Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Quinto Domingo de Cuaresma

Description

17 de Marzo, 2024

 

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

 

Perder la vida para encontrarla

 

Como un grano de trigo

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Cristo, el Hijo de Dios,
aprendió a obedecer a través del sufrimiento;
y así se hizo, para todos los que le obedecen,
fuente de Salvación eterna.
Que este Señor, Jesús, esté siempre con ustedes.

 

Introducción

 

Perder la vida para encontrarla

Todos los que cultivan plantas, incluso gente de la ciudad que aman las flores, saben que las semillas tienen que morir en la tierra para que los retoños puedan brotar de ellas y darnos flores llenas de color. La semilla tiene que morir para dar vida. De la misma manera, Jesús murió para darnos vida. Y nosotros, sus discípulos hoy, tenemos que seguir sus huellas. Tenemos que entregarnos a nosotros mismos para que los otros sean felices y vivan. San Pablo dice con Jesús: "Nadie vive para sí mismo". ¿Podemos decir eso de nosotros mismos?

 

Como un grano de trigo

No es de ningún modo razonable buscar dolor y sufrimiento. Sin embargo, sabemos que en la vida hay ciertos sufrimientos que tenemos que aceptar en línea con nuestras tareas. Una mujer tiene que pasar por los dolores de parto para traer un niño al mundo; los padres tienen que sacrificarse por sus hijos; las enfermeras tienen que dedicarse a aliviar las penas de los enfermos. Sí, la semilla tiene que morir en el surco para dar vida a una nueva planta. Hoy Jesús nos invita a seguirlo aceptando el dolor y los esfuerzos necesarios para llevar a cabo nuestra misión en la vida.


Acto Penitencial

Pedimos ahora perdón al Señor

por haber vivido demasiado centrados

en nosotros mismos.

(Pausa)

Señor Jesús, tú nos recuerdas:

"Quien ama su vida la perderá,

pero quien entrega su vida logrará vida eterna".
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú nos invitas:

"Los que quieran servirme

tienen que seguir mis huellas".
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú nos das a la vez el ejemplo

y la fuerza para vivir no sólo para nosotros,

sino para los demás.  
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

                   Restaura nuestra vida con tu perdón,

                   Señor, y que sea una vida al servicio de Dios

                   y de los hermanos que nos rodean

                   de modo que tú puedas otorgarnos la vida eterna.



Oración Colecta

Oremos pidiendo un amor que se dé a sí mismo a los demás.

                        (Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro;
Tú plantaste a tu propio Hijo, Jesús,
como un grano de trigo
en los surcos de nuestra tierra,
y de su muerte brotó y creció
la abundante cosecha de una nueva humanidad.
Danos valor para seguirlo,
para que nuestro amor también
traiga vida y alegría a muchos.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo, nuestro Señor.


Primera Lectura (Jer 31,31-34): Una nueva Alianza

En tiempo de mucha infidelidad, Dios promete una nueva Alianza, una nueva unión de vida y amor de Dios con su pueblo. Se guiarán por la ley interior de amor en sus corazones.

 

“Se acerca el tiempo, dice el Señor,
en que haré con la casa de Israel
y la casa de Judá una alianza nueva.
No será como la alianza que hice con los padres de ustedes,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.
Ellos rompieron mi alianza
y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos.

Ésta será la alianza nueva
que voy a hacer con la casa de Israel:
Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente
y voy a grabarla en sus corazones.

Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano,
diciéndole: ‘Conoce al Señor’,
porque todos me van a conocer,
desde el más pequeño hasta el mayor de todos,
cuando yo les perdone sus culpas
y olvide para siempre sus pecados”.

 

Salmo Responsorial

Salmo 50, 3-4. 12-13. 14-15
 

R. (12a) Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos,
y purifícame de mis pecados. R.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí ti santo espíritu. R.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Devuélveme tu salvación, que regocija
y mantén en mí un alma generosa.
Enseñaré a los descarriados tus caminos,
y volverán a ti los pecadores. R. 
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.



Segunda Lectura (Heb 5,7-9): La muerte de Jesús es nuestra fuente de vida

Jesús tenía miedo al sufrimiento y a la muerte; sin embargo, los aceptó por lealtad al Padre y por amor a nosotros. Con su muerte nos trajo vida.

 

Hermanos: Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.

 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 12, 26
 

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
El que quiera servirme, que me siga,
para que donde yo esté,
también esté mi servidor.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

 

Evangelio (Jn 12,20-30): Morir para dar vida a otros

Muriendo en tierra, el grano de trigo produce una rica cosecha. Muriendo en la cruz, Jesús nos da vida eterna. También los discípulos de Jesús deben arriesgar sus vidas por los demás.

 

Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”.

Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.

Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: ‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre”. Se oyó entonces una voz que decía: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.

De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: “Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.



Oración de los Fieles

Con sus brazos extendidos en la cruz Jesús quiso atraer a todos los hombres hacia él. Acerquémonos a él con las necesidades y esperanzas de todos y digamos: R/Salva a tu Pueblo, Señor.

 

  • Por los que están buscando una fe en que creer. Para que la encuentren en la Iglesia, y vean allí presente a Jesús, en su amor y preocupación por los pobres y por los que sufren, roguemos al Señor.
  • Por los que se preparan para recibir el Bautismo. Para que logren ver a Jesús en la comunidad que los va a apoyar en su fe, roguemos al Señor.
  • Por las personas que se comprometen a llevar alegría, felicidad y esperanza a otros. Para que sigan viendo a Jesús en aquellos a quienes sirven, roguemos al Señor.
  • Por las muchas víctimas de las guerras y de la violencia. Para que no caigan en desesperación sino que logren ver a Jesús sufriente y saquen de él fuerza y esperanza, roguemos al Señor.
  • También por nosotros mismos. Para que, en días difíciles, veamos a Jesús, el Señor, como nuestra inspiración y nuestra fuente de confianza y valor. Y que nos dé la gracia de crecer en madurez a través de nuestras atenciones y cuidados, roguemos al Señor.

 

Señor Jesús, seguimos buscándote. Sálvanos en la hora del desaliento. Consérvanos unidos íntimamente a ti, ahora y por los siglos de los siglos.


Oración sobre las Ofrendas

Señor, Dios nuestro:
En esos signos de pan y vino
recordamos a Jesús, tu Hijo,
como Pan que tiene que partirse y compartirse,
y como vino que tiene que escanciarse
para alegría de todos.
Danos el Espíritu de Jesús,
para que también nosotros nos comprometamos:
a hacer felices a los que nos rodean.
Otórganos disponibilidad para aceptar el sufrimiento
si ése es el precio que hay que pagar
para ser fieles a ti y a los hermanos.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.


Introducción a la Plegaria Eucarística

Jesús entregó su vida por nosotros para traernos todas las riquezas de la vida de Dios. Él vino a ser la semilla que muere en el surco para que nosotros tengamos vida, crezcamos y florezcamos. Nos unimos a Jesús para dar gracias al Padre.


Invitación al Padre Nuestro

Con toda honestidad,

Jesús podía llamar a Dios "Padre",

porque cumplió la voluntad del Padre hasta el fin.

Pidamos, con Jesús, la misma apertura

a la voluntad de Dios.

R/ Padre nuestro…


Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males,
y del miedo a comprometernos
en entrega a nuestros hermanos.
Por tu misericordia, guárdanos libres
de nuestro egoísmo y falsos apegos
y protégenos de toda ansiedad frente al sufrimiento.
En nuestras pruebas, danos la fuerza de tu Hijo,
mientras trabajamos con alegría y esperanza
para la venida gloriosa
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…


Invitación a la Comunión

Éste es Jesús, el Cordero de Dios,
que se hizo para nosotros
como grano de trigo que muere en tierra
para que vivamos y seamos capaces de amar.
Dichos nosotros de recibirlo ahora en la comunión.
R/ Señor, no soy digno…


Oración después de la Comunión

Dios y Señor nuestro, Padre amoroso:
A causa de su amor hacia ti y hacia nosotros,
para tu Hijo Jesús ningún sufrimiento fue demasiado doloroso,
ninguna muerte demasiado costosa,
con tal de conseguirnos vida y felicidad eterna.
Por medio de esta eucaristía,

ayúdanos a aceptar las invitaciones y los riesgos del amor.
Danos la gracia de seguir a tu Hijo,
viviendo no para nosotros mismos sino para los demás,
y danos la certeza de que el dolor o la muerte no son el fin,
sino la semilla de un nuevo comienzo
en Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Cristo no impuso ni exigió forzosamente amor a los otros, ya que el amor no impone ni exige; sólo invita. Lo que hizo Cristo fue entregar. Se entregó a sí mismo. A donde va el maestro, debe seguir el discípulo. Que aprendamos también nosotros, sus discípulos, a darnos a los demás, aun a costa de sufrimiento, para que crezcamos como hijos de Dios. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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