Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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Domingo 10 de Julio

 

DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

La ley del Amor está en tu corazón

 

Saludo (Ver Primera Lectura)

Que la Palabra de Dios esté muy cercana a nosotros,

en nuestra boca y en nuestro corazón,

y que Jesús, Palabra Viva y Señor nuestro,

esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante

     La ley del Amor, el mayor mandamiento de los hijos de Dios, es el significado de nuestra existencia. Por eso es preciso que nos preguntemos en qué medida es genuino y profundo nuestro amor… ¿Somos capaces de dejar de lado nuestros personalísimos intereses movidos por él? Observemos a Jesús, que se compadecía a la vista de los pecadores, los enfermos y los que sufrían, y pidámosle a él, el primer Buen Samaritano, que nos haga buenos prójimos, que realicen en sus vidas plenamente la ley del Amor.

 

Acto Penitencial

Queremos amar a los hermanos y al Señor,

pero a veces somos mezquinos con nuestro amor.

Les pedimos perdón ahora al Señor y a los hermanos.

                                (Pausa)

Señor Jesús, tú viniste a vivir entre nosotros,

tan compasivo como el Buen Samaritano;

tú levantas a todos los abatidos.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú te acercas

a los heridos en su cuerpo o en su vida

y les concedes sanación.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú nos pides

que mostremos tu amor afectuoso

a todos los necesitados, sin medir el costo.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

perdona nuestros pecados,

especialmente nuestro amor tibio y mediocre.

Y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que estemos siempre disponibles

a los hermanos que nos necesiten.

                          (Pausa)

Oh Padre tierno y misericordioso:

Tú viste con agrado

cómo Jesús no pasó de largo ante nosotros

en nuestra pobreza y sufrimiento,

sino que se acercó y se hizo nuestro prójimo.

Haz que nuestro corazón salga a buscar

a los heridos y tumbados a la orilla del camino;

y danos valor para entregarles nuestro tiempo

y para levantarlos y cuidarlos hasta que se curen.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

 

Primera Lectura (Dt 30,10-14): La ley del corazón

    Dios nos llama a entrar en proceso de seria conversión, y a vivir sus Mandamientos. Su ley de Amor está escrita en nuestros corazones.

Moisés dijo al pueblo: Si escuchas la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; si te conviertes al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma. 11Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda ni inalcanzable; 12no está en el cielo para que se diga: ¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo cumplamos?; 13ni está más allá del mar, para que se diga: ¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo cumplamos? 14El mandamiento está a tu alcance: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.

 

Segunda Lectura (Col 1,15-20): Dios se hace cercano a nosotros en Cristo

     He aquí lo que nos dice un antiguo himno a Cristo: Jesucristo, el Hijo, llegó a hacer visible cuán cercano quería Dios Padre sentirse de su Pueblo. Jesús es la cabeza de toda la Creación y de todos aquellos a quienes salvó con su Amor.

Jesucristo es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, 16pues por él fue creado todo, en el cielo y en la tierra: lo visible y lo invisible, majestades, señoríos, autoridades y potestades. 17Todo fue creado por él y para él, él es anterior a todo y todo tiene se mantiene en él. 18Él es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de los muertos, para ser en todo el primero. 19En él decidió Dios que residiera la plenitud;20por medio de él quiso reconciliar consigo todo lo que existe, restableciendo la paz por la sangre de la cruz tanto entre las criaturas de la tierra como en las del cielo.

 

Evangelio (Lc 10,25-37): Todo el que está en necesidad es mi prójimo

     Para alcanzar la vida eterna, no es suficiente con saber que debemos amar a Dios y al prójimo; tenemos también que llevar a la práctica ese amor, incluso cuando nos es molesto o, incluso, muy incómodo.

En aquel tiempo, un doctor de la ley se levantó y, para ponerlo a prueba, le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? 26Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees? 27Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo. 28Le respondió: Has respondido correctamente: obra así y vivirás. 29Él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30Jesús le contestó: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. 31Coincidió que bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo. 32Lo mismo un levita, llegó al lugar, lo vio y pasó de largo. 33Un samaritano que iba de camino llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció. 34Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó. Después, montándolo en su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó. 35Al día siguiente sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada y le encargó: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta. 36¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los asaltantes? 37Contestó: El que lo trató con misericordia. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.

 

Oración de los Fieles

     Oremos a Dios, a quien agrada nuestro interés por los hermanos y hermanas que él ha puesto en nuestro camino, y digámosle: R/ Tú, Señor, cercano a los que te invocan, escúchanos.

 

  • Por todos los ministros de la Iglesia. Para que proclamen fielmente la Palabra y la ley de Amor de Dios, y para que caminen también ellos los caminos de compasión y entrega sin medida, roguemos al Señor.
  • Por aquellos cuya profesión consiste en ayudar a los enfermos y necesitados (doctores, enfermeras, asistentes sociales…). Para que prodiguen amabilidad, ternura y amor a los que sirven, roguemos al Señor.
  • Por los postrados y heridos en el camino de la vida. Para que puedan encontrar buenos samaritanos que los asistan y los animen a restaurar su fe y su confianza en los hermanos, roguemos al Señor.
  • Por choferes y viajeros. Para que tengan un viaje seguro y feliz, y lleguen a destino sanos y salvos, roguemos al Señor.
  • Por todos los que han sido buenos prójimos para nosotros. Que el Señor los recompense generosamente con su gracia, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros. Para que tengamos tiempo, atención y actitud servicial y generosa para con los demás, roguemos al Señor.

 

     Señor Dios nuestro, nuestros hermanos son tu regalo para nosotros. Ayúdanos a amarnos unos a otros con el mismo amor generoso que nos has mostrado en Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Tú quieres que no busquemos seguridad

observando la letra de la ley,

sino entregándonos a ti y a los hermanos.

Danos el valor de arriesgarnos

y, como Jesús, hacer el sacrificio

de entregarnos totalmente a ti

en nuestros hermanos necesitados

y compartir sus penas y alegrías,

sus quejas y problemas,

para que los conozcamos y los amemos

como tú nos conoces y nos amas,

en Jesucristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     En la plegaria eucarística recordamos el amor total que Jesús nos mostró en su muerte en la cruz y en la donación de la Eucaristía. Demos por ello sinceras gracias a Dios Padre.

 

Invitación al Padre Nuestro

Como hijos e hijas de un mismo Padre,

nos sentimos llamados

a amarnos mutuamente.

Oremos con total confianza

a nuestro Padre del cielo.

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

y concédenos la paz en nuestros días.

Por tu misericordia,

líbranos de nuestros temores y formalismos vanos,

y ayúdanos a amar a nuestro prójimo

como tú mismo nos amas

–con toda tu alma y corazón–,

mientras trabajamos con gozosa esperanza

por el regreso glorioso

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

Cordero de Dios,

que se entregó a la muerte

para que nosotros tengamos nueva vida.

Dichosos nosotros

por estar reunidos en torno a esta mesa

como hermanos y hermanas del Señor.

 

Oración después de la Comunión

Dios y Señor nuestro:
Cuando, exhaustos y hambrientos,

yacíamos a la orilla del camino,

tú nos enviaste a Jesús, tu Hijo.

Te damos gracias por haberlo enviado

a decirnos sus bondadosas palabras de ánimo y aliento

y a sanar, con su Cuerpo y su Sangre,

nuestras heridas causadas por el pecado.

Que él nos dé aquí y ahora

el amor que nos acerca solidariamente

a todas las miserias

de nuestros hermanos que sufren.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Bendición

     Hermanos: El evangelio de hoy, nada menos que un sacerdote y un levita que trabajaba al servicio del Templo vieron al hombre que yacía medio muerto a la orilla del camino. Pero fue sólo un extranjero, considerado enemigo, quien se le acercó y tuvo compasión de él. Vayamos y ayudemos a tantos hermanos que nos rodean y que sufren, y son humillados y maltratados por la vida. Levantémoslos, curemos sus heridas, ofrezcámosles nuestro tiempo y nuestro cariño, y démosles lo mejor de nosotros mismos. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

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