Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Anunciación del Señor

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Lunes 8 de Abril de 2024

 

ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Solemnidad

 

Introducción

Celebramos hoy la fiesta solemne de la Anunciación. En el Misal antiguo esta fiesta se formulaba como “Anunciación de la Bienaventurada Virgen María”. De algún modo era correcto, ya que el ángel fue a anunciar alegres noticias a María. El nuevo Misal formula esta fiesta como “Anunciación del Señor”. Sí, éste es el día en que se anuncia la Buena Noticia de que María será la Madre de Jesús. El objeto del anuncio es Jesús. Él será “Dios-con-nosotros” (Primera lectura), que viene a hacer la voluntad de Dios Padre, encarnándose entre nosotros y salvándonos (Segunda lectura). Es el día de Jesús, pero también el día de María, su Madre. María, con la misma disposición que Jesús de servir a Dios y al Pueblo, dice: “Estoy totalmente dispuesta a servir.”“Soy la sierva del Señor.” Que éstas sean también nuestras palabras y sentimientos.

 

Oración Colecta

Oh Dios y Padre nuestro, siempre fiel:

Tú eres ciertamente nuestro “Dios-con-nosotros”.

Tu Hijo se hizo uno de nosotros

nacido por obra y gracia del Espíritu Santo

y de María Virgen.

Jesús vino a servir; María fue la humilde sierva.

Señor, haznos profundamente conscientes

de que la Salvación comenzó con el servicio.

Disponnos a servir con amor,

como hizo María, junto con Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: Isaías 7,10-14; 8,10: La virgen está encinta

En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.

Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.

 

Salmo Responsorial

Salmo 39,7-8a.8b-9.10. 11

R. (8a y 9a) Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios, Señor, tú no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
así que dije: “Aquí estoy”.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena
Hacer tu voluntad;
esto es, Señor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios,
tú lo sabes, Señor.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
No callé tu justicia,
antes bien, proclamé tu lealtad y tu auxilio.
Tu amor y tu lealtad no los he ocultado
a la gran asamblea.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

 

Segunda lectura: Hebreos 10,4-10

Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos pueda borrar los pecados. Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”.

Comienza por decir: No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado –siendo así que es lo que pedía la ley–; y luego añade: Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad.

Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas.

 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 1, 14

R. Aleluya, aleluya.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros
y hemos visto su gloria.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 1,26-38: Concebirás y darás a luz un hijo

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

 

Oración de los Fieles

En esta solemnidad de la Anunciación roguemos con María por las necesidades de la Iglesia y de todos los hombres, y digamos: R/ Señor, por mediación de María, envíanos al Salvador.

  • Para que la Iglesia acepte siempre y lleve a cabo su vocación de proclamar la Palabra de Dios con fidelidad y con gran celo, roguemos al Señor.
  • Para que con la ayuda del Señor tendamos la mano y alcancemos con bondad y amable cuidado a los débiles y a los que sufren, roguemos al Señor.
  • Para que los que tienen que tomar importantes decisiones con respecto al futuro de sus vidas, vean, como María, el mejor modo de servir a Dios y al pueblo, roguemos al Señor.
  • Para que todos nosotros seamos lo bastante sencillos y humildes para que Dios haga grandes cosas por nuestro medio, roguemos al Señor.
  • Para que, en nuestras comunidades cristianas, todos seamos tan abiertos al Espíritu de Dios que aceptemos de buen grado cualquier tarea que Dios mismo nos pida, roguemos al Señor.

Señor Dios nuestro: Escúchanos con bondad cuando te pedimos que, con María, busquemos tu voluntad en todo lo que hacemos. Concédenoslo por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Aquí, sobre el altar, te presentamos pan y vino

como signos de nuestra buena disposición

para estar disponibles para ti y para nuestro prójimo.

Así como Jesús pudo venir y estar con nosotros

porque María estuvo disponible para servir,

que así también ahora tu Hijo esté vivo entre nosotros

porque abrimos nuestro corazón

a ti y a todos que están a nuestro lado,

junto con Jesucristo, nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre nuestro:

Tú nos ha anunciado también a nosotros hoy

que tu Hijo se encarnó entre nosotros

para ser nuestra vida y alegría.

Él ha estado con nosotros en esta eucaristía

como tu Palabra viva y nuestro Pan de Vida.

Te pedimos que crezcamos en su vida

y, como María, por su Palabra,

llevemos un mensaje de liberación y felicidad

a los que buscan sentido a sus vidas.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

 

Bendición

Hermanos: Jesús dijo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”. Y, a su vez, María dijo: “Aquí estoy como la sierva del Señor”. Que hagamos nuestras también estas palabras. Son hermosas, pero no son fáciles. Que Dios nos dé fuerza. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

 

El ángel que se va

“Y el ángel la dejó”. En el momento en que María dijo ‘sí’ a la voluntad de Dios, ¡el ángel la dejó! ¿No era ese el momento en que una horda de ángeles descendiera e hiciera guardia por ella día y noche? Después de todo, era la Madre de Dios. Pero no. El ángel simplemente se fue para no volver nunca más durante su vida terrenal. No habría ningún ángel que la ayudara a explicar el misterioso embarazo a su familia; ningún ángel que le encontrara un hogar en Belén. Ningún ángel protegería milagrosamente a su divino Hijo de la espada de Herodes ni le facilitaría el viaje a Egipto. Cuando el niño de la promesa se perdió en el Templo, no hubo ningún ángel que le susurrara su paradero; ni cuando tuvo que estar bajo la cruz con una espada atravesando su corazón, de nuevo. María tuvo que dar su ‘sí’ en la más absoluta oscuridad de la fe, ¡y lo hizo! ¿Y yo? ¿Cómo reaccionaría al ver partir al ángel?

 

Si tu Ángel se está yendo

es porque has dicho si;

él solo estuvo diciendo

lo que Dios quiere de ti.

 

María en su respuesta

nos abarca por igual

la llamada espiritual

mantiene el alma dispuesta.

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