cielos”. Debido a esta expresión, Pedro se ha convertido como el portero del paraíso. No es así. El reino de los cielos es la comunidad que ha acogido la novedad en el mundo, introducida por Jesús con sus bienaventuranzas. Es el mundo nuevo; y quien entra en este mundo nuevo recibiendo al Señor de la vida con la profesión de Pedro, entra en esta condición nueva. Y Pedro ha recibido las llaves. Pero el término ‘llave’ en hebreo es ‘mafteaj’ que viene del verbo ‘pataj’ que quiere decir ‘abrir’.
Nosotros utilizamos las llaves para cerrar. En vez, para los hebreos es para abrir. “Mafteaj’ quiere decir abrir. Pedro tiene estas llaves porque con la fe que ha profesado abre el ingreso a esta comunidad que se adhiere a Cristo. Por tanto, no para cerrar las puertas del paraíso, sino tirar abiertas las puertas de manera que entren todos acogiendo a aquel Cristo que él ha profesado con su fe. Luego está: “Lo que ates en la tierra…”.
Es otra imagen empleada por los rabinos. Indicaba el pronunciar un juicio sobre lo que es justo, lo que está equivocado, lo que está bien y lo que está mal. Digamos también que esta misión de atar y desatar no es dada solamente a Pedro. Inmediatamente después se aplica a toda la comunidad.
Por tanto, Jesús autoriza a Simón, que lo ha reconocido como el Dios de la vida, comunicar esta verdad: que Dios transmite la vida a través d su enviado que es Cristo. Pero lo que Jesús dijo a Simón, no es exclusivo suya, sino que es para toda la comunidad. Por tanto, es una responsabilidad de todos los creyentes la de transmitir esta fe.
Este es el mensaje que se nos da en esta fiesta de los apóstoles. Pedro profesó su fe en Cristo y es el custodio de esta verdad, de esta adhesión al maestro. Pablo será el que la difunda en el mundo. Será fiel a esta misión que le ha sido dada de anunciar la salvación y la vida que nos llega a través de Jesús de Nazaret.
Les deseo a todos una buena fiesta.