Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

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Domingo 19 de Junio

 

SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

 

“Tomen y coman”

 

Introducción del Celebrante

      La forma más frecuente de contacto con la Iglesia es, para casi todos los católicos, la Misa dominical. Es bueno preguntarnos hoy: ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué ha de ser la Eucaristía la que nos una como comunidad? Porque la Eucaristía es el Señor mismo. La Eucaristía nos asegura a nosotros, creyentes, que el Señor está aquí, que él se hace presente no sólo en el Santísimo Sacramento sino en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades. Él nos garantiza, a los que creemos en él que camina con nosotros como nuestro compañero en la vida. Más todavía, él nos muestra en la eucaristía cómo vivir como él, darnos a nosotros mismos con él. ¿Cómo rompernos, como él, los unos para los otros? Unámonos ahora a Jesús en su acción de gracias al Padre.

 

Acto Penitencial

Nuestra vida es todavía muy diferente de la de Jesús,

ya que somos pecadores, necesitados de perdón.

Pedimos ahora el perdón y la fuerza del Señor.

                        (Pausa)

Señor Jesús, en la eucaristía

tú te das a nosotros como comida compartida.

¡A ti toda nuestra gratitud y alabanza!

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, en la eucaristía

tú nos invitas a hacernos, contigo,

alimento y bebida para la vida del mundo.

¡A ti toda nuestra gratitud y alabanza!

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, en la eucaristía

tú nos das la fuerza para vivir

de la forma como tú viviste:

entregado a Dios y a los hombres.

¡A ti toda nuestra gratitud y alabanza!

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor;

únenos más a ti, perdonándonos

y haciéndonos participar más profundamente de tu vida.

Llévanos a la vida eterna. Amén.

 

Oración Colecta

Oremos para que el Espíritu Santo

nos dé una auténtica hambre del Señor.

                    (Pausa)

Oh Dios y Padre nuestro:

Tú sacias a los hambrientos

con el alimento que necesitan,

y no dejas a los pobres

con las manos vacías.

Sigue proclamándonos la Palabra de tu Hijo

como inspiración y guía de nuestra vida.

Que Jesús nos sustente y nos restaure

con su Pan de Vida

y nos rejuvenezca con su bebida

de fraternidad y alegría.

Que tu Pan de Vida sea la prenda

de tu dicha y felicidad eternas.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Primer Lectura (Gén 14,18-20): Una Alianza por medio de pan y vino

     Melquisedec, sacerdote y rey de Jerusalén, dio la bienvenida a Abrahán con una comida de alianza, ofreciendo pan y vino. En los signos de pan y vino de la eucaristía, Jesús nos fortalece en la alianza con el Padre.

Melquisedec ofreció pan y vino

Melquisedec, rey de Salén, sacerdote de Dios Altísimo, trajo pan y vino, 19y le bendijo diciendo: Bendito sea Abrán por el Dios Altísimo, creador de cielo y tierra; 20bendito sea el Dios Altísimo, que te ha entregado tus enemigos. Y Abrán le dio la décima parte de todo lo que llevaba.

 

Salmo 110: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

 

 

Segunda Lectura (1 Cor 11,23-26): El banquete de la venida del Señor

     Pablo nos cuenta cómo Jesús instituyó la eucaristía en la Última Cena que celebramos a lo largo de los siglos en memoria suya. El Señor nos envía a construir su Reino de amor y justicia alimentados y fortalecidos por su Eucaristía, que nos anticipa su gloriosa venida.

Esta copa es la nueva alianza

 

Porque yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor, la noche que era entregado, tomó pan, 24dando gracias lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. 25De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía. 26Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva.

 

Evangelio (Lc 9,11b-17): Jesús da de comer a los hambrientos

     Jesús acoge a todos los que van a él, pronuncia su palabra liberadora, y les da alimento cuando tienen hambre. En la eucaristía Cristo se entrega a sí mismo por nosotros y renueva la Alianza. 

Comieron todos y se saciaron

 

Jesús recibió a la multitud y les hablaba del reino de Dios y sanaba a los que lo necesitaban. 12Como caía la tarde, los Doce se acercaron a decirle: Despide a la gente para que vayan a los pueblos y campos de los alrededores y busquen hospedaje y comida; porque aquí estamos en un lugar despoblado. 13Les contestó: Denle ustedes de comer. Ellos contestaron: No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar comida para toda esa gente. 14Los varones eran unos cinco mil. Él dijo a los discípulos: Háganlos sentar en grupos de cincuenta. 15Así lo hicieron y se sentaron todos. 16Entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. 17Comieron todos y quedaron satisfechos, y recogieron los trozos sobrantes en doce canastas.

 

Oración de los Fieles

            Oremos a nuestro Señor Jesucristo para que, con él, nos abramos a todas las necesidades y a todas las clases de hambre diciéndole: R/ Quédate con nosotros, Señor.

 

  • Por nuestra Iglesia. Que sintamos hambre de comunidad y de responsabilidad compartida y que demos ejemplo de tolerancia, respeto e integración en la diversidad edificándonos unos a otros en el amor, roguemos al Señor.
  • Por las Iglesias cristianas deseosas de unidad y de compartir la eucaristía. Para que nuestras súplicas y esfuerzos por lograr la reconciliación nos reúnan un día recibiendo juntos el Cuerpo eucarístico de Jesús, roguemos al Señor.
  • Por las muchas personas que no solo padecen hambre en el mundo sino que han visto arrebatada su dignidad humana. Para que trabajemos empeñosamente en la defensa de sus derechos y por la justa distribución de los bienes, roguemos al Señor.
  • Por los que tienen hambre de libertad, justicia y paz. Para que nos contemos entre ellos en la lucha por su liberación, roguemos al Señor.
  • Por los que tienen hambre de fe y esperanza. Para que te encuentren y para que nosotros seamos el camino humilde que los conduzca a ti, roguemos al Señor.

 

     Señor Jesucristo, permanece con nosotros y nútrenos con tu Cuerpo –Pan de vida–, y danos el valor para caminar juntos hasta el fin, con los hermanos y contigo, Dios y Señor nuestro, por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:

Así como una comida o un banquete reúne a una familia

y es un signo de unidad y solidaridad,

así también nosotros estamos reunidos ahora en unidad

alrededor de la mesa de tu Hijo.

Que él nos guarde unidos

en amistad, paz y mutuo cuidado e interés

fomentando amor y justicia

entre nosotros y en todo el mundo.

Te lo pedimos por medio de Aquel

que se nos da a sí mismo y permanece con nosotros,

Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Llenos de alegría, damos gracias a nuestro Dios, que nos ha dado a Jesús como nuestro compañero en la vida y como nuestro alimento para el camino.

 

Invitación al Padre Nuestro

Oremos a nuestro Padre del Cielo

que nos dé el alimento para nuestro cuerpo;

y para nuestro espíritu,

que nos dé su Pan de vida.

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

y concédenos vivir en paz y amistad.

Por medio del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo

líbranos del egoísmo del pecado

y danos la determinación y el arrojo

para proveer de alimento material y de justicia

a un mudo hambriento de dignidad y de pan,

mientras trabajamos con alegre esperanza

por la venida entre nosotros de tu Reino

y por la gloriosa venida final

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Al partir el Pan

Como Jesús nos mandó,

partimos su Pan

para todos los que están hambriento de él.

Rompámonos y compartamos lo que somos

para caminar juntos por el camino del Señor.

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesús, el Señor,

que dio pan a los hambrientos.

Él nos dice a nosotros ahora:

Yo soy el Pan de Vida.

Es mi carne para la vida del mundo.

Dichosos nosotros invitados

al banquete del Señor.

R/ Señor, no soy digno…

 

 Oración después de la Comunión

Señor Jesús:

Tú nos has dado tu Cuerpo y tu Sangre,

tu persona entera.

Acepta nuestra acción de gracias

y permanece con nosotros para ser nuestra fuerza

en la linda pero exigente tarea

de llevar tu amor, justicia y esperanza

a un mundo frío, egoísta y dividido.

Y haznos capaces

de preparar para los otros nuestra mesa

como tú lo haces para nosotros,

Señor y Salvador nuestro

por los siglos de los siglos.

 

Bendición

     En la eucaristía el Señor ha compartido su propia persona con nosotros, no precisamente para nuestro consuelo sino para poseernos y transformarnos con su mismo espíritu de entrega a Dios y a los hombres. La infinidad de gente, hambrienta de tantas maneras, con hambre de alimento y de amor, de aliento y ánimo, de justicia y solidaridad, de algo o alguien en quien creer, no puede ya dejarnos indiferentes. Que el Señor nos dé el coraje necesario para olvidarnos de nosotros mismos y entregarnos generosamente a los demás. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

 

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