Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

TRIGESIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

Description

Domingo 20 de Noviembre

 

TRIGESIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

 

Reinando desde una Cruz

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

El Padre nos ha otorgado un lugar

en el Reino de su Hijo amado.

En él conseguimos nuestra libertad,

el perdón de los pecados.

Que Jesucristo, el Señor, esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante

     Hoy cerramos el año litúrgico, año de la Iglesia, con la solemnidad de Cristo Rey. A través de todo este año hemos contemplado con nuestros ojos el nacimiento, la vida, el mensaje, la muerte y la Resurrección de Jesús. La liturgia de hoy resume algunos aspectos clave de por qué él vino a vivir entre nosotros. Murió en la cruz por nosotros para mostrarnos toda la profundidad del Amor de Dios, su ilimitada misericordia con los pecadores, la promesa del paraíso para el criminal crucificado, la gracia de Dios que nos acepta como hermanos y hermanas de Jesús e hijos y herederos del Padre. Con Jesús, damos gracias ahora al Padre por concedernos perdón y vida.

 

Acto Penitencial

Pedimos al Señor que nos perdone

porque no siempre hemos correspondido a su Amor.

                          (Pausa)

Señor Jesús, Rey misericordioso,

te damos gracias por otorgarnos tu perdón.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, Rey de la verdad y de la vida,

te damos gracias por dar sentido a nuestras vidas

y por hacerlas ricas y eternas.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, Rey de amor y de paz,

te expresamos nuestra sincera gratitud

por la gracia inmerecida

de mostrarnos el camino hacia el Padre.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Señor, danos la gracia de experimentar tu misericordia infinita,

haz que se desborde sobre nuestros hermanos y hermanas,

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Roguemos para que todo el Pueblo de Dios

llegue a ser más semejante a Cristo nuestro Rey.

                          (Pausa)

Oh Dios y Padre nuestro, amante de tu Pueblo:

Tú quieres que reconozcamos a nuestro Rey en Jesús,

coronado de espinas y entronizado en una cruz,

como nuestro líder sin ejército ni poder.

Con y como él, haz que elijamos el amor

como nuestro único poder,

y el servicio humilde como nuestra única grandeza.

Que sea éste el modo cómo su reinado crezca entre nosotros,

hasta que nos lleves a tu alegría y felicidad eternas.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura (2 Sam 5,1-3): Un rey según el corazón mismo de Dios

     El pueblo quiere que David sea su rey y pastor. Él es “de su misma carne y sangre” y, al mismo tiempo, cercano también a Dios. En esto David es una pálida imagen de Jesús.

Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a decirle a David: Aquí nos tienes Somos de la misma sangre. 2Ya antes, cuando todavía Saúl era nuestro rey, tú eras el verdadero general de Israel. El Señor te dijo: Tú pastorearás a mi pueblo, Israel; tú serás jefe de Israel. 3Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón para visitar al rey. El rey David hizo un pacto con ellos, en Hebrón, ante el Señor, y ellos ungieron a David rey de Israel.

 

Segunda Lectura (Col 1,12-20): Pertenecemos al Reino de Jesús

     Con San Pablo expresamos nuestra gratitud al Padre por concedernos un lugar en el Reino de Jesús gracias a su muerte en la cruz.

Con alegría den gracias al Padre que los ha preparado para compartir la suerte de los consagrados en el reino de la luz; 13porque él los arrancó del poder de las tinieblas y los hizo entrar al reino de su Hijo querido, 14por quien obtenemos el rescate, el perdón de los pecados. 15Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, 16porque por él fue creado todo, en el cielo y en la tierra: lo visible y lo invisible, majestades, señoríos, autoridades y potestades. 17Todo fue creado por él y para él, él es anterior a todo y todo se mantiene en él. 18Él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de los muertos, para ser en todo el primero. 19En él decidió Dios que residiera la plenitud; 20por medio de él quiso reconciliar consigo todo lo que existe, restableciendo la paz por la sangre de la cruz tanto entre las criaturas de la tierra como en las del cielo.

 

Evangelio (Lc 23,35-43): Un rey crucificado

     Por su muerte en la cruz, Jesús llegó a ser no solo el Rey de los Judíos, sino también el Rey de todos los que lo aceptan como su Señor, incluidos los marginados. Pero la persona tiene que tomar una opción a favor o en contra de él.

En aquel tiempo el pueblo estaba mirando a Jesús y los jefes se burlaban de él diciendo: Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. 36También los soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre 37y le decían: Si eres el rey de los judíos, sálvate. 38Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos. 39Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. 40Pero el otro lo reprendió diciendo: ¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena? 41Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; pero él, en cambio, no ha cometido ningún crimen. 42Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. 43Jesús le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

 

Oración de los Fieles

     Pidamos a nuestro Señor Jesucristo que su Reino crezca entre nosotros, y digámosle: R/ Señor, que venga a nosotros tu Reino.

 

  • Cristo vino como el Salvador de todos. Para que su Reino venga a los que han perdido el camino que conduce a Dios y a los hermanos, roguemos al Señor.
  • Cristo reconcilió el cielo con la tierra. Para que su Reino venga a nosotros por medio de la paz entre las naciones, roguemos al Señor.
  • Cristo es la cabeza de la Iglesia. Para que su Reino venga por medio de la unidad entre todos los cristianos, roguemos al Señor.
  • Cristo dio un lugar en su Reino a los pecadores, a los pobres, a los que sufren. Para que su Reino crezca entre los débiles y los sin-voz de nuestros días, roguemos al Señor.
  • Cristo es el primer resucitado de entre los muertos. Para que su Reino llegue con gozo y alegría a nuestros seres queridos difuntos, roguemos al Señor.
  • Cristo vive en nuestras comunidades cristianas. Para que su Reino crezca por medio de nuestra dedicación y servicio, roguemos al Señor.

 

     Señor Jesús, haznos un Pueblo que lleve el calor de la justicia y del amor a todos los seres humanos en la Tierra, para que tu Reino crezca entre nosotros, ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, Creador omnipotente

y Padre de todo lo que existe y vive:

Muéstranos tu viva presencia

en tu Hijo Jesucristo.

Por el poder de su Santo Espíritu

sostén nuestra esperanza

y danos la gracia de comprometernos generosamente

a construir una ciudad y un Reino

que sean humanos, pacíficos, justos y fraternales,

como una ofrenda que te sea agradable a ti,

Dios nuestro, por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Demos gracias a Dios nuestro Padre, que nos ha dado un lugar en el Reino de su amado Hijo.

 

Invitación al Padre Nuestro

Como hijos e hijas del Padre del cielo,

oremos con Jesús, que nos ha librado del pecado,

para que venga a todos el Reino de Dios.

R/ Padre nuestro

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

y concédenos tu paz,

que tantas veces nos soslaya y se nos escapa.

Que sea una paz basada

en tu verdad y justicia, en dignidad,

en nuestro amor servicial a ti

y a todos los que nos rodean.

Ayúdanos a prepararnos con gozo y esperanza

para la plena venida entre nosotros

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios,

que vino a ser nuestra paz y reconciliación

por su muerte en la cruz,

y llegó a ser el rey de todos

por su gloriosa Resurrección.

Dichosos nosotros

invitados a su banquete y a su Reino.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor, Dios todopoderoso:

Que el Pan de Vida de tu Hijo nos sustente

y su copa sea nuestra alegría y esperanza

para llevar a cabo la misión que se nos ha encomendado

de establecer definitivamente su Reino.

Ayúdanos a dar a cada persona lo que le es debido

con respeto, dignidad y justicia.

Transfórmanos en constructores de paz

y haz que nuestro amor sea

generoso y humilde al servicio de todos,

para que Jesucristo sea nuestro Rey y Señor,

ahora y por los siglos de los siglos.

 

Bendición

     Hermanos: El Reino de Dios no está completo todavía. Pero está entre nosotros y sigue creciendo cuando intentamos vivir como Jesús y llevar su justicia y amor a todos con nuestras palabras y con nuestras obras, y con la entrega de nosotros mismos. Para ello imploramos la bendición del cielo. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

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