Domingo 5 de Junio
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
El Espíritu de apertura
El Espíritu de entusiasmo
Saludo (Ver la Secuencia)
El Espíritu del Señor
doma al espíritu indómito,
infunde calor de vida en el hielo,
y guía al que tuerce el sendero.
Que el Señor les dé a ustedes ese Espíritu
y esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante (Dos opciones)
¡Cómo nos encerramos a veces ensimismados en nuestros pequeños intereses, viviendo en nuestros pequeños mundos particulares! Hoy, Fiesta de Pentecostés, celebramos al Espíritu Santo. Él nos dice que abramos puertas y ventanas para escaparnos de nuestros guetos y para dar a conocer valientemente a todos –con nuestras palabras y con nuestras vidas– que Dios nos ha hecho ricos y libres. ¡No podemos guardarnos la mejor Noticia de todas! Que su Espíritu descienda sobre nosotros, discípulos de Jesús hoy.
Hoy es la gran Fiesta de Pentecostés. La celebramos rememorando el descenso del Espíritu de Dios sobre los apóstoles. En la rutina de la vida, incluso de la vida cristiana, necesitamos un aliento fresco que renueve nuestra sangre, un viento fuerte que barra nuestros miedos y que gobierne nuestro navegar en el viaje de la vida, fuego para incendiarnos con nuevo entusiasmo, luz para mostrarnos el camino a seguir. El Espíritu de Dios estaba allí en el fuego y la tormenta, justo cuando los apóstoles se sentían tímidos y miedosos. El Espíritu de Dios está aquí ahora con nosotros con su fuego y su viento impetuoso, o quizás con mucha calma, para soplar nueva energía y para encender un nuevo fuego en nosotros. Que venga y nos mueva. Es nuestro Pentecostés.
Acto Penitencial
Estamos ahora ante el Señor para reconocer
que, con demasiada frecuencia,
vivimos separados unos de otros,
mirando más a lo que nos divide que a lo que nos une.
Pidamos perdón al Señor y a nuestros hermanos y hermanas.
(Pausa)
Señor Jesús, alienta sobre nosotros
el Espíritu que nos haga a todos uno.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, alienta sobre nosotros
el Espíritu que perdona y sana.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, alienta sobre nosotros
el Espíritu que nos renueva en tu amor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Limpia las manchas del pecado en nosotros, Señor; danos fortaleza y amor. Y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Pidamos al Padre
que nos envíe el Espíritu Santo,
el mismo que dio a la joven Iglesia.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
Que el Espíritu Santo nos sorprenda
con su fuego y vigor
y que nos renueve
como hizo con la joven Iglesia.
Que haga nuevos nuestros días,
nuestros amores y nuestras vidas.
Que nos traiga ternura y alegría,
así como apertura de los unos a los otros
y valor para plantarnos firmes
a favor de todo lo recto y lo justo.
Que él nos una y nos lleve a ti.
Todo esto te lo pedimos
por Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Hch 2,1-11): El Espíritu viene como una potente tormenta
Un ruido ensordecedor, un viento impetuoso, fuego, lenguas diferentes –todos estos símbolos usados para describir el primer Pentecostés cristiano- nos dicen vigorosamente que aquí está sucediendo algo totalmente nuevo. El Espíritu poderoso de Dios irrumpe para reunir a la humanidad dividida en una comunidad donde haya espacio para todos.
Se llenaron del Espíritu Santo
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. 2De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban. 3Aparecieron lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. 4Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse. 5Residían entonces en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todos los países del mundo. 6Al oírse el ruido, se reunió una multitud, y estaban asombrados porque cada uno oía a los apóstoles hablando en su propio idioma. 7Fuera de sí por el asombro, comentaban: ¿Acaso los que hablan no son todos galileos? 8¿Cómo es que cada uno los oímos en nuestra lengua nativa? 9Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, 10Frigia y Panfilia, Egipto y los distritos de Libia junto a Cirene, romanos residentes, 11judíos y prosélitos, cretenses y árabes: todos los oímos contar, en nuestras lenguas, las maravillas de Dios.
Salmo 104: Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra
Segunda Lectura (1 Corintios 12,3b-7.12-13): El Espíritu de Dios vive en ustedes
Gracias al Espíritu, la resurrección de Cristo está ya actuando en nosotros; nos capacita para renunciar a las obras del mal y nos hace libres para vivir como hijos de Dios.
: Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu
Hermanos, nadie puede decir: ¡Señor Jesús! si no es movido por el Espíritu Santo. 4Existen diversos dones espirituales, pero un mismo Espíritu; 5existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; 6existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. 7A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común. 12Como el cuerpo, que siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo. 13Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos bebido un solo Espíritu.
Evangelio (Jn 14,15-16.23-26): El Espíritu estará con ustedes para siempre
Jesús va al Padre, pero seguirá guiándonos a nosotros y a toda la Iglesia por medio del Espíritu Santo. El Espíritu nos recordará constantemente todo lo que se refiere a Jesús, sus palabras y su vida.
Reciban el Espíritu Santo
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: La paz esté con ustedes. 20Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. 21Jesús repitió: La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes. 22Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: Reciban el Espíritu Santo. 23A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedarán retenidos.
Oración de los Fieles
Oremos insistentemente al Señor, ya que el Padre de Misericordia escucha siempre la oración de un corazón sincero y fiel. Y digámosle: R/ Derrama tu Espíritu sobre nosotros, Señor.
Oh Dios todopoderoso, dígnate acoger nuestras súplicas. Que el Espíritu Santo, vivo en nosotros, derrame tu Amor a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Dígnate darnos a tu Hijo en esta eucaristía
y derrama su Espíritu sobre nosotros.
Por medio de él, completa en nosotros
lo que es todavía imperfecto,
cambia en nosotros lo que es demasiado incorrecto.
Guárdanos siempre abiertos
a tu Espíritu y acogedores unos de otros
uniéndonos fuertemente
y haciéndonos siempre nuevos,
para que él, el Espíritu Santo,
complete en nosotros
el trabajo comenzado por Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Que el Espíritu de alegría, gratitud y amor nos impulse a dar sinceras gracias a Dios, nuestro Creador y Padre, por toda su bondad y paciencia para con nosotros.
Invitación al Padre Nuestro
No podemos decir “Jesús es Señor”
sino es por medio del Espíritu Santo.
No podemos llamar “Padre” a Dios,
sino es por medio del Espíritu que clama en nosotros.
Con él, podemos ahora decir con total confianza
la oración que Jesús nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y, en nuestros días, danos la paz de Cristo,
que es obra de tu Espíritu.
En tu misericordia, líbranos de todo pecado
que obstruya la unidad
y la universalidad de tu Iglesia.
Protégenos de toda ansiedad
y danos la seguridad
de que, incluso en las incertidumbres de nuestro tiempo,
el Espíritu nos conducirá
con alegre esperanza
hacia la venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R/ Porque tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión (Ver Ap 22,17.21)
El Espíritu y la Iglesia dicen: “Ven”.
Que todo el que escucha responda: “Ven”.
Que todos los sedientos vengan.
Todos los que la quieran,
que tengan el Agua de la Vida
y la tengan como don gratuito.
Éste es Jesucristo resucitado,
cuyo Espíritu nos mueve hacia adelante
para dar testimonio del amor de Dios.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Gracias a tu Santo Espíritu,
los apóstoles pudieron llevar a cabo
la misión que les encomendó tu Hijo Jesucristo.
Derrama tu Espíritu también sobre nosotros,
para que sepamos inspirar
a esta nuestra comunidad y a toda tu Iglesia
con un sentido de misión y de serio compromiso.
Que él nos renueve cada día
y nos una a todos juntos como a Pueblo tuyo,
para que seamos para todo el mundo
signo claro de que tu Hijo Jesús vive
y de que él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Con frecuencia somos tímidos, y tenemos miedo a arriesgarnos a vivir coherentemente según lo que creemos, porque no sabemos a dónde nos conducirá nuestro compromiso; porque, según parámetros humanos, es imprudente colocarnos en las manos de la gente e incluso del Espíritu. Que el Señor nos dé ese valor y loca sabiduría, y que él nos bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.