Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

SAN MATEO, Apóstol y Evangelista

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21 de septiembre

 

SAN MATEO, Apóstol y Evangelista

 

Introducción

       Mateo, a pesar de ser un despreciable recolector de impuestos, calificado tan bajo como un pecador público o como un pagano, llega ser un apóstol de Jesús. Él es una prueba viva de que Jesús vino a llamar a los pecadores. Y entre los apóstoles es uno de los dos evangelistas que dieron testimonio de Cristo, no sólo con su trabajo y su vida, sino también con sus escritos: el formidable evangelio. Mateo está con nosotros hoy para fortalecer nuestra fe. Nos muestra cómo, en Jesús, se cumplen las Escrituras, y cómo nuestras comunidades de hoy, igual que las suyas hace ya tanto tiempo, tienen que poner en práctica la Buena Noticia de Jesús.

 

Oración Colecta

Señor Dios misericordioso:

Tú nos muestras hoy

en tu apóstol y evangelista Mateo

cómo avergüenzas a los petulantes e hipócritas

y cómo llamas a los pecadores a la tarea

de llevar al mundo la Buena Noticia de tu Hijo.

Perdona nuestra soberbia, y danos la certeza

de que podemos contar contigo y con tu amor

porque somos débiles y pecadores.

Que sepamos compartir tu mensaje y tu vida

por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Ef 4,1-7.11-13: Ha constituido apóstoles, evangelistas...

 

Sal 19: A toda la Tierra alcanza su pregón

 

Mt 9,9-13: «¡Sígueme!» Él se levantó y lo siguió

 

En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos. Le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. 10Estando Jesús en la casa, sentado a la mesa, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron con él y sus discípulos. 11Al verlo, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su maestro come con recaudadores de impuestos y pecadores?» 12Él lo oyó y contestó: «No tienen necesidad del médico los sanos sino los enfermos. 13Vayan a aprender lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios. No vine a llamar a justos, sino a pecadores».

 

Oración de los Fieles

 

  • Por la Iglesia, comunidad de santos y pecadores. Para que no condenemos a los que han errado sino que, como Dios mismo, les demos nuevas oportunidades en la vida, tal como nos la da Dios a nosotros, roguemos al Señor.
  • Por los hermanos que han fallado y ya no creen ni en sí mismos, ni en Dios, ni en la comunidad. Para que recuperen nueva esperanza cuando experimenten nuestra comprensión y compasión hacia ellos, roguemos al Señor.
  • Por los sacerdotes y religiosos. Para que sigan confiando en el Señor que los llamó a pesar de su fragilidad humana y que, con Cristo, cuiden especialmente a los pobres y a los débiles, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro, Padre misericordioso:

Tu Hijo Jesús comía

con recaudadores de impuestos y con pecadores

porque lo necesitaban espiritualmente.

Nosotros te presentamos ahora

este pan y este vino,

para que el mismo Jesús se siente a la mesa con nosotros

porque también lo necesitamos.

Acepta su sacrificio y el nuestro

para que se nos perdonen los pecados

y para que vivamos siempre en tu Amor,

ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro, Padre misericordioso:

Por medio de tu Hijo, que está entre nosotros,

ayúdanos a ser afables y compasivos

sin condenar a nadie,

ya que tú has sido bondadoso con nosotros.

Y no permitas que nos jactemos

de nuestros logros y éxitos humanos,

ya que todo lo que somos y hacemos

lo debemos a tu gracia y a tu llamado,

en Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

       Hermanos: a llamar no a los justos sino a los pecadores”. Que estas palabras de Jesús cambien nuestra mirada sobre nosotros mismos y sobre nuestras hermanas y hermanos. Haznos pacíficos y comprensivos para con todos. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, desciendasobre nosotros y permanezca para siempre. El Señor nos ha recordado hoy: “Lo que deseo es misericordia, no sacrificio. He venido

 

 En un mundo que preconizaba la fuerza y el dominio, Jesús promueve la compasión. Se ocupó de darle voz a los menospreciados, sanar a los enfermos y desahuciados, integrar a los discriminados, hacer presentes a los invisibles en una comunidad nueva. Durante generaciones enteras, sin embargo, ser compasivo resulta una marca de debilidad personal y no una virtud obligatoria en la forja de la identidad. No se gana en la propia identidad sin transformar y sin meditar el rumbo que se ha de dar a la vida. La ruta eficaz a la compasión se inicia en la amabilidad y la cortesía que permiten reconocer a las personas como dignas de respeto y atención. Luego podremos dejarnos interpelar por esa presencia salvando las distancias, recibiéndola y hospedándola en nuestra mente y en nuestro corazón. “¿Cómo estás?”, podremos decir con ánimo de hermanarnos, evitando la indiferencia y la indolencia. Miremos nuestro entorno y descubriremos suficientes oportunidades para practicar la compasión y transmitirla. Agradece por quienes han sido compasivos contigo.

 

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