Martes 15 de Abril, 2025
Martes de la Semana Santa
EL SERVIDOR PERFECTO
Introducción
El evangelio de hoy nos presenta tres personas:
La primera es un hombre preocupado por sus propios intereses y necesidades, su satisfacción egoísta. No es una persona libre; no está abierta a Cristo, porque está sirviendo al dinero y a la codicia. Traicionará a Jesús. Este hombre es Judas.
Después, hay un segundo hombre, una buena persona, abierta a Cristo, pero débil. Trata de ocultar su fragilidad con valentía impetuosa y autosuficiente. Pero huye a la hora de la prueba. Negará a Jesús. Esta persona es Pedro.
La tercera persona es Jesús. Él es totalmente desinteresado y generoso, totalmente abierto a Dios y a todo el mundo. Es el perfecto servidor, la persona-para-otros, que viene descrito de nuevo hoy en la Primera Lectura con las palabras del Segundo Canto del Siervo de Dios. Y, porque fue el siervo perfecto, pudo salvarnos a todos.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesucristo
tuvo que sufrir la humillación
de ser negado y traicionado
por aquellos a quienes llamaba sus amigos.
Pero convirtió su Pasión y su muerte
en instrumentos de amor y reconciliación.
Haznos, como él, “personas-para-los-demás”,
que aceptemos dificultades,
incluso incomprensiones y traiciones
de nuestros mejores amigos,
y que las transformemos
en fuentes de vida y alegría
para todos los que nos rodean.
Guárdanos siempre fieles a ti y los unos a los otros.
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura:Isaías 49,1-6: El Señor me llamó
Isaías profetiza el advenimiento de un Siervo de Dios que no solo salvará a los suyos, sino que extenderá su Salvación a todos los confines de la Tierra.
Escúchenme, islas; presten atención, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. 2Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba 3y me dijo: Tú eres mi siervo –Israel–, de quien estoy orgulloso…
Salmo 71: Mi boca contará tu salvación, Señor
Evangelio: Juan 13,21-33.36-38: Uno de ustedes me entregará
El evangelio de hoy nos presenta tres personas: La primera es un hombre preocupado por sus propios intereses y necesidades, su satisfacción egoísta. No es una persona libre; no está abierta a Cristo, porque sirve al dinero y a la codicia. Y traicionará a Jesús. Este hombre es Judas. Después, hay un segundo hombre, una buena persona, abierta a Cristo pero débil. Trata de ocultar su fragilidad bajo una actitud impetuosa y autosuficiente. Pero huye a la hora de la prueba. Negará a Jesús. Esta persona es Pedro. La tercera persona es Jesús. Él es totalmente desinteresado y generoso, totalmente abierto a Dios y a todo el mundo. Es el perfecto servidor, la persona-para-otros, para todos, que describe la Primera Lectura con las palabras del Segundo Canto del Siervo de Yahvé.
En aquel tiempo, Jesús se estremeció por dentro y declaró: Les aseguro que uno de ustedes me entregará. 22Los discípulos se miraban, unos a otros sin saber por quién lo decía. 23Uno de los discípulos, el más amigo de Jesús, estaba reclinado a su derecha. 24Simón Pedro le hace un gesto y le dice: Averigua a quién se refiere. 25Él se inclinó hacia el costado de Jesús y le dijo: Señor, ¿quién es? 26Le responde Jesús: Aquél a quien le dé un trozo de pan remojado. Remojó el pan, lo tomó y se lo dio a Judas el de Simón Iscariote. 27Detrás del bocado Satanás entró en él. Jesús le dice: Lo que tienes que hacer hazlo pronto. 28Ninguno de los comensales comprendió por qué lo decía. 29Algunos pensaron que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le había encargado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. 30Y enseguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Era de noche. 31Cuando salió, dijo Jesús: Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre y Dios ha sido glorificado por él. 32Si Dios ha sido glorificado por él, también Dios lo glorificará por sí, y lo hará pronto. 33Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes; me buscarán y, como dije a los judíos también lo digo ahora, a donde yo voy ustedes no pueden venir. 36Le dice Simón Pedro: Señor, ¿adónde vas? Le respondió Jesús: A donde yo voy no puedes seguirme por ahora, me seguirás más tarde. 37Le dice Pedro: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti. 38Le contesta Jesús: ¿Que darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
Oración de los Fieles
Tanto amó Dios al mundo que entregó su único Hijo para salvarnos y darnos vida con su muerte y resurrección. Roguemos a Jesús por todos los que sufren y digámosle: R/ Señor, por tu cruz redimiste al mundo.
Señor Jesucristo, tu cruz sigue siendo para nosotros un misterio, como todos los dolores y necesidades que nos laceran. Sin embargo, confiamos en tu palabra y ejemplo de que ése es un camino de alegría y libertad. Transforma nuestras cruces, y hazlas portadoras de vida y felicidad, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre amoroso:
En la noche antes de entregarse a la muerte,
tu Hijo Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
en forma de pan para ser comido
y en forma de vino para ser tomado y compartido.
Mientras estamos reunidos aquí para este santo banquete,
te pedimos que tu Hijo se dé de nuevo a nosotros,
para que aprendamos de él
a entregarnos generosamente los unos a los otros
y que la fuerza para ello venga
del mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios y Padre nuestro:
En este banquete de Jesús, tu Hijo,
hemos comido el pan de fidelidad.
Como Judas o Pedro,
nosotros también a veces lo traicionamos,
cuando rompimos nuestra amistad contigo
y cuando negamos a nuestro prójimo
el derecho a ser libre y feliz.
Queremos que, de ahora en adelante,
él sea nuestra fuerza para llevar justicia y dignidad
aun a los últimos y menos considerados
entre nuestras hermanas y hermanos.
Que sea él también nuestra fuerza
para construir entre todos
tu comunidad de alegría y esperanza,
en la que viva Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Una de las experiencias más tristes en la vida es ver el amor y la confianza de uno incomprendidos, negados, o incluso traicionados. Ésta fue la suerte de Jesús. Él sufrió por ello; sin embargo,lo aceptó voluntariamente en orden a deshacer nuestras deslealtades y traiciones. Por eso su mismo amor y lealtad al Padre y a nosotros fueron tan lejos como se pueda imaginar: hasta la muerte. Y así como conquistó para nosotros el valor para amar sin contar el precio y para ser fieles hasta el fin. Que el Señor nos colme con su bendición. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.