Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

DÉCIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Description

Domingo 16 de Julio

 

DÉCIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

La semilla del Señor

Un Sembrador generoso

 

Saludo

La palabra de Dios es viva y activa:

Es la persona viviente de Jesús nuestro Señor.

Que él les siga proclamando a ustedes su Palabra.

Que ustedes abran sus corazones a ella,

y que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante (Dos opciones)

 

  1. La semilla de la Palabra

     Es alentador observar que muchas familias respetan y veneran la Palabra de Dios, tanto que guardan una Biblia en sus casas. Es de esperar que también la lean y la apliquen a sus vidas de cada día. La Palabra de Dios es poderosa, pero al mismo tiempo es tan humilde que nos suplica que la acojamos bien y, por favor, que la pongamos en práctica. Pedimos a Jesús, el Señor, que está aquí con nosotros, que permita que su poderosa y humilde Palabra nos mueva interiormente.

 

  1. Un Sembrador generoso

     Cuando observamos a los seres vivos en la naturaleza, plantas y animales de todas las especies, vemos cuánta semilla se siembra generosamente. Se esparcen muchas semillas, y sin embargo pocas brotan y producen fruto. El Señor mismo sigue sembrando su Palabra entre nosotros como una invitación, un llamado, un reto. Pero ¿le permitimos siquiera arraigar? ¿Cuál es el cultivo o el fruto que producimos? Dios es generoso con su Palabra pero ¿somos nosotros generosos con nuestra respuesta? Que Jesús nos proclame hoy su Palabra. Que nosotros sepamos acogerla con calor y entusiasmo, y que arraigue en nosotros, crezca y dé una cosecha rica y hermosa.

 

Acto Penitencial

Oímos la palabra de Dios con frecuencia;

la respetamos, pero no siempre vivimos conforme a ella.

Pedimos al Señor que nos perdone.

                       (Pausa)

Señor Jesús, Palabra viva de Dios,

toca nuestras mentes y nuestros corazones

para que sepamos vivir como nos pides.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, Palabra poderosa de Dios,

danos profundidad y fidelidad,

para que tu mensaje no se marchite en nosotros.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, Palabra humilde de Dios,

haznos receptivos para acogerte a ti y a tu mensaje de vida.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Oh Dios y Padre nuestro, por tu bondad,

dinos tu poderosa palabra de perdón,

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que el Señor abra nuestros corazones a su Palabra

de forma que no permanezca infructuosa.

                                (Pausa)

Señor Dios nuestro:

Tu Hijo Jesús abrió los oídos de los sordos

y dio vista a los ciegos.

Danos la gracia de escuchar

su mensaje de Buena Noticia de Salvación,

de estar en sintonía con su voz y su silencio,

de abrir especialmente nuestro corazón

a toda la luz, amor y esperanza

que nos interpelan en lo que Jesús nos dice.

Danos también valor

para hablar y vivir según nuestra fe,

para que su Palabra surta efecto en nosotros

y dé abundante fruto.

Te lo pedimos en el nombre Jesús, el Señor.

 

Primera Lectura (Is 55,10-11): La Palabra de Dios es creadora

     El profeta Isaías proclama un mensaje de esperanza: La Palabra de Dios siempre produce resultados y es un acto creador. La promesa de Salvación de Dios se cumplirá.

Isaías 55,10-11: La lluvia hace germinar la tierra

 

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, 11así será mi Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo».

 

Salmo 65: La semilla cayó en tierra buena y dio fruto

 

Segunda Lectura (Rom 8,18-23): Esforzarse con Esperanza por una nueva creación

     San Pablo proclama un mensaje de esperanza: con toda la Creación caminamos hacia la libertad gloriosa de los hijos de Dios, hacia un mundo nuevo.

Romanos 8,18-23: La Creación está aguardando la manifestación de los hijos de Dios

 

Hermanos, estimo que los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar en nosotros… 22Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo con dolores de parto. 23Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por dentro esperando la condición de hijos adoptivos, el rescate de nuestro cuerpo.

 

Evangelio (Mt 13,1-23): Una semilla que produce fruto

     Dios siembra su Palabra con esperanza. La Buena Noticia de Salvación será eficaz en todos los que estén dispuestos a permitir que ella cambie sus vidas.

Mateo 13,1-23: El sembrador salió a sembrar…

 

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. 2Se reunió junto a él una gran multitud, así que él subió a una barca y se sentó, mientras la multitud estaba de pie en la orilla. 3Les explicó muchas cosas con parábolas: «Salió un sembrador a sembrar. 4Al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino, vinieron las aves y se las comieron. 5Otras cayeron en terreno pedregoso con poca tierra. Al faltarles profundidad brotaron enseguida; 6pero, al salir el sol se marchitaron, y como no tenían raíces se secaron. 7Otras cayeron entre espinos: crecieron los espinos y las ahogaron. 8Otras cayeron en tierra fértil y dieron fruto: unas ciento, otras sesenta, otras treinta. 9El que tenga oídos que escuche». 10Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas contando parábolas?» 11Él les respondió: «Porque a ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos, pero a ellos no se les concede… 16Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. 17Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y escuchar lo que ustedes escuchan, y no lo escucharon…»

 

Es probable que haya lugar para poner todo el texto del evangelio pues es Domingo:

 

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. 2Se reunió junto a él una gran multitud, así que él subió a una barca y se sentó, mientras la multitud estaba de pie en la orilla. 3Les explicó muchas cosas con parábolas: «Salió un sembrador a sembrar. 4Al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino, vinieron las aves y se las comieron. 5Otras cayeron en terreno pedregoso con poca tierra. Al faltarles profundidad brotaron enseguida; 6pero, al salir el sol se marchitaron, y como no tenían raíces se secaron. 7Otras cayeron entre espinos: crecieron los espinos y las ahogaron. 8Otras cayeron en tierra fértil y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. 9El que tenga oídos que escuche». 10Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:«¿Por qué les hablas contando parábolas?» 11Él les respondió: «Porque a ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos, pero a ellos no se les concede. 12Al que tiene le darán y le sobrará; al que no tiene le quitarán aun lo que tiene. 13Por eso les hablo contando parábolas: porque miran y no ven, escuchan y no oyen ni comprenden. 14Se cumple en ellos aquella profecía de Isaías: Por más que escuchen, no comprenderán, por más que miren, no verán. 15Se ha endurecido el corazón de este pueblo; se han vuelto duros de oído, se han tapado los ojos. Que sus ojos no vean ni sus oídos oigan, ni su corazón entienda, ni se conviertan para que yo los sane. 16Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. 17Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y escuchar lo que ustedes escuchan, y no lo escucharon. 18Escuchen entonces la explicación de la Parábola del Sembrador. 19Si uno escucha la palabra del Reino y no la entiende, viene el Maligno y le arrebata lo sembrado en su corazón; ése es como lo sembrado junto al camino. 20Lo sembrado en terreno pedregoso es el que escucha la Palabra y la recibe enseguida con gozo, 21pero no tiene raíz y es inconstante. Llega la tribulación o persecución por causa de la Palabra e inmediatamente falla. 22Lo sembrado entre espinas es el que escucha la Palabra pero las preocupaciones mundanas y la seducción de la riqueza la ahogan y no da fruto. 23Lo sembrado en tierra fértil es el que escucha la Palabra y la entiende. Ése da fruto: cien o sesenta o treinta».

 

Oración de los Fieles

     Oremos al Señor que siembra y cosecha, para que los hombres puedan acoger con entusiasmo su Palabra y responder a su llamado urgente. Y digamos: R/Señor, escucha a tu pueblo.

 

  • Por los que siembran y difunden la Buena Noticia de Salvación: pastores y misioneros, catequistas y maestros, padres de familia, para que sigan sembrando la semilla aun cuando no vean todavía fruto, roguemos al Señor.
  • Por los que no se sienten movidos por la palabra de Dios, para que la Iglesia pueda percibir su anhelo silencioso y proclame la Palabra de tal forma que ellos vean que es importante para su vida y su felicidad, roguemos al Señor.
  • Por los que han permanecido sordos a la palabra de Dios, para que se sientan movidos por ella cuando vean que florece y da fruto en las vidas de los buenos cristianos, roguemos al Señor.
  • Por los enfermos, los que viven solos, los que sufren o lloran, para que la palabra de Dios les lleve consuelo, les dé el valor para aguantar su dolor y para seguir esperando en un Dios amoroso y bondadoso. roguemos al Señor.
  • Por nosotros y por todas las comunidades cristianas, para que no permitamos que los afanes de la vida asfixien la palabra de Dios en nosotros, roguemos al Señor.

 

     Señor, que tu Palabra no retorne a ti sin que tu voluntad se cumpla en nosotros, y que estas nuestras súplicas no retornen a nosotros sin que tú las hayas escuchado. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Traemos ante ti y te presentamos, Dios y Señor nuestro,

el fruto de la semilla que sembró el sembrador

y a la que tú le diste crecimiento.

Que este pan nos traiga la vida de tu querido Hijo Jesús,

y que este vino de nuestros viñedos

nos traiga alegría y esperanza duradera.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     La Palabra de Dios es tan eficaz entre nosotros que, cuando la pronunciamos sobre el pan y el vino, los transforma en el Cuerpo y Sangre de Jesús, el Señor. Demos gracias y alabanza a nuestro Padre por este excelente don.

 

Introducción al Padre Nuestro

Unidos a Jesús, rogamos a nuestro Padre

con palabras de confianza y esperanza.

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de palabras vacías y no fiables.

Guárdanos y líbranos de falsas promesas

y de toda clase de pecado.

Llena nuestros labios con palabras y cánticos

de amor, bondad y alegría,

mientras nos animamos unos a otros

y esperamos juntos la segunda y final venida

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/Tuyo es el reino…

 

Fracción del Pan

El celebrante llama la atención sobre el importante rito de la Fracción del pan.

 

     Siguiendo la palabra de mando de Jesús, hacemos como él nos dijo: Partimos este pan para todos nosotros porque él es Jesús, el Señor. Que sus palabras den en nosotros fruto de alegría y esperanza.

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesús, el Señor,

que siembra en nuestros corazones

la buena semilla de su mensaje.

Él mismo es el mensaje:

recibámoslo bien

y escuchémoslo.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

La gente hoy tiene hambre de verdad, autenticidad,

y de un sentido más profundo de la vida.

Ábrenos a todos a tu Buena Noticia de Salvación;

llena nuestras palabras balbucientes con tu Palabra de vida

y enséñanos a hablar a nuestros hermanos

un lenguaje que puedan entender,

especialmente el de la esperanza y el amor

por medio de nuestra vida auténticamente cristiana.

Te lo pedimos en el nombre del Señor.

 

Bendición

     Hermanos: Hemos oído a Jesús, que es la Palabra viva de Dios, y lo hemos escuchado. El Señor nos confía ahora su Palabra y su Cuerpo. Marchemos, proclamemos su Palabra y seamos su Cuerpo visible para el mundo. Que podamos ser una bendición para todos.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

Jesús inauguró el Reino con obras y palabras. Somos invitados a continuarlo en nuestra historia. Son las parábolas las que se encargan, por medio de comparaciones, de explicarnos cómo hacerlo “vida” en nuestras vidas. ¿Se refería a un Reino celestial ubicado en el más allá o, más bien, a la resignificación de los reinos de este mundo?

 

La Parábola del Sembrador, a ojos de un sistema eficiente, es un verdadero fracaso, ya que gran parte de la siembra se ha perdido; parece un descuido de quien siembra dejar caer la semilla en cualquier parte. Jesús aprovecha para ejemplificar la misión del Reino; él no pierde la esperanza de que la semilla también germine en terrenos no aptos y dé un poco de fruto. Se anuncia el Reino en muchos poblados y lugares. Su mensaje va dirigido a toda persona, con preferencia de los más vulnerables. Sin embargo, muchas personas que se enteraron de la propuesta de vida nueva o no entendieron o simplemente le dieron la espalda; otros la acogen, pero con interés de obtener ganancia o provecho, sea en alimento o en sanación. Se supone que hay unos pocos que lo encarnan y comienza su vida a dar frutos de buenas obras.

El profeta Isaías anuncia con esperanza lo que espera Jesús que suceda con la misión: ambos confían en que le hará mucho bien a la gente. El Reino se hace vida con el esfuerzo de los que anuncian y el fruto que produce en quienes lo hacen suyo. La semilla germina con dificultad en determinadas circunstancias, pero el fruto puede llegar por donde menos se espera. Recordemos que el anuncio lleva consigo fuerza transformadora. La parábola es directa: habla de un sembrador que no calculó y que, generoso, va esparciendo la semilla sin preocuparle dónde caerá, a sabiendas de que no toda brotará o de que, en alguna medida, dará fruto. Que su ejemplo nos ayude a no desfallecer en el intento de acompañar procesos de vida y de fe en circunstancias adversas.

 

Recordemos la exhortación de San Pablo: nos encontramos en un tiempo que espera con dolores de parto la manifestación de la bondad humana. Aprendamos a no ser tan calculadores al momento de la evangelización. Más bien pidamos espíritu de sabiduría y ayuda providente para realizarla. Nuestro itinerario pastoral no puede medirse o cuantificarse en número sino en aquellas posibilidades que se abren para hacer el bien. Dios nos invita a seguir sembrando ahí donde nadie ve esperanzas.

 

 

BibleClaret

Hong Kong

Síguenos

Copyright © Bibleclaret 2025. All Rights Reserved.