Domingo 4 de Septiembre
VIGESIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Discipulado consciente
Saludo
El Señor viene a vivir entre nosotros
y nos llama a seguirlo sin condiciones.
Que sepamos responder generosamente a su llamado,
y que él esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante
A primera vista parece contradictorio que, por una parte, Jesús presenta su mensaje e incluso se presenta a sí mismo como una invitación, como una oferta libre que podemos aceptar o rechazar; y, por otra, como una exigencia estricta. El evangelio de hoy derrama luz sobre esta paradoja: Sí, lo que Jesús nos ofrece es un don, y nadie se ve forzado a aceptarlo. Permanecemos libres; pero, si lo aceptamos, será exigente con nosotros. Tenemos que poner a Jesús y su Reino por encima incluso de nuestras relaciones y deseos más queridos. Por eso tenemos que pensárnoslo dos veces antes de aceptarlo. Pero hemos de saber que, con Jesús y en virtud de su fuerza, podremos responder a su llamado, por difícil que sea, y que seremos felices. Él nos extiende esa invitación y nos da su fuerza en esta eucaristía.
Acto Penitencial
Pidamos perdón al Señor
por no haber tenido siempre el valor
de seguirlo incondicionalmente.
(Pausa)
Señor Jesús, si no aprendemos
a llevar tu cruz contigo,
no podemos ser tus discípulos.
Señor, danos fuerza y valor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, si no estamos dispuestos
a seguirte hasta el fin,
no podemos ser tus discípulos.
Señor, danos tu poder liberador.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, a no ser que estemos dispuestos
a renunciar a todo aquello
a lo que estamos apegados,
no podemos ser tus discípulos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, con tu paciente misericordia
perdona nuestra cobardía y nuestros pecados.
Acompáñanos en nuestro viaje por el camino de la vida
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Pidamos el Espíritu de Dios
para que sigamos a Jesús
de manera consistente.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
Hemos aceptado tu invitación
a seguir a tu Hijo Jesucristo como discípulos suyos.
Que tu Espíritu nos dé la sabiduría y la fortaleza
para tomar en serio nuestra fe
y para aceptar nuestra misión en la vida
con todas sus consecuencias.
Que el Espíritu Santo nos ayude
a seguir el camino de Jesús
sin miedo ni desaliento,
porque estamos seguros
de que él nos va a llevar a ti,
nuestro Dios bondadoso
por los siglos de los siglos.
Primera Lectura (Sab 9,13-18): Necesitamos el Espíritu Santo de sabiduría
Nuestra búsqueda demasiado humana es incapaz de descubrir la voluntad y los planes de Dios, a no ser que Dios mismo nos dé las intuiciones interiores de su propia sabiduría.
¿Qué hombre conoce los planes de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? 14Los pensamientos de los mortales son mezquinos y nuestros razonamientos son inseguros; 15porque el cuerpo mortal es un peso para el alma y la tienda terrestre abruma la mente que reflexiona. 16A duras penas adivinamos lo que hay en la tierra y con trabajo encontramos lo que está a nuestro alcance: ¿quién podrá rastrear las cosas del cielo? 17¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das la Sabiduría enviando tu santo espíritu desde el cielo? 18Sólo así fueron rectos los caminos de los que están sobre la tierra, así los hombres aprendieron lo que te agrada y la Sabiduría los salvó.
Segunda Lectura (Flm 9b-10.12-17): En Cristo, un esclavo se vuelve hermano
En esta carta, breve pero sensible, Pablo pide a su amigo Filemón que acoja de nuevo a su esclavo fugitivo como si recibiera al mismo Pablo. En Cristo, este esclavo se ha vuelto hermano.
Yo, este anciano Pablo, y ahora prisionero por Cristo Jesús, 10te suplico en favor de un hijo mío, que engendré en la prisión: Onésimo. 12Ahora te lo envío y con él mi corazón. 13Habría querido retenerlo junto a mí, para que, en tu lugar, me sirviese en esta prisión que sufro por la Buena Noticia. 14Pero sin tu consentimiento no quise hacer nada, para que tu buena acción no sea forzada, sino voluntaria. 15Quizás se alejó de ti por breve tiempo para que puedas recobrarlo definitivamente; 16y no ya como esclavo, sino como algo mucho mejor que esclavo: como hermano muy querido para mí y más aún para ti, como hombre y como cristiano. 17Si te consideras compañero mío, recíbelo como a mí.
Evangelio (Lc 14,25-33): ¿Estamos decididos a seguir a Cristo?
Jesús fue a la cruz, hasta el fin. La verdadera sabiduría y prudencia no tienen miedo de arriesgarse a seguir resueltamente a Jesús.
En aquel tiempo le seguía una gran multitud a Jesús. Él se volvió y les dijo: 26Si alguien viene a mí y no me ama más que a su padre y su madre, a su mujer y sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Quien no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo. 28Si uno de ustedes pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? 29No suceda que, habiendo echado los cimientos y no pudiendo completarla, todos los que miran se pongan a burlarse de él 30diciendo: éste empezó a construir y no puede concluir. 31Si un rey va a enfrentarse en batalla contra otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez mil al que viene a atacarlo con veinte mil? 32Si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación a pedir la paz. 33Lo mismo cualquiera de ustedes: quien no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo.
Oración de los Fieles
Oremos a Jesús, Señor nuestro, para que seamos discípulos que lo sigan resueltamente. Y así le decimos: R/ Señor, sé nuestra luz y nuestra fuerza.
Señor Jesucristo, que tus pensamientos y tu vida, tu fidelidad y tu valor sean también nuestros, para que te sigamos sin reservas en el camino hacia el Padre y hacia los hermanos. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Ofrecemos nuestras vidas
en estos dones de pan y vino.
Danos la gracia de aprender de él
a ser verdaderamente libres
y buscar tu voluntad en todo lo que hagamos.
Que sepamos seguir a tu Hijo
en sus sufrimientos y en su gloria,
ahora y por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Jesús, unido a la voluntad amorosa del Padre para todo lo creado, se entregó a la muerte y muerte de cruz de modo que todo resucite con él en su gloria. Nos unimos a él íntimamente en el corazón de esa entrega suprema que nos dio la Vida.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús, nuestro Señor, rogamos al Padre
que sus intenciones sean también las nuestras.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males,
y danos la sabiduría
de descubrir tu voluntad
en la vida de cada día.
Por tu misericordia,
líbranos de todos nuestros apegos y temores
que nos impiden oír el llamado de tu Hijo
a seguirlo resueltamente.
Ayúdanos a prepararnos con alegría y esperanza
para el retorno glorioso entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que dejó su gloria
para hacerse Salvador de los hombres,
Éste es Jesús, el Señor, que nos invita
a unir nuestro destino con el suyo
y a seguirlo resueltamente hasta el fin.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía nos has iluminado
con la Palabra de sabiduría de tu Hijo
y nos has dado su Pan de fortaleza para seguirla sin vacilación.
Cólmanos con la fuerza y sabiduría de tu Espíritu
para caminar con Jesús
a través del desierto del dolor y de la cruz
y llevar vida y alegría a nuestros hermanos necesitados
dándote gloria y alabanza a ti,
Dios nuestro, por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Hoy Jesús nos ha preguntado: “¿Eres realmente mi discípulo? Muy bien. Pero ¿te atreves a hablar claro a favor de toda injusticia, de los hermanos oprimidos? ¿Prestas atención y tiempo a los hermanos necesitados? ¿Puedes aceptar dificultades por amor a los otros? Éstas son las señales del verdadero discípulo…” Le pedimos a Dios que nos dé fuerza para que nuestra respuesta sea sí, de palabra y con la vida. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.