Domingo 6 de Abril, 2025
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
“No arrojen piedras”
“Mira primero a tu corazón"
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Con San Pablo decimos hoy:
“Olvidándome de lo que queda atrás,
me esfuerzo por lo que hay por delante
y corro hacia la meta,
hacia el premio al que Dios nos llama”.
Que la fuerza del Señor Jesús
esté siempre con ustedes.
Introducción
1.”No arrojen piedras”
¿Tuviste alguna vez la experiencia de herir fuertemente a alguien, pero que la persona ofendida te perdonara, aunque con dificultad, aceptando tu arrepentimiento, y el problema se acabó? ¿Recuerdas qué aliviado te sentiste, como si fueras una nueva persona? Así es como Dios sigue perdonándonos a nosotros: él nos vuelve a hacer nuevos cada vez. ¿Vivimos nosotros como perdonados, como Pueblo nuevo? ¿Hacemos nuevos a otros con nuestro perdón? Encontremos nuevamente en esta eucaristía a nuestro Señor Jesús, paciente y que siempre nos perdona como perdonó a la mujer adúltera a quien iban a apedrear...
2. “Mira primero a tu propio corazón”
Algunas personas, cuando han pecado, especialmente si ha sido de forma grave, tienen miedo de que Dios las esté buscando para castigarlas, como un policía que tiene que aplicar la ley. Hoy aprenderemos de Jesús que Dios va más allá de la ley, porque perdona, y sigue perdonando. Ésta es la actitud que aprendemos de Dios. Mira a tu propio corazón y date cuenta de que necesitas perdón. Y así, repetidas veces. Entonces, perdonarás también fácilmente a otros. Pidámosle a Jesús esta actitud, incluso cuando todavía sentimos la herida infligida.
Acto Penitencial
Durante esta Cuaresma hemos mirado dentro de nosotros mismos
y se espera que nos hayamos dado cuenta
de que somos pecadores
en constante necesidad de perdón.
Busquemos sinceramente el perdón del Señor.
(Pausa)
Señor Jesús, tú no arrojas piedras contra nosotros
y quieres que tampoco las arrojemos contra nadie.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú no nos condenas
porque has venido a salvar lo que estaba perdido
y quieres que seamos libres y que tengamos vida.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tu nos dices que vayamos
y no pequemos más.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
perdónanos y haznos nuevos.
Llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Pidamos a nuestro Padre
que sepamos imitar su misericordia.
(Pausa)
Oh Dios de Vida:
Ésta es la Buena Noticia de Salvación,
que nos proclamas hoy
por medio de tu imagen viviente, Jesucristo:
El amor es más fuerte que la muerte;
tú quieres que el pecador viva
y que llegue a ser totalmente nuevo.
Haz que no vivamos por más tiempo
en el pasado del pecado,
sino que seamos libres para dar vida y para amar.
Danos un corazón tan compasivo para con los hermanos
como el tuyo, siempre indulgente y cariñoso con nosotros.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura: Isaías 43,16-21: Apagaré la sed de mi pueblo
A este Pueblo escogido, que sufre en el desierto, Dios le dice: “He realizado grandes obras de Salvación por ustedes en el pasado. Haré cosas mayores por ustedes en el futuro.”
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; 17que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. 18No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; 19miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan? Abriré un camino por el desierto, ríos en el arenal; 20me glorificarán las fieras salvajes, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el arenal, para apagar la sed de mi pueblo, de mi elegido. 21El pueblo que yo me formé, para que proclamara mi alabanza.
Salmo 126: ¡El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres!
Segunda Lectura: Filipenses 3,8-14: Por Cristo lo perdí todo
Una vez que Pablo hubo sido “agarrado” por Cristo, el pasado ya no contó más, y se desplegó su futuro por la fuerza del Señor Resucitado.
Todo lo considero pérdida comparado con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús mi Señor; por él doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme a Cristo 9y estar unido a él, no con mi propia justicia basada en la ley, sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la justicia que Dios concede al que cree. 10Lo que quiero es conocer a Cristo, y sentir en mí el poder de su resurrección, tomar parte en sus sufrimientos; configurarme con su muerte 11con la esperanza de alcanzar la resurrección de la muerte. 12No es que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección; yo sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, como Cristo [Jesús] me alcanzó. 13Hermanos, yo no pienso haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome de lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante 14y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús.
Evangelio: Juan 8,1-11: En adelante, no peques más
La misión de Jesús no es juzgar y condenar sino perdonar y dar nuevas oportunidades en la vida. ¿Acaso no es esa también nuestra misión.
En aquel tiempo, Jesús se dirigió al monte de los Olivos. 2Por la mañana volvió al templo. Todo el mundo acudía a él y, sentado, los instruía. 3Los letrados y fariseos le presentaron una mujer sorprendida en adulterio, la colocaron en el centro, 4y le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio. 5La ley de Moisés ordena que mujeres como ésta sean apedreadas; tú, ¿qué dices? 6Decían esto para ponerlo a prueba, para tener de qué acusarlo. Jesús se agachó y con el dedo se puso a escribir en el suelo. 7Como insistían en sus preguntas, se incorporó y les dijo: El que no tenga pecado, tire la primera piedra. 8De nuevo se agachó y seguía escribiendo en el suelo. 9Los oyentes se fueron retirando uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí en el centro. 10Jesús se incorporó y le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? 11Ella contestó: Nadie, señor. Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Ve y en adelante no peques más.
Oración de los Fieles
Con su Amor, Dios quiere hacer siempre nuevo al mundo. Encomendemos a su misericordia nuestras intenciones y las de nuestros hermanos y hermanas, diciendo: R/ Señor de la Vida, en ti confiamos.
Señor Dios nuestro, te damos gracias por escucharnos y por mostrarnos tu misericordia, por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre de misericordia:
Con estos signos de pan y vino
participamos del perdón y de la vida
de tu Hijo Jesucristo.
Por su Cuerpo y su Sangre
haz de nosotros,
que somos limitados e inseguros,
tu nueva creación, tu Pueblo de esperanza,
capaz de alzarse por encima de sí mismo
y de preparar tu nuevo Cielo y tu Tierra nueva,
ya que esperamos todo de ti,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Por medio de Jesús, nuestro Señor, le damos gracias al Padre por olvidar nuestro pasado y por llevarnos hacia un futuro de amor, justicia y libertad.
Invitación al Padre Nuestro
Con las palabras de Jesús, nuestro Señor,
pedimos a nuestro Padre del cielo
que nos perdone,
como nosotros perdonamos a otros.
R/ Señor, no soy digno…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de nuestro pasado de maldad,
de todo lo que nos aleja de ti
y los unos de los otros.
Reúnenos en la solidaridad y en la paz
de una sola fe, una sola esperanza y un solo amor,
como Pueblo hecho libre por tu Hijo.
Que sepamos difundir tu reconciliación
para construir un mundo liberado
y para aguardar con esperanza
la venida gloriosa
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Invitación a la Comunión
Éste es el cordero de Dios,
que no nos condena
sino que crea con nosotros un nuevo comienzo.
Dichosos nosotros invitados
a escuchar su Palabras de perdón
y a comer su Pan de Vida.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Padre tierno y compasivo:
Te damos gracias por habernos permitido participar,
en esta eucaristía,
en el sacrificio de tu Hijo
que nos ha traído tu perdón y tu paz.
Que él nos dé a nosotros, pecadores perdonados,
la fuerza para permanecer fieles a ti.
Haz que seamos discípulos
exigentes con nosotros mismos
pero muy misericordiosos con los demás.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Hemos oído hoy la invitación del Señor a no encerrarnos en nosotros mismos, en la mediocridad del pasado, sino a partir decididamente hacia el futuro con fresca generosidad. Este futuro no se realizará sin dificultades: El Señor nunca promete una vida fácil, pero promete estar siempre con nosotros. Que así sea, con la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.