Jueves 1 de Junio
SAN JUSTINO, Mártir
Introducción
San Justino, un filósofo que vivió en el siglo II, fue un honesto indagador de la verdad. Decepcionado por las filosofías paganas, llegó a reconocer el camino de Cristo como la filosofía verdadera y la verdad total. Después de su conversión, sirvió a la Iglesia como apologista (defensor de la fe) y fundó en Roma la primera escuela de filosofía cristiana, una especie de catecumenado para los interesados en el Cristianismo. Cuando un juez lo condenó, afirmó, justificando su propia condena: “Nadie renuncia a la verdad por el error.” Fue decapitado por confesar abiertamente su fe.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro,
celebramos hoy la memoria
del filósofo y mártir San Justino.
Él no cesó de buscar la verdad
hasta que encontró a tu Hijo Jesucristo.
Que, como él, estemos también nosotros inquietos
hasta que hayamos descubierto
toda la profundidad del amor de tu Hijo;
él que es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Eclo 42,15-25: La gloria del Señor se muestra en todas sus obras
Sal 33: La palabra de Dios hizo el cielo
Mc 10,46-52: «¡Maestro, haz que pueda ver!»
En aquel tiempo, llegaron a Jericó. Y cuando Jesús salía de allí con sus discípulos y un gentío considerable, Bartimeo –hijo de Timeo–, un mendigo ciego, estaba sentado al costado del camino. 47Al oír que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» 48Muchos lo reprendían para que se callase. Pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!» 49Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Llamaron al ciego diciéndole: «¡Ánimo, levántate, que te llama!» 50Él dejó el manto, se puso en pie y se acercó a Jesús. 51Jesús le dirigió la palabra: «¿Qué quieres de mí?» Contestó el ciego: «Maestro, que recobre la vista». 52Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Al instante recobró la vista y lo seguía por el camino.
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, fuente de la verdad y de toda vida,
venimos con pan y vino
a unirnos a Jesús tu Hijo
en su alabanza y acción de gracias a ti.
Acepta nuestra gratitud por nuestra fe,
regalo gratuito tuyo.
Que el Espíritu Santo acreciente en nosotros
la felicidad de haber encontrado a tu Hijo
y ser sus discípulos.
Te damos gracias también
porque, a través de Jesús,
hemos visto cumplida
nuestra búsqueda de vida y amor.
Toda nuestra gratitud
por medio del mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro,
nos sentimos felices en la vida
porque tenemos a tu Hijo como nuestro guía.
Ojalá que nosotros, en nuestra Iglesia,
como San Justino en la suya,
sintamos un fuerte deseo de ayudar a otros
a conocer y amar a Jesús.
Que la loca sabiduría de la cruz
no nos disuada de ser siempre fieles a él
y de proclamarlo como el Dios viviente
que entiende nuestros sufrimientos
y que nos hace comprender
que incluso las dificultades de la vida
tienen hondo sentido para nosotros.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.
Bendición
Que Dios nos dé a todos ojos de fe y te bendiga a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Saliendo de Jericó, Jesús se encuentra con el ciego Bartimeo. La ceguera lo ha reducido a la condición de mendigo; pertenece al grupo de los pobres, sin apoyo y sin recursos. Es un marginal y un marginado. Al gritar, lo que desea es que lo callen porque así garantiza que lo escuchen. Solo tiene voz para gritar su miseria. Jesús lo manda a llamar y el milagro consiste en que le devuelve su integridad física, reincorporándolo a la sociedad. La Buena Nueva es para aquellos a los que se les niega la posibilidad de vivir dignamente; ellos han de ser los primeros en el Reino de Dios, realidad que por una u otra razón continuamos postergando. Al dejar su manto, Bartimeo deja su vida anterior y abre un camino de esperanza para sí y para su comunidad; , convencido, quiere estar cerca de Jesús y lo sigue hasta la cruz. Hoy, la “ceguera” es nuestra porque nos hemos vuelto indiferentes. Dios nos conceda recobrar la vista para reemprender el camino del amor y la misericordia hacia el prójimo.