Domingo 5 de Febrero
QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Luz que debería iluminar. Sal que debería dar sabor
Saludo
Que el Señor Jesús, luz del mundo, que nos reúne,
haga que nuestros rostros reflejen su luz
y que siempre esté con ustedes.
R/ Y con tu espíritu.
Introducción del Celebrante
Lo que nos sorprende del mensaje de las lecturas de hoy es cuánto confía Cristo en nosotros, incluso más que nosotros mismos. Él nos confía la misión de ser luz que ilumina el mundo, sal que preserva y da sabor al mundo con el aroma del Evangelio. La misión de ser una ciudad de luz que atraiga a todos a Dios. ¡Qué responsabilidad! Hoy, pidamos a Jesús que encienda su luz en nosotros.
Acto Penitencial
Qué poco ha brillado la luz de Cristo en nuestras vidas.
Pidamos perdón al Señor.
(Pausa)
Señor Jesús, que eres la luz verdadera
que ilumina el mundo.
R/ Señor, ten piedad.
Cristo Jesús que dijiste de ti mismo:
“Yo soy la luz del mundo;
el que me siga tendrá la luz de la vida.
R/Cristo, ten piedad.
Señor Jesús, que nos dices:
“ Tú eres la luz del mundo.”
Tú luz debe brillar para toda la humanidad.
R/ Señor, ten piedad.
Señor, deja que la luz de tu misericordia
se lleve la oscuridad de nuestro pecado.
Danos a luz de la vida y condúcenos a la vida eterna.
R/Amén.
Oración Colecta
Oremos para que hagamos las buenas obras
que lleven a la humanidad hacia Dios.
(Pausa)
Padre amoroso,
somos importantes para ti
porque nos sigues confiando la misión
de dar a conocer tu nombre y tu amor.
Fortalécenos en nuestras debilidades;
que saboreemos el mensaje del Evangelio;
que, siguiendo las huellas de tu Hijo Jesús,
llevemos tu luz y tu sabor al mundo
y lo hagamos con alegría.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Primera Lectura (Eclo 15,16-21): Que tu luz ilumine a todas la gentes
El profeta nos dice hoy: Dios estará cerca de ti y tu iluminarás con su luz si estás cerca de los necesitados.
Isaías 58,7-10: Romperá tu luz como la aurora
Así dice el Señor: «Comparte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo y no te despreocupes de tu hermano. 8Entonces brillará tu luz como la aurora; tus heridas sanarán rápidamente; tu justicia te abrirá camino; detrás irá la gloria del Señor. 9Entonces llamarás al Señor, y te responderá; pedirás auxilio, y te dirá: “Aquí estoy”. Si destierras de ti toda opresión, y el señalar con el dedo, y la palabra maligna; 10si das tu pan al hambriento y sacias el estómago del necesitado, surgirá tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía».
Salmo 112: El justo brilla en las tinieblas como una luz
Segunda Lectura (1 Cor 2,1-5): Doy testimonio de Cristo Crucificado
San Pablo reflexiona sobre su misión: no es filosofando o haciendo discursos como predico a Cristo sino dando testimonio del Señor crucificado.
1 Corintios 2,1-5: «Les anuncié el misterio de Cristo crucificado»
Cuando llegué a ustedes, hermanos, para anunciarles el misterio de Dios no me presenté con gran elocuencia y sabiduría; 2al contrario decidí no saber de otra cosa que de Jesucristo, y éste crucificado. 3Débil y temblando de miedo me presenté ante ustedes; 4mi mensaje y mi proclamación no se apoyaban en [palabras] sabias y persuasivas, sino en la demostración del poder del Espíritu, 5para que la fe de ustedes no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder divino.
Evangelio (Mt 5,13-16): La sal y la luz del mundo
De acuerdo con Jesús, nuestra tarea en el mundo es vivir en coherencia con el Evangelio de manera que la luz de Dios ilumine al mundo.
Mateo 5,13-16: «Ustedes son la luz del mundo»
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra: si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se le devolverá su sabor? Sólo sirve para tirarla y que la pise la gente. 14Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte. 15No se enciende una lámpara para meterla en un cajón, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa. 16Brille igualmente la luz de ustedes ante los hombres, de modo que cuando ellos vean sus buenas obras, glorifiquen al Padre de ustedes que está en el cielo».
Oración de los fieles
Pidamos al Padre la luz. Que verdaderamente nos convirtamos en la sal y la luz del mundo. Respondemos diciendo: R/Señor, que tu luz nos ilumine.
Señor Dios, oramos para que tu luz ilumine a toda la tierra. A pesar de que somos limitados, permite que nuestras palabras y acciones sean reflejo de la luz de tu amor, en el nombre de Jesús el Señor. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Dios y Padre nuestro,
tu Hijo Jesús se nos entregó por completo
en el pan y en el vino
como comida sabrosa y vino de alegría.
Por el don de tu Eucaristía,
ayúdanos a ser testigos de que la vida tiene sentido
y merece la pena.
Que, como seguidores de Jesús, seamos personas
que comparten con alegría y trabajan por la justicia.
Que demos sabor de Evangelio a nuestra vida,
y a nuestros vínculos con todos los que nos rodean,
para que ellos también puedan sentir
que tu Hijo Jesús está presente en medio de nosotros,
ahora y por siempre.
R/Amén.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Demos gracias al Padre del Cielo porque ha hecho que la luz de Jesús ilumine nuestros corazones de manera que también nosotros podamos ser luz para la gente con la que vivimos.
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todo mal
y de todo temor
haciendo que la luz de tu Hijo brille
en la oscuridad de este mundo.
Aunque tenue y vacilante,
que nuestras tímidas luces iluminen
hasta que nos encontremos para siempre
ante la luz verdadera en la tierra y en el cielo,
por Jesucristo nuestro Señor y Salvador.
R/ Por Cristo, con Él...
Invitación a la Comunión
Este es Jesús el Señor.
Él dijo: “Yo soy la luz del mundo”.
Y nos dice a cada uno de nosotros:
“Tú eres la sal que debería dar sabor
a la vida de la gente de tu entorno.”
“Tú eres la luz del mundo
que no debería permanecer escondida.”
Estamos felices porque el Señor confía en nosotros
y nos invita a recibirlo.
R/ Señor, yo no soy digno....
Oración después de la Comunión
Señor Dios,
nos has dado la sal y la luz
de tu Palabra y de tu Pan de Vida.
Que hagan de nuestra comunidad cristiana
una ciudad que ilumina en lo alto de una montaña
para ser testigos de tu integridad,
de tu amor y justicia en este mundo.
Acepta nuestro humilde agradecimiento
por llamarnos a pronunciar tu nombre
y sostennos por el poder
del que es la luz del mundo,
Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Bendición
Hermanos: Que nuestro amor sea como la sal que da sabor a la vida y la da sentido.
Que nuestra vida Cristiana sea una luz para todos los que viven en la oscuridad.
Que nuestra comunidades cristianas sean como ciudades iluminadas para ser vistas desde lejos como signos de que Dios está con su pueblo. Y que Dios los bendiga para su misión:
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vayan en paz y dejen que la luz de Cristo ilumine
a todos los que viven con ustedes.
Usando una de las metáforas más queridas de Isaías, afirmamos que vivimos en sociedades llenas de oscuridad. La oscuridad es una metáfora sumamente útil para hablar de momentos de angustia, miedo e incertidumbre; nos impide caminar y la asociamos a momentos trágicos y tumultuosos de la vida. Vivimos constantes sobresaltos por la violencia; el hambre amenaza a miles de familias y la corrupción pervierte el corazón de quienes nos gobiernan en un mundo que ve crecer la desigualdad en el que el 1% de las personas es dueño del 90% de la riqueza existente.
Las Escrituras nos cuentan que el pueblo de Israel y las comunidades cristianas caminaron por realidades así de oscuras. Esto lo podemos ver entre líneas, a través de las llamadas de atención que hacen los escritores sagrados a sus comunidades, invitándolas a la responsabilidad y el compromiso comunitario. Isaías, por ejemplo, recuerda a la comunidad la necesidad de dar pan a la persona hambrienta, hospedar a la persona pobre, ayudar a la sin techo a resguardarse, y vestir y cobijar a la persona desnuda. La única manera de terminar con la oscuridad es el destierro de la opresión.
Jesús entendió esta urgencia y por ello envió a sus seguidores/as como sal de la tierra y luz del mundo. Construir el reino de Dios implica traer luz en la oscuridad, algo inalcanzable en sociedades individualistas, apáticas y egoístas que niegan la responsabilidad para con el prójimo. Que el Señor nos guíe y nos dé fuerzas para desterrar la injusticia y la opresión, realidades que han traído oscuridad a la amada Creación de Dios.