Domingo 28 de Abril, 2024
Quinto Domingo de Pascua
Ramas de la misma vid
Diferentes, pero uno en Cristo
Saludo (Ver Segunda Lectura)
No tenemos que tener miedo
a la presencia de Dios.
Sabemos que podemos pedirle confiados
lo que necesitamos:
él nos dará siempre nuestro mayor bien
en su debido momento.
Solo nos invita a cumplir sus Mandamientos
de amor genuino y fraterno
para que podamos alcanzar una vida plena.
Que el amor y la paz de Jesús
estén con ustedes.
Introducción
1. Ramas de la misma vid
Nuestra fe es mucho más que creer en una serie de verdades: es una unión con una Persona viva: Jesús, nuestro Señor. Sus palabras y sus obras son nuestra guía en la vida; nuestro corazón entra en sintonía con su corazón, y su amor desinteresado y servicial a Dios y a los hombres es nuestra inspiración y nuestro modelo. Podemos, con su ayuda, intentar vivir su vida, permanecer en él, ser uno con él como él es uno con el Padre. Seamos íntimamente uno con él aquí ahora en esta eucaristía y en la vida de cada día.
2. Diferentes, pero uno en Cristo
De muchas maneras diferimos unos de otros. ¡Damos gracias a Dios por la riqueza de nuestra diversidad! ¡Qué triste sería nuestro mundo si todos fuéramos iguales, idénticos! ¡Solamente veríamos nuestra propia imagen! Tenemos distintos rostros, distintos caracteres y personalidades, distintas historias de vida, distintas ocupaciones, pertenencias raciales, países, culturas, lenguajes… Sin embargo, hay una cosa que nos une: pertenecemos a Cristo, estamos unidos en él. Él quiere que esta unión sea como la de las ramas de un mismo árbol, como sarmientos de una misma vid que da vida a todas sus ramas: firmes, íntimas y fuertes. Todos juntos en él somos uno.
Acto Penitencial
¿Somos realmente como amigos íntimos con Jesús nuestro Señor,
conscientes de que nos ama profundamente
y está cercano a nosotros?
Examinémonos ante el Señor.
(Pausa)
Señor Jesús, tu vida fluye en nosotros:
¡A ti toda alabanza!
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tu Amor se desborda en nosotros:
¡A ti toda alabanza!
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tu entrega al Padre
y al bien de los hombres rebosa en nosotros:
¡A ti toda alabanza!
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Muéstranos tu misericordia, Señor.
Guárdanos unidos en tu Amor
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que todos lleguemos a ser uno
en Jesús, nuestra verdadera vid.
(Pausa)
Oh Dios nuestro, fuente de vida y amor:
Tú has querido hacerte muy cercano e íntimo a nosotros
en tu Hijo Jesucristo.
Por medio de él podemos vivir tu vida, rica y generosa,
y que alcanza a los hermanos,
ya que Cristo vive en nosotros y nosotros podemos vivir en él.
Que tu Hijo nos reúna a todos juntos en él,
que todos lleguemos a ser sarmientos de la misma vid
y que el vino nuevo de justicia y amor
llene toda esta nuestra tierra con alegría y paz.
Te lo pedimos por medio de Aquel
cuya savia de vida fluye en nosotros,
Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura: Hechos 9,26-31 Los comienzos difíciles de un apóstol
De fanático perseguidor, Pablo se convierte en un celoso apóstol. Al comienzo, la gente no se fía de él. Bernabé responde por él y Pablo es aceptado, pero aun entonces provoca controversias.
Cuando Pablo regresó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no creían que se hubiera convertido en discípulo.
Segunda Lectura: 1 Juan 3,18-24 Fe en Jesús y amor mutuo
Estamos seguros de que Dios está presente en nosotros y estamos unidos a él si creemos en Jesucristo y nos amamos unos a otros con un amor auténtico y activo.
Evangelio: Juan 15,1-8 “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos “
Sólo cuando estamos unidos a Jesús con fe y amor, como sarmientos de una misma vid, pueden nuestras vidas producir fruto y fruto en abundancia.
Oración de los Fieles
Si permanecemos en nuestro Señor Jesucristo como sarmientos de la vid, podemos pedir lo que queramos y él nos lo concederá. Por eso digámosle: R/ Escucha a tu Pueblo, Señor.
Señor Jesús, vid en la que vivimos, permanece siempre con nosotros; guárdanos siempre unidos contigo y con los hermanos y danos la gracia de producir fruto que permanezca, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Tú plantaste a tu Hijo en medio de los hombres
como la verdadera vid, de Amor siempre fiel.
Que él se nos dé a nosotros hoy
como nuestro Pan de fortaleza
y escancie para nosotros el vino de la fidelidad,
para que vivamos en él y él en nosotros
y para que demos frutos de unidad y de amor,
por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Alcemos nuestras mentes y nuestros corazones al Padre para darle gracias por habernos dado a Jesús como nuestro Señor Resucitado y como la verdadera vid que nos mantiene unidos en él.
Invitación al Padre Nuestro
Unidos con el Hijo de Dios como sarmientos a la vid,
oremos a Dios nuestro Padre
la oración que Jesús mismo nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos en nuestros días
la paz de la unión con tu Hijo,
que es nuestra verdadera vid,
y con todos nuestros hermanos.
Protégenos de toda ansiedad y perturbación,
mantennos fieles a ti
y haz que demos frutos de amor y de paz,
mientras esperamos con gozosa esperanza
la venida gloriosa de nuestro Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión
Ésta es la verdadera vid, Jesús nuestro Señor,
sin el cual no podemos hacer nada.
Dichosos nosotros, invitados a su mesa,
para que él viva en nosotros y nosotros en él.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Padre de bondad:
Tú eres más grande que nuestro corazón.
En esta celebración eucarística te damos gracias,
por darnos la verdadera vid, tu Hijo Jesucristo.
Que ojalá sigamos viviendo unidos a él
y unos a otros para que,
en las incertidumbres de la vida,
sigamos creyendo, esperando y amando.
Y cuando andemos a tientas en la oscuridad en días de prueba,
danos la seguridad de que estás solamente purificando nuestra fe
y de que tú estás siempre con nosotros
en nuestros hermanos y en tu Hijo,
Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Nuestro Señor nos ha dicho hoy: “Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes”. Sí, permanezcamos en su amor y hagamos las obras de la vida diaria unidos a él. Animados con su fuerza, llevémoslo también a nuestros hermanos. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.