Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

JUEVES SANTO

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JUEVES SANTO

 

MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR

 

“Éste es mi Cuerpo, que es para ustedes.”

“Deben lavarse los pies unos a otros.”

“Hagan esto en conmemoración mía.”

 

”Éste es mi Cuerpo, que es para ustedes”

Saludo

“Éste es mi cuerpo, que es para ustedes”, dice el Señor.

 “Hagan esto en memoria mía”.

Que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.

 

Introducción

Esta tarde (noche) hemos venido, juntos como hermanos, a celebrar la memoria de la Cena de Despedida de Jesús: En esta cena tan cargada de emoción y significado, Jesús hizo y dijo cosas insólitas y chocantes. Como el más humilde de los siervos, él, el gran Maestro y Señor, lavó los pies de sus discípulos y les dijo que se hicieran, como él, servidores los unos de los otros, servidores del pueblo. Después, cuando estaban comiendo, les pasó el pan y el vino diciendo: “Esto es mi cuerpo partido para ustedes. Ésta es la copa de mi sangre derramada por ustedes. Ámense unos a otros como yo les he amado”. Estos acontecimientos ocurrieron hace mucho tiempo, y sin embargo, Jesús nos repite a nosotros aquí y ahora: “Hagan esto en conmemoración mía”... Les he dado ejemplo. Tienen que hacer ustedes como yo he hecho. Como yo he servido, así tienen ustedes que servir; como yo les he amado, así deben amarse unos a otros…

 

“Deben lavarse los pies unos a otros”

Saludo (Ver el Evangelio)

“Si yo, el Señor y Maestro –dice Jesús–

les he lavado los pies,

ustedes también deben lavarse los pies

los unos a los otros.

Porque les he dado ejemplo

para que hagan como yo he hecho con ustedes.”

Que el Señor y siervo Jesús

esté siempre con ustedes.

 

Introducción 

El evangelista Juan no nos cuenta cómo instituyó Jesús la Eucaristía en la Última Cena. Pero en cambio relata con detalle el Lavatorio de los pies como si quisiera cifrar, en ese gesto de amor y servicio del Maestro a sus discípulos, la esencia y el fruto de la Eucaristía. Anticipando la entrega suprema de la cruz por la que había venido a salvar todo lo creado, Jesús nos muestra el camino del amor total. Un amor que se olvida de sí mismo y sirve a Dios y a los hermanos tiene que ser la señal o marca del discípulo de Jesús. El mismo Jesús está aquí para otorgarnos el espíritu de servicio.

 

“Hagan esto en conmemoración mía”

Saludo (Ver el Evangelio)

Dice el Señor:

“Si yo, que soy su Maestro y Señor,

les he lavado los pies,

también ustedes deben lavarse los pies unos a otros,

porque les he dado ejemplo

para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.

Que el Señor y siervo, Jesús, esté siempre con ustedes.

 

Introducción

Cuando Jesús instituyó la Eucaristía en la Última Cena, dijo: “Hagan esto en conmemoración mía”. En memoria de Jesús estamos ahora recordando y celebrando lo que ocurrió en la Última Cena y haciendo de nuevo lo que él hizo allí, como lo realizamos, de hecho, en cada eucaristía. Nosotros, pueblo de Dios, somos ahora los discípulos de la Última Cena. El sacerdote, que actúa en el nombre de Jesús, representa al mismo Jesús. La mesa, en torno a la que los discípulos estaban reunidos, es ahora el altar. La habitación (o Cenáculo) de la Última Cena es este templo. Al igual que los discípulos, estamos reunidos como comunidad en torno a Jesús, y comiendo con él. Éste es un acto fundamental para nuestras comunidades cristianas: estar reunidos en torno al Señor para comer y beber con él y de esta manera estar más unidos a él y ser más como él. Celebremos, pues, gozosamente con el Señor.

 

Acto Penitencial

Nuestro Señor se nos da a sí mismo en la Eucaristía

para que, con su fuerza, hagamos como él hizo.

En su presencia, y en presencia de los hermanos,

preguntémonos si hemos sido fieles

a esta tarea de amor.

                              (Pausa)

Señor, en la Eucaristía nos llamas a todos juntos

para ser uno en ti,

pero no logramos aun poner aparte nuestras diferencias

y edificar juntos justicia y amor entre nosotros.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Oh Cristo, Señor nuestro: En la Eucaristía tú nos sirves,

pero el servicio y el sacrificio en beneficio de otros

nos parecen con frecuencia demasiado humillantes

y nos cuesta demasiado realizarlos.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor, en la Eucaristía

tú sigues entregándote a ti mismo por nosotros,

pero, cuando nosotros tenemos que compartir,

con frecuencia medimos y pesamos nuestros dones

y no nos damos a nosotros mismos.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Que el Señor tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestra falta de amor y servicio

y nos lleve a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que podamos celebrar esta santa Cena

con la misma actitud del Señor.

                          (Pausa)

Oh Dios y Padre nuestro:

En esta tarde (noche),

tan diferente de otras tardes (noches),

estamos aquí reunidos para participar en la cena

que tu único Hijo nos legó,

de forma que él pudiera permanecer con nosotros

con toda la plenitud de su amor liberador.

Él nos dio esta cena

cuando estaba a punto de morir,

y nos mandó celebrarla

como el nuevo y eterno sacrificio.

Te pedimos que en este encuentro con tu Hijo

él comparta con nosotros tu vida y amor

y sea nuestro pan de fortaleza

que nos haga capaces de cumplir tu amorosa voluntad

y de servir generosamente a nuestros prójimos,

cercanos o lejanos.

Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura (Éx 12,1-8.11-14): Un día de fiesta para siempre

Como los judíos se salvaban por la sangre del cordero pascual, así recordamos que Jesús es nuestro Cordero Pascual salvador.

Ex 12,1-8.11-14: Prescripciones sobre la cena pascual

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés y a Aarón en Egipto: 2Este mes será para ustedes el principal, será para ustedes el primer mes del año… 14Este día será para ustedes memorable, en él celebrarán fiesta al Señor. Y lo harán de generación en generación como una ley perpetua.

 

Salmo 116: El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo

R. (cf. 1 Co 10, 16) Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Levantaré el cáliz de salvación,
e invocaré el nombre del Señor.
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
A los ojos del Señor es muy penoso
que mueran sus amigos.
De la muerte, Señor, me has librado,
a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio
e invocaré tu nombre.
Cumpliré mis promesas al Señor
ante todo su pueblo.
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

 

Segunda Lectura (1 Cor 11,23-26): Este es mi Cuerpo, entregado para ustedes

San Pablo nos recuerda que tenemos que dejar a Jesús hacer entre nosotros, en su memoria, lo mismo que hizo en la Última Cena: Darnos su cuerpo como comida.

1Cor 11,23-26: Proclamarán la muerte del Señor

Hermanos, yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor, la noche que era entregado, tomó pan, 24dando gracias lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. 25De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía. 26 Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva.

  

Evangelio (Jn 13,1-15): Lávense los pies unos a otros: ¡Sirvan!

Jesús lavó los pies de sus apóstoles para recalcarles a ellos, y también a nosotros, que el servicio está en el corazón del Evangelio, junto con la entrega de sí mismo.

 

Jn 13,1-15: Los amó hasta el extremo 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre, después de haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 2Durante la cena, cuando el Diablo había sugerido a Judas Iscariote que lo entregara, 3sabiendo que todo lo había puesto el Padre en sus manos, que había salido de Dios y volvía a Dios, 4se levanta de la mesa, se quita el manto, y tomando una toalla, se la ató a la cintura. 5Después echa agua en un recipiente y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura… 12Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: ¿Comprenden lo que acabo de hacer? 13Ustedes me llaman maestro y señor, y dicen bien. 14Pero si yo, que soy maestro y señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15Les he dado ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

 

Oración de los Fieles

En esta tarde (noche), tan diferente de otras tardes (noches), estamos invitados con los apóstoles a la Cena del Señor. Roguémosle que sepamos conectar íntimamente con su propia actitud y disposición interior en aquella noche antes de su Pasión, y digámosle: R/ Quédate con nosotros, Señor.

  • Señor Jesús, Cordero de Dios, tú cumples la voluntad del Padre hasta el fin; eres fiel a tu misión de amor. Danos la misma fidelidad para que no busquemos con terquedad nuestra propia voluntad sino la voluntad del Padre en todo lo que hagamos. Y así te rogamos.
  • Señor, en la Última Cena encontraste una forma misteriosa y sacramental para permanecer por siempre con los que amas. Danos fuerza y valor para seguir estando del lado de los que necesitan amor, para que los ayudemos en su miseria y pobreza, y los induzcamos a esperar en ti y en la vida. Y así te rogamos.
  • Cristo, nuestro Salvador, en la Última Cena tú nos diste tu mandamiento de amor como tu último testamento. Danos la gracia de comprometernos a hacer obras de amor, de forma que así podamos celebrar genuinamente la eucaristía trabajando también por la justicia social, por la paz y por el respeto de la dignidad humana de nuestros hermanos. Y así te rogamos.
  • Señor, en esta tarde (noche) santa, tú nos muestras que tu amor no consiste en meras palabras sino que es totalmente eficaz, más fuerte que la muerte, pues entregas tu vida por nosotros. Danos fuerza para amarte a ti y a los hermanos con un amor más fuerte y efectivo que las palabras, con un amor fiel y total. Y así te rogamos.
  • Señor Jesús, en esta tarde (noche) santa, tú nos enseñas que “amor” significa servicio humilde. Te pedimos valor para hacer “obras de caridad”, no para ser vistos por la gente sino para ayudar a otros callada y discretamente, respetando su dignidad humana. Danos arrojo para priorizar a los más pobres, a los desconocidos, a los pequeños, a los marginados y rechazados de la vida. Y así te rogamos.

Señor Jesucristo, Señor de amor: Tú dijiste en la Última Cena –y nos lo repites a nosotros esta tarde (noche)– que una persona no puede expresar mayor amor que dando su vida por sus amigos. Que dejemos de vivir para nosotros mismos, y que, gracias al calor de nuestros corazones y a nuestra entrega recíproca, lleguemos a hacer tu amor un poco más visible en la tierra, para que todos crean en ti ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:

Tu Hijo Jesús se dio a sí mismo a sus amigos

como el nuevo Cordero Pascual

bajo el sabor de un trozo de pan

y con la alegría de una copa de vino.

Ahora que está él con nosotros,

le pedimos que nos alimente con su Cuerpo

para hacernos realmente

su “Cuerpo místico” en el mundo,

es decir, la Iglesia de su pueblo peregrino

en marcha hacia la tierra prometida

donde esperamos gozar de alegría y felicidad eternas.

Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Hoy Jesús nos dice de una manera conmovedora: Esto es mi Cuerpo y ésta es mi Sangre para ustedes; soy yo mismo, que me entrego a ustedes. Aprendan de mí a entregarse a Dios y los unos a los otros. Demos gracias por todo ello.

 

Introducción al Padre Nuestro

Antes de participar en el banquete de Salvación como pueblo que él ha unido, oremos con el Señor Jesús la oración que él mismo nos enseñó. R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males.

Danos hoy el pan de tu Hijo                            

que nos anime a seguir adelante

por el camino del amor y del servicio

y que sea nuestra fuerza

en las pruebas de la vida,

mientras esperamos con gozosa alegría

la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

Cordero de Dios que entregó su vida

para eliminar nuestros pecados

y para ser nuestra vida.

Vengan a la mesa del Señor

en paz y amistad.

Es el mismo Señor quien nos invita

y el mismo Señor quien nos alimenta;

es el Señor quien nos da su paz.

Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro:

Cuando tu Hijo Jesús

se entregó a sí mismo a sus amigos

como comida y bebida para el camino,

se comprometió

a permanecer con nosotros

como el “hombre-para-los-demás”

y como el “Señor-que-sirve”.

Queremos aprender de él

a entregarnos a nuestro prójimo,

a amar y servir a los hermanos sin contar el precio

y a liberar a nuestros hermanos y hermanas

de cualquier mal que los esclavice,

como un anticipo de la felicidad eterna

que, según tu promesa, tú nos preparas

por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Antes de la Procesión con el Santísimo

Después de la Última Cena, Jesús fue con sus apóstoles al huerto de Getsemaní a orar, antes de que lo apresaran y comenzara así su Pasión, para morir al día siguiente en la cruz. Como a los apóstoles, el Señor nos pide a nosotros también vigilar y orar con él. Podríamos reflexionar en nuestra adoración sobre la forma cómo él aceptó su Pasión por amor fiel a su Padre y a nosotros. Podríamos también darle gracias por permanecer con nosotros en la Eucaristía, para ser entre nosotros vínculo de unidad y de amor.

 

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