Sábado 28 de Octubre
29a Semana Ordinario
SAN SIMÓN Y SAN JUDAS, Apóstoles
Introducción
Poco conocemos sobre estos apóstoles. El apodo “Zelote” indica probablemente que Simón había pertenecido al grupo de activistas anti-romanos antes de convertirse en apóstol. Judas, hermano de Santiago, llamado también Tadeo, después de la Última Cena preguntó a Jesús cómo podría manifestarse como Mesías sin hacer ostentación de su poder, sin usar la fuerza… La respuesta de Jesús es la llave maestra de su vida, su misión y su Evangelio: Se ofrecería como Amor a quien quisiera tenerlo…
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Al celebrar hoy a tus apóstoles Simón y Judas,
recordamos cómo tu Hijo pudo edificar su Iglesia
sobre hombres débiles y falibles
y hacerlos su firme fundamento.
Te pedimos hoy, con tu Hijo,
que nuestra fe en tu Iglesia y en los que la gobiernan
permanezca inquebrantable.
Mientras ellos se esfuerzan y quizás andan a tientas,
que tu Espíritu los llene
con su sabiduría y su ardor.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Ef 2,19-22: Están edificados sobre los apóstoles
Sal 19: A toda la tierra alcanza su pregón
R. Aleluya, aleluya.
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles.
R. Aleluya.
Lc 6,12-19: Escogió a doce y los nombró apóstoles
Por aquel tiempo subió Jesús a una montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios. 13Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, eligió entre ellos a doce y los llamó apóstoles: 14Simón, a quien llamó Pedro; Andrés, su hermano; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; 15Mateo y Tomás; Santiago hijo de Alfeo y Simón el rebelde; 16Judas hijo de Santiago y Judas Iscariote, el traidor. 17Bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y Sidón, 18para escucharlo y sanarse de sus enfermedades. Los atormentados por espíritus inmundos quedaban sanos, 19y toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En el nombre de Jesús, tu Hijo,
tus ministros consagrados y tu Pueblo te ofrecen
el memorial de su muerte y Resurrección.
Aunque somos pecadores,
queremos ser tu pueblo santo,
para dar testimonio de tu nombre
y ser un signo creíble para todos
de que tu Hijo vive
y de que tú eres nuestro Dios y Padre omnipotente,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios Padre Santo:
A nosotros, Pueblo peregrino,
has querido que tu Hijo nos hablara
su Palabra edificante e inspiradora
y nos diera su alimento de fortaleza.
Renueva tu Iglesia en sus pastores y en sus miembros,
para que vivamos según lo que creemos
y alcemos en nuestro mundo una voz profética
que hable con credibilidad
de justicia, verdad y unidad.
Y que así el mundo crea en tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Jesús confía su propia misión a manos humanas débiles y falibles. “Confía”, porque se fía suficientemente de ellos. Con la ayuda del Espíritu Santo, esforcémonos en hacer la tarea que Dios nos encomienda. Que el Dios todopoderoso nos bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En la fiesta de Simón y Judas nos detenemos a pensar en los cimientos y raíces en las que se fundamenta nuestra vida. Esto nos puede invitar a una introspección retrospectiva que nos ayude a valorar aquello de nuestras historias que nos ayudó a crecer, agradeciendo por lo bueno e intentando siempre integrar o sanar aquellas situaciones que nos hicieron mucho daño. Estos ejercicios de memoria son necesarios y saludables porque nos permiten saber de dónde venimos y hacia dónde tenemos que orientar nuestras vidas y mayores energías. Un corazón reconciliado vive en paz y comprometido con su futuro. Somos herederos de una misión y una causa que, para abrazarla y hacerla nuestra, necesitamos conocer mejor. Una de las mayores deudas que tenemos es la de conocer mejor nuestra fe y nuestros orígenes para que nuestro compromiso corresponda a la causa que abrazamos. La tradición martirial y apostólica nos tiene que ayudar a reconocer nuestros orígenes humildes y la misión que tenemos por delante.