Domingo 27 de Abril, 2025
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
El Señor Resucitado, presente en medio de su Pueblo
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Estamos reunidos en nombre de Jesús.
Él es el Primero y el Último,
el Viviente, que vive para siempre,
Señor y Dios nuestro.
Que su paz y alegría esté siempre con ustedes.
Introducción
¿Por qué nos reunimos cada domingo para celebrar la eucaristía del Señor? Por la misma razón por la que los primeros cristianos trasladaron su día de culto del Sábado judío al Domingo cristiano. Porque Cristo resucitó de entre los muertos el domingo, el primer día de la semana. El domingo vino así a ser “el Día del Señor”, el día en que los cristianos comenzaron a celebrar que Cristo estaba vivo y resucitado en la comunidad de sus fieles, como está ahora presente aquí entre nosotros. Él es real y está vivo entre nosotros; es nuestro compañero en el camino de la vida y lo reconocemos en la comunidad de la Iglesia. Que el Señor Jesús nos otorgue una fe perspicaz para percibir y experimentar su presencia.
Acto Penitencial
Antes que nada, pidamos al Señor
que nos dé la paz de su perdón.
(Pausa)
Señor Jesús, tú ofreces a toda la humanidad
la paz de la reconciliación con Dios.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú quieres que nos reconciliemos
con todos nuestros hermanos y hermanas.
R/ Cristo, ten piedad e nosotros.
Señor, Jesús, tú quieres que encontremos
paz auténtica con nosotros mismos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ábrenos, Señor, a la plenitud de la vida
y perdona todos nuestros pecados.
Y llévanos un día a las alegrías de la vida eterna. Amén.
Oración Colecta
Roguemos para que nuestra fe en el Señor Resucitado
sea la verdadera fuerza motriz de nuestras vidas.
(Pausa)
Oh Dios de la vida y Padre nuestro de amor:
Nosotros no hemos visto con nuestros propios ojos
a tu Hijo Jesucristo,
ni hemos tocado con nuestros dedos
las señales de sus heridas;
sin embargo creemos en él
y hemos venido aquí juntos en su nombre.
Otórganos una fe en Jesús
profunda, firme, duradera,
para que el Espíritu del mismo Jesús
aliente nueva vida en nosotros
y nos haga mirar con nuevos ojos
a nuestro mundo y a los hombres,
de forma que podamos llevarles
su paz, su justicia y su amor.
Que la gente que nos rodea vea
y saboree por medio de nosotros
que Jesús está vivo
como nuestro Señor Resucitado,
ahora y por los siglos de los siglos.
Primera Lectura: Hechos 5,12-16: Crecía el número de los creyentes
Porque Jesús estaba vivo en los apóstoles, él continuó su trabajo de sanación por medio de ellos. Porque Jesús estaba vivo en la comunidad cristiana, muchos llegaron a creer en él.
Los apóstoles realizaban muchas señales y milagros entre el pueblo. Todos íntimamente unidos acudían al pórtico de Salomón; 13pero de los extraños nadie se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo los estimaba mucho. 14Se les iba agregando un número creciente de creyentes en el Señor, hombres y mujeres; 15y hasta sacaban los enfermos a la calle y los colocaban en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, al menos su sombra los cubriese. 16También los vecinos de los alrededores de Jerusalén llevaban enfermos y poseídos de espíritus inmundos, y todos se sanaban.
Salmo 118: Den gracias al Señor porque es terna su misericordia
R. (1) La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”.
Diga la casa de Aarón: “Su misericordia es eterna”.
Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor,
es un milagro patente.
Este es el día de triunfo del Señor:
día de júbilo y de gozo. R.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga.
Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Segunda Lectura: Apocalipsis 1,9-13.17-19: Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos
El apóstol Juan sintió estimulada su fe con una visión del Señor Resucitado. En su mensaje a las siete iglesias, símbolo de la Iglesia universal, anima a los cristianos perseguidos a no tener miedo y a permanecer firmes en la fe.
Revelación que Dios confió a Jesucristo para que mostrase a sus siervos lo que va a suceder pronto. Él envió a su ángel para transmitírsela a su siervo Juan. 9Yo Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el Reino y la paciencia por Jesús, me encontraba exiliado en la isla de Patmos a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10Un domingo, se apoderó de mí el Espíritu y escuché detrás de mí una voz potente, como de trompeta, 11que decía: Lo que ves escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias. 12Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba y al volverme vi siete lámparas de oro 13y en medio de las lámparas una figura humana, vestida de larga túnica, el pecho ceñido de un cinturón de oro. 17Al ver esto, caí a sus pies como muerto; pero él, poniéndome encima la mano derecha, me dijo: –No temas. Yo soy el primero y el último, 18el que vive; estuve muerto y ahora ves que estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y el abismo. 19Escribe lo que viste: lo de ahora y lo que sucederá después.
Evangelio: Juan 20,19-31: A los ocho días, llegó Jesús
Como Tomás antes de que el Señor se le apareciera, nosotros no hemos visto a Jesús en carne y hueso. Dichosos nosotros si tenemos suficiente fe para reconocerlo en nuestras vidas y en nuestros prójimos.
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: La paz esté con ustedes. 20Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. 21Jesús repitió: La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes. 22Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: Reciban el Espíritu Santo. 23A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedarán retenidos. 24Tomás, llamado Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Él replicó: Si no veo en sus manos la marca de los clavos, si no meto el dedo en el lugar de los clavos, y la mano por su costado, no creeré. 26A los ocho días estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa y Tomás con ellos. Se presentó Jesús a pesar de estar las puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo: La paz esté con ustedes. 27Después dice a Tomás: Mira mis manos y toca mis heridas; extiende tu mano y palpa mi costado, en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. 28Le contestó Tomás: Señor mío y Dios mío. 29Le dice Jesús: Porque me has visto, has creído; felices los que crean sin haber visto. 30Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están relatadas en este libro. 31Éstas quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.
Oración de los Fieles
Pidamos a nuestro Señor Jesucristo una fe viva que nos lleve a creer no solamente en sus verdades y enseñanzas, sino en su Persona y en su presencia entre nosotros, y digámosle: R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
Señor Jesucristo, vive en medio de nosotros y haznos sensibles a tu presencia en nuestras vidas. Y que nuestra integridad y amor sean el signo para todos de que tú permaneces ahora con nosotros y de que permanecerás por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Jesús se apareció a sus discípulos
y, con su saludo y su presencia, les ofreció paz.
Que en estos signos de pan y vino
venga él y se quede en medio de nosotros,
sus discípulos de hoy,
para traernos la paz de su presencia
y para fortalecer nuestra fe;
porque él es nuestro Señor y nuestro Dios
ahora y por los siglos de los siglos.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús presente entre nosotros
rezamos nuestra plegaria de confianza al Padre:
R/ Padre nuestro…
Saludo de Paz
Señor Jesucristo:
En la noche de Pascua
tú dijiste a tus apóstoles:
”Mi paz les dejo, mi paz les doy”.
No mires nuestros pecados de incredulidad
sino la fe de tu Iglesia,
que gozosamente proclama
que tú resucitaste de entre los muertos.
Permanece siempre presente entre nosotros
para que gocemos la paz que tú nos prometiste.
Y lleva a la Iglesia a la perfecta unidad y fraternidad,
ahora y por los siglos de los siglos.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, nuestro Señor Resucitado,
a quien, como Tomás, aclamamos
como nuestro Señor y nuestro Dios.
Dichosos nosotros
porque él viene y permanece con nosotros.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Te damos gracias por Jesús, tu Hijo Resucitado,
Él, que nos ama, está vivo.
Danos ojos perspicaces de fe para ver,
para que todo lo que somos y hacemos
tenga profundo significado y sentido,
y para que tu Hijo esté con nosotros y nos guíe,
a través de nuestras vacilaciones
y de nuestra oscuridad,
a la plenitud de la alegría y del amor.
Que él permanezca con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: ¡Ojalá creamos profundamente que el Señor está presente en medio de nosotros, su pueblo! ¡Qué diferentes serían nuestras relaciones con Dios, de los unos con los otros, e incluso con nosotros mismos! Entonces tendríamos realmente la paz de la que Jesús habla insistentemente en el evangelio de hoy. Que esta fe esté viva en nuestra comunidad, con la bendición de Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.