Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

DECIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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Domingo 9 de Julio

 

DECIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Alegría para el humilde de corazón

“Yo les daré descanso y los aliviaré”

 

Saludo (Ver el Evangelio)

Es nuestro Señor, Jesús, quien invita:

“Vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.

Aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón”.

Que este Señor bondadoso y amable esté siempre con ustedes.

 

Introducción por el Celebrante (Dos Opciones)

  1. Alegría para los humildes de corazón

     Los que son conscientes de su pobreza, de las cargas que tienen que aguantar y llevar en la vida, y al mismo tiempo son lo bastante humildes como para reconocer sus propias necesidades ante los demás, esos son los que pueden encontrar también consuelo. Hoy escuchamos a Jesús, que se abaja para los humildes. Él nos ayuda a llevar las cruces de la vida si reconocemos que no las podemos cargar solos. Unámonos a él en torno a su mesa, donde nos dará el alimento que fortalece.

 

2.”Yo les daré descanso y los aliviaré”

     Cuando nos sentimos preocupados y desalentados, ¡qué bueno es tener un amigo de confianza a quien acudir y a quien volcar nuestro corazón! Espero que todos ustedes tengan tal amigo y que no sean tan soberbios como para no desahogarse ni abrir su corazón. ¿Qué tipo de amigo será ése? Alguien que pueda escucharte, alguien amable, que tenga tiempo para ti. Jesús se nos ofrece a sí mismo hoy como tal amigo comprensivo, amable y humilde, que puede darnos paz interior.

 

Acto Penitencial

Acerquémonos al Señor

con la carga de nuestros pecados.

            (Pausa)

Señor Jesús:

Tú vivías en la gloria del Padre

y te humillaste

haciéndote hombre con y como nosotros.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, Hijo del Padre del cielo,

tú te hiciste pobre con nosotros.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú eres el Maestro,

y sin embargo te haces nuestro servidor.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Por tu misericordia, Señor,

quítanos la carga pesada de nuestros pecados

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Alabemos a Dios

y abrámonos a sus dones.

            (Pausa)

Oh Padre, Señor de cielo y tierra:

Te bendecimos con Jesús, tu Hijo,

por revelarnos cuánto nos amas.

Haznos humildes y receptivos,

para que sepamos abrirnos

a la Buena Nueva de Salvación,

porque tú te revelas a los que son conscientes de su pobreza.

Colma esa pobreza con tu ternura y con la confianza

de que tú te preocupas por nosotros.

Que tu paz y tranquilidad interior more en nosotros

aun en las luchas de la vida,

mientras intentamos ser buenos discípulos de Jesús.

Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura (Zac 9,9-10): El Salvador triunfará con humildad

     Nuestro rey y Salvador nos traerá la paz no con armas y poder sino con humildad.

Zac 9,9-10: «Mira a tu rey que viene a ti modesto»

 

Así dice el Señor: «Alégrate, ciudad de Sión: grita de júbilo, Jerusalén; mira a tu rey que está llegando: justo, victorioso, humilde, cabalgando un burro, una cría de burra. 10Destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; destruirá los arcos de guerra; proclamará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.

 

Salmo 145: «Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey»

 

Segunda Lectura (Rom 8,9,11-13): Que el Espíritu de Cristo viva en ustedes

     Según San Pablo, el Espíritu de Cristo debe vivir en nuestros corazones. Este Espíritu nos resucitará a la vida eterna.

Rom 8,9.11-13: «Si con el Espíritu dan muerte a las obras del cuerpo, vivirán»

 

Hermanos: Ustedes no están animados por los bajos instintos, sino por el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece. 11Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, el que resucitó a Cristo de la muerte dará vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu, que habita en ustedes. 12Hermanos, no somos deudores de los bajos instintos para vivir a su manera. 13Porque, si viven de ese modo, morirán; pero, si con el Espíritu dan muerte a las bajas acciones, entonces vivirán

 

Evangelio (Mt 11,25-30): “Yo soy manso y humilde de corazón”

     Dios se entrega no a los autosuficientes sino a los humildes, ya que abren su corazón al mismo Dios. Cristo los librará de cargas pesadas inventadas por los hombres y les enseñará a llevar la carga ligera del servicio amoroso.

Mt 11,25-30: «Soy manso y humilde de corazón»

 

En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: «¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! 26Sí, Padre, ésa ha sido tu elección. 27Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo decida revelárselo. 28Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. 29Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. 30Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

 

Oración de los Fieles

     Oremos a Jesús, Señor nuestro, que nos enseña la verdadera sabiduría: la de la compasión y el amor. Y digámosle: R/ Señor, escucha nuestra oración.

 

  • Señor Jesús, enseña a los sabios y a los ilustrados a hacerse pequeños y humildes, para que tú les reveles el amor del Padre. Y así te rogamos.
  • Por los que tienen que soportar pesadas cargas, para que conozcan el yugo suave del Evangelio y de ese modo entiendan el amor del Padre. Y así te rogamos:
  • Por los responsables del bienestar de las naciones; enséñales a abandonar las guerras y a buscar la paz en la justicia, para que lleguen a conocer el amor del Padre. Y así te rogamos:
  • Por los que eligen servir a los más pobres; para que no se desalienten, y para que experimenten el amor del Padre. Y así te rogamos.
  • Por todos nosotros en nuestras comunidades cristianas, para que encontremos en la oración y en el pan que compartimos la paz que tú nos has prometido. Y así te rogamos.

 

     Señor Jesús, ¡qué bueno estar contigo aquí en la eucaristía! Escúchanos, pues nos conoces y quieres que seamos felices. Tú eres nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

En estos sencillos signos de pan y vino

tu Hijo viene a nosotros hoy

para ser nuestro compañero de camino

y para ayudarnos a llevar nuestra pesada carga.

Queremos aprender de él

a caminar unos con otros hasta el fin

por el camino humilde del amor y del servicio.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Bendigamos y demos gracias a Dios nuestro Padre, porque mostró su misericordia para con nosotros al permitir que su Hijo Jesús compartiera la humilde condición de nuestra vida humana.

 

Introducción al Padre Nuestro

Con la humildad de los hijos de Dios,

nos dirigimos a nuestro Padre del cielo

con la plegaria que Jesús nos enseñó.

R/. Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

y concédenos la paz en nuestros días

no por la fuerza de las armas

sino por el humilde servicio

de persona a persona

y por la amabilidad de los no-violentos.

Guárdanos libres de pecado

mientras preparamos con gozo y esperanza

la plena venida a nosotros

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

R/ Tuyo es el reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

que nos dice ahora:
“Vengan a mí todos los cansados y agobiados,

y yo les daré descanso y les aliviaré.”

Dichosos nosotros de recibir ahora del mismo Jesús

ese alivio y esa paz.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor de cielo y tierra:

Te alabamos por mostrarte a nosotros

en el manso y humilde corazón de Jesús.

Inspirados por su Palabra y nutridos con su Pan de Vida,

querríamos admitir lo pobres y pequeños que somos

y aprender a dar tiempo y atención a los cansados.

Que sepamos transmitirles tu alentadora Palabra,

para que todos los que te buscan

encuentren en nosotros

a tu Hijo Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

     Hermanos: Estamos a punto de regresar a nuestro mundo, con frecuencia manipulado por los poderosos y por los violentos. Que no pertenezcamos al grupo de los violentos, porque tenemos como Señor a quien es manso y humilde de corazón, que nos pide que lo sigamos. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

Acostumbrados como estamos a una mirada jerárquica, vertical, es difícil creer que Dios  desde la fragilidad y la sencillez humana, cambia el rumbo de la historia.  Estamos convencidos de que los grandes cambios vendrán cuando los que detentan el poder lo usen para transformar las estructuras concediendo a los más vulnerables la paz y la justicia. Pero el profeta nos habla de un rey que rechaza los poderes humanos; de un soberano justo y humilde que hará nuevas todas las cosas…

 

Mateo confirma la profecía revelándonos a un Dios Padre-Madre que, por amor a todo lo creado, ha decidido encarnarse y revelarse a los sencillos     Él no necesita del poder de dominio para manifestar su gloria (cf. Isaías 29,14). La novedad radica en que los humildesy puros de corazón encuentran en Dios a su mejor aliado. Que es desde su vulnerabilidad que pueden realizar el amor de Dios y comprometerse unidos en proyectos comunes de liberación de todo cuanto pueda sojuzgarlos, incluso desde la política, la economía  o la religión.

 

Jesús nos  llama a buscarlo a él y no a los falsos mesías de la política y la economía. Nos llama a aceptar el yugo (los desafíos y exigencias) de la vida en comunidad; a ser mansos y humildes en lugar de optar  por la violencia o la venganza. Sus palabras llegan hoy también a nosotros para despertarnos; para vivir sin miedos; para cobijarnos en él en tiempos de inseguridades, y poner manos a la obra, a su obra, en todo lo creado.

 

Se lee:

Acostumbrados como estamos a una mirada jerárquica, vertical, de las instituciones, es difícil creer que Dios cambia el rumbo de la historia desde la fragilidad y la sencillez humana. Estamos convencidos de que los grandes cambios vendrán cuando los que detentan el poder lo usen para transformar las estructuras concediendo a los más vulnerables la paz y la justicia. Pero el profeta habla de un rey que rechaza los poderes humanos; de un soberano justo y humilde que hará nuevas todas las cosas…

 

Mateo confirma la profecía revelándonos a un Dios Padre-Madre que, por su infinito e incondicional amor a todo lo creado, ha decidido encarnarse y revelarse a los sencillos. Él no necesitará del poder de dominio para manifestar su gloria (cf. Isaías 29,14). La novedad de esta Buena Noticia radica en que los humildes y puros de corazón tienen en Dios a su mejor aliado. Que es precisamente desde su vulnerabilidad que los humildes pueden experimentar su Amor y comprometerse en proyectos comunes de liberación de todo cuanto pueda sojuzgarlos; incluso la política, la economía  o la religión, en su caso... Y liberar a la misma Tierra, hoy vulnerable, herida y desvastada.

 

Jesús nos  llama a buscarlo a él y no a los falsos mesías de la política y la economía. Nos llama a aceptar el yugo (los desafíos y exigencias) de la vida comunitaria; a ser mansos y humildes en lugar de optar  por la violencia o la venganza. Sus palabras llegan hoy también a nosotros para despertarnos; para que logremos vivir sin miedos; para cobijarnos en él en tiempos de inseguridades y poner manos a la obra, a su obra, en todo lo creado.

 

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