Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

TRIGESIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Description

 Domingo 30 de Octubre

 

TRIGESIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Un hombre pequeño

 

Saludo (Ver Primera Lectura)

Dios, el Señor, ama todo lo que existe

y es misericordioso con todos.

Él no tiene en cuenta nuestros pecados,

para que así podamos arrepentirnos.

Que el Señor, amante de la vida,

esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante

     Hay personas que siguen buscando valores más elevados en la vida. Quizás uno se siente satisfecho solamente a medias con la clase de vida que está llevando, o se siente culpable por su modo de vida. El evangelio de hoy nos muestra a Zaqueo, un hombre pequeño física y moralmente que va en busca del Señor. Para su sorpresa, Jesús adivina el hambre espiritual en el corazón de este hombre y se dirige a él. Jesús desea encontrarse con él. Si nosotros reconocemos humildemente nuestra pequeñez, el Señor se nos revelará y se invitará a sí mismo a caminar y a quedarse con nosotros. Él nos hará grandes en amor y en bondad.

 

Acto Penitencial

El Señor no tiene en cuenta nuestros pecados,

de forma que podamos arrepentirnos

y vivir una vida nueva.

Encomendémonos a su bondad y misericordia.

                          (Pausa)

Señor Jesús, tú eres amable

y lleno de compasión.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú apoyas a todos los que caen

y alzas a todos los que están postrados.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú eres lento para la cólera

y bueno y cariñoso con todos.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Señor, que amas la vida,

danos la gracia de vivir en tu Amor y en tu perdón;

reavívanos y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Pidamos a Dios

que Jesús se haga cercano a nosotros y nos transforme.

                          (Pausa)

Señor Dios nuestro, amante de la vida:

Somos pequeños ante ti,

pues somos conscientes de nuestro pecado.

Te bendecimos porque viste con agrado

que Jesús nos trajera su alegría y su perdón.

Que él se haga muy cercano a nosotros,

como hizo con Zaqueo,

de forma que transforme nuestras actitudes y nuestras vidas.

Que nos disponga a compartir con nuestros hermanos

tu misericordia, tu perdón y tu amor.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

 

Primera Lectura (Sab 11,22–12,2): Dios, el amante de la vida

     El Dios paciente y misericordioso da al pecador una oportunidad para arrepentirse, porque ama al hombre. Incluso sus castigos son “educativos”, pensados no para condenar sino para corregir y para inducir a la conversión.

El mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. 23Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan. 24Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. 25Y, ¿cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia si tú no las hubieses llamado? 26Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. 12,1Todos llevan tu soplo incorruptible. 2Por eso corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.

 

Segunda Lectura (2 Tes 1,11–2,2): El Pueblo de Dios, signo de la gloria de Jesucristo

     Ningún rumor sensacionalista sobre el inminente final del mundo puede disgustarnos si vivimos conforme a nuestro llamado como cristianos y, por tanto, somos signos de la gloria de Jesucristo.

Rezamos continuamente por ustedes, para que nuestro Dios los haga dignos de su llamado y les permita cumplir eficazmente todo buen propósito y toda acción de la fe. 12Así el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado por ustedes y ustedes por él, por la gracia del Dios nuestro y del Señor Jesucristo. 2,1Hermanos, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, les pedimos 2que no pierdan fácilmente la cabeza ni se asusten por profecías o discursos o cartas falsamente atribuidas a nosotros, como si el día del Señor fuera inminente.

 

Evangelio (Lc 19,1-10): “He venido a buscar lo que estaba perdido”

     Un encuentro real y auténtico con Jesucristo no puede dejarnos indiferentes. Zaqueo se encuentra con Jesús y se convierte.

Jesús entró en Jericó y atravesó la ciudad, 2allí vivía un hombre llamado Zaqueo, jefe de recaudadores de impuestos y muy rico, 3intentaba ver quién era Jesús; pero a causa del gentío, no lo conseguía, porque era bajo de estatura. 4Se adelantó de una carrera y se subió a un árbol para verlo, pues iba a pasar por allí. 5Cuando Jesús llegó al sitio, alzó la vista y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa. 6Bajó rápidamente y lo recibió muy contento. 7Al verlo, murmuraban todos porque entraba a hospedarse en casa de un pecador. 8Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le devolveré cuatro veces más. 9Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también él es hijo de Abrahán. 10Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido.

 

Oración de los Fieles

     Con toda confianza, oremos a Dios que es amable y lleno de compasión, y digamos:

R/ Señor, danos un corazón nuevo.

 

  • El Señor es misericordioso con todos: Para que no camine por el camino de nuestra vida sin encontrarse con nosotros, roguemos al Señor.
  • El Señor es poderoso: Para que su gracia nos toque, nos cure y nos transforme, roguemos al Señor.
  • El Señor cierra sus ojos a nuestros pecados: Para que no pase junto a nosotros sin transformarnos, roguemos al Señor.
  • El Señor ama a todo ser viviente: Para que no deje de levantarnos de nuestra postración, de nuestra mediocridad y nuestro pecado, roguemos al Señor.
  • El Señor ama la vida: Para que nos conceda la vida del Espíritu, roguemos al Señor.
  • El Señor alza a todos los caídos: Para que nos dé el valor de ayudar a la gente a librarse de la injusticia y explotación, roguemos al Señor.

 

     Señor Dios nuestro, tú eres bueno con todos y fiel a tu Pueblo. Levántanos y ayúdanos en nuestra necesidad. Te lo pedimos por medio de Cristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Padre misericordioso:

Tu Hijo Jesús no rechazó o condenó

a marginados y pecadores.

Él compartió su mesa,

como come ahora con nosotros.

En presencia de Jesús

encontraron ellos el valor

para levantarse y caminar derecho.

Que él nos fortalezca para caminar con él

hacia los pobres, los indeseables y no queridos, los leprosos sociales,

para que puedan experimentar tu bondad en nosotros

y recobrar su fe en ti.

Que entonces proclamemos a los pobres

tu Buena Nueva de Salvación

y caminemos tras las huellas de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Dios no nos mantiene encarcelados en nuestros pecados. Por medio de Jesús, nos recupera para su amistad y confía suficientemente en nosotros para hacernos su Iglesia. Por todo esto damos gracias al Padre.

 

Invitación al Padre Nuestro

En el nombre de Jesús, el Señor,

pedimos a Dios, nuestro Padre del cielo,

que nos perdone como nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de la soberbia

que nos induce a admirarnos tontamente

de nosotros mismos

por lo grandes que somos

y nos hace despreciar a los demás.

Haz que anhelemos la venida gloriosa de Aquel

que nos hace grandes a tus ojos,

nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

que nos dice que hoy estará en nuestra casa.

Dichosos nosotros

de poderle acoger,

y de recibir de él la Salvación.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre misericordioso:

Con frecuencia nos encontramos con personas

que ansían una sonrisa,

o esperan una palabra amable,

o que buscan un signo de simpatía y amistad.

No permitas que pasemos a su lado

con ojos ciegos, como quien no ve.

Concédenos oído agudo y corazón sensible

para oír y comprender

su súplica silenciosa que busca apoyo y ayuda,

tal como lo hizo Jesús, tu Hijo,

que vive contigo y con nosotros

ahora y por los siglos de los siglos.

 

Bendición

     Hermanos: El amor genuino es gratuito; es un don libre, inmerecido. Por eso Dios, fuente de todo amor verdadero, responde a las miserias de los hombres. Su Hijo vino a perdonar nuestros pecados y a ponernos de nuevo en el camino de la vida y del amor, sencillamente porque nos ama. Por eso, ¿no deberían preocuparse más nuestras comunidades cristianas por los hermanos marginados, con la misma clase de amor generoso que Dios nos ha mostrado a todos? Para que sepamos hacerlo, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

 

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