Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Tercer Domingo Ordinario

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Domingo 26 de Enero, 2025

 

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Proclamando libertad a los cautivos

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Nosotros, aunque seamos muchos,

formamos un solo Cuerpo en Cristo,

y a todos se nos ha dado el mismo Espíritu.

Que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.

 

Introducción

En la Iglesia oímos con frecuencia la palabra “salvación” o “redención”. Estas palabras técnicas suenan difíciles y lejanas. Jesús, cuyo nombre significa “Dios Salva”, nos aclara hoy lo que significa esta palabra “salvar”: Vino para traernos libertad, liberación, de todo lo que nos aliena de Dios y de la gente, y vino también para hacernos capaces de liberarnos unos a otros. Ciertamente hemos sido creados y hemos nacido para ser libres. Ésta es la Buena Noticia que él nos trae. Dejemos que Jesús, que está aquí en medio de nosotros, nos haga libres, hijos e hijas de Dios.

 

Acto Penitencial

Estamos todavía muy lejos de ser libres,

porque somos cautivos del pecado.

                          (Pausa)

Señor Jesús, danos la libertad prometida

a los que vivimos todavía cautivos del pecado.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, haz que nos unamos profundamente a ti,

para proclamar tu Buena Noticia de Salvación a los pobres.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, haznos capaces de alzar y liberar a los oprimidos.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Señor, por tu bondad, líbranos de todo pecado,

para que podamos ser libres, vivos y totalmente humanos.

Y un día llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que podamos aceptar y vivir

hoy la Buena Noticia de Dios.

                        (Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:

Por medio de Jesús

nos hablas hoy tu mensaje

de la Buena Nueva de Salvación.

Te pedimos que sepamos aceptar hoy

el día de gracia que Jesús proclama.

Envíanos tu Santo Espíritu

para que nos ilumine y nos haga libres

y así podamos servirte

a ti y a nuestros hermanos.

Y, con su ayuda, ojalá sepamos

llevar tu Buena Noticia a los pobres y a los presos,

a los ciegos y a los oprimidos,

para que todos puedan disfrutar de tu felicidad.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Nehemias 8:2-6.8-10  La Palabra de Dios movía e inspiraba al Pueblo

El Pueblo de Dios se reúne en unidad por y para la Palabra de Dios. El mensaje de Dios les disgusta y contraría y, aun así, ellos se regocijan en el Señor.

En aquellos días, Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón.

Era el día primero del mes séptimo, y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía, en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley. Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “¡Amén!”, e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura.

Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: “Éste es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza”.

 

Salmo Responsorial

Salmo 18, 8. 9. 10. 15

R. (Juan 6, 63c) Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo.  
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
En los mandamientos del Señor hay rectitud
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino.  
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y eternamente justos.  
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
Que sean gratas las palabras de mi boca,
y los anhelos de mi corazón.
Haz, Señor, que siempre te busque,
pues eres mi refugio y salvación.  
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

 

Segunda Lectura: 1 Corintios 12,12-30 ó 12,12-14.27 Cada uno tiene su papel en el Cuerpo

Por el Bautismo hemos llegado a ser partes constituyentes del Cuerpo de Cristo. Cada parte debe contribuir al bien del todo.

Hermanos: Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.

El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: “No soy mano, entonces no formo parte del cuerpo”, ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el oído dijera: “Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo”, ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿con qué oiríamos? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿con qué oleríamos? Ahora bien, Dios ha puesto los miembros del cuerpo cada uno en su lugar, según lo quiso. Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Cierto que los miembros son muchos, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”; ni la cabeza, a los pies: “Ustedes no me hacen falta”. Por el contrario, los miembros que parecen más débiles son los más necesarios. Y a los más íntimos los tratamos con mayor decoro, porque los demás no lo necesitan. Así formó Dios el cuerpo, dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no haya división en el cuerpo y para que cada miembro se preocupe de los demás. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; y cuando recibe honores, todos se alegran con él.

Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de él. En la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercer lugar, a los maestros; luego, a los que hacen milagros, a los que tienen el don de curar a los enfermos, a los que ayudan, a los que administran, a los que tienen el don de lenguas y el de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don de curar? ¿Tienen todos el don de lenguas y todos las interpretan?
 

O bien:

1 Corintios 12, 12-14. 27

Hermanos: Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de él.

 

Aclamación antes del Evangelio

Lucas 4, 18

R. Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado
para anunciar a los pobres la buena nueva
y proclamar la liberación a los cautivos.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 1,1-4; 4,14-21 Hoy la Buena Nueva se cumple en Jesús

Jesús presenta al Pueblo, en la Sinagoga, su programa liberador de Salvación. En Jesús se cumple la Buena Noticia de Dios.

Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado.

(Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

 

Oración de los Fieles

Oremos a nuestro Señor Jesucristo que nos está hablando a todos y cada uno de nosotros ahora en esta eucaristía. Pidámosle que su Palabra se haga vida en nuestros corazones y en nuestras obras. Y digámosle: R/ Habla, Señor, que te escuchamos.

  • Señor, da valor y fortaleza a los pastores y maestros en la Iglesia, para que nos ayuden a comprender tu Palabra y proclamarla a todos como Buena Noticia de Salvación. Y así te decimos.
  • Señor, une en tu Palabra y en tu persona a todos los que se llaman cristianos. Convócalos y reúnelos como hermanos y hermanas para formar tu único Cuerpo. Y así te decimos.
  • Señor, inspira con tu Palabra a todos los poderosos de esta Tierra. Ayúdalos a unir fuerzas para llevar paz duradera, alimento necesario y dignidad humana para todos. Y así te decimos.
  • Señor, abre nuestros ojos a las miserias de nuestros hermanos; haznos sensibles y preocupados por los que se encuentran encarcelados en sus miedos o agarrotados por la injusticia. Haz que seamos luz para los que viven en oscuridad y tiniebla. Y así te decimos.
  • Señor, haznos receptivos a tu Palabra. Líbranos de la mediocridad y del miedo; también de nuestras certezas y autocomplacencias. Danos una nueva comprensión de tu mensaje, para que podamos vivir conforme a lo que creemos. Y así te decimos.

Señor, aquí estamos reunidos en tu nombre. Permanece vivo entre nosotros; escucha nuestra oración y dirígenos tu Palabra poderosa que cambie nuestras vidas, pues eres nuestro Dios y Señor por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:

Con pan y vino, y con palabras de alabanza,

te damos gracias por tu Hijo Jesucristo,

que es tu Palabra Viviente,

dicha y encarnada aquí en medio de nosotros.

Que su Palabra de consagración

cambie estos nuestros sencillos dones

en su propio Cuerpo y Sangre.

Haz también, por el poder de su Espíritu,

que nuestras palabras vacías y vanas

se conviertan en carne y sangre

de bondad y servicio

para los hermanos que nos rodean y para ti,

Dios nuestro, por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Con corazones agradecidos, alabemos a Dios nuestro Padre por enviar a su Hijo, Jesús, para proclamarnos su Buena Noticia de Salvación, y para quedarse con nosotros en nuestra vida de cada día.

 

Invitación al Padre Nuestro

Que Jesús revista nuestras palabras balbucientes

con el poder de su Palabra,

al rezar a nuestro Padre del cielo:

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de palabras mentirosas

que no portan la verdad

o que no nos comprometen con lo que afirmamos.

Líbranos de toda clase de pecado

y ayúdanos a vivir más radicalmente

la Buena Noticia de tu Hijo, el Evangelio,

mientras oramos y trabajamos en esperanza y alegría

por la venida plena entre nosotros

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

R/ Porque tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, Palabra viva del Padre,

que se expresó y reveló a sí mismo en lo que decía

y vivió tal como hablaba.

Dichosos nosotros al recibirlo ahora en la comunión

para que vivamos siempre conforme a su voluntad.

R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión

Tú has hablado tu Palabra, Señor,

que se ha encarnado de nuevo

aquí en medio de nosotros.

Tú nos has fortalecido

con su Palabra y con su Cuerpo.

¿Podríamos acaso pedirte algo mejor

que hacer posible que nuestra conducta y nuestra vida

lleguen a ser también Buena Noticia de Salvación

para quien encontremos en nuestro camino?

Haznos libres con la libertad que nos trajo Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Hermanos: El mensaje de nuestro Señor Jesucristo será Buena Noticia para nosotros solamente si somos conscientes de nuestra propia pobreza y vaciedad. Y lo haremos Buena Noticia de esperanza y alegría para todos los que nos rodean solamente si el Espíritu de verdad habla por nuestras palabras, y si con nuestra conducta nos comprometemos a llevar a la realidad lo que decimos y proclamamos con nuestra boca. Que el Señor les dé a ustedes ésta fuerza y compromiso, y los bendiga abundantemente: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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