Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

VIGILIA PASCUAL

Description

30 de MARZO, 2024

 

VIGILIA PASCUAL

 

Libres y resucitados con Cristo

 

“Yo estuve allí”

 

Liberados y viviendo la Alianza de su Amor

 

Estructura del Rito. El rito de la Vigilia Pascual integra armoniosamente todos los elementos en una celebración continua que sigue la estructura normal de la celebración eucarística.

 

La Liturgia de la Luz es como el rito de apertura de la Misa.

 

La Liturgia de la Palabra es una versión expandida de la acostumbrada Liturgia de la Palabra, de forma que podamos oír cosas bellas sobre Dios, que libera a su pueblo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; aquí colocamos el Gloria después de las lecturas del Antiguo Testamento y antes de las del Nuevo, para subrayar nuestra entrada en la Alianza definitiva de alegría y vida.

 

Después del Evangelio y de la homilía viene la Liturgia Bautismal en todas partes con la bendición del agua y con la renovación de las promesas bautismales, y en las parroquias, ojalá que con un bautismo real. En el caso del bautismo de un adulto, si el celebrante ha colaborado también en la preparación para el bautismo del candidato, la ley misma le confiere el poder de administrarle también el rito del Sacramento de la Confirmación, sin recurrir al obispo.

Por último viene la Liturgia de la Eucaristía. Se considera que los que participan en ella han cumplido con el Oficio de Lectura para Pascua.

 

Introducción General del Celebrante o del Comentador (Tres opciones)

 

Nota: Ya que hay una introducción del Celebrante Presidente para cada parte de la celebración de esta noche, un ministro apropiado puede dar la siguiente introducción general al principio del servicio.

 

Libres y resucitados con Cristo

     La realidad del misterio total de la Pascua es para nosotros tan asombrosa y real que la tenemos que re-vivir no sólo como un acontecimiento del pasado sino como algo presente y real que nos afecta a nosotros hoy.

     Esta noche, pues, celebramos el acontecimiento capital y central para la cristiandad: La liberación del pueblo de Dios de la esclavitud del pecado, de forma que los hombres pueden entrar en la nueva y eterna Alianza por la que Dios, por su propia iniciativa, vincula a su pueblo consigo mismo en una profunda unión de vida y amor.

     En favor del pueblo, en el Antiguo Testamento, Dios vio las dificultades que los judíos sufrían en su situación de esclavitud en Egipto, los liberó y selló con ellos la Alianza por medio de Moisés en el Monte Sinaí.

     En favor nuestro, como cristianos, Dios vio que éramos esclavos del pecado e incapaces de deshacernos de él. Por eso envió a Jesús, su propio Hijo, para hacernos libres por su muerte en la cruz en el Monte Gólgota y por su resurrección. Ahora somos un pueblo libre, capaz de proveer amor, servicio y justicia. Celebramos esta libertad y esta Nueva Alianza esta misma noche.

     Hermanos y hermanas, esto es lo que intentamos re-vivir en esta celebración Pascual. Ésta es nuestra celebración mayor, pues es la celebración de la vida y de la mayor alegría.

 

“Yo estuve allí”

     La realidad del misterio total de la Pascua es para nosotros tan asombrosa y real que la tenemos que re-vivir no sólo como un acontecimiento del pasado, sino como algo presente y real que nos afecta a nosotros hoy.

     Cuando Jesús murió en la cruz yo estaba allí y lo miré con respeto. Cuando Jesús murió en la cruz y lo enterraron yo estaba allí, y fallecí y fui enterrado con él, porque he sido bautizado en su muerte. Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, allí estaba yo con él, porque surgí con él a la nueva vida del bautismo. Cuando Jesús, como primer nacido de entre los muertos, se nos adelantó a la tierra prometida de la gloria, allí también estaba yo con él y comencé, con todo el pueblo de Dios, mi peregrinación hacia la tierra prometida del cielo y todavía sigo en camino, lleno de esperanza.

     Hermanos y hermanas, esto es lo que revivimos en esta celebración pascual. Ésta es nuestra fiesta mayor, la más solemne de todas las celebraciones, porque es la celebración de la vida y de la mayor alegría.

 

Liberados y viviendo la Alianza de su Amor

     La realidad del misterio total de la Pascua es tan asombrosa y real para nosotros que la tenemos que re-vivir no solo como un acontecimiento del pasado, sino como algo presente y real que nos afecta a nosotros hoy.

     Esta noche, pues, celebramos el acontecimiento capital y central para la cristiandad: La liberación del pueblo de Dios de la esclavitud del pecado, de forma que los hombres pueden entrar en la nueva y eterna Alianza por la que Dios, por su propia iniciativa, vincula a su pueblo consigo mismo en una profunda unión de vida y amor.

     En favor del pueblo, en el Antiguo Testamento, Dios vio las dificultades que los judíos sufrían en su situación de esclavitud en Egipto, los liberó, y selló con ellos la Alianza por medio de Moisés, en el Monte Sinaí.

     En favor nuestro, como cristianos, Dios vio que éramos esclavos del pecado e incapaces de deshacernos de él. Por eso envió a Jesús, su propio Hijo, para hacernos libres por su muerte en la cruz en el Monte Gólgota y por su resurrección. Ahora somos un pueblo libre, capaz de proveer amor, servicio y justicia. Esta misma noche celebramos esa libertad y esa Nueva Alianza.

     Hermanos y hermanas, esto es lo que intentamos re-vivir en esta celebración Pascual. Ésta es nuestra celebración mayor, pues es la celebración de la vida y de la mayor alegría.

 

 PRIMERA PARTE: SERVICIO DE LA LUZ

 

Introducción del Celebrante

Querido Pueblo de Dios: Al principio de la celebración de la Pascua judía el más joven de la familia o del grupo preguntaba: “¿Por qué es esta noche tan diferente de otras noches?”, y el jefe de familia respondía: “Esta noche tenemos una celebración muy especial, porque una vez, hace muchísimos años, éramos esclavos del Faraón de Egipto, pero Dios, el Señor, nos hizo libres y condujo a su pueblo fuera de Egipto con alegría”. Cuando nosotros, los cristianos, nos preguntamos esta noche: “¿Por qué celebramos en la oscuridad de la noche?”, respondemos: “Comenzamos nuestra celebración en la oscuridad, porque una vez éramos esclavos de la oscuridad del pecado, pero el Señor, Jesús, nos ha hecho libres muriendo por nosotros en la cruz. Pero en la noche de Pascua Jesús resucitó de entre los muertos y nos trajo nueva vida, la vida del Resucitado. Allí nos hizo nuevo pueblo escogido de Dios y vino a ser nuestra luz para conducirnos a la tierra prometida”. Por eso encendemos el fuego y el Cirio Pascual mientras cantamos nuestra alabanza y acción de gracias a Dios.

Después se bendice el fuego, se enciende el Cirio Pascual, se hace la procesión a la Iglesia y se canta el Pregón Pascual.

 

III. SEGUNDA PARTE: LITURGIA DE LA PALABRA

Introducción del Celebrante

Escuchemos ahora la Palabra de Dios con oídos y corazón abiertos y con gran alegría. Esta noche la Palabra de Dios habla de la liberación del pueblo de Dios, antiguo y nuevo, y por lo tanto, de cómo también nosotros hemos sido liberados por la muerte y resurrección de Jesús.

 

Nota: Las siete lecturas del Antiguo Testamento pueden reducirse a tres. Pero en tal caso, Éxodo 14, sobre el paso de Israel hacia la Tierra prometida, debería estar siempre entre las seleccionadas. Nosotros, en estos subsidios litúrgicos, hemos seleccionado cuatro de ellas, para dar más opciones.

 

Primera Lectura (Gén 1,1-31; 2,1-2): El hermoso poema de la Creación

En este primer acto de Salvación, Dios creó el orden desde el caos, y la luz desde las tinieblas. Creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, y les confió la tierra y sus recursos para que los desarrollaran.   

 

Gén 1,1–2,2 Vio Dios todo lo que había hecho

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

Dijo Dios: “Que exista la luz”, y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche”. Fue la tarde y la mañana del primer día.

Dijo Dios: “Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde y la mañana del segundo día.

Dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco”. Y así fue. Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra”. Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.

Dijo Dios: “Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo”. Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra”. Fue la tarde y la mañana del quinto día.

Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies”. Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Y creó Dios al hombre a su imagen;
a imagen suya lo creó;
hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.

Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho.

 

O bien:

Gn 1, 1. 26-31a

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: “Hagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Y creó Dios al hombre a su imagen;
a imagen suya lo creó;
hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.

Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.

 

Salmo Responsorial

Salmo 103, 1-2a. 5-6. 10 y 12. 13-14. 24 y 35c.

R. (cf. 30) Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
R. Bendice al Señor, alma mía.
Sobre bases inconmovibles
asentaste la tierra para siempre.
Con un vestido de mares la cubriste
y las aguas en los montes concentraste.
R. Bendice al Señor, alma mía.
En los valles hacer brotar las fuentes,
que van corriendo entre montañas;
junto al arroyo vienen a vivir las aves,
que cantan entre las ramas.
R. Bendice al Señor, alma mía.
Desde tu cielo riegas los montes
y sacias la tierra del fruto de tus manos;
haces brotar hierba para los ganados
y pasto para los que sirven al hombre.
R. Bendice al Señor, alma mía.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor,
 y todas las hiciste con maestría!
La tierra está llena de tus creaturas.
Bendice al Señor, alma mía
R. Bendice al Señor, alma mía. 

 

O bien:

Salmo 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22

R. (5b) La tierra llena está de tus bondades.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está sus bondades.
R. La tierra llena está de tus bondades.
La palabra del Señor hizo los cielos
y su aliento, los astros.
Los mares encerró como en un odre
y como en una presa, los océanos.
R. La tierra llena está de tus bondades.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor;
dichoso el pueblo que escogió por suyo.
Desde el cielo el Señor, atentamente,
mira a todos los hombres.
R. La tierra llena está de tus bondades.
En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros,
puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
R. La tierra llena está de tus bondades.

 

Segunda Lectura (Éx 14,15—15,1): Pasando a través del agua hacia la libertad

Esta es la historia de la noche de la liberación de Israel. Dios condujo a su pueblo de la esclavitud a la libertad a través de las aguas salvadoras del Mar Rojo, e hizo una Alianza con él. Nosotros entraremos a gozar de la libertad de Cristo por medio de las aguas del bautismo.

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor”.

El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel, se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas y el campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda la noche.

Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.

Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico. Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente. Dijeron entonces los egipcios: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto”.

Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes”. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo se salvó.

Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor:

 

Salmo Responsorial

Éx 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18

R. (1a) Alabemos al Señor por su victoria.
Cantamos al Señor, sublime es su victoria:
caballos y jinetes arrojó en el mar.
Mi fortaleza y mi canto es el Señor,
él es mi salvación;
él es mi Dios, y yo lo alabaré,
es el Dios de mis padres, y yo le cantaré.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor.
Precipitó en el mar los carros del faraón
y a sus guerreros;
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
Las olas los cubrieron,
cayeron hasta el fondo, como piedras.
Señor, tu diestra brilla por su fuerza,
tu diestra, Señor, tritura el enemigo.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
Tú llevas a tu pueblo
para plantarlo en el monte que le diste en herencia,
en el lugar que convertiste en tu morada,
en el santuario que construyeron tus manos.
Tú, Señor, reinarás para siempre.
R. Alabemos al Señor por su victoria.

 

Tercera Lectura (Ez 36,16-28): Un nuevo Pueblo con un nuevo corazón

Cuando durante el exilio los judíos se arrepienten de su infidelidad, Dios promete purificar a su pueblo de sus pecados. Llegarán a ser un nuevo pueblo con un nuevo corazón, viviendo en una nueva Alianza de amor. Nosotros somos ese pueblo de la Nueva Alianza purificado en el bautismo.

En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: ""Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: 'Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra'.

Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: 'Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad.

Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías.

Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios' "".
 

Salmo Responsorial

Salmo 41, 3. 5bcd; Salmo 42, 3-4

R. (Sal 41, 2) Estoy sediento del Dios que da la vida.
Como el vanado busca
el agua de los ríos,
así, cansada, mi alma
te busca a ti, Dios mío.
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Del Dios que da la vida
está mi ser sediento.
¿Cuándo será posible
ver de nuevo su templo?
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Recuerdo cuando íbamos
acasa del Señor,
cantando, jubilosos,
alabanzas a Dios.
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Envíame, Señor, te luz y tu verdad;
que ellas se conviertan en mi guía
y hasta tu monte santo me conduzcan,
allí donde tú habitas
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Al altar de Señor me acercaré,
al Dios que es mi alegría,
y a mi Dios, el Señor, le daré gracias
al compás de la citara.
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.

 

Cuarta Lectura (Is 55,1-11): Invitación al paraíso recuperado

Si buscamos al Señor, él nos regenerará con su libre don de gracia y sellará con nosotros una nueva Alianza. Así, entonces, podremos ser sus testigos para todas las naciones y podremos llevarlas a Dios.

Esto dice el Señor:

""Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua;
y los que no tienen dinero,
vengan, tomen trigo y coman;
tomen vino y leche sin pagar.
¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan
y el salario, en lo que no alimenta?

Escúchenme atentos y comerán bien,
saborearán platillos sustanciosos.
Préstenme atención, vengan a mí,
escúchenme y vivirán.

Sellaré con ustedes una alianza perpetua,
cumpliré las promesas que hice a David.
Como a él lo puse por testigo ante los pueblos,
como príncipe y soberano de las naciones,
así tú reunirás a un pueblo desconocido,
y las naciones que no te conocían acudirán a ti,
por amor del Señor, tu Dios,
por el Santo de Israel, que te ha honrado.

Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar,
invóquenlo mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino,
y el criminal, sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad;
a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes,
sus caminos no son mis caminos.
Porque así como aventajan los cielos a la tierra,
así aventajan mis caminos a los de ustedes
y mis pensamientos a sus pensamientos.

Como bajan del cielo la lluvia y la nieve
y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar
a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer,
así será la palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí sin resultado,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá su misión''.
 

Salmo Responsorial

Is 12, 2-3, 4bcd. 5-6
 
R. (3) Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación.
El Señor es mi Dios y salvador,
con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza
y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo
de la fuente de salvación.
R. Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación.
Den gracias al Señor,
invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime.
R. Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación.
Alaben al Señor por sus proezas,
anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque el Dios de Israel
ha sido grande con ustedes.
R. Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación.
 

Introducción antes del Gloria y de la Oración Colecta

Los cirios del altar se encienden ahora, ya que ahora proclamaremos la Palabra de Dios tomada del Nuevo Testamento, en el que Cristo es nuestra luz.

 

Oración Colecta

Oremos para que, con todo entusiasmo,

sepamos seguir a Cristo, nuestra luz y nuestra vida.

                              (Pausa)

Señor Dios nuestro:

Tú has iluminado esta noche con la luz gloriosa de Cristo.

Haz que nazcamos con él a una nueva vida,

una vida de amor fiel en la nueva Alianza;

y renuévanos en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu

para que seamos tus hijos e hijas fieles

y te rindamos incondicional servicio,

junto con tu Hijo resucitado,

Jesucristo, nuestro Señor.

 

Primera Lectura del Nuevo Testamento (Rom 6,3-11): Resucitados con Cristo

Nosotros logramos participar de la muerte y resurrección de Cristo por medio del bautismo; allí adoptamos la lucha contra el pecado y comenzamos a vivir la vida de Cristo.

 

Rom 6,3-11: Cristo ya no muere

¿No saben que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 4Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó de la muerte por la acción gloriosa del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. 5Porque, si nos hemos identificado con él por una muerte como la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección…

 

Evangelio del Año B (Mk 16,1-8): ¡El Señor ha Resucitado!

Para su sorpresa, la mujeres no encuentran el cuerpo de Jesús en la tumba, porque ha resucitado. Tienen que anunciar esta buena noticia a los apóstoles. Es también nuestra Buena Noticia de salvación.

Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: “¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.

Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: “No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: ‘Él irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo’ ”.

 

TERCERA PARTE: LA LITURGIA DEL BAUTISMO

Nota: Si no hay bautizos ni se bendice la pila bautismal, las letanías de los santos se omiten, y se hace inmediatamente la bendición del agua, seguida de la renovación de las promesas del bautismo.

 

Renovación de las Promesas Bautismales

Introducción del Celebrante

Hermanos y hermanas en Cristo: En esta hermosa noche recordamos la muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Muriendo destruyó la muerte para nosotros, resucitando a una nueva vida ha afirmado nuestra propia vida. En el bautismo hemos muerto con él al pecado, pero no hemos ganado todavía todas nuestras batallas contra el mal, y la vida de Dios en nosotros no ha llegado todavía a florecer plenamente. Por eso la Iglesia nos invita ahora a rechazar de nuevo todo lo que va contra la Alianza de amor y, como lo hicimos en el bautismo, prometer vivir conforme a su ley de servicio, bondad y amor. Renovemos, pues, nuestras promesas bautismales.

 

Oración de los Fieles

Oremos a Dios nuestro Padre, que ha resucitado a Jesús de entre los muertos, y digámosle: R/ Señor, por tu Hijo Resucitado, danos nueva vida.

 

  • Por todos nuestros hermanos que han sido bautizados esta noche, y por todos nosotros, para que permanezcamos fieles a nuestras promesas bautismales en todas las circunstancias de nuestra vida, roguemos al Señor.
  • Por todos los que sufren y por los agonizantes, para que su esperanza y fortaleza sea Jesús mismo, quien, a través y más allá de la muerte, ha construido para nosotros un camino de nueva vida, roguemos al Señor.
  • Por todos los desalentados y desilusionados en la vida a causa de sus experiencias dolorosas, para que no permanezcan obsesionados por el pasado desagradable sino que esperen con ilusión el futuro con sus nuevas perspectivas y oportunidades, roguemos al Señor.
  • Por todos los que se han comprometido a servir atendiendo a las necesidades de los otros, para que mantengan su fe en un mundo mejor en el que paz y justicia no sean palabras vacías sino realidades palpables, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros reunidos aquí en la alegría de la Pascua, para que seamos hombres y mujeres felices y risueños, porque sabemos que Dios nos ama, y también para que irradiemos este amor los unos a los otros, roguemos al Señor.

 

Oh Dios y Padre nuestro: Tú nos llamas hijos e hijas tuyos y es lo que realmente somos. Haz que cooperem

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