Domingo 31 de Julio
DECIMOCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Lo que nos trae felicidad duradera
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Sólo tenemos a Cristo:
Él es todo para nosotros
y está en todas las cosas.
Él nos ha devuelto a una verdadera vida.
Que su gracia y su paz
estén siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante
Todos necesitamos las cosas imprescindibles para la vida, pero nuestra experiencia humana nos sigue recordando sin cesar lo que Jesús, hace mucho tiempo ya, nos dijo en el Evangelio: ¡Acumular riqueza no da la felicidad! La alegría de vivir no depende de graneros llenos o de abultadas cuentas bancarias. La calidad de vida y su alegría dependen más bien de la medida de nuestro amor al Señor y a los hermanos, y también de nuestro compartir generoso con los demás lo que el Señor nos ha regalado. Así es cómo nos volvemos ricos a los ojos de Dios. En esta eucaristía pedimos al Señor que nos otorgue alegría y felicidad auténticas junto con su profunda amistad.
Acto Penitencial
Con demasiada frecuencia
hemos cifrado nuestra felicidad y nuestra vida
en cosas que son totalmente perecederas.
Pidamos al Señor que nos perdone por ello.
(Pausa)
Señor Jesús, tú eres nuestra vida,
y quieres que vivamos
persiguiendo valores perdurables.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú eres rico en misericordia,
y quieres que nosotros seamos también ricos
en perdón y en amor.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú nos trajiste libertad,
y quieres que nos liberemos de la codicia
y que estemos libres para servir
a Dios y a los hermanos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y líbranos de la esclavitud del pecado.
Haz que pongamos nuestra confianza sólo en ti
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que sepamos usar con sabiduría
los bienes de la Tierra,
poniéndolos al servicio de Dios y de los hermanos.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Sabemos que tú te preocupas y cuidas de nosotros,
y por eso confiamos en ti.
Nuestros corazones están divididos;
sin embargo, tenemos que darles cuidado y seguridad
a nuestros seres queridos.
No permitas que la codicia y la avaricia nos cieguen de tal forma
que acumulemos bienes que no necesitamos
y cosas materiales que realmente no son importantes.
Haznos generosos para compartir lo que tenemos
con los pobres y con los que pasan hambre,
para así volvernos ricos a tus ojos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Ecl 1,2;2,21-23): ¿Qué quedará al final?
El autor de la Primera Lectura habla por triste experiencia: sólo posesiones y esfuerzos humanos no garantizan la felicidad.
¡Pura ilusión, dice Qohelet; pura ilusión, todo es una ilusión! 21Hay quien se fatiga con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su herencia a uno que no se ha fatigado. También esto es pura ilusión y grave desgracia. 22Entonces, ¿qué saca el hombre de todas las fatigas y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? 23De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. También esto es pura ilusión.
Segunda Lectura (Col 3,1-5.9-11): “¡Apunten alto!”
El sentido de la vida y nuestros verdaderos valores –dice San Pablo–, se asientan más allá de esta vida en la Tierra, ya que Cristo nos ha hecho nuevos: Cristo es nuestro todo.
Si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios, 2piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. 3Porque ustedes están muertos y su vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando se manifieste Cristo, que es vida de ustedes, entonces también ustedes aparecerán con él, llenos de gloria. 5Por tanto hagan morir en ustedes todo lo terrenal: la inmoralidad sexual, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y la avaricia, que es una especie de idolatría. 9No se mientan unos a otros, porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras 10para revestirse del hombre nuevo, que por el conocimiento se va renovando a imagen de su Creador. 11Por eso ya no tiene importancia ser griego o judío, circunciso o incircunciso, bárbaro o escita, esclavo o libre, sino que Cristo lo es todo para todos.
Evangelio (Lc 12,13-21): Nuestra riqueza es Dios
Nuestra riqueza se ha de encontrar en Dios. Las posesiones materiales no nos dan seguridad, ya que sólo Dios puede darnos felicidad estable y duradera.
En aquel tiempo uno de la gente le dijo a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo. 14Jesús le respondió: Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes? 15Y les dijo: ¡Estén atentos y cuídense de cualquier codicia, que, por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes! 16Y les propuso una parábola: Las tierras de un hombre dieron una gran cosecha. 17Él se dijo: ¿qué haré, que no tengo dónde guardar toda la cosecha? 18Y dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros mayores en los cuales meteré mi trigo y mis bienes. 19Después me diré: Querido amigo, tienes acumulados muchos bienes para muchos años; descansa, come y bebe, disfruta. 20Pero Dios le dijo: ¡Necio, esta noche te reclamarán la vida! Lo que has preparado, ¿para quién será? 21Así le pasa al que acumula tesoros para sí y no es rico a los ojos de Dios.
Oración de los Fieles
Oremos ahora a Dios, origen y fin último de nuestra riqueza, felicidad y alegría, y digámosle: R/ Señor, venga a nosotros tu Reino.
Señor Dios nuestro, mantennos atentos a la fragilidad de todas las cosas a las que sentimos apego. Danos la gracia de compartir generosamente nuestros bienes y talentos, y guárdanos confiando siempre en ti, que eres nuestra única riqueza y esperanza, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
De los muchos dones que tú nos das
traemos ahora ante ti y te presentamos
pan y vino.
Haz que se conviertan en signos eficaces
en los que Jesús se nos da a sí mismo
como don mayor.
Que aprendamos de él
a usar tus dones y nuestros esfuerzos
en servicio tuyo y en el de nuestros hermanos,
para que nos lleven a la auténtica felicidad,
que permanece por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Dios no nos ha hecho propietarios sino administradores de su Creación. Démosle gracias por su bondad y ofrezcámosle todo por medio de Jesús.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús, Señor nuestro,
pedimos a nuestro Padre del cielo
lo que necesitamos en nuestro camino hacia él.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y de todos los apegos
que nos impiden darnos a nosotros mismos
a ti y a los hermanos.
Ayúdanos a vivir en tus manos,
mientras preparamos con gozosa esperanza
la venida gloriosa
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que se hizo pobre para hacernos ricos
en gracia, sabiduría y amor.
Dichosos nosotros de poderlo recibir
como el mejor regalo del Padre.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios, dador de los mejores dones,
hemos recibido de ti el mejor regalo: tu propio Hijo.
Tú quieres que gocemos de las buenas cosas de la vida
y, al mismo tiempo, que no nos dejemos esclavizar por ellas.
Danos suficiente fe, Señor,
para entender que, por mucho que tengamos,
todavía somos pobres si tú no eres nuestra riqueza,
y que somos ricos, aun en medio de la pobreza,
cuando te poseemos a ti y a tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: ¡Qué bueno que hemos podido reflexionar sobre el valor relativo de las cosas y de la riqueza que poseemos! Sí, disfrutemos de las cosas sencillas de la vida de cada día, que son regalos de Dios. Pero nos dejemos esclavizar jamás por nada ni por nadie. Y compartamos en amistad nuestras alegrías y nuestros bienes. Para hacerlo posible, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.