Domingo 18 de Septiembre
VIGESIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
“Te he encomendado mucho”
NOTA: Con respecto a la bien conocida y frecuentemente confusa parábola de hoy, la del administrador injusto, no podemos considerar satisfactorio un comentario muy difundido que dice: “Jesús alaba al administrador por su sagacidad, no por su deshonestidad”, especialmente si el hombre parece que actúa deshonestamente cancelando o reduciendo deudas a expensas de su dueño. Se entiende mejor la actitud del administrador, y también la alabanza de su amo, si el administrador cambia esa deuda a expensa propia, reduciendo el margen de su ganancia. En el sistema de administrador pediría como préstamo, por ejemplo, cincuenta cubos de aceite de oliva y pediría que le pagaran cien como su ganancia por arreglar el préstamo. Estas tasas usureras eran práctica corriente en aquellos días.
Saludo
Estamos aquí, unidos,
para presentar confiadamente nuestras súplicas a Dios
y ofrecerle nuestra acción de gracias
por medio de Jesucristo nuestro Señor,
el único mediador entre Dios y los hombres.
Que el mismo Jesús, el Señor, esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante
El Señor nos pregunta hoy: “¿Qué hicieron ustedes con las muchas cosas y las personas que les he confiado?” Hoy se habla mucho de rendimiento de cuentas, no solamente sobre nuestros empleos y trabajos, nuestras finanzas, nuestras familias y nuestras parroquias, sino también sobre nuestras propias vidas. Dios ha puesto tanto en nuestras manos…: las cosas materiales que poseemos, así como nuestros talentos y dones espirituales. Éstos no son dones personales solamente para nuestro propio disfrute sino para servicio de nuestras comunidades, para el Reino de Dios. Procuremos dar buena cuenta de ellos al Señor.
Acto Penitencial
Pedimos al Señor que nos perdone
por el egoísmo con que hemos manejado
todo lo que se nos ha confiado.
(Pausa)
Señor Jesús, cuando nos llamaste
para ser buenos administradores,
permitimos que el dinero y las posesiones nos dominaran.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú viniste a liberarnos,
pero nosotros dejamos que el poder y la ambición
nos amarren y aprisionen.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, cuando querías que sirviéramos a los pobres,
nosotros les dimos sólo limosnas,
en vez de darnos generosamente a nosotros mismos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Haznos libres de nuevo, Señor.
Líbranos del pecado
y haznos buenos administradores de los bienes de la tierra.
Y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Roguemos al Señor
para que sepamos ser
amables y generosos con todos.
(Pausa)
Oh Dios, justo y misericordioso:
Haz que seamos hombres y mujeres libres
que rechacemos las posesiones y el dinero
y sacrificar a los pobres a ellos.
Haz nuestros corazones amables y compasivos,
para que abramos nuestras manos y nuestros hogares
a los desposeídos y oprimidos,
Danos la gracia de ser justos con todos.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.
Primera Lectura (Am 8,4-7): El Pueblo de Dios debe ser un pueblo justo
En el nombre de la verdadera religión y de la Alianza, el profeta Amós exhorta al Pueblo de Dios a no enriquecerse a expensas de los pobres. Si así lo hacen, serán rechazados por Dios.
Escúchenlo los que aplastan a los pobres y eliminan a los miserables; 5ustedes piensan: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender trigo o el sábado para ofrecer grano y hasta el salvado de trigo? Para achicar la medida y aumentar el precio, 6para comprar por dinero al indefenso y al pobre por un par de sandalias. 7¡Jura el Señor por la gloria de Jacob no olvidar jamás lo que han hecho!
Segunda Lectura (1 Tm 2,1-8): Dios quiere que todos se salven
La oración litúrgica, dice San Pablo, debe ser universal y misionera, ya que Dios quiere que todos y cada uno de los hombres se salven por medio de su único mediador, Jesucristo. No deberíamos olvidar en nuestra oración a los que todavía no conocen a Cristo.
Ante todo recomiendo que se ofrezcan súplicas, peticiones, intercesiones y acciones de gracias por todas las personas, 2especialmente por los soberanos y autoridades, para que podamos vivir tranquilos y serenos con toda piedad y dignidad. 3Eso es bueno y aceptable para Dios nuestro salvador, 4que quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad. 5No hay más que un solo Dios, no hay más que un mediador, Cristo Jesús, hombre, él también 6que se entregó en rescate por todos conforme al testimonio que se dio en el momento oportuno; 7y yo he sido nombrado su heraldo y apóstol, digo la verdad sin engaño, maestro de los paganos en la fe y la verdad. 8Quiero que los hombres oren en cualquier lugar, elevando sus manos a Dios con pureza de corazón, libres de enojos y discusiones.
Evangelio (Lc 16,1-13): “Ríndeme cuentas de tu servicio”
El corazón de los cristianos debe ser indiviso. Su principal preocupación es servir fielmente a Dios y compartir generosamente todo lo que poseen con los hermanos.
Jesús les decía a los a los discípulos: Un hombre rico tenía un administrador. Le llegaron quejas de que estaba derrochando sus bienes. 2Lo llamó y le dijo: ¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuentas de tu administración, porque ya no podrás seguir en tu puesto. 3El administrador pensó: ¿Qué voy a hacer ahora que el dueño me quita mi puesto? Para cavar no tengo fuerzas, pedir limosna me da vergüenza. 4Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me despidan, alguno me reciba en su casa. 5Fue llamando uno por uno a los deudores de su señor y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? 6Contestó: Cien barriles de aceite. Le dijo: Toma el recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta. 7Al segundo le dijo: Y tú, ¿cuánto debes? Contestó: Cuatrocientos quintales de trigo. Le dice: Toma tu recibo y escribe trescientos. 8El dueño alabó al administrador deshonesto por la astucia con que había actuado. Porque los hijos de este mundo son más astutos con sus semejantes que los hijos de la luz. 9Y yo les digo que con el dinero sucio se ganen amigos, de modo que, cuando se acabe, ellos los reciban en la morada eterna. 10El que es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho; el que es deshonesto en lo poco, es deshonesto en lo mucho. 11Si con el dinero sucio no han sido de confianza, ¿quién les confiará el legítimo? 12Si con lo ajeno no han sido de confianza, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? 13Un empleado no puede estar al servicio de dos señores: porque odiará a uno y amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No pueden estar al servicio de Dios y del dinero.
Oración de los Fieles
Pidamos al Señor, nuestro Dios, que oriente los corazones de todos hacia los verdaderos valores eternos. Y digamos: R/ Señor, escucha a tu Pueblo.
Señor Dios nuestro, líbranos de todo lo que nos induce a replegarnos con egoísmo en nosotros mismos. Danos la gracia de vivir los unos para los otros y para ti, Dios nuestro, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú partes ahora para nosotros
el Pan de Vida que satisface a los pobres,
y nos sirves el vino de alegría de Jesús, tu Hijo.
Que, con el mismo Jesús,
y con la sabiduría y la fuerza del Espíritu Santo,
pongamos todos nuestros talentos y creatividad,
al servicio de los hermanos,
para que crezca tu Reino en nosotros y en todos los hombres,
y, con tu gracia, permanezca siempre,
por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Ofrezcámonos a Dios, y también ofrezcámosle nuestro trabajo, para que él lo haga fructificar, ya que sin él nada podemos.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús, nuestro Señor,
roguemos a nuestro Padre del cielo
por la venida de su Reino,
antes de rogar por nuestras propias necesidades.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y extiende tu paz a todo el mundo.
Que sea una paz basada en la justicia
y en el acceso abundante de cada persona y nación
a los bienes de la tierra,
tanto materiales como espirituales.
Ayúdanos a vivir sin lujo y ostentación
y sin necesidades artificiales.
Y que sepamos trabajar juntos
para la venida plena entre nosotros.
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que nos permite compartir su Pan y su copa
en los que se da a sí mismo por nosotros.
Dichosos nosotros de recibirlo a él,
que se hizo pobre por nosotros
para hacernos ricos en Dios.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios, todopoderoso y lleno de riqueza:
Lo que tú creas lo das generosamente
y nos lo confías a nosotros.
Sin embargo, nosotros intentamos egoístamente
abarrotar nuestras manos riquezas y poder.
Te damos gracias porque tú eres diferente:
generoso y discreto,
escondido detrás de tus dones.
Queremos tener la misma mentalidad que Aquel
que renunció al prestigio y al poder
en beneficio nuestro,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Seamos buenos administradores de todos los buenos dones que Dios nos da, utilizados en servicio de Dios y de los que nos rodean. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.