Domingo 26 de Febrero
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
Serviré
Cuarenta días hacia la Pascua
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Estamos reunidos en el nombre de Jesús.
Él nos trajo vida en vez de muerte;
con su obediencia compensó nuestra desobediencia.
Que su gracia y su paz esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante (Dos opciones)
Cuando nos miramos con seriedad a nosotros mismos, nos percatamos de que hay cosas que nos impiden ser lo que desearíamos ser, como personas y como cristianos. Tenemos la impresión de que no somos libres para ser auténticamente nosotros mismos. Al principio de su misión, Jesús se miró a sí mismo y vio las tentaciones que le impedirían llevar a cabo su misión. La Cuaresma es para nosotros el tiempo propicio para mirar dentro de nosotros mismos y para ver qué es lo que nos impide ser verdaderamente libres para servir y amar a Dios y a los hermanos según es debido. Acompañemos a Jesús al desierto, entremos en la hondura de nuestro corazón, y, con Jesús, rechacemos lo que nos atenaza, lo que nos mantiene tibios e indiferentes, para que podamos servir con él y como él.
En este Primer Domingo de Cuaresma acabamos justamente de comenzar nuestra caminata de cuarenta días hacia la Pascua. Nosotros somos el pueblo de los cuarenta: El pueblo judío, en el Antiguo Testamento, necesitó cuarenta años a través del desierto, a través de sus pruebas y errores, para crecer como Pueblo de Dios preparado para la Tierra Prometida. Jesús pasó cuarenta días en el desierto ayunando y orando preparándose para su gran opción: aceptar ser el tipo de Mesías que Dios Padre quería para él. También nosotros tenemos hoy cuarenta días por delante para volver a examinarnos ante Dios si queremos ser y si somos el tipo de cristianos que Dios quiere que seamos.
Miramos con admiración a Jesús ahora, aquí, presente entre nosotros, para ver si con él y con su poder estamos dispuestos a rechazar las tentaciones que intentan desviarnos de la tarea y misión que Dios nos ha dado.
Acto Penitencial
¿Qué es lo que nos impide seguir más radicalmente a Jesús en el camino hacia Dios y hacia los hermanos?
Examinémonos ante el Señor.
(Pausa)
Señor Jesús, tú que rehusaste servirte a ti mismo,
ya que elegiste más bien servir al Padre
y a la felicidad de los hombres.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú que rehusaste impresionar a la gente
con acciones espectaculares
y que, por el contrario, elegiste el camino humillante de la cruz.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú que rechazaste el poder y la riqueza
y que, por el contrario, hiciste del amor y la fe en los pobres
el fundamento del reino de Dios entre nosotros.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y perdona nuestros pecados.
Danos la gracia de rechazar, contigo y como tú,
todas las tentaciones y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que durante esta Cuaresma
nos convirtamos de verdad.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
En el desierto tu Hijo luchó durante cuarenta días
por las exigencias de su misión,
y venció todas las tentaciones.
En estos cuarenta días de Cuaresma
conviértenos, haz que nuestros corazones giren
a la paz de tu perdón, a la luz de tu amor
y de tu preocupación por los hombres.
Haz que encontremos la vida y la alegría que Jesús nos trae
y que nos dispongamos a compartir con otros.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Primer Lectura (Gén 2,7-9; 3,1-7): Tentados desde el Principio
En una historia de carácter simbólico, el escritor sagrado dice que, según tradición inmemorial, los hombres han sufrido siempre la tentación de hacerse a sí mismos sus propios dioses, dueños absolutos de su propia vida y felicidad. Ésta sigue siendo la tremenda tragedia humana.
Segunda Lectura (Rom 5,12-19): El Hombre Jesucristo nos salva
Adán, representando a toda la humanidad, echó a perder la buena y recta relación con Dios, con otros seres humanos, y consigo mismo. El Hijo de Dios, el Hombre Jesucristo, vino a restaurar esta relación. Ésta es la tragedia humana que Jesús vino a remediar.
Evangelio (Mt 4,1-11): Jesús vence nuestras tentaciones
Jesús venció todas nuestras tentaciones humanas de egoísmo, soberbia y poder. Él quiso servir a Dios y salvar a los hombres. De este modo nos hizo capaces de servir con humildad a Dios y a nuestro prójimo.
Mateo 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado
Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo. 2Hizo un ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre. 3Se acercó el Tentador y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». 4Él contestó: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». 5Luego el Diablo se lo llevó a la Ciudad Santa, lo colocó en la parte más alta del templo 6y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles sobre ti; te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra». 7Jesús respondió: «También está escrito: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios». 8De nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, 9y le dijo: «Todo esto te lo daré si te postras para adorarme». 10Entonces Jesús le replicó: «¡Aléjate, Satanás! Que está escrito: Al Señor tu Dios adorarás; a él sólo darás culto. 11De inmediato lo dejó el Diablo y unos ángeles vinieron a servirlo».
Oración de los Fieles
Oremos juntos al Señor con todos los cristianos que se esfuerzan como nosotros durante esta Cuaresma en ser libres, para Dios y para los demás, diciendo: R/ Señor, por tu amor sálvanos.
Oh Dios y Padre nuestro: Te hemos pedido por tantos y tantos. Pero nos incluimos también a nosotros mismos, pues somos débiles y falibles. Tócanos con tu amor y conviértenos a todos, por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En estos sencillos signos de pan y vino
Jesús viene a nosotros
para ayudarnos a servirte a ti y a los hermanos.
Que él venza en nosotros y en el mundo
la tentación de ser ricos, poderosos, influyentes,
más que buenos y justos.
Que aprendamos de él a hacer tu voluntad
y buscar tu felicidad,
pues tú eres nuestro Dios y Señor
por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Demos gracias al Padre por habernos dado a Jesús para ser como uno de nosotros. Él venció a la tentación, y por su causa nosotros también podemos resistir al mal y vivir para todo lo que es justo y bueno.
Introducción al Padre Nuestro
Con Jesús nuestro Señor
pidamos a nuestro Padre del cielo
que podamos resistir la prueba de todas las tentaciones.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor,
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos el don de estar siempre en paz contigo,
con nosotros mismos y unos con otros.
En las pruebas inevitables de la vida,
guárdanos fieles a ti
y no permitas que oprimamos a nadie.
Ayúdanos a construir juntos tu reino de justicia y amor
hasta que termines felizmente
todo lo que comenzaste en nosotros,
por medio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios
que venció todas nuestras tentaciones
para traernos justicia y vida.
Dichosos nosotros
invitados a tomar parte
en este santo banquete de salvación.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios, siempre fiel:
Tu Hijo Jesús fue fiel a ti y a su misión,
aun a costa de su vida.
Te pedimos, Señor, que nosotros también
caminemos por el sendero del amor fiel
a ti y a nuestros hermanos.
Que ojalá sepamos elegirte siempre
a ti y la vida, y no el pecado y la muerte,
y preferir el bien de los que nos rodean
por encima de nuestros intereses egoístas,
como hizo Jesús, tu Hijo,
que vive contigo y con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: En esta eucaristía hemos mirado con admiración a Jesús y hemos visto cómo sufrió las tentaciones y cómo las venció. Hemos mirado a Jesús, y en él reconocemos lo más íntimo de nosotros mismos. Él es el tipo de persona que nosotros, cada uno a nuestra manera peculiar, debemos intentar lograr. Durante nuestros cuarenta días de Cuaresma seguimos mirándolo e intentamos asemejarnos a él. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
La Palabra de este domingo nos muestra dónde y cómo vive Jesús el ayuno, la oración y su ser solidario con los empobrecidos: en el desierto, aquel lugar marginal caracterizado por la carencia de recursos y en actitud confiada, no dejándose vencer por la voz del tentador. Allí lo vemos dando un paso hacia adelante, en el camino humano-divino de su identidad más profunda.
El tentador se entromete en lo más esencial de la dimensión humana: la necesidad de reconocimiento, el manejo del poder, y la ambición de poseer cosas. Jesús no se deja confundir ante las propuestas que buscan encaminarlo hacia el mal y responde a cada tentación con la Escritura, manteniéndose fiel a lo aprendido en la tradición comunitaria, poniendo a Dios primero y confiando en su providencia. Después de superadas las tentaciones, Jesús inicia con fortaleza su camino misionero.
El desierto, para la espiritualidad bíblica, representa todas aquellas circunstancias o situaciones que forjan el carácter, manifiestan la verdadera identidad y conducen a comprender mejor la misión por Dios encomendada. En el caso de Jesús, todo se centró en anunciar el Reino con palabras y obras que hicieron palpable la cercanía y el interés de Dios por liberar y dignificar a su pueblo. Aprovechemos nosotros ahora este tiempo de Cuaresma para vivir nuestro desierto poniéndonos de frente a nuestra vida, nuestra verdad, nuestro llamado más profundo y verdadero, alimentándonos de la Palabra de Dios, dejando a Dios ser Dios, aceptando con alegría y generosidad lo que él nos pida, creciendo en humanidad.
Ojalá este tiempo se abra para nosotros como posibilidad y nos sirva como espejo donde podamos comprender mejor este sistema-mundo, especialmente el mundo virtual diseñado para llenar vacíos de sentido o reconocimiento. Las redes sociales fueron diseñadas para crear dependientes emocionales; tienen todo el potencial de crear adicción. Este tiempo es propicio para no caer en la trampa de alejarnos de las verdaderas posibilidades de encuentro con nosotros mismos y con el entorno; las redes sociales nos comunican y conectan; aprovechémoslas sin perder nuestra autonomía y libertad. Eso fue lo que hizo Jesús al enfrentarse a las tentaciones: defender su dignidad y libertad.
Dios cuenta hoy con cada uno de nosotros para hacer realidad el sueño de un mundo donde las relaciones no se vuelvan utilitaristas y superficiales. ¿Hacia qué desiertos nos invita a movernos hoy el Espíritu de Dios? ¿Cómo humanizar los distintos espacios que habitamos cotidianamente –aún los virtuales–- en servicio a la vida?