Crónicas II
Índice de comentarios
Introducción | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36Introducción
1,1–9,31 El reinado de Salomón. En estos capítulos el Cronista presenta desde su perspectiva el reinado de Salomón siguiendo los datos de 1 Re 1–11. El relato de este libro omite todos los aspectos negativos que manchen la imagen del rey o que no encajen en su grandeza como los crímenes que precedieron su ascensión al trono (1 Re 1s), el juicio de Salomón sobre dos prostitutas (1 Re 3,16-27), la infidelidad del rey en su vejez (1 Re 11,1-13), sus dificultades políticas y económicas (1 Re 11,14-40). El Cronista se centra en la construcción del Templo a la que dedica cinco capítulos (2–7). Salomón es descrito, entonces, como el rey ideal esperado por Israel; el rey que con la construcción del Templo, lleva a cabo el proyecto de David y el designio de Dios. El rey sabio que sabe construir, gobernar, comerciar bien.
Los capítulos 1–9 comienzan (1,14-17) y terminan (9,1-28) con la celebración de la riqueza y de la sabiduría de Salomón.
1,1-13 Visión de Salomón. El Cronista sigue la narración de 1 Re 3,4-15, modificándolo desde su perspectiva teológica: la presencia de Salomón en Guibeón no es un acto de culto privado sino público con dimensiones de peregrinación. Desaparece la referencia al sueño. Además el Cronista ubica en Guibeón la tienda que mandó construir Moisés en el desierto, para justificar la presencia de Salomón en un santuario distinto al de Jerusalén. El primer acto del reinado de Salomón se constituye así en un acto litúrgico, más que político. La sabiduría solicitada por el rey es la capacidad de guiar al pueblo de Dios mediante la construcción del Templo (10).
1,14-17 Riquezas de Salomón. Esta mención es una expresión de la bendición divina que aprueba el proceder del rey.
1,18–4,22 Construcción del Templo. El Cronista omite la narración de 1 Re 3,15–5,14 y pasa a describir la razón de ser del reinado de Salomón: la construcción del Templo, haciendo solo una rápida alusión al palacio real (2,11). En los capítulos 3s el Cronista describe el edificio construido por Salomón con su mobiliario y utensilios, siguiendo el texto de 1 Re 6s. El Cronista utiliza cifras y medidas exageradas, especialmente en lo que respecta a cantidades de oro. Algunos detalles indican que el autor tenía en mente el Templo reconstruido después del exilio (3,14, Ez 40,5).
1,18–2,17 Preparativos. El capítulo describe la correspondencia diplomática entre salomón y Jirán, rey de Tiro. En esta correspondencia se resalta que para la construcción del Templo, la dirección artística (2,12s) y la mano de obra eran extranjeras (2,16). Se respeta el modelo entregado por Dios a David. El versículo 2,11 hace una ligera mención a la construcción del palacio real (1 Re 5,21).
3,1–4,22 Las obras. Este episodio está dividido en tres partes: la elección del lugar (3,1s), la construcción del Templo (3,3-14), y la enumeración del mobiliario (3,15–4,22). Con relación al lugar, se respeta la elección de David y se relaciona con el sacrificio de Isaac; esto añade prestigio al Templo ya que se relaciona el sacrificio que Dios pide a Abrahán con los que se realizarán el futuro Templo. La referencia al segundo mes (3,2) y al velo del Templo (3,14), remiten al Templo reconstruido después del exilio (Esd 3,8).
5,1–7,22 Dedicación del Templo. Estos tres capítulos están centrados en el tema de la Dedicación del Templo, que desde la perspectiva del Cronista constituye el punto central del reinado de Salomón. El texto amplía y modifica el relato de 1 Re 8,1–9,8; asimismo, el Cronista trata de armonizar el relato del Primer libro de los Reyes con las prácticas cultuales propias de su tiempo.
5,1–6,2 Traslado del Arca. El relato del traslado del Arca a Jerusalén y su entrada en el Templo se divide en dos partes. Una primera parte que narra el traslado del Arca en forma de una liturgia (5,1-10), donde todo Israel se congrega en torno del rey para tal acto (5,2s). Según el versículo 4 los portadores del Arca ya no son los sacerdotes sino los levitas (véase 1 Cr 23,13s; Nm 3,31). La segunda parte (5,11–6,2) sigue a 1 Re 8,10-13; narra cómo Dios toma posesión del Templo, insistiendo en la importancia de los levitas cantores. Termina el relato con una acción de gracias por parte de Salomón (6,1s).
6,3-42 Plegaria de Salomón. He aquí una larga plegaria que el Cronista pone en labios de Salomón. Esta construida sobre el texto de 1 Re 8,14-53. La plegaria está compuesta en dos partes: una dirigida al pueblo (6,3-11) y otra como oración personal (6,12-42). En la primera, resalta el tema de la elección de Jerusalén como la ciudad que Dios eligió para erigir el Templo, y la elección de David y Salomón para construirlo. Resalta el hecho de que en el Templo mora el «Nombre del Señor» (5.6.8.10). La segunda parte, es una súplica de intersección en favor del pueblo con una perspectiva mucho más universal (32). Se reconoce que Dios trasciende los límites del Templo (18) y que solo en él habita su Nombre (20).
7,1-22 Fiesta. En una primera parte el Cronista nos muestra la fiesta de la Dedicación del Templo. Siguiendo a 1 Re 8,54-66 pero modificando su cronología, hace coincidir la Dedicación con la fiesta de las Chozas (9s). En la segunda parte (11-22) se narra la respuesta de Dios a Salomón. Enuncia el principio de retribución, tan importante para el Cronista, que más adelante aplicará a los demás reyes de Judá.
8,1–9,31 Empresas y fama de Salomón. En esta sección el Cronista se vale de 1 Re 9,10-28; 10,1-40 para construir su relato. Sin embargo, omite 1 Re 11,1-40 que contiene un juicio muy fuerte al reinado de Salomón. Por el contrario, insiste en aquello que lo ha destacado como son su sabiduría y sus riquezas. La sección está construida en tres momentos: enumeración de algunas construcciones ordenadas por Salomón (8,1-16); la gloria de Salomón expresada en el reconocimiento de los reyes extranjeros y su riqueza extraordinaria (8,17–9,28), y por último, la muerte de Salomón. La campaña contra el rey Jamat mencionada en 8,3 es históricamente probable. En 9,29 se citan tres fuentes a las que remite el Cronista, las cuales desconocemos.
10,1–36,23 Los reyes de Judá hasta el exilio. La última parte de la obra del Cronista está dedicada a la historia del reino de Judá, desde Salomón hasta los tiempos del exilio, eliminando casi por completo toda referencia al reino del norte. Para el Cronista el reino de Judá representará todo Israel.
El criterio de valoración de cada rey será su fidelidad a Dios. Como modelos de esa fidelidad sobresalen cuatro figuras ideales: Asá, Josafat, Josías y sobre todo Ezequías. Junto a los reyes aparecen los profetas, cuyo anuncio se condensa en advertencias y en insistentes invitaciones a la fidelidad hacia el Señor. En realidad, el Cronista invita a la comunidad postexílica a buscar a Dios, a mantenerse fiel a Aquel que se ha mantenido fiel a su pueblo, a pesar de las dificultades.
10,1-19 El cisma. Este relato se basa en 1 Re 12,1-24. Aquí la rebelión de Jeroboán es presentada como castigo por los pecados de Salomón (4.10s.14) narrados en 1 Re 11,1-13, que el Cronista ha ignorado. Además, da por supuesto que los lectores conocen la rebelión de Jeroboán y el episodio del profeta Ajías de Silo narrados en 1 Re 11,29-40 (15). Presentado de esta manera, las quejas de las tribus del norte carecen de fundamento. El cisma del norte es presentado entonces como una rebelión de un siervo contra su señor (13,6). En realidad, el Cronista se ve obligado a hablar del cisma ya que éste entra en contradicción con su perspectiva teológica de un Israel unido y fiel.
11,1–13,23 Roboán de Judá – Abías de Judá. El reinado de Roboán sigue a 1 Re 12–14 en parte. Esta sección se podría dividir en tres grandes apartados: la fase positiva del reinado de Roboán (11), la fase negativa de su reinado (12) y el contraste con la fidelidad del reinado de Abías (13).
Fase positiva (11,1-23). El reinado se introduce presentando a Roboán como fiel a la Palabra del Señor que le ordena no luchar contra Jeroboán. La lista de ciudades (5-12) es probablemente auténtica, aunque es muy seguro que las haya fortificado solo tras la invasión de Sisac, faraón de Egipto (12,1-12). Con el desplazamiento de sacerdotes y levitas (13-17) el autor quiere inculcar que el centro del culto se encuentra en Jerusalén y que los levitas fueron fieles al Templo desde el inicio.
Fase negativa (12,1-16). Mediante un esquema de pecado, humillación y perdón; el Cronista aplica la doctrina de la retribución al caso de Roboán. Ante el abandono de su Ley, el Señor exige humillación del rey y del pueblo por intermedio del profeta Semayas (6.7.12). Como el pueblo se humilla, el Señor no destruye del todo a Judá (12). El capítulo concluye caracterizando a Roboán como aquel que «obró mal porque no se dedicó de corazón a servir al Señor» (14).
Fidelidad de Abías (13,1-23). Apoyándose en las noticias de 1 Re 15,1-8, el Cronista reelabora la historia desde una perspectiva nueva: a pesar de reinar tres años, el Cronista hace del rey un hombre fiel a Dios, digno sucesor de David y Salomón. La guerra contra Jeroboán (3) es probablemente cierta y da ocasión para introducir un discurso de Abías a las tribus del norte (4-12): los del norte (8.11) no son reino del Señor, no tienen dinastía legítima sino un rey usurpador, no tienen un Dios verdadero sino ídolos, no tienen sacerdotes ni culto válido. Luchar contra Judá (10), es luchar contra el Señor (12). Consecuencia lógica, la derrota de Jeroboán (13-18).
14,1–16,14 Asá de Judá. Los tres capítulos del reinado de Asá reelaboran las noticias suministradas por 1 Re 15,9-24. En el Libro de los Reyes la figura de Asá es ambigua. El Cronista resuelve las contradicciones introduciendo una división temporal. La primera etapa (14s) está sellada por una reforma religiosa y culmina en una magnífica victoria. Luego sucede un doble pecado: buscar apoyo en una potencia extranjera (16,1-6) lo que es una deslealtad porque indica desconfianza en el Señor; y perseguir a un profeta que lo invita al arrepentimiento y la búsqueda de Dios (16,7-10). Como consecuencia vienen las guerras continuas y una enfermedad que acaba con él (16,11-14). Recurriendo exclusivamente a remedios humanos, el rey muestra que no ha comprendido el sentido de la dolencia y agrava el pecado. De esta manera su reinado se convierte en un ejemplo viviente del principio de la retribución.
17,1–20,37 Josafat de Judá. La narración del reinado de Josafat amplía y modifica el texto de 1 Re 22,1-59 donde la figura del rey no es tan destacada. El Cronista desarrolla ampliamente la figura de Josafat en cuatro cuadros complementarios y opuestos que se van alternando: reforma religiosa y militar (17), batalla y victoria (18), reforma judicial (19), nueva victoria (20). Para realizar la reforma no se contenta con cortar abusos sino que emprende una campaña de instrucción catequética, por medio de predicadores y catequistas ambulantes (17,7-9). Las medidas militares están en continuidad con las tomadas por su padre, Asá. La reforma religiosa sirve de base a la reforma judicial. El eje de esta reforma judicial fue el cumplimiento de las disposiciones del Deuteronomio y los avisos de los profetas sobre los jueces (Dt 1,16s). En cuanto a las expediciones militares, la del capítulo 18 coincide con 1 Re 22, en cambio la del capítulo 20 es creación del autor. Su intención es didáctica: el Cronista está instruyendo a sus paisanos que confíen en el Señor, que no se mezclen en alianzas o en compromisos con otros pueblos, a ellos solo les toca contemplar cómo el Señor actúa en los sucesos y recibir el premio por su lealtad sin reservas; la fuerza no está en las armas sino en la protección de Dios, por eso 20,1-30 más que una batalla, parece un acto litúrgico: en la víspera el rey proclama un ayuno con asamblea litúrgica (20,3); en ella pronuncia una oración ante el pueblo y Dios responde con un oráculo, que los cantores corean con aclamaciones (20,4-19). A la mañana siguiente el rey pronuncia una arenga religiosa y organiza sus tropas como una procesión. Durante los cantos Dios desbarata al enemigo; los judíos suben a contemplar la derrota (20,20-29). La conclusión del reinado de Josafat (20,31–21,1) está tomada de 1 Re 22,41-51 y en ella el fracaso de Josafat se atribuye a su alianza con el rey de Israel.
21,1-20 Jorán de Judá. Para el Cronista el reinado de Jorán es uno de los momentos más oscuros del reino de Judá; un período que termina en la regencia de la reina Atalía a quien sucede Joas, gracias a una revuelta. Indudablemente Jorán fue un mal rey. El reinado inicia con un fratricidio en masa (4) y termina con una idolatría declarada (11-15). Su muerte es presentada como un castigo de Dios: prematura, dolorosa, sin funeral ni sepultura real (18-20). La referencia al profeta Elías es anacrónica.
22,1-9 Ocozías de Judá. El Cronista se basa en 2 Re 8,25-29. Ocozías estrechó vínculos con el reino del norte y fue mal visto a los ojos de Dios. Todos los males proceden de ese reino, corrompido por el influjo fenicio. El parentesco, la alianza, los ejemplos y consejos pervierten también al rey de Judá (3-5). El capítulo finaliza con el crimen de Atalía y la pericia de Josebá que permitió la continuidad del linaje de David, gracias a que protegió a Joás (véase 2 Re 11,1-3).
22,10–23,21: Lucha contra Atalía. El episodio de la muerte de Atalía sigue a 2 Re 11,1-20 con cambios significativos: la ejecución de la empresa es realizada por los sacerdotes, levitas e incluso los cantores, no por soldados; la aceptación del nuevo rey Joás es unánime. El relato final de la reforma del sacerdote Yehoyadá (23,16-21) se presenta como una restauración de las instituciones davídicas.
24,1-27 Joás de Judá. El reinado de Joás es presentado por el Cronista de acuerdo con su idea de la retribución, dividiéndolo en dos etapas. En la primera el rey es un ejemplo cumpliendo la ley de Moisés, gracias a los consejos del sacerdote Yehoyadá (1-14a). En la segunda se vuelve idólatra y homicida por seguir los consejos de la nobleza y por esto muere a manos de los discípulos de Yehoyadá (14b-27). El punto de quiebra lo constituye la muerte del sacerdote Yehoyadá, pues Joás mientras vivió el sacerdote Yehoyadá hizo lo que el Señor aprueba (2). La lapidación pública del profeta Azarías es signo del rechazo del rey a la Palabra del Señor (20s). Este episodio es probablemente el referido en Mt 23,35.
25,1-28 Amasías de Judá. La historia del reinado de Amasías es narrada por el Cronista de manera análoga a la de Joás: el redactor utiliza el mismo esquema de división en dos etapas, fidelidad (1-10) e infidelidad al Señor (11-28). El texto de 2 Re 14,1-22 le planteaba al Cronista un problema teológico: ¿cómo conciliar la derrota frente a Israel y la muerte poco gloriosa de un rey fundamentalmente bueno? Para explicar esto, añade los versículos 5-10.13-16.20, donde se interpreta la muerte de Amasías como consecuencia de su pecado. Las etapas están animadas por la intervención de dos profetas (7.15). Al primero le obedece el rey, una victoria es la consecuencia; al segundo lo rechaza, la consecuencia es una derrota.
26,1-23 Azarías (Ozías) de Judá. El Cronista elabora y amplía 2 Re 14,21s; 15,1-7 desde su esquema de dos fases: al principio tenemos un rey piadoso y próspero (1-15), después un rey sacrílego y herido por Dios (16-23). El punto de quiebra lo constituye el versículo 16 donde el pecado de Ozías consiste en haberse arrogado pretensiones sacerdotales, quemando incienso en el Templo. El castigo de la lepra lo hacía impuro y le impedía la entrada al santuario (Lv 13,45).
27,1-9 Yotán de Judá. El reinado de Yotán es descrito en muy pocos versículos. El texto sigue a 2 Re 15,32-38 aunque el Cronista añade algunas noticias nuevas (3b-6).
28,1-27 Acaz de Judá. El autor acumula datos negativos sobre el reinado de Acaz, preparando por contraste el reinado de Ezequías. Utiliza 2 Re 16,1-20 e Is 7s. Históricamente son tiempos difíciles tanto para Judá como para Israel. Judá está sitiada, idumeos por el sur (17), filisteos por el oeste (18), y por el norte surge un enemigo formidable, el reino hermano de Israel (7), aliado y protegido por Siria (6). Acaz pide auxilio a la nueva potencia de la época, Asiria (16). Esta convocación funesta acarrea daños religiosos y económicos. La impiedad llega a tal extremo que el Templo es cerrado (24), o tal vez, se cancela el culto diario (29,7). El gesto de perdón que Israel realiza a favor de su hermano Judá gracias a las palabras del profeta Oded (9-15) expresan que aquellos que han sido liberados de la esclavitud de Egipto, no pueden ser esclavos. El homenaje que rinde el autor a los israelitas en vísperas de su catástrofe nacional es impresionante. Dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, liberar al cautivo, cuidar del enfermo. Obras de misericordia prestadas al enemigo, al hermano vencido (cf. Lc 10,29-37).
29,1–32,33 Ezequías de Judá. El Cronista dedica cuatro capítulos al reinado de Ezequías, haciendo de este rey el más importante de Judá, después de David y Salomón. El autor sigue a 2 Re 18–20 omitiendo 2 Re 18,9-12 y añadiendo la purificación del Templo y la restauración del culto (29,3-36), la celebración de la Pascua (30,1-27), la reorganización del clero (31,1-19), y la prosperidad de Ezequías (32,27-30). Es evidente que la atención del Cronista está dirigida al aspecto religioso del reinado. Ezequías se convierte en el gran renovador religioso, superior incluso a Josías. Es interesante ver que no aparece ningún profeta, tal vez porque la fidelidad de Ezequías al Señor no necesita de un profeta que lo recuerde.
Reforma religiosa (29,1-36). Este capítulo nos narra el restablecimiento del culto en el Templo clausurado por Acaz. Se abren las puertas del Templo (29,3) y se realizan sacrificios de animales (29,18-24). Sobresale la importancia de los levitas en relación con los sacerdotes. En esta ceremonia el Cronista hace resaltar la presencia de la música sagrada animada por levitas cantores (25-30); y de la alegría que hay en ella (30b).
La Pascua (30,1-27). Este relato de la Pascua, es el segundo acto del reinado de Ezequías, está inspirado en Nm 9,1-14. Esta Pascua pretende congregar a cuantos están dispuestos a responder a la llamada del Señor por medio de Ezequías. La Pascua busca restablecer el viejo ideal de la unidad, de allí que un rasgo del texto sea la invitación a la fiesta cursada a las tribus del norte y la participación de algunas de ellas (4-11). Se permite celebrar la Pascua a quien no está ritualmente puro (17-20), considerando la pureza interior superior a la pureza legal, que también es importante. Los versículos 23-27 describen una segunda fiesta cuya característica es la alegría y la espontaneidad.
Reorganización del culto y del sacerdocio (31,1-21). El Cronista toma el texto de 1 Re 18,4-6, insertando en la mitad (2-19) el relato de la reorganización del clero. Según el autor, Ezequías reestablece el orden instituido por Salomón (8,12-15; 23,18s) quien por lo demás no hacía sino aplicar las leyes dictadas por David. Se establecen las normas para los donativos y las ofrendas del pueblo y del rey (cfr. Ez 45,22-24; 46,2). La mención de Efraín y Manasés (1) parece indicar la totalidad del reino del norte.
Invasión de Senaquerib (32,1-33). El episodio de la invasión de Senaquerib, rey de Asiria, es una reelaboración de 2 Re 18s, adaptándolo a su pensamiento. El capítulo está construido sobre el esquema fidelidad (1), prueba (7s.20-23), infidelidad (25), arrepentimiento (26) y bendición (27-29). En la preparación del asedio es importante ver la preocupación por el agua (3.30; 2 Re 20,20; Is 22,9-11) que llevó a la construcción del «túnel de Ezequías» que todavía desvía las aguas del torrente de Guijón hacia el interior de la ciudad de Jerusalén. Sobre los últimos años del reinado de Ezequías (30-33), llama la atención que solo se hace una pequeña referencia a la enfermedad del rey (24), excluyendo cualquier referencia al profeta Isaías.
33,1-20 Manasés de Judá. Para 2 Re 21,1-18 la figura de Manasés es la del rey impío que multiplicó ídolos y altares, extravió a su pueblo, derramó ríos de sangre inocente y no hizo caso a los profetas, por lo que la destrucción de Jerusalén se hace inevitable debido a sus faltas. El Cronista recoge en parte esta imagen integrándola en un esquema de dos etapas: antes y después de su humillación (19). Para el Cronista resultaba extraño que un rey impío tuviese un reinado tan largo (55 años), signo de la bendición divina, por ello introduce el tema de la humillación y de su exilio en Babilonia (11) para justificar este hecho.
33,21-25 Amón de Judá. Siguiendo a 2 Re 21,19-26 el juicio que hace el Cronista del breve reinado de Amón es supremamente negativo. Le atribuye a Amón la condenación que 2 Re 21,12 lanza contra Manasés. El fin trágico de Amón fue consecuencia de sus pecados, según la teología del Cronista.
34,1–35,27 Josías de Judá. El relato se basa 2 Re 22,1–23,30. El Cronista presenta la reforma de Josías de manera distinta que el Libro de los Reyes. Coloca al comienzo la reforma como acto de limpieza radical de cualquier forma de idolatría, limpieza que incluso va más allá de los límites del reino de Judá. Posteriormente relata el descubrimiento del Libro de la Ley (34,14-21) que motivaría una nueva reforma religiosa (33). El relato de la Pascua de Josías es mucho más extenso que el narrado en 2 Re 23,21-23. En este relato pone de relieve el papel de los levitas sobre el de los sacerdotes (35,3-6). Los versículos. 35,7-9 muestran que la celebración familiar de la Pascua se ha transformado en una fiesta nacional, donde además de la inmolación de los corderos, se incluyen holocaustos de comunión en los que el pueblo está llamado a participar (35,10-17). El relato de la muerte de Josías (35,20-27) muestra que, si bien Josías fue un monarca piadoso y gran reformador, éste murió trágicamente en una batalla inútil contra el faraón Necó, que no estaba en guerra contra Judá (35,21). Esto supuso un escándalo o un misterio para el pueblo. El Cronista interpreta la muerte de Josías, de algún modo, como signo de la desaprobación divina a un pecado personal. De manera sorprendente el pecado es descrito como un rechazo a escuchar la Palabra de Dios pronunciada por el faraón Necó (35,22). Desconocemos el texto de las Lamentaciones que se refiere el autor en 35,25.
36,1-23 Últimos reyes de Judá. El Cronista ofrece en el último capítulo un resumen muy rápido de los acontecimientos que van desde la muerte de Josías hasta el exilio de Babilonia. Selecciona y resume 2 Re 23,21–25,30 y Jr 39; 52. El Cronista considera el exilio como un hecho trágico, pero ya concluido y muy lejano en el tiempo. El autor repite el estribillo «Hizo lo que el Señor, su Dios, reprueba» (5.9.12.14) de tal manera que la acumulación de las trasgresiones de los reyes desencadena el final trágico (16-20). Resulta significativo el comentario del versículo 21 que combina Jr 25,11 con Lv 26,33-35, donde el exilio es considerado como cumplimiento de la ley del descanso sabático para la tierra, aunque la realidad fue más compleja y la tierra se siguió cultivando.
Los versículos 22s contienen una versión del edicto de Ciro con el que rey de Persia permitió el retorno a Jerusalén de los israelitas desterrados. El texto es paralelo a Esd 1,1-4 e indica su continuidad con el relato de Esdras; además, expresa que la historia trágica del reino de Judá tendrá un final esperanzador.