Domingo 30 de Marzo, 2025
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
Un Padre pródigo que derrocha amor
Una misericordia escandalosa
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Bendito sea Dios, nuestro Padre,
que nos ha reconciliado consigo
por medio de Cristo
y nos ha encomendado
el trabajo de reconciliación en este mundo.
Que su perdón y su paz estén siempre con ustedes.
Introducción
1.Un Padre pródigo y que derrocha amor
No podemos siquiera imaginar la fiesta que hace nuestro Padre Dios cuando volvemos a él arrepentidos con sincero corazón y esperando descansar en sus brazos. Porque nuestro Padre del cielo es un Dios pródigo y derrochador de Amor, un Amor que nos está esperando y cuyo poder sepulta definitivamente el pasado. Unámonos en esta eucaristía como hermanos en la Fiesta del Perdón y del Amor.
2. Una misericordia escandalosa
¿A cuánta gente buena la consideramos más de una vez excesivamente tolerante e incluso llegamos a pensar que no tiene agallas para enfrentar a quienes abusan de su bondad? Cuando se trata de perdón y de paciencia tenemos todavía mucho que aprender de nuestro Padre Dios. ¿Acaso no ha seguido él perdonándonos siempre? ¿Acaso ha dejado él alguna vez de ser paciente con nosotros? Esto es lo que tenemos que aprender de él, por más difícil que sea. Pidamos a Jesús, presente con nosotros aquí en esta eucaristía, que nos dé esa fuerza que necesitamos para perdonar.
Acto Penitencial
¿Por qué dudamos todavía
de volver al Padre,
que está siempre dispuesto a perdonar?
(Pausa)
Señor Jesús, tú te sentaste a la mesa
con marginados y pecadores.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú perdonaste
a los que te estaban clavando en la cruz.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú nos invitas a nosotros, pecadores,
a la fiesta y al banquete de bodas del cielo.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, gracias por tu paciencia
por la que no te cansas de perdonarnos.
Que tu Amor nos transforme plenamente;
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos a Dios, nuestro Padre,
para que experimentemos la alegría
de su perdón eterno.
(Pausa)
Oh Dios, Padre de corazón grande:
Cuando nos descarriamos,
cuando buscamos la falsa felicidad
en la tierra oscura del pecado,
tú envías a tu Hijo a buscarnos
y a llevarnos de vuelta a tu casa.
Que sintamos profundamente
tu vehemente anhelo
de acogernos con alegría
y restaurarnos en tu vida y en tu amor.
Danos el valor humilde de volver a ti,
nuestro Dios y Padre
por Jesucristo nuestro Señor.
Primer Lectura: Josué 5,9a.10-12: El pueblo de Dios celebra la Pascua
Dios había conducido a su Pueblo de la tierra de esclavitud a su nueva Tierra Prometida. Ellos celebraron ese “regreso a casa” renovando su fidelidad a la Alianza con Dios.
El Señor dijo a Josué: Hoy les he quitado de encima la vergüenza de Egipto. 10Los israelitas estuvieron acampados en Guilgal y celebraron la Pascua el catorce del mismo mes, por la tarde, en la llanura de Jericó. 11A partir del día siguiente a la Pascua comieron de los productos del país; el día de Pascua comieron panes sin levadura y grano tostado. 12A partir del día siguiente que comieron de los productos del país, faltó el maná. Los israelitas no volvieron a tener maná; aquel año comieron de los frutos del país de Canaán.
Salmo 34
R. (9a) Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo. R.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Proclamemos la grandeza del Señor,
y alabemos todos juntos su poder.
Cuando acudí al Señor, me hizo caso
y me libró de todos mis temores. R.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Confía en el Señor y saltarás de gusto,
jamás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres
y los libra de todas sus angustias. R.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Segunda Lectura: 2 Corintios 5,17-21: Dios nos reconcilió consigo
Dios nos ofrece un nuevo mundo de perdón y reconciliación. Tenemos que llevar esta reconciliación a todos.
Si uno es cristiano, es una criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo. 18Y todo es obra de Dios, que nos reconcilió con él por medio de Cristo y nos encomendó el ministerio de la reconciliación. 19Es decir, Dios estaba, por medio de Cristo, reconciliando el mundo consigo, sin tener en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos el mensaje de la reconciliación. 20Somos embajadores de Cristo y es como si Dios hablase por nosotros. Por Cristo les suplicamos: Déjense reconciliar con Dios. 21A aquel que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros como un pecador, para que nosotros, por su medio, fuéramos inocentes ante Dios.
Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32: “Tu hermano estaba muerto y ha revivido”
En la parábola del Padre y de sus dos hijos, el Padre da la bienvenida con alegría al hijo arrepentido que vuelve a casa, pero el petulante hijo mayor, como los escribas y fariseos, no quiere otorgar el perdón.
En aquel tiempo, Jesús les contestó con la siguiente parábola: 11Un hombre tenía dos hijos. 12El menor dijo al padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió los bienes. 13A los pocos días el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano, donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada. 14Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad. 15Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos. 16Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitando pensó: A cuántos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre. 18Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré:… Trátame como a uno de tus jornaleros. 20Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó. 21El hijo le dijo: Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo. 22Pero el padre dijo a sus sirvientes: Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete. 24Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta. 25El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas 26y llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba… 28Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara. 29Pero él le respondió: Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos. 30Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna con prostitutas, has matado para él el ternero engordado. 31Le contestó: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 32Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.
Oración de los Fieles
Oremos a nuestro Padre misericordioso para que su paciencia y su amor sean una invitación constante a todos y a cada uno a volver a él a pesar de nuestros errores y fracasos, y digámosle : R/ Señor, renuévanos en tu Amor.
Señor Dios, Padre bueno, te damos gracias por la alegría del perdón. Ayúdanos a expresar esta gratitud convirtiéndonos en nuevas personas, en Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu hijo acogió a pecadores
y comió con ellos a la misma mesa.
Que nuestro ágape aquí
en torno a la mesa de tu Hijo
nos traiga también a nosotros, pecadores de hoy,
reconciliación y paz
entre nosotros y contigo mismo,
Padre nuestro, siempre paciente y comprensivo,
por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con alegría, demos gracias al Padre por perdonarnos siempre sin condiciones y sin pesar.
Invitación al Padre Nuestro
Arrepentidos como el hijo pródigo,
volvemos a nuestro Padre del cielo;
y le pedimos que nos perdone
como nosotros también perdonamos a otros,
y que nos guarde siempre del mal.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males,
y concédenos la paz interior del perdón.
Guía nuestros pasos vacilantes
y no nos dejes tropezar en el camino.
Cuando, en momentos de debilidad,
nos hayamos alejado de ti,
que el grato recuerdo de tu bondad
sea más fuerte que nuestro sentimiento de culpa;
y ayúdanos a volver a la alegría de tu hogar,
mientras esperamos la venida gloriosa
de nuestro Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión
No somos dignos de llamarnos
hijos e hijas del Padre del cielo,
pero éste es Jesucristo, el Cordero de Dios
sin mancha ni pecado
que cargó nuestros pecados
para darnos la vida y el amor del Padre.
Dichosos nosotros, pecadores,
invitados a comer su Pan de Vida y fortaleza.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Padre bondadoso:
Con tu paciente misericordia
tú has derramado con derroche tu Amor sobre nosotros.
Nos has convocado a esta eucaristía, con tu Hijo;
que él pronuncie para nosotros sus palabras de perdón
y nos sustente con este suntuoso banquete eucarístico.
Haz que tu Amor siga vivo en nosotros
y que sepamos llevar tu reconciliación
a todos nuestros hermanos, cercanos o lejanos.
Porque queremos proclamar que tú eres
un Padre que ama sin medida
y que está siempre dispuesto
a abrazar a todos, incluido el pecador.
Todo esto te lo pedimos
por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Sabemos por experiencia que es difícil perdonar cuando nos sentimos profundamente ofendidos. Todos hemos llegado a tener heridas profundas: una amistad y confianza traicionadas, un amor rechazado o no correspondido, unas esperanzas en los otros nunca cumplida. Esta ha sido también la experiencia de Dios con nosotros. Sin embargo, él nos acoge de nuevo con alegría, no nos guarda rencor, no reduce su Amor hacia nosotros. Que ojalá nuestro amor haya madurado gracias a este nuestro encuentro con el Dios que nos perdona para que nosotros también sepamos perdonar, sin condición y con alegría, a los que nos hayan ofendido. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre. Podemos ir en la paz de Dios, Padre, que nos ama y nos perdona.