Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Servidores en el Espíritu

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Sábado 13 de Abril de 2024

 

Segunda Semana de Pascua

 

SERVIDORES EN EL ESPÍRITU

 

Oración Colecta

 

Señor Dios nuestro:

También hoy en día necesitamos

mujeres y hombres

llenos del Espíritu de amor y servicio

que estén atentos a las necesidades del pueblo.

Suscita, Señor, en la Iglesia

muchos cristianos dispuestos a servir.

Que escuchen incluso el clamor apenas evidente

de gente demasiado tímida

para verbalizar su pobreza y su aflicción

y que ayuden eficazmente y sin discriminación

a sus hermanos y hermanas en Cristo,

porque él es Señor nuestro

por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: Hechos 6,1-7 Eligieron a siete hombres llenos de Espíritu.

La primera comunidad cristiana empezaba a organizarse en vocaciones, carismas y ministerios. A los que oraban y difundían la Palabra de Dios, misión primordial de la Iglesia, se sumaron otros con diversas tareas. La única condición que se les pedía es que fueran servidores llenos de Espíritu Santo, sensibles a las necesidades de los hermanos.

 En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos, hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos, de que no se atendía bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días.


Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos y les dijeron: “No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios, nos dediquemos a administrar los bienes. Escojan entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encargaremos este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra”.

Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles, y éstos, después de haber orado, les impusieron las manos.

Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo. En Jerusalén se multiplicaba grandemente el número de los discípulos. Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe.
 

Salmo Responsorial

Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19
R. (22) El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Que los justos aclamen al Señor;
es proprio de los justos alabarlo.
Demos gracias a Dios, al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerta
y en épocas de hambre les da vida.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
 

Aclamación antes del Evangelio

 
R. Aleluya, aleluya.
Ha resucitado Cristo, el Señor, que creó el mundo,
y que ha salvado a los hombres por su misericordia.
R. Aleluya.
 
 
Evangelio: Juan 6,16-21 Vieron a Jesús caminando sobre el lago

El hermoso mensaje de este evangelio viene a recordarnos que Jesús está en la noche de nuestras angustias y dificultades. En esos momentos en los que no vemos salida y nos invade la desesperación. Allí está y nos dice: “No teman”. Él nos conduce siempre a nuestro destino mejor.

 

Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando.


Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo: “Soy yo, no tengan miedo”. Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

 

Oración de los Fieles

Elevamos en este día una oración a ti, Padre de todo poder y consuelo, para que encontremos a tu Hijo en nuestras dificultades y, con fe, nos cobijemos en su presencia, diciendo: R/Danos tu luz y tu Salvación en toda tribulación.

  • Para que tengamos la más absoluta confianza en la presencia del Señor cuando somos probados, y para que no nos olvidemos de hacernos cercanos y presentes a los hermanos en dificultad y en aflicción, roguemos al Señor.
  • Para que la Iglesia predique, a tiempo y a destiempo, la Buena Noticia del Señor, aun cuando al mundo no le agrade su mensaje, roguemos al Señor.
  • Para que nuestras comunidades estén atentas a las necesidades materiales y espirituales de los hermanos, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Aquí están, sobre el altar,

nuestros sencillos dones de pan y vino.

Que tu Santo Espíritu los transforme

en Cristo, tu Hijo entre nosotros,

y que él nos transforme también a nosotros, tu pueblo,

en servidores generosos,

dispuestos a ayudar a los necesitados,

especialmente a los privados de amor

y a los que apenas han experimentado en su vida

lo que es la verdadera justicia.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, Salvador nuestro:

Cuando seamos sacudidos

por las agitadas olas de la vida,

calma nuestros temores y dinos:

“No tengan miedo; estoy aquí con ustedes”.

Danos la gracia de ser conscientes

de tu presencia y de la de tu Hijo Jesús

especialmente en las dificultades de nuestra vida.

Haznos hombres y mujeres de fe y esperanza

que sigamos siempre confiando en ti.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Las comunidades cristianas dignas de ese nombre se preocupan por sus hermanos necesitados. Pero no solo hay necesidades materiales sino también espirituales, de gente cansada, confusa, triste, desanimada, a quien hay que socorrer y animar. Ya que el Señor está con nosotros, estemos siempre al lado de los que sufren. Y, para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

 

La plasticidad de la oración

 

Era de noche. Un par de feligreses estaban en el presbiterio charlando con dos sacerdotes. Al acercarse la hora de las oraciones comunitarias, uno de los sacerdotes se levantó y dijo: “Ha sido un placer hablar con ustedes. Pero tengo que irme”. Aunque no mencionó el motivo, los feligreses lo entendieron, y uno de ellos dijo: “Debe ser la hora de sus oraciones. Entonces nosotros también deberíamos irnos”. Pero el segundo sacerdote intervino y dijo: “No, no; está bien. También podemos rezar en otro momento. Hablar con ustedes también es rezar”. Y la charla amistosa continuó sin interrupción. La actitud del segundo sacerdote en esta anécdota ahonda el sentido de la oración. Por no comprenderlo acabadamente, muchas veces los cristianos “oramos” mal, no hacemos vida nuestra oración y nos creemos justificados por rezar conforme la tradición omitiendo el encuentro con Dios en los hermanos… Una de las oraciones más bellas que podemos elevar a él. Y también en esta diferencia de enfoque sobre la oración se puede descubrir una causa parcial de la crisis del liderazgo eclesial actual.

 

Si en la oración confiamos

al hermano no olvidar

es deber de los cristianos

unir vida con altar.

 

Pide a Dios discernimiento

para amar como es debido

con tus deberes cumplidos

de rezar es el momento.

 

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