Ester
Introducción
Contexto histórico. Tres libros narrativos tardíos corresponden a la diáspora judía y están situados con coordenadas ficticias. Tobías entre los deportados israelitas de Asiria; Daniel, entre los deportados de Babilonia; y Ester entre la diáspora judía de Persia.
Los tres libros juntos nos dan una idea genérica de la vida de los judíos en la diáspora. El problema central es la identidad de un pueblo disperso y su relación con la cultura circundante. La diáspora es un hecho admitido con el cual se convive tranquilamente. No se siente el afán de volver a la patria ni se echa apenas de menos el templo y su culto. Solo al final de Tobías aparece Jerusalén como en un sueño glorioso y testamentario.
En general, todo les va bien a los exiliados; incluso algunos personajes judíos ocupan puestos importantes en la corte: Tobías, como proveedor del rey Salmanasar; Daniel por su saber sobrehumano; en el presente libro, Mardoqueo y Ester, hasta el punto de que el judío delata una conjura contra el emperador.
Dos peligros, sin embargo, acechan a los exiliados, uno permanentemente: el peligro de diluirse como minoría en la inmensidad heterogénea del imperio; pero a pesar de la dispersión, los judíos conservan unidad e identidad gracias a su legislación, sus libros y su memoria histórica. El otro peligro son las persecuciones esporádicas. La religión pagana no parece ser peligrosa por su atracción, pero cuando intenta imponerse a la fuerza, los judíos resisten victoriosamente y se mantienen fieles a su Dios.
El libro de Ester. El libro de Ester es un relato construido con habilidad y desarrollado con bastante acierto, no exento de las inverosimilitudes que entonces se aceptaban sin dificultad. El tema y esquema general es un grave peligro del pueblo judío, del que se libra maravillosamente; no hace falta mencionar a Dios para saber quién es el liberador. El desenlace es un juicio histórico, fácilmente atribuible al Juez de la historia. La escenificación en tierra extranjera permite detalles pintorescos y deja más espacio a la ficción. La exaltación del humillado y la intervención decisiva de una mujer son motivos tradicionales, tratados con bastante originalidad.
Los personajes son figuras típicas, sin relieve individual; pero el juego de contrastes les da relieve y anima la trama. Mardoqueo es encarnación de lo mejor de los judíos: sensatez y valor, tenacidad y calma; es un poco la conciencia de los judíos e intenta ser la de los demás.
A su lado, Ester resulta una joven sumisa y discreta, que en un momento de valentía alcanza la grandeza y representa un nuevo triunfo femenino en la literatura bíblica, detrás de Rebeca, Tamar, Yael, Rut, Abigaíl, y Judit. Sobre un fondo de maridos asustados ante la posible rebelión de las mujeres (1) asistimos al triunfo liberador de la belleza y la valentía de una mujer (compañera en esto de Judit).
El relato tiene un marcado carácter sapiencial, enseña en forma de gran parábola: el israelita aprenderá confianza, solidaridad, acción cautelosa; el extranjero puede aprender que los judíos son empleados de fiar, que debe respetar sus costumbres; también pueden escarmentar en la figura de Amán, porque hay alguien más poderoso, que sale por el pueblo judío.
El doble texto. Es muy posible que el libro conserve recuerdos de persecuciones y liberaciones de los judíos durante el dominio persa. Esto no quiere decir que el libro sea historia; es más bien una ficción bien ambientada y ejemplar; pudo haber sido escrita en la primera época helenística o durante la persecución de Antíoco IV. El libro se leyó después en zonas y épocas más tranquilas; entonces un autor griego recogió la obra y le añadió elementos para hacer explícita la acción de Dios: sueño y explicación, plegarias, aclaraciones; sustituyó la defensa armada por un edicto de tolerancia para los judíos.
Éste es el texto griego, que introducimos en el puesto correspondiente de la narración, distinguiéndolo con letra cursiva (su numeración es la continuación al texto hebreo, así, el capítulo 1 del texto griego, es el capítulo 11 en nuestra versión). Se puede hacer una primera lectura saltándose dichos pasajes y una segunda incluyéndolos.
Mensaje religioso. Ester no es una novela de tesis, es un relato didáctico; sus enseñanzas se ofrecen sabiamente distribuidas a lo largo del libro. En la superficie, el relato hebreo original es llamativamente laico. Dios no interviene ni con milagros ni de otra manera patente. Pero no hace falta nombrarlo para descubrirlo en la trama y en lo inesperado del desenlace de los acontecimientos.
La victoria de los judíos es un gran juicio en el que los malvados reciben su merecido: se aplica la ley del Talión: «caen en la fosa que cavaron». El desenlace es, por tanto, un juicio histórico y no hace falta mucha profundización para que cualquier israelita sepa que el autor de dicha sentencia es Dios. Al traductor griego no le basta un Dios entre bastidores, y lo sacó a escena repetidas veces.
Hay algo, sin embargo, en el libro que nos turba, y es la complacencia en la venganza. La caída de Amán se retrata con detalles crueles, la victoria final desborda los presupuestos; los judíos se vengan de sus enemigos, cuentan las víctimas, alargan el plazo de la venganza, ponen gran empeño en recordar ese día. La justicia vindicativa podía cumplirse con moderación. Esta dificultad nos invita a leer el libro como cifra de la crueldad humana. Aún estamos lejos de Aquel que sustituyó la ley del Talión por la ley del amor, incluso a los enemigos.
11,1-11 Sueño de Mardoqueo. El relato hebreo original, como quedó dicho en la Introducción, fue completado posteriormente con textos en griego, probablemente para introducirle un poco el ingrediente religioso que no es muy explícito en el original hebreo. Es un hecho que en el texto hebreo no se menciona a Dios por ninguna parte, aunque es fácilmente deducible que los acontecimientos y el desenlace de la trama sólo puede ser obra del Dios de los judíos. Quizás los lectores de la época en que el libro fue traducido al griego sintieron algún escrúpulo por la falta de esta explicitación religiosa, y ello motivaría las ampliaciones que fueron introducidas.
Esta primera sección corresponde, pues, a una de las varias adiciones en griego. Se anticipan aquí algunos elementos que van a jugar un papel importante a lo largo de la obra: el nombre de Mardoqueo y su procedencia; el sueño de Mardoqueo, que vendrá resuelto e interpretado al final de la obra a la luz de los hechos (10,5-11). Queda también planteado el esquema de la trama que corresponde a los modelos tradicionales de la narrativa judía: surge un grave peligro para el pueblo; el pueblo, en cabeza de su guía o de sus guías, se dirige a Dios; Dios responde librándolo del peligro y dándole la victoria.
1,1-22 El banquete del rey Asuero. Se inicia esta primera sección del libro en un ambiente de palacio, de fasto y de derroche de opulencia. En realidad no se trata de un solo banquete, se trata de tres: el que ofrece el rey a los nobles, cortesanos y generales (2-4), el que ofrece para el pueblo (5), y el tercero que es ofrecido por la reina para las mujeres de palacio (9). En los tres casos, según nos señala el narrador, el motivo de los banquetes es hacer alarde del poder, de la riqueza y del esplendor del reino. El marco del banquete es propicio para que el rey sienta deseos de compartirlo con su esposa oficial, la reina Vasti (11) quien se niega rotundamente a tal requerimiento (12); esto provoca la ira del rey y el consiguiente derrocamiento de la reina por tratarse de un acto de rebeldía.
Una lectura femenina de este incidente no dudará en respaldar la actitud de Vasti como figura de todas las mujeres que a lo largo de la historia hasta nuestros días han tenido que soportar, y siguen soportando, el dominio patriarcal que sólo ve en ellas un objeto sexual, comercial y mercantilista. Vasti desaparece de escena. Ni siquiera supimos los términos con los cuales se negó comparecer ante el rey; sin embargo, queda el testimonio de alguien de sexo femenino que fue capaz de desobedecer una orden del gran señor y dueño de todo el territorio que va «desde la India hasta Nubia», y no sólo del territorio, también de sus habitantes.
2,1-23 Ester, elegida reina. Se describe aquí el complicado proceso al que son sometidas las jóvenes que deben presentarse ante el rey para escoger la reina sustituta. Hemos de suponer qué atributos deben tener las muchachas, no sólo belleza, sino, además, sumisión total.
Dos elementos son esenciales en la narración: el primero es el silencio respecto a la procedencia de Ester (10), cosa poco creíble, pues en ninguna parte los judíos pasan desapercibidos; y en segundo lugar, la preferencia de Asuero por la joven Ester (17s), punto al que estaba orientada la narración desde el comienzo. El lector israelita, conocedor de sus propias tradiciones, estaba en grado de descubrir con toda facilidad la discreta acción de Dios en la elección de Ester.
Los versículos 21-23 anticipan la acción de Mardoqueo a favor del rey cuya importancia no se va a ver todavía, sino más adelante, en momentos cruciales para la vida de todo el pueblo judío. Por el momento, el narrador se contenta con decir que dicho «suceso se consignó por escrito en los anales del reino» (23).
11,12-17 Mardoqueo delata a los golpistas. El redactor griego, con riesgo de poner en peligro el buen curso del hilo narrativo, inserta en la narración hebrea una versión ampliada del complot que se estaba tramando contra el rey, la oportuna intervención de Mardoqueo, la recompensa de la que es objeto el delator y el odio que estos sucesos suscitan en Amán, el funcionario arribista.
3,1-15 Amán y Mardoqueo. Amán encuentra una buena excusa para eliminar de su carrera política al funcionario honesto y leal. Pero como generalmente los poderosos no se contentan con pequeñas ejecuciones que poco o nada resuenan en la vida nacional e internacional, Amán lleva las cosas hasta el extremo de proponer al rey el exterminio de todos los de la misma raza de Mardoqueo. Sin medir ninguna consecuencia, Asuero deja en libertad a su ministro para que proceda. El rey sabe que el imperio, para ser imperio, debe unificar uniformando, tiene que ser intolerante, eliminando lo que aparece distinto en cada lugar, en cada provincia. La suerte pues, de Mardoqueo y de todos los de su etnia está echada. Por ahora la intolerancia, cobijada con el manto de la «seguridad nacional», tiene todas las de ganar.
12,1-7 Edicto real en contra de los judíos. El autor griego ha compuesto un texto; con él ha querido analizar y denunciar los motivos de esa razón de estado que conduce al genocidio. De ese modo, ha escrito un documento de perenne actualidad. En manos del autor griego, el decreto se convierte en denuncia indignada y sarcástica de muchas situaciones semejantes: de las que sufrieron los hebreos bajo los diadocos y epígonos, de las que sufrirán bajo los romanos y de otras más a lo largo de la historia.
4,1-8 Tristeza de los judíos. El decreto, promulgado por todo el imperio, provoca el dolor y la consternación de todos los judíos. La manera tradicional externa en la que se manifiesta esta tristeza y angustia es vistiendo saco y cubriéndose de ceniza. Es de suponer que la tristeza y las lamentaciones de los judíos de Susa es el reflejo de todos los judíos del imperio.
12,8-10 Súplica de Mardoqueo a Ester. La reina Ester ha sido informada de la suerte que se cierne sobre su pueblo. El redactor que ha insertado ampliaciones al texto hebreo, incluyendo aquí la petición que hace Mardoqueo a la reina: invocar al Señor e interceder ante el rey.
4,9-17 Instrucciones de Ester a Mardoqueo. La reina es consciente de lo poco que ella puede hacer por sí misma. De ahí que la única esperanza sea una intervención divina, intervención que se espera mediante el ayuno y la penitencia. Por otra parte, el autor va dejando consignada una enseñanza importante: la elección de Ester no ha sido para privilegio alguno, sino, para el servicio. Es poco ser la reina del imperio persa, es mucho ser la mediadora en la obra de la liberación del pueblo de Dios aun con riesgo de perder la propia vida (16).
13,1-11 Oración de Mardoqueo. Ésta es una nueva inserción del autor tardío donde queda reflejado el espíritu religioso con que fue leído el libro. Se subraya en esta oración el carácter salvífico de Dios (9), su potencia creadora (10), su exclusivo señorío sobre el mundo y la humanidad, que excluye cualquier intento humano de sometimiento de unos sobre otros (12-14) y, por último, el poder liberador de Dios manifestado en el recuerdo de la liberación de Egipto. Por todo eso, el orante espera confiado que el Señor vuelva a actuar en favor de su heredad.
13,12-30 Oración de Ester. La oración de Ester sigue la misma línea de la oración de Mardoqueo. En ella se reconoce la grandeza única e inigualable de Dios al tiempo que refleja la fe inquebrantable en el cumplimiento de las promesas por parte de Dios a su pueblo. La actitud de la orante aquí es paradigmática: el desvalido, aunque rodeado de poder y gloria sólo tiene un mero punto de apoyo, su Dios, Señor de cielos y tierra.
14,1-16 Ester ante Asuero. Una nueva inserción del redactor tardío que interrumpe la escena de la presentación de Ester ante el rey y que tiene como finalidad constatar el cumplimiento de una de las peticiones de la oración de Ester. Ella ha pedido a su Dios que cambie el corazón del rey. En efecto, quien se presentaba ante el trono sin haber sido llamado previamente debía morir, pero en el caso de Ester, la ira del rey desaparece y acoge cariñosamente a su mujer (10-15).
5,1-14 El rey y el virrey con Ester. El movimiento narrativo va a marcarse en tres encuentros de Ester con Asuero, subrayados por la triple oferta del rey: Pide lo que quieras. El primer encuentro culmina en 5,3 y está preparado por el laborioso diálogo del capítulo precedente; el segundo es brevísimo, un banquete con Amán; el tercero es otro banquete con Amán, pero éste sólo tendrá lugar en el capítulo 7 donde, además, llega también el desenlace. La presencia de Mardoqueo a la puerta del palacio toma un carácter marcado de desafío personal, pues conoce al causante de la situación que están viviendo los judíos. Por su parte, a Amán no le basta que Mardoqueo perezca en la matanza general ya decretada; tiene que apartarlo, ser su verdugo, exhibirlo ante la población siguiendo los consejos de sus amigos.
6,1-14 Honor para Mardoqueo. Empieza a girar en el relato una constelación de ignorancias de los personajes, a sabiendas del lector. Asuero ignora que Ester es judía, que Amán odia a Mardoqueo, que éste es judío, que él debe la vida a Mardoqueo. Amán ignora que Ester es judía y que Mardoqueo salvó al rey. De estas ignorancias se seguirá en el presente capítulo que Amán no será víctima del rey, sino de su propia vanidad; y, por ella, del Señor, «del vengativo se vengará el Señor» (Eclo 28,1). La escena de los versículos 6-9 es divertida. Una expresión clave se repite seis veces: «a quien el rey quiere honrar». El rey piensa mentalmente en Mardoqueo, Amán piensa mentalmente en sí mismo, y con íntimo regodeo repite cinco veces la expresión. La ceremonia honorífica parece inspirada por Gn 41,42s.
7,1-10 Hundimiento de Amán. Llegamos al desenlace que el narrador sabe retrasar sin fatiga. Confrontación de Amán con Ester en presencia del rey, de modo que Amán no habla ni puede hablar. Ha perdido la iniciativa, la autoridad, aunque conserve aún el sello del rey. La cólera del rey sólo se calma cuando Amán es ahorcado en la misma horca que él tenía preparada para Mardoqueo.
8,1-12 Triunfo de los judíos. Lo que sigue está implícito en la caída de Amán, pero el lector judío quería explicitar en detalle la exaltación de Mardoqueo y del pueblo, el cambio de suerte por haber invocado al Señor y confiado en Él. Queda en el aire la pregunta por el fatídico decreto de Amán; es como si aún muerto amenazara todavía a los judíos por aquella ley que le sobrevive. El decreto firmado en nombre del rey y sellado con el sello real es como una mueca macabra del ajusticiado, una venganza después de morir. A dicha inquietud responde el rey Asuero autorizando la promulgación de una ley que anule la que amenazaba a los judíos.
15,1-24 Edicto real a favor de los judíos. El autor griego aprovecha el momento para componer otro decreto, semejante en el estilo al primero, al de Amán, de doble extensión, imitando el lenguaje de las cancillerías.
8,13-17 El edicto llega a todas las provincias. Con la carta que autoriza el rey para derogar la ley de Amán, llega también la salvación para todos los judíos del imperio, salvación que se traduce en fiesta y alegría. Con esos acordes festivos (16-17) quisiéramos cerrar el libro y no leer más, sobre todo cuando sabemos lo que viene, porque lo hemos leído en otra ocasión. Pero nosotros no somos los dueños del libro para poner a nuestro gusto la palabra «FIN». Todo lo que podemos hacer es echar mano, con fe y con madurez cristiana, del máximo criterio de justicia con el cual hemos de leer cualquier pasaje bíblico y preguntarnos hasta dónde corresponde a la imagen del Dios amor, justicia y misericordia que nos revelan otros textos o hasta dónde son la negación completa de esa imagen.
9,1-16 Venganza judía. La clave de lectura unitaria de estos versículos es la guerra «santa» del pueblo contra los enemigos, según las viejas tradiciones de Deuteronomio, Josué y Jueces, y con algún influjo de textos escatológicos.
9,17-32 Fiesta de Purim. Según Éx 12,14, después de la muerte de los primogénitos, la noche que señala la liberación de los judíos, se instituye una fiesta conmemorativa. Elementos constitutivos son la fecha, un resumen catequético sobre el hecho y una serie de prescripciones; es la fiesta de la Pascua. De modo semejante, la liberación de los judíos en el imperio persa da nacimiento a una fiesta, y en estos versos tenemos una doble noticia sobre su institución: una carta de Mardoqueo y otra de Ester. La fiesta de Purim es celebrada todavía en nuestros días por los judíos recitando en la sinagoga el libro de Ester.
10,1-4. 16,1-11 Epílogo del texto hebreo – Interpretación del sueño de Mardoqueo – Epílogo del texto griego. No podía faltar una nota final sobre la dignidad a la que fue elevado Mardoqueo. Así como tampoco podía el redactor griego dejar de insertar aquí la interpretación que el mismo Mardoqueo hace del sueño que se nos había narrado al comienzo del libro, y de consignar que todo se cumplió cabalmente gracias a la intervención de Dios. Es la manera como el judaísmo ilustra sus enseñanzas sobre la fe en su Dios y sobre el compromiso del pueblo para hacer que ese Dios sea vivido y sentido por la comunidad.