Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

QUINTO DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

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QUINTO DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

 

Jesús es el Camino

 

El Camino hacia Dios, hacia los hermanos, hacia nosotros mismos


Saludo (Ver Segunda Lectura)

Ustedes son una raza escogida,

un sacerdocio real, una nación consagrada,

un pueblo adquirido para alabar a Dios.

Que Jesús, nuestro Señor y Salvador,

esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante

  1. Jesús es el Camino

 “¿A dónde vas en la vida?”, o “¿Para qué vives?”, es la pregunta más importante que tenemos que formular a nuestra gente, a la Iglesia, y a nosotros mismos. Muchos no saben qué respuesta dar. Incluso nosotros, cristianos, a veces nos sentimos perdidos. Sin embargo no deberíamos sentirnos así, ya que tenemos a Jesús que nos muestra el camino, que es nuestro camino hacia Dios, hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos. Jesús es no solamente nuestro Camino sino también nuestro compañero al caminar. Que él nos muestre su camino aquí y ahora, en esta eucaristía.

 

  1. El Camino hacia Dios, hacia los hermanos, hacia nosotros mismos

¡Qué triste es perder el camino; buscar una persona o una dirección que no podemos encontrar! Y, más triste todavía sentirnos totalmente “perdidos” cuando no sabemos dónde estamos parados en la vida cuando todo parece confuso y sin sentido. Hoy alguien –Jesús mismo– nos habla en el Evangelio, y nos dice: No sólo “les voy a mostrar el camino”, sino “YO SOY EL CAMINO”. Vengan conmigo, síganme, los voy a llevar a su meta en la vida. Los voy a llevar de manera segura al Padre y a los hermanos, e incluso a lo más auténtico de ustedes mismos. Vivan como yo he vivido, pues yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

 

Acto Penitencial

Aun cuando conocíamos el camino hacia Dios y hacia los hermanos,

elegimos sin embargo vagar sin rumbo fijo

por nuestras veredas egoístas.

Pidamos ahora al Señor que nos perdone y nos corrija.

                     (Pausa)

Señor Jesús, nuestro Camino,

tú te encaminabas siempre hacia la gente.

Llévanos contigo por ese camino.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, nuestro Camino,

tú caminaste por el camino doloroso de la cruz.

Danos el valor de seguirte a ti por ese mismo camino.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, nuestro Camino,

tú eres, antes que nada, nuestro camino hacia el Padre:

Llévanos contigo por ese camino.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor;

perdónanos y líbranos de los caminos tortuosos.

Acompáñanos en el camino hacia la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos a nuestro Padre de vida

para que, en Jesús, nos muestre el camino de la vida.

                (Pausa)

Señor nuestro, Dios de vida:

Tú eres un Dios que camina con su pueblo;

lo condujiste por medio del desierto a la libertad;

y nos enviaste a Jesús para que fuera nuestro camino

hacia ti, hacia nuestros hermanos

y a lo más profundo de nosotros mismos.

Sacia la sed de tu pueblo con el agua de vida,

sigue dándonos el alimento que necesitamos para nuestro viaje,

el Pan de Vida de Jesucristo mismo,

hasta que alcancemos tu hogar eterno.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primer Lectura (Hch 6,1-7): Un ministerio de servicio

Cuando en la Iglesia primitiva creció la comunidad cristiana, resolvió las dificultades de organización creando nuevos ministerios de servicio para asistir a los apóstoles y a los presbíteros.

Hechos 6,1-7: Eligieron a siete hombres llenos de Espíritu

 

Por entonces, al aumentar el número de los discípulos, empezaron los de lengua griega a murmurar contra los de lengua hebrea, porque sus viudas quedaban desatendidas en la distribución diaria de los alimentos. 2Los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No es justo que nosotros descuidemos la Palabra de Dios para servir a la mesa; 3por tanto, hermanos, elijan entre ustedes a siete hombres de buena fama, dotados de Espíritu y de prudencia, y los encargaremos de esa tarea. 4Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra». 5Todos aprobaron la propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. 6Los presentaron a los apóstoles, y estos después de orar les impusieron las manos. 7El mensaje de Dios se difundía, en Jerusalén crecía mucho el número de los discípulos, y muchos sacerdotes abrazaban la fe.

 

Salmo 33: «Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros»

 

Segunda Lectura (1 Pe 2,4-9): Un Pueblo Sacerdotal

Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, nos ha hecho un pueblo santo de sacerdotes; nuestra tarea es continuar la misión de Cristo dando a conocer a Dios a los hermanos y alabando a Dios en nombre de todos.

1 Pedro 2,4-9: «Ustedes son una raza elegida, un sacerdocio real»

 

Cristo es la piedra viva rechazada por los hombres, elegida y estimada por Dios; por eso, al acercarse a él, 5también ustedes, como piedras vivas, participan en la construcción de un templo espiritual y forman un sacerdocio santo, que ofrece sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6Por eso se lee en la Escritura: «Miren, yo coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa: quien se apoya en ella no fracasa». 7Es preciosa para ustedes que creen; en cambio, para los que no creen, la piedra que rechazaron los arquitectos es ahora la piedra angular 8y piedra de tropiezo, roca de escándalo. En ella tropiezan los que no creen en la Palabra: tal era su destino. 9Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación santa y pueblo adquirido para que proclame las maravillas del que los llamó de las tinieblas a su maravillosa luz.

 

Evangelio (Jn 14,1-12): Cristo, nuestro Camino, Verdad y Vida

Los que creen en Cristo pueden hacer lo que Cristo hizo, e ir a donde él los conduzca, ya que Cristo es para nosotros el Camino, la Verdad y la Vida.

Juan 14,1-12: «Yo soy el camino, la verdad, y la vida»

 

«No se inquieten. Crean en Dios y crean en mí. 2En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. 3Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. 4Ya conocen el camino para ir a donde yo voy». 5Le dice Tomás: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?» 6Le dice Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por mí. 7Si me conocieran a mí, conocerían también al Padre. En realidad, ya lo conocen y lo han visto». 8Le dice Felipe: «Señor, enséñanos al Padre y nos basta». 9Le responde Jesús: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conocen? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre: ¿cómo pides que te enseñe al Padre? 10¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo les digo no las digo por mi cuenta; el Padre que está en mí es el que hace las obras. 11Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; si no, créanlo por las mismas obras. 12Les aseguro: quien cree en mí hará las obras que yo hago, e incluso otras mayores, porque yo voy al Padre».

 

Oración de los Fieles

     Por medio de Jesús, nuestro camino hacia el Padre, presentemos a Dios las necesidades de la Iglesia y del mundo, y digamos: R/ Señor, muéstranos el camino.

 

  • Señor Jesús, enséñanos a nosotros y a todos tu camino, para que estemos seguros de adónde nos encaminamos y para que vivamos tu camino haciendo siempre lo recto y lo bueno. Por eso te pedimos.
  • Señor Jesús, haz suave nuestro camino hacia la vida, lleno de justicia, compasión y bondad, para que sea un camino de paz y armonía para todos. Por eso te pedimos.
  • Señor Jesús, haz que todos encuentren el camino hacia la vida y al corazón de los otros, para que no permanezcamos por más tiempo extraños los unos de los otros. Por eso te pedimos.
  • Señor Jesús, haz que descubramos también el camino hacia nosotros mismos, para que conozcamos realmente quiénes somos y lo que queremos en la vida; que lo que nosotros queremos sea exactamente lo que tú, Padre, quieres para nosotros. Por eso te pedimos.
  • Señor Jesús, haz que sepamos construir caminos seguros y que nos acerquen unos a otros como hermanos en vez de dividirnos o alejarnos. Por eso te pedimos.
  • Señor Jesús, inspíranos a cada uno de nosotros y a nuestras comunidades a llegar a ser contigo camino de luz y de amor, que lleve a los hermanos a Dios. Por eso te pedimos.

 

     Señor Jesús, nos confiamos totalmente a ti, porque sabemos que tú nos llevarás de forma segura a casa, a la casa del Padre, porque tú eres nuestro hermano y amigo, ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor, Dios y Padre nuestro:

Tu Hijo Jesucristo nos mostró

lo que significa ser para nosotros

el camino, la verdad y la vida

dándose a sí mismo por nosotros en la cruz

y aquí en la eucaristía.

Concédenos la gracia de aprender de él

a darnos unos a otros

nuestro tiempo, nuestra compasión, nuestro servicio

y, sobre todo, a darnos a nosotros mismos,

como hizo Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro,

que vive contigo y también con nosotros

ahora y, así lo esperamos,

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Por medio de Cristo vamos al Padre, y con él ofrecemos este sacrificio de alabanza. Él nos ha hecho un pueblo elegido para dar gracias al Padre en nombre de todo el mundo.

 

Introducción al Padre Nuestro

“Nadie puede ir al Padre

si no es por medio de mí”, dijo Jesús.

Acerquémonos, pues, al Padre con nuestra oración

con los sentimientos y las palabras del mismo Jesús.

R/ Padre nuestro…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

que dijo de sí mismo:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida;

nadie puede ir al Padre

si no es por medio de mí”.

Dichosos nosotros de recibir

como nuestro alimento

en el camino hacia el Padre.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro:

Tu Hijo Jesucristo dijo:

“Quien me ve a mí, ve a mi Padre”.

Que los hermanos que viven con nosotros

vean a tu Hijo y también a ti, Padre del cielo,

cuando lleguemos a ser unos para otros

camino a la esperanza, a la justicia y al amor,

verdad que nos aúpa y da seguridad,

vida entregada gratis, aunque el costo sea elevado.

Ojalá, pues, Cristo llegue a ser para todos

el Camino, la Verdad y la Vida,

por los siglos de los siglos.

 

Bendición

     Hermanos: En esta celebración eucarística hemos sido el pueblo santo, el pueblo sacerdotal de Dios. En unión con la Iglesia universal y en nombre de todos los hombres, hemos ofrecido a nuestro Padre del cielo el sacrificio de su Hijo Jesucristo. Vamos a regresar a nuestros hogares, pero la Misa no ha acabado realmente. Tenemos que seguir ofreciéndola en la vida de cada día, ya que es allí donde, con Cristo, nos hacemos el camino a Dios y a los hermanos, la verdad creíble y fiable, y la vida de la gente que nos rodea. Para poder hacer esto de todo corazón, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

La Iglesia que nace con la Pascua de Jesús invita a las comunidades a superar el legalismo judío y procurar atender toda vida, especialmente aquella que se encuentra abandonada. Uno de los grupos humanos que permanecía en la marginalidad y desprotección era el de las viudas. Para ello eligen a siete diáconos para que las atiendan, especialmente brindándoles alimento. Esto nos pone delante de la ministerialidad laical necesaria en nuestros tiempos para atender a tantas necesidades como las hay en nuestras comunidades. Dichos ministerios o servicios no se reducen sólo al aspecto doctrinal, sino que han de contemplar la proyección social y el desarrollo humano. 

 

Jesús invita a su comunidad discipular a vencer el temor, a no dejarse amedrentar frente a todo aquello que produce muerte y tristeza. Ante ese temor Jesús ofrece el propio testimonio de una vida entregada por amor. Son sus «obras» las que hacen posible el proyecto del Padre, el Reino: mediante la liberación de toda esclavitud y poder dominador va dignificando la vida en todas sus formas, etc. El destino final de su vida en la cruz lo solidariza con la suerte de las personas desdichadas y olvidadas. Dios levanta y resucita a Jesús recordándonos que en él siempre renace y se renueva la vida. La vida resucitada ha de continuarse alzando hasta hacer de este mundo una casa y una mesa donde todos tengamos un lugar para resguardarnos y alimentarnos. Nuestras sociedades se confunden cuando, al hablar de calidad de vida, piensan que se obtiene con el último juguete tecnológico. La verdadera calidad de vida o la manifestación de nuestra humanidad la obtendremos cuando nos preocupemos, como Jesús, por una convivencia armoniosa, constructiva y solidaria con quienes tenemos a nuestro alrededor sin olvidarnos de los empobrecidos y más necesitados de amor.

 

Nos recuerda que quien crea en él hará obras como las suyas y «aún mayores». La misión de la comunidad discipular será fecunda en la medida en que reproduzcan un estilo de vida sencillo y abierto a toda persona. Lección también histórica porque también confundimos las “obras mayores” con bautizar masivamente, levantar grandes templos, sentirnos los únicos con “poder” para salvar. Hagamos hoy un reconocimiento humilde u homenaje a acciones o gestos vividos en nuestras comunidades eclesiales que han generado verdadero bienestar y calidad de vida a muchas personas o familias, aunque por su insignificancia han pasado desapercibidas. Este es el mensaje que debe animar nuestra presencia y participación en la Eucaristía que vivimos a diario, dando testimonio de su acción redentora.

 

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