Viernes 1 de Noviembre, 2024
30 Semana en Tiempo Ordinario
Saludo (Rom 1,7)
Para todos ustedes, queridos de Dios,
y llamados a ser santos,
gracia y paz de Dios nuestro Padre
y de Jesucristo el Señor.
Que su amor y su paz esté siempre con ustedes.
Introducción
En esta celebración de Todos los Santos nos preguntamos: ¿Qué idea tenemos de los santos? ¿Son para nosotros soñadores idealistas fuera de todo contacto con el mundo y con la gente, pasivos y tristones como sus estatuas? La liturgia de hoy nos cuenta una historia diferente. Los Santos son gente ordinaria como nosotros, con la misma carne y sangre que nosotros. Pero tuvieron la valentía de ser diferentes, de hacer las cosas ordinarias de la vida a la manera extraordinaria de Cristo, de quien toman su valor. Ellos nos avergüenzan con su serena, pero fuerte amabilidad, su integridad, su entrega a Dios y a sus hermanos, trabajando por la justicia, la verdad y la paz. Pidámosle al Señor, que está aquí con nosotros, la fuerza para seguirlo como ellos lo hicieron.
Acto Penitencial
¿Creemos realmente que nosotros, pecadores,
estamos llamados a ser santos?
Examinémonos ante el Señor.
(Pausa)
Señor, tú nos dices:
“Bienaventurados los pobres de espíritu.”
Te hemos escuchado, pero es difícil hacer lo que nos dices.
Por nuestra auto-suficiencia y egoísmo.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú nos dices:
“Bienaventurados los misericordiosos.”
Pero muchas veces somos insensibles
a las miserias de los otros y nos afectan bien poco.
Por nuestra dureza de corazón y falta de interés.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, tú nos dices: “Bienaventurados los pacíficos”.
Nosotros no compartimos fácilmente la paz
del perdón y del servicio comprometido.
Por nuestra soberbia, rencor y violencia.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor;
perdona nuestros pecados;
danos el valor para vivir tu Evangelio
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Roguemos al Señor
para que los santos nos inspiren a seguir a Cristo,
como ellos lo hicieron.
(Pausa)
Oh Dios de esperanza y Señor del futuro:
Por medio de los santos nos inspiras hoy
con nuevas esperanzas en el futuro del mundo y de la gente.
Que nos percatemos, Señor, de que, con tu fuerza,
hasta nuestros sueños más atrevidos
pueden hacerse realidad,
e incluso pueden ser superados:
que la justicia, la paz y el amor sean valores
por los que valga la pena vivir y morir,
y que, un día, tú corones tu propio trabajo en nosotros,
por Jesucristo nuestro Señor.
Primer Lectura: Apocalipsis 7,2-4.9-14: «Vi una muchedumbre inmensa»
San Juan nos da una visión de esperanza en el futuro último: Los que viven conforme al Evangelio serán victoriosos con él. Su número será incontable.
Segunda Lectura: 1 Juan 3,1-3: Veremos a Dios tal cual es
La clave de toda felicidad es el amor: La certeza de que Dios nos ama (“él nos amó primero”) y de que somos sus hijos e hijas. Esta certeza nos hace capaces de toda esperanza.
Evangelio: Mateo 5,1-12a: «Estén alegres; su recompensa será grande»
Los valores del evangelio difieren claramente de los del mundo; sin embargo, tenemos que vivirlos en el mundo para transformarlo en mundo de Dios. Las Bienaventuranzas son la inspiración perfecta y exigente de una vida cristiana.
En aquel tiempo, al ver a la multitud, Jesús subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. 2Tomó la palabra y comenzó a enseñarles del siguiente modo: «3Felices los pobres de corazón, porque el reino de los cielos les pertenece. 4Felices los afligidos, porque serán consolados. 5Felices los desposeídos, porque heredarán la tierra. 6Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 7Felices los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia. 8Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios. 9Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. 10Felices los perseguidos por causa del bien, porque el reino de los cielos les pertenece. 11Felices ustedes cuando los injurien y los persigan y los calumnien falsamente de todo por mi causa. 12aAlégrense y pónganse contentos porque el premio que les espera en el cielo es abundante».
Oración de los Fieles
Señor Dios nuestro, tú quieres que seamos felices con tu propia felicidad. Llena nuestra vida de cada día con tu presencia salvadora. Indúcenos a buscar la clase de felicidad que es auténtica y que dura hoy, mañana y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Jesús, tu Hijo, tuvo el valor
de ser diferente y original.
Por medio de este pan y de este vino
sobre el altar te ofrecemos ahora
nuestra buena disposición para avanzar
por su camino de santidad.
Así como por la acción del Espíritu
cambias el pan y el vino en el mismo Jesucristo,
transfórmanos a nosotros,
débiles y tímidos como somos, en nuevas personas,
dispuestos a arriesgarnos a remodelar
el mundo según tu imagen.
Y aunque no podemos todavía ver ahora el resultado,
danos la convicción de que tú vas a llevar
a un final feliz lo que hemos comenzado
con sacrificio y esfuerzo.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con alegría damos gracias al Padre por las maravillas que su gracia ha obrado en los Santos, buenos hermanos y hermanas nuestros. Ofrezcamos esta eucaristía con Jesús, para que, como los Santos, nos esforcemos por llegar a ser más semejantes a él.
Invitación al Padre Nuestro
Dios ha colmado nuestros corazones con gran amor. Él quiere que nos llamemos hijos suyos, y esto es ciertamente lo que somos. Así con Jesús podemos decir en verdad: R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz en nuestros días.
Danos el valor de seguir, con los Santos,
el mismo camino que tu propio Hijo Jesús
siguió hacia ti, en penas y alegrías,
en fuerza y en debilidad,
mientras aguardamos con gozosa esperanza la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Invitación a la Comunión
Este es Jesucristo, el Señor, Cordero de Dios que compartió nuestros sufrimientos para hacernos partícipes de su gloria. Dichosos los que tienen hambre y sed de Dios, que ellos se saciarán.
Oración después de la Comunión
Oh Dios santo, fuente de toda santidad:
Amabilidad, integridad, reconciliación,
pobreza y pequeñez ante ti,
entereza frente al dolor son actitudes
nada fáciles para ponerlas
en práctica en nuestra vida;
sin embargo, son la materia
de la que están hechos los santos.
Danos tu fortaleza, Señor, ya que,
por nosotros mismos,
somos incapaces de llevar adelante
una tarea pensada para gigantes.
Danos a tu Hijo para que sea nuestro compañero
en este viaje hacia ti,
pues estamos seguros de que, con él,
lo podemos hacer,
él que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Los santos eran gente como nosotros, débiles, vulnerables con los defectos propios de todo ser humano… Ellos vivieron las mismas vidas que nosotros, pero de forma más audaz y valerosa. Nosotros estamos llamados a la misma santidad a la que Dios los llamó. Que sepamos responder a su llamado con la fuerza y bendición de Dios todopoderoso: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Comentario
Iniciamos el mes con el comprometedor texto de las Bienaventuranzas que marcó el horizonte misionero de Jesús. Las Bienaventuranzas constituyen el nuevo programa del reino de Dios que busca revertir las injusticias de este nuestro mundo. Jesús nos invita a generar espacios nuevos de vida y de relaciones dignificantes enfocados en la superación de la desigualdad, el egoísmo y la violencia.El alcance de su proyecto es universal porque dondequiera que existan personas violentadas en su derecho a vivir o en su dignidad habrá una oportunidad para hacer presente su amor y misericordia. La meta de todo creyente y de las comunidades de fe es la de esforzarse por crear espacios que reviertan los efectos del mal y del egoísmo que se incrusta en los corazones y los incapacita para el amor. Celebremos la fiesta de todos los santos y santas agradeciendo el testimonio que nos han legado y comprometiéndonos a manifestar esa santidad a la que hemos sido llamados. ¡Felices quienes, a pesar de las dificultades, abrazan con valentía sus vidas!