Domingo 19 de Febrero
SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Tu enemigo es tu prójimo
Romper la espiral del mal
Saludo (Ver Lev 19,1; Mt 5,48)
Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo.
Sean perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto.
Dios convierte a los que el pecado ha convertido
en sus enemigos en sus amigos mediante el perdón.
Que el Señor Jesús, que nos trajo la amistad de Dios,
esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante (Dos opciones)
Al ver tanto mal en el mundo, sobre todo cuando ese mal nos afecta profundamente, ¿no es nuestra reacción la ira y quizá la venganza? El mensaje de hoy es éste: No dejes que el mal te obligue a combatirlo con sus propias armas de maldad. Lucha contra él con las armas de Dios mismo: la misericordia, el perdón, incluso el amor al malhechor y la oración por los que te han hecho daño. Pidamos que en esto podamos seguir a Jesús; entonces seremos seguramente sus discípulos.
La rivalidad, la venganza, el odio, el hacer pagar el daño que nos han hecho, son los caminos habituales de nuestro mundo. El mensaje de hoy nos dice cómo aplicar el Sermón de la Montaña: cómo debemos ser artífices y sembradores de paz perdonando y olvidando las heridas, y rompiendo así el círculo vicioso del mal. ¿No vino Jesús a traer la reconciliación con Dios y entre nosotros? A imitación de Jesús, la imagen del Padre, nosotros tenemos que traer a nuestro mundo algo de su bondad.
Acto Penitencial
Es difícil no vengarse de los que nos han hecho daño.
Pidamos al Señor que nos perdone por tener enemigos.
(Pausa)
Señor Jesús, ¿cómo podemos aprender de ti a perdonar
a los que nos hicieron daño?
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, ¿cómo podemos aprender de ti
a ser buenos con los que nos han herido?
R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, ¿cómo podemos aprender de ti a rezar
por los que nos lastimaron?
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, perdónanos que nos cueste olvidar
y perdonar como nos pides.
Haznos grandes de corazón como tú
y llévanos a la vida eterna.
R/ Amén.
Oración Colecta
Pidamos a Dios, nuestro Padre,
que nos haga más perfectos por su amor.
(Pausa)
Dios, Padre nuestro, en tu Hijo Jesucristo
nos has mostrado tu ternura
y nos has aceptado, personas pecadoras,
como hijos tuyos.
Comparte con nosotros tu corazón;
haznos personas misericordiosas y comprensivas,
para que aprendamos del modo
en que nos has tratado
a aceptar a todos sin condiciones,
a perdonar y olvidar todas las heridas,
para que nos parezcamos más a ti.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Primera lectura (Lev 19,1-2.17-18): Amar, no odiar
Ya en el Antiguo Testamento se pide al pueblo de Dios que no odie a los demás sino que ame a las personas. La base de este amor es el propio amor de Dios por su pueblo.
Segunda lectura (1 Cor 3,16-23): Somos el templo de Dios
Por la fuerza del Espíritu Santo, la comunidad cristiana es la morada de Dios.
Evangelio (Mt 5,38-48): Ama a tus enemigos
Cristo nos pide que tengamos un corazón lo suficientemente grande como para abrirnos incluso a los enemigos. Debemos vencer el mal con el bien.
Mateo 5,38-48: «Amen a sus enemigos»
Dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. 39Yo les digo que no opongan resistencia al que les hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en tu mejilla derecha, ofrécele también la otra. 40Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto. 41Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil. 42Da a quien te pide y no des la espalda a quien te pide prestado. 43Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. 44Pero yo les digo: “Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores. 45Así serán hijos de su Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. 46Si ustedes aman sólo a quienes los aman, ¿qué premio merecen? También hacen lo mismo los recaudadores de impuestos. 47Si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? También hacen lo mismo los paganos. 48Por tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo».
Oración de los Fieles
Oremos a Dios, que es bondadoso y misericordioso, que nos cura y perdona todos nuestros pecados diciendo: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
Por nuestras comunidades cristianas, para que sean lugares de reconciliación, de misericordia y de compasión, oremos.
Dios, Padre nuestro, ayúdanos a mirarnos unos a otros con tus propios ojos, para que nos aceptemos y nos construyamos mutuamente en el amor de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Dios Padre nuestro, estos son los dones de paz
que traemos ante ti para celebrar
la fiesta del amor de tu Hijo.
Ayúdanos con él a descubrir lo mejor
que hay en cada uno de nosotros
y a crearnos de nuevo los unos a los otros
con el mismo amor liberador y perdonador
que nos has mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Nota: Utilizar el Prefacio de la Reconciliación II del Misal.
Celebramos ahora el sacrificio que trajo el perdón y la vida para todos. Demos gracias al Padre con Jesús aquí presente entre nosotros.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús, pedimos a nuestro Padre
que no sólo nos perdone nuestras ofensas
sino que nos ayude a perdonar
a los que nos ofenden.
R/ Padre nuestro...
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de la dificultad de aceptar
a las personas con sus faltas
y de olvidar el dolor de las heridas.
Guárdanos del pecado
y del impulso de tomar represalias.
Condúcenos juntos, con alegría y esperanza,
hacia la plena venida entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Este es Jesús, el Señor,
cuyo cuerpo fue partido por nuestros pecados.
Él nos trajo la curación y la vida.
Felices somos de recibirlo
R/. Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Dios Padre nuestro,
hemos celebrado con tu Hijo
el sacrificio que nos ha traído la paz.
Con sus palabras y su vida
nos ha enseñado a perdonarnos
unos a otros de todo corazón.
Haz que su Espíritu habite en nosotros,
para que nuestro perdón sea sin remordimientos
y para que vayamos unos con otros
mucho más lejos de lo que se nos pide
en el camino hacia los demás y hacia ti,
nuestro santo Dios, ahora y siempre.
Bendición
Hermanos: Hoy hemos recibido una dura lección. Aun cuando todos hemos sido llamados a amar como Dios nos ama –con el amor que nos mostró en Cristo Jesús– es evidente que tenemos que seguir aprendiéndolo… Para nosotros no puede haber enemigos sino personas como nosotros, con sus defectos y sus problemas. ¿Quién dará el primer paso para reconciliarse? ¿Quién pagará el mal con el bien? Pidamos la bendición y la fuerza de Dios para que seamos capaces de alcanzar ese “kilómetro extra” que nos separa de en la paz de Cristo. Que Dios todopoderoso los bendiga a todos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Jesús de Nazaret, como judío piadoso y practicante, invita a hacer vida la Escritura. Hoy se dirige a sus discípulos recordándoles que la ley del Talión establecida en el Primer Testamento ya no tendrá más vigencia; no se puede obedecer una ley injusta que permite el cobro exacto del mismo daño causado: vida por vida, ojo por ojo, mano por mano, diente por diente. Existen leyes que, lejos de procurar el bien común, nos perjudican; leyes aparentemente creadas para hacer el bien terminan promoviendo el odio, la persecución, la venganza. Les recuerda que el amor será el ceñidor de su vida en Dios. Jesús invoca el amor heroico que se demuestra perdonando a quienes te han hecho daño. No será un amor interesado y en espera de recompensa sino de entrega total. Es dar todo lo que se posee, hasta la túnica, además del manto, con el riesgo de quedarse desnudos. Frente a la violencia, nos invita a actuar desde la no violencia activa, poniendo la otra mejilla. Muchos de nuestros gestos son reactivos, generando agresiones en respuesta a nuestros agresores. Vivir desde esa clave del amor, capaz de perdonar, no es tarea fácil; se logra en los corazones que han aprendido a no guardar rencores y a liberarse de toda ofensa. No obstante, y a pesar de tantas violencias padecidas, debemos continuar haciendo esfuerzos en nuestros hogares y comunidades para avivar ese amor que no se deja vencer u opacar. Ese amor al semejante y también a la hermana Creación, que soporta todas las miserias humanas. Somos invitados a generar y multiplicar amor, evitando a toda costa la violencia intrafamiliar, el individualismo en la comunidad, el fanatismo religioso, la indiferencia social, el abuso cibernético. Necesitamos contrarrestar toda clase de violencia. Recordemos que el amor, manifestado en las palabras y gestos amables, pacientes, comprensivos, es el antídoto de cuanto destruye a la sociedad.
Jesús nos invita a cuidar de la Vida con respeto, benevolencia y tolerancia, compartiendo la fraternidad y sororidad universales. Empecemos con nuestras vidas, porque así podremos cuidar mejor el entorno. El amor que brota de tu corazón es el que puede hacer fecundo el reino de Dios a través tuyo. Pide a Dios en tu oración de hoy que sane tu corazón y te haga capaz de perdonar y amar. Recuerda que, para Dios, no hay imposibles. Y si te cuesta perdonar y olvidar, comienza liberando ese peso con el que carga tu corazón. ¿Cómo y con cuáles acciones puedes manifestar el amor de Dios?