Liturgia viva

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PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

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Domingo 27 de Noviembre

 

 

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

 

¡El Señor viene!

Cristo nos trae esperanza

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Ha llegado la hora;

deben ustedes despertar:

Nuestra salvación está cerca.

Que el Señor esté con todos ustedes.

 

Introducción del Celebrante (Dos opciones)

  1. ¡El Señor viene!

      ¡El Señor viene! Nos está buscando. ¿Le abrimos nosotros las puertas de nuestro corazón? ¿Lo reconocemos cuando nos pregunta si puede entrar? ¿Lo reconocemos cuando lo encontramos por la calle, en nuestro vecindario? Pidamos al Señor en esta eucaristía que sepamos acogerlo y amarlo en las muchas formas en que él viene a nosotros.

 

  1. Cristo nos trae esperanza

      Una persona de fe es una persona de esperanza. Como cristianos, no podemos vivir sin soñar, sin ideales que nos inspiren y que incluso nos impacienten a veces. El mensaje de este Primer Domingo de Adviento nos habla del sueño de Dios con respecto a nuestro mundo. Este mundo está destinado a la paz y la justicia. Sucederá este sueño feliz cuando la luz de Cristo brille sobre él. Dios escribirá este futuro solamente con la ayuda de los hombres. ¿Estamos despiertos y dispuestos a hacer llegar la luz y la paz de Cristo a este nuestro mundo de hoy y a transformarlo en el mundo de mañana soñado por Dios?

 

Acto Penitencial

Pidamos perdón al Señor

por no estar nosotros atentos a su venida.

                        (Pausa)

Señor Jesús, tú quieres que estemos despiertos,

aunque no conozcamos el día de tu llegada.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú nos apremias a estar vigilantes

porque quieres encontrarte con nosotros.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú nos pides permanecer dispuestos,

porque estás buscando que nos abramos a ti.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Perdona todos nuestros pecados, Señor;

cambia nuestra indiferencia y desaliento en esperanza,

nuestra cobardía en coraje,

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta (Dos opciones)

¡El Señor viene!

Pidamos al Señor que nos despierte

de nuestra vida insulsa y sin sentido.

                          (Pausa)

Oh Dios, esperanza y futuro nuestro:

Por medio de tu Hijo, Jesucristo,

tú eres parte de nuestras vidas y de nuestras comunidades.

Haznos tan conscientes de} su presencia

que nuestros hermanos lo encuentren y lo amen

en el discreto, pero profundo amor,

que nos profesamos unos a otros;

en nuestros esfuerzos para traer paz a este mundo;

en nuestro compromiso por la compasión y la justicia

en beneficio sobre todo de los más humildes y abandonados.

Que Jesús nos inspire y nos guíe

para llevar a todos a ti, Dios nuestro

por los siglos de los siglos.

 

Cristo nos trae esperanza

Oremos para que nuestra fe y nuestra esperanza

traigan la luz de Cristo a nuestros hermanos.

                             (Pausa)

Señor, Dios todopoderoso:

Mucho tiempo ha, vino a nosotros tu Hijo Jesucristo

como Dios con rostro humano.

Y sin embargo, estamos esperando todavía hoy, con esperanza,

su plena venida gloriosa.

Haznos más conscientes de que tú también nos esperas

para crear contigo entre nuestros hermanos

la paz y la libertad,

la luz, la justicia y el amor,

que den testimonio ante todos

de que tu Hijo Jesús está aquí, que vive,

y que un día nos llevará a la luz eterna de tu casa

por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura : Un futuro de paz y de luz

      En un tiempo de guerra y de pruebas, el profeta da al pueblo una visión de esperanza en la paz y en la justicia final de Dios. Nosotros tenemos que preparar ese futuro.

Isaías 2,1-5: El Señor reúne a las naciones

 

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: 2Al final de los tiempos estará firme el monte de la casa del Señor, sobresaliendo entre los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán las naciones, 3caminarán pueblos numerosos. Dirán: Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas, porque de Sión saldrá la ley; de Jerusalén, la Palabra del Señor. 4Será el árbitro entre las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados; de las lanzas, hoces. No alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra. 5Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

 

 Salmo 122: Qué alegría cuando me dijeron: “¡Vamos a la casa del Señor”!

 

Segunda Lectura: ¡Despiértense ahora!

     San Pablo nos advierte la urgencia de despertarnos y de vivir la vida de Cristo. ¡Ahora es el tiempo! Somos peregrinos hacia la luz de Cristo.

Romanos 13,11-14: Nuestra salvación está cerca

 

Reconozcan el momento en que viven, que ya es hora de despertar del sueño: ahora la salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe. 12La noche está avanzada, el día se acerca: abandonemos las acciones tenebrosas y vistámonos con la armadura de la luz. 13Actuemos con decencia, como de día: basta de banquetes y borracheras, basta de lujuria y libertinaje, no más envidias y peleas. 14Revístanse del Señor Jesucristo y no se dejen conducir por los deseos del instinto.

 

Evangelio: ¡Estén despiertos!

     La vida cristiana es un esperar activo la venida continua de Cristo. Los discípulos de Cristo deben estar siempre dispuestos a reconocer la venida del Señor siendo fieles a la misión que el mismo Cristo les ha confiado en la vida.

Mateo 24,37-44: ¡Estén en vela, para estar preparados!

 

La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé: 38en aquellos días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, hasta que Noé se metió en el arca. 39Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será la llegada del Hijo del Hombre. 40Estarán dos hombres en un campo: a uno se lo llevarán, al otro lo dejarán; 41dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. 42Por tanto estén prevenidos porque no saben el día que llegará su Señor. 43Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría cuidando para que no le abran un boquete en la pared. 44Por tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen.

 

Oración de los Fieles

     Estemos atentos al llamado de Jesús nuestro Señor, quien nos convoca a estar despiertos y a preparar su venida en la Iglesia y en el mundo de hoy, y digamos con esperanza: R/ Señor de la esperanza, escucha nuestra oración.

 

  • Por la Iglesia y sus líderes, para que inspiren a la comunidad cristiana con la firme e indestructible esperanza de que podemos construir un mundo mejor si Cristo vive hoy entre nosotros, roguemos al Señor.
  • Por todas las Iglesias Cristianas, para que respondan a las expectativas de Dios y proclamen con palabras y con obras el mensaje de amor y servicio del Señor, roguemos al Señor.
  • Por el mundo en que vivimos, para que todos los hombres y mujeres trabajen juntos para poner fin a la guerra y al odio, a la opresión y a la injusticia, y para que busquen sincera y eficazmente la paz, la justicia y la libertad, roguemos al Señor.
  • Por los pobres y los que sufren, para que por medio de nosotros Cristo venga y se encuentre con ellos: que sepamos visitar y animar a los enfermos, ayudar a los hambrientos a ganar su sustento con dignidad, liberar a los que están injustamente privados de su libertad y traer la Buena Noticia de salvación a los marginados y rechazados, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros aquí presentes, para que no nos consideremos auto-satisfechos sino que sigamos buscando a Cristo y su luz, renovándonos a nosotros mismos y desviviéndonos por todos los que nos rodean, roguemos al Señor.

 

     Señor Jesucristo, tú sabes que somos incapaces de construir sin ti un mundo nuevo y mejor. Ven, quédate y marcha con nosotros en nuestro caminar peregrino; enséñanos el camino y construye con nosotros, para que pertenezcamos a ti y para que este mundo sea tuyo y también te pertenezca, ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, rico en amor:

Mucho tiempo ha, tu Hijo Jesús vino a la tierra

para compartir nuestro destino

y para traernos tu perdón y tu vida.

Que venga él aquí a estar entre nosotros

en estos signos de pan y vino

y así él sea nuestra luz y nos dé valor.

Que viva hoy en nosotros y en nuestra comunidad,

en la Iglesia y en el mundo

como nuestro Señor y Salvador

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Demos gracias y alabanza al Padre, porque nos ha dado esperanza y vida por la venida de su Hijo Jesús. Que esta eucaristía nos dé fuerza y amor para atraer más a Cristo al mundo de hoy.

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

que nos separan de ti

y desgraciadamente nos predisponen

a vivir como amigo contra amigo.

En las tensiones de nuestros días,

guárdanos del miedo y del temor

y otórganos la paz de tu Hijo.

Despiértanos de nuestra indiferencia

y conserva viva en nosotros

la esperanza en la plena venida

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

a quien clamamos: ¡Ven, Señor Jesús!

Ven y sacia

nuestra hambre de bondad, alegría y libertad.

Ven y haz que nosotros

te hagamos presente en este mundo.

¡Ven, Señor Jesús!

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Tú nos has dado este tiempo y esta vida

para crecer en Cristo y vivir su vida.

Haz que nos percatemos

de que, si él vive en nosotros,

podremos entregarlo al mundo como nuestro mejor don,

para que los gritos del pobre sean escuchados,

para que tu verdad y justicia prevalezcan,

y para que todos, en la tierra como en el cielo,

compartan tu amor y tu paz.

Conserva viva en nosotros esta firme esperanza

y guíanos en nuestro caminar peregrino

por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

     Hermanos: Felizmente nos hemos encontrado con el Señor en esta eucaristía. Hagamos todo lo posible para traerlo también al mundo de hoy compartiendo con la gente que nos rodea su amor y su justicia, su esperanza y alegría. El mejor modo de hacerlo será viviendo su vida lo mejor que podamos. Que nuestra vida sea, pues, el libro abierto en el que nuestros hermanos puedan leer y cerciorarse de que el Señor ha venido ya y vive entre nosotros. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

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