Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Segundo Domingo Ordinario

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Domingo 19 de Enero, 2025

 

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Agua convertida en vino

 

Una fiesta matrimonial

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Un mismo Espíritu, el Espíritu Santo,

distribuye dones diversos a diferentes personas

tal como a él mismo le place.

Que, por medio del mismo Espíritu,

Jesús, el Señor, nos dé los dones que necesitamos

para edificar su Iglesia.

Y que él esté siempre con ustedes.

 

Introducción

1. Agua convertida en vino

El Señor quiere decirnos hoy que la vida es una fiesta. ¿Una fiesta la vida? ¿Con todos sus problemas y miserias? Sí, una fiesta, si aprendemos a mirarla con ojos de fe; si llegamos a percibir lo que hace bella la vida. Todos nosotros tenemos nuestros afanes y preocupaciones diarios; tenemos días de luto y muchos problemas; pero la realidad más profunda es que no estamos solos, que tenemos a Dios que nos invita a beber el vino de su Amor. En esta eucaristía ¡bebamos, y brindemos con el vino de la alegría!

 

2. Una fiesta matrimonial

Cuando dos jóvenes comienzan juntos un viaje hacia la aventura del matrimonio, están afirmando que creen el uno en el otro; que creen en el amor, en la vida, en el futuro. Éste es el mensaje que nos da Dios hoy. Él –cuando su Hijo se hizo hombre en la persona de Jesús– se entregó a sí mismo a nosotros, su Pueblo, en una Alianza de Amor tan hermosa y duradera como la del matrimonio.

     En Cristo se nos ha dado a sí mismo para siempre, para lo mejor y para lo peor, aceptando que su Hijo entregara su vida por nosotros, para que tengamos Vida. Él sigue transformando para nosotros el agua de nuestra rutina y de los fracasos de nuestra existencia en vino abundante de alegría. Y el mejor vino se reservará para el fin, para la felicidad eterna. En esta eucaristía, Jesús transforma para nosotros el pan y el vino en alimento y bebida de Salvación.

 

Acto Penitencial

¿Dónde radica nuestra alegría como cristianos?

Preguntémonos ante el Señor.          

                   (Pausa)

Señor Jesús, por medio de tu perdón,

transforma la tristeza de nuestro pecado

en alegría de reconciliación y amistad.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, Señor de Vida,

levántanos desde nuestra angustia y desolación

y haznos alegres y felices.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, alegría de nuestra vida,

enséñanos a encontrar felicidad en compartir

y en hacer felices a los demás.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Con tu bondad, Señor,

perdona nuestros pecados;

haz que irradiemos tu amor a los demás

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que sepamos vivir siempre

en el amor de la Alianza con Dios.

                        (Pausa)

Oh Dios, siempre fiel y lleno de amor:

Tu Hijo Jesús compartió con gente ordinaria

la alegría de una boda en Caná.

Prepara la mesa para nosotros

y escáncianos el vino sabroso de tu Alianza;

atráenos más cerca hacia ti

y haznos Iglesia en salida hacia los hermanos.

Caldea nuestros corazones con tu mismo Amor.

Haz que nuestras vidas se conviertan en fiesta,

canto sin fin de alegría y alabanza

dirigido a ti, nuestro Dios vivo,

por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Isaías 62,1-5  Dios, “casado” con su Pueblo

A pesar de que su Pueblo le había sido infiel, Dios le perdona su infidelidad. Porque él está “casado” con su Pueblo para siempre.

Por amor a Sión no me callaré
y por amor a Jerusalén no me daré reposo,
hasta que surja en ella esplendoroso el justo
y brille su salvación como una antorcha.

Entonces las naciones verán tu justicia,
y tu gloria todos los reyes.
Te llamarán con un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona de gloria en la mano del Señor
y diadema real en la palma de su mano.

Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni a tu tierra, “Desolada”;
a ti te llamarán “Mi complacencia”
y a tu tierra, “Desposada”,
porque el Señor se ha complacido en ti
y se ha desposado con tu tierra.

Como un joven se desposa con una doncella,
se desposará contigo tu hacedor;
como el esposo se alegra con la esposa,
así se alegrará tu Dios contigo.

 

Salmo Responsorial

Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c.

R. (3) Cantemos la grandeza del Señor.
Cantemos al Señor un nuevo canto,
que le canten al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendig
ámoslo. R.  

R. Cantemos la grandeza del Señor.
Proclamemos su amor día tras día,
su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación, sus maravillas.
R.

 R. Cantemos la grandeza del Señor.
Alaben al Señor, pueblos del orbe,
reconozcan su gloria y su poder
y trib
útenle honores a su nombre. R.

R. Cantemos la grandeza del Señor.
Caigamos en su templo de rodillas.
Tiemblen ante el Se
ñor los atrevidos.
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos,
gobierna a las naciones con justicia.
R.
 R. Cantemos la grandeza del Señor.

 

Segunda Lectura: 1 Corintios 12,4-11 Un solo Espíritu, muchos dones

Uno y el mismo Espíritu ofrece una diversidad infinita de dones a su Iglesia para hacerla una en su rica variedad.

Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Uno recibe el don de la sabiduría; otro, el don de la ciencia. A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer curaciones, y a otro más, poderes milagrosos. Uno recibe el don de profecía, y otro, el de discernir los espíritus. A uno se le concede el don de lenguas, y a otro, el de interpretarlas. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones, según su voluntad.

 

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio,
a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Juan 2,1-12 Jesús, el novio

Jesús “ofrece su primer signo” (milagro) de que él es el novio que se ha unido al Pueblo en un vínculo de amor. Él les dará el vino abundante que trae vida y felicidad.

En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.

Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.

Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.

Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

 

Oración de los Fieles

Jesús nos ha invitado ahora a su banquete de fiesta, la eucaristía; él se nos da a sí mismo como pan de fuerza y como el más sabroso vivo. Roguémosle por todos aquellos cuya vida ha sido mezclada con el agua del dolor, la tristeza y el sufrimiento, y digamos: R/ Señor, escucha a tu Pueblo.

  • Señor, sirve a tu Iglesia el buen vino de tu perdón, porque nuestro amor sigue estando tibio, y no tenemos suficiente fe en ti ni confianza en los hermanos; que sepamos también perdonarnos unos a otros de todo corazón. Y así te rogamos.
  • Señor, sirve a nuestras familias el vino del amor para que el padre y la madre en el hogar sean fieles y entregados el uno al otro, y para que los hijos aprendan de sus padres a preocuparse por los demás y a servirte a ti fielmente. Y así te rogamos.
  • Señor, vierte el vino de tu fortaleza y tu esperanza en todos los que sufren. Y en todos los que pueden ayudarlos derrama el vino de su compasión y solidaridad. Y así te rogamos.
  • Señor, sirve a nuestras comunidades cristianas el vino de la unidad y la amistad, para que todos seamos uno en ti, y todos juntos lleguemos a ser tu propio Cuerpo. Y así te rogamos.
  • Señor, vierte el vino de tu alegría y de tu vida sobre nosotros, que participamos en esta eucaristía, y danos tu Pan para que vivamos siempre en ti. Y así te rogamos.

Señor Jesús, no permitas que nuestra vida se convierta en banal y superficial, como un vino aguado. Permanece cercano a nosotros y cólmanos con tu alegría, ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, siempre fiel:

Tú nos permites experimentar tu Amor

en este banquete de amistad de la eucaristía,

sentados a la mesa de tu Hijo Jesucristo.

Que él parta para nosotros el Pan de Vida

y nos sirva su vino de alegría,

para que seamos fieles a ti

y de verdad hermanos entre los otros,

gracias a Aquel que derramó por nosotros

el precioso vino de su sangre,

Jesucristo, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Demos gracias al Padre porque se ha unido a nosotros con un vínculo inquebrantable de amistad y amor, y así nos ha hecho su Pueblo santo.

 

Invitación al Padre Nuestro

Invitados a la mesa del Señor

y unidos por su Espíritu,

rogamos ahora a nuestro Padre bondadoso, diciendo:

R/ Padre nuestro…

 

Saludo de paz

Señor Jesucristo:

Por medio de tu Santo Espíritu

enlazas a tu Pueblo santo todos juntos,

en un solo Cuerpo y en un mismo Amor.

Que los diversos dones que él derrama en nosotros

nos haga edificar, en la paz,

una Iglesia que sepa cómo amar y servir,

hasta que tú nos des la paz y alegría

que dura para siempre,

por los siglos de los siglos.

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

que nos invita a la fiesta

de su Cuerpo y de su Sangre,

como promesa y anticipo

del banquete de boda eterno.

Dichosos nosotros

que hemos aceptado esta invitación

a este banquete de vida y Salvación.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Te damos gracias, oh Dios, Padre nuestro,

porque tu Hijo Jesucristo

nos ha dirigido en esta eucaristía

palabras de ánimo y alegría;

y porque ha escanciado para nosotros

el vino de su nueva y eterna Alianza.

Queremos que nuestra vida se convierta

en una fiesta de perdón, de mutuo servicio

y de entrega a ti, nuestro Dios vivo.

Que esta celebración sea para nosotros

un degustar anticipado     de la felicidad

que nos preparas en tu casa del cielo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Una boda, una fiesta matrimonial, es siempre importante como fiesta de amor y de amistad. Ahora, en esta eucaristía, acabamos de celebrar el Amor de Dios para su Pueblo: Dios se “casa” con nosotros, Jesús se “casa” con su Iglesia. Dios es siempre fiel en su Amor. Que todos nosotros sepamos también responderle fielmente con amor. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre. Vivamos en unidad y paz como Pueblo querido de Dios.

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