Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Transfiguración del Señor

Description

Sábado 6 de Agosto, 2024

 

TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR

 

Una visión anticipada de la gloria

Saludo

Hoy Dios nuestro Padre nos dice:

 “Este es mi Hijo amado. Escúchenlo.”

 Que la Palabra de nuestro Señor Jesucristo

resuene en sus corazones y en sus vidas.

 Que el Señor esté siempre con ustedes.

 

Introducción

Todos los años, en el Segundo domingo de Cuaresma escuchamos el relato de la Transfiguración de Jesús, cada vez según el evangelista del año. Es la preparación al Triduo Pascual. La luz de la Transfiguración anticipa, de alguna manera, el misterio pascual complete.

La fiesta de hoy, de origen oriental y monástico, nos invita a mirar contemplativamente al Señor glorificado, iluminado con la luz plena de la Pascua, y con una proyección escatológica, el triunfo total al final de los tiempos.

Después de que Jesús habló a sus discípulos sobre su próximo sufrimiento, él y sus discípulos – y

 

Acto Penitencial

 ¿Intentamos comprender mejor a Jesús

y ver su presencia en nuestra vida como algo verdadero y real?

¿Lo escuchamos en nuestra vida?

Examinémonos sinceramente.

 (Pausa)

Señor, tú develaste tu glorioso rostro

para fortalecer la fe de los apóstoles.

Muéstrate también a nosotros.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Señor, Jesucristo, tú te sentiste fortalecido

en tu camino hacia el sufrimiento y la muerte.

Ven con nosotros cuando sufrimos

e inspíranos a estar firmes al lado de los que sufren.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tu Padre desde el cielo

nos dijo que te escucháramos.

Abre nuestros oídos y nuestros corazones a tu mensaje.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

y perdona todos nuestros pecados.

Haznos más conscientes y atentos a tu cercanía

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Roguemos al Señor

que nos ha hecho sus hijos e hijas

 en Jesucristo, su Hijo predilecto.

       (Pausa)

Señor Dios nuestro:

En la Transfiguración de Jesús

iluminaste los ojos de la fe de tus apóstoles

para que pudieran ver más allá de las apariencias,

y reconocer a Jesús como tu Hijo amado.

Fortalece también nuestra fe

en la persona y mensaje de tu Hijo.

Ayúdanos a reconocer algo de su rostro

en nuestros hermanos

y a encontrarlo siempre en los otros,

para que caminemos con él

y participemos de su gloria

por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: El Hijo del Hombre

En tiempo de persecución el profeta tiene una visión de un mundo transfigurado. El “Hijo del Hombre” –que simboliza al Pueblo de Dios, quizás al Mesías– ya no sufrirá más, sino que será honrado y participará en la gloria de Dios.

Daniel 7,9-10.13-14: Vi a un anciano con vestido blanco

Durante la visión vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó: Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. 10Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. 13Seguí mirando, y en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo una figura humana, que se acercó al anciano y fue presentada ante él. 14Le dieron poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

 

Salmo Responsorial

Salmo 96, 1-2. 5-6. 9

R. (1a y 9a) Reina el Señor, alégrese la tierra.
Reina el Señor, alégrese la tierra;
cante de regocijo el mundo entero.
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor
que se asienta en la justicia y el derecho.
R. Reina el Señor, alégrese la tierra.
Los montes se derriten como cera
ante el Señor de toda la tierra.
Los cielos pregonan su justicia,
su inmensa gloria ven todos los pueblos.
R. Reina el Señor, alégrese la tierra.
Tú, Señor, altísimo,
estás muy por encima de la tierra
y mucho más en alto que los dioses.
R. Reina el Señor, alégrese la tierra.

 

Segunda Lectura : Como una lámpara que Ilumina el camino

Los apóstoles presentes en la Transfiguración no se percataron de lo que allí estaba pasando. Más tarde, después de la Resurrección, comprendieron y testificaron que Jesús no es un mito sino el fundamento de la fe y de la vida.

2 Pedro 1,16-19: Oímos esta voz del cielo

Hermanos: Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre él, diciendo: “Éste es mi Hijo amado, en quien yo me complazco”. Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en el monte santo.

Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de ustedes.

 

R. Aleluya, aleluya.
Éste es mi Hijo muy amado, dice el Señor,
en quien tengo puestas todas mis complacencias; escúchenlo.
R. Aleluya.

 

Evangelio:Este es mi Hijo amado, escúchenlo

Después de que Jesús habló a sus discípulos sobre su próximo sufrimiento, él y sus discípulos – y nosotros también con ellos– experimentan una extraordinaria visión que anticipa la gloria y la resurrección que llegará más tarde.

 

Evangelio: Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.

Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.

En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de en¬tre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían en¬tre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”.


 

Oración de los Fieles

 Con toda confianza, oremos confiadamente a Dios Padre, porque nos ha aceptado como sus hijos e hijas en su amado Hijo Jesucristo. Digámosle:

R/ Padre, que vivamos en la luz de Cristo (o bien: Padre, que Cristo, tu Hijo, nos ilumine).

  • Para que el rostro de la Iglesia pueda reflejar siempre la luz del Cristo glorioso y que la gloria de la Iglesia no consista en riqueza o en poder mundano sino en el modesto brillo del Evangelio, hecho vida y misión, roguemos al Señor.
  • Para que la espiritualidad de las Iglesias Ortodoxas, que está marcada por el misterio de la Transfiguración, inspire también más a la Iglesia Católica y nos lleve a todos a acercarnos a la unidad, roguemos al Señor.
  • Para que los artistas sigan revelándonos los esplendores de la Creación de Dios y los científicos descubran los secretos del universo y los usen sabiamente para el desarrollo y el progreso de la gente y del mundo, roguemos al Señor.
  • Para que iluminemos nosotros, con palabras de ánimo y esperanza, los rostros de los que sufren; que aprendamos de Cristo a encontrarnos los unos con los otros sin máscaras o pantallas engañosas y que todos juntos sepamos buscar la luz de la verdad y del amor, roguemos al Señor.
  • Para que seamos hombres y mujeres liberados en Cristo, comprometidos con transformar este mundo con justicia, verdad, paz y libertad para todos, y que aprendamos a amarnos unos a otros como Dios nos ama en Cristo Jesús, roguemos al Señor.

Oh Dios Padre, tu gloria iluminó el rostro de Jesús, tu Hijo amado. Que su luz venga sobre nosotros como un amanecer lleno de promesas. Créanos de nuevo, a nosotros y al mundo, en Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Lo que vemos ante nosotros

no es más que un trozo de pan

y una copa con un poco de vino.

Sin embargo, creemos que enseguida

estos elementos se convertirán

en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

Que él venga vivo a nosotros en la comunión

y nos guíe con su Santo Espíritu

para que, con él, oigamos tu llamado

y caminemos en medio de las dificultades y alegrías de la vida

con rostros iluminados por la esperanza

con la certeza de que tú has preparado para nosotros

una gloria y una felicidad

que permanecerán para siempre,

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Con Jesús nuestro Señor, Hijo amado de Dios, damos ahora gracias y alabanza al Padre, seguros de que el mismo Padre va a aceptar nuestra ofrenda.

 

Invitación al Padre Nuestro

Oremos a nuestro Padre del cielo

que nos dijo que escucháramos a su Hijo amado.

Lo hemos escuchado, y, con Jesús,

rezamos la oración de los hijos de Dios:

R/ Padre nuestro...

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

 y concédenos la paz en nuestros días.

 Guárdanos de la indiferencia y ansiedad

 y ayúdanos a ver,

más allá de los acontecimientos de la vida,

la realidad más profunda de las cosas y las personas.

Ayúdanos a ver tu mano que nos guía

y tu Amor que nos conforta

y a escuchar siempre y prontamente tu llamado,

mientras esperamos con gozo la gloriosa venida

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

 

Invitación a la Comunión

Éste es el Cuerpo de Jesucristo, el Señor,

Hijo amado del Padre.

Su gloria se nos oculta; está escondida;

sin embargo, él es luz en nuestra oscuridad

y es transfiguración de nuestras vidas.

Felices nosotros, que, aunque no hayamos visto su gloria,

creemos que él es nuestro Señor y Salvador.

R/ Señor, yo no soy digno...

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Por el poder de Jesús, nuestro Señor transfigurado,

nos llamas a transformar nuestro mundo

a imagen de Jesucristo, tu Hijo.

Arranca nuestras máscaras.

Que nos podamos encontrar

y aceptar unos a otros como somos

y que juntos intentemos ser

aquello a lo que tú nos has llamado.

Danos la gracia de comprometernos

en favor de la justicia y la fraternidad

para cambiar este duro y frío mundo

en una comunidad global en la que estés presente

por medio de nuestro Señor, Jesucristo.

 

Bendición

En su Transfiguración, Jesús reveló su identidad más íntima. Ojalá creamos en él como fuente de toda transfiguración en nosotros y en el mundo. Y que Cristo sea nuestra fuerza para trabajar hacia esa transfiguración, con la bendición de Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

 

 

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