Domingo 7 de Julio de 2024
Decimocuarto domingo en Tiempo Ordinario
Llamados a ser profetas
Débiles, pero fuertes en Dios
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Cuando somos débiles,
somos entonces fuertes en el Señor.
Que la fuerza de la gracia de Dios
esté siempre con ustedes.
Introducción
1. Llamados a ser profetas
¿Qué nos pasa cuando vemos de cerca a gente excluida, pisoteada o explotada injustamente? La mayoría no hacemos nada… Pensamos: “¿Quién soy yo para intervenir en favor de nadie? ¿Qué puedo hacer yo para corregir tales situaciones? Nadie me va a escuchar...” ¡Tantas veces dejamos de hacer el bien por dudar o no tener en cuenta que, como cristianos, estamos nosotros también llamados a ser profetas, en nuestra tierra y en nuestro tiempo! Pidamos al Señor Jesús que nos dé valentía y audacia, y que nos inspire para hablar claro y sin rodeos siguiendo al Evangelio e ir por la vida, como Jesús, haciendo el bien.
2. Débiles, pero fuertes en Dios
Jesús, el carpintero del pueblo, cuya madre y parientes eran conocidos de todo el mundo, ¿cómo podría obrar milagros? ¿Y de dónde sacaría su extraño mensaje? La Iglesia, con todos sus defectos, y el sacerdote, que no es mejor que nosotros, ¿cómo se atreven a hablarnos en nombre de Dios? Pues sí; así es. Dios nos habla a través de gente ordinaria. La palabra y el mensaje de Dios son más fuertes que los débiles mensajeros que él envía para proclamar su anuncio profético. Y no solo los profetas o sacerdotes, sino cada uno de nosotros, tenemos que alzarnos y hablar claro, sin rodeos, en favor de lo que es justo y bueno. Con la fuerza de Dios.
Acto Penitencial
Pidamos perdón al Señor
porque no siempre lo hemos aceptado
siguiendo sus condiciones,
y porque tantas veces no tuvimos el valor
para hacer lo que es recto, justo y bueno.
(Pausa)
Señor Jesús, tú mismo Pueblo te rechazó.
Jamás permitas que te neguemos nosotros.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú nos diriges tu Palabra desafiante,
que nos exige que seamos servidores
justos y caritativos.
R/Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tu gracia y tu amor nos bastan.
Haznos fuertes en nuestra debilidad.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
Perdona, Señor, nuestros pecados de cobardía y danos la gracia de vivir y actuar siempre según tu Palabra. Y llévanos a la vida eterna. R/ Amén.
Oración Colecta
1. Llamados a ser profetas
Roguemos para que ninguno de nosotros
rechace a Jesús,
la Palabra de Dios que viene a los suyos.
(Pausa)
Oh Dios, Padre sin igual:
Tu Hijo, tu Palabra, vino a nosotros
como un ser humano más,
con la misma carne y la misma sangre que nosotros.
Prepáranos para acogerlo siempre
y escuchar lo que él nos diga,
aun cuando su Palabra nos disguste y nos perturbe,
porque la suya es una Palabra de gracia y de Vida.
Y danos la audacia de pasar su Palabra
de unos a otros, para que nos libere a todos
y, como Pueblo bien unido, nos lleve hacia ti.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
2. Débiles, pero fuertes en Dios
Oremos a nuestro Dios, rico en misericordia;
que él sea nuestra fuerza en nuestra debilidad.
(Pausa)
Oh Dios, origen de toda fuerza y poder:
Tú nos elegiste a nosotros, débiles como somos,
para avergonzar a los poderosos
y para levantarnos e intervenir
con nuestras palabras y con nuestras vidas
en favor de todo lo que es justo y bueno.
Danos la gracia de percatarnos claramente
de que, sin tu ayuda,
nuestros esfuerzos humanos
no pueden menos que fallar
y de que nuestra mera debilidad,
aceptada con humildad,
nos da derecho a recibir de ti fuerza y vigor.
Sé tú, Señor, la fuente de nuestro valor y alegría
gracias a Aquel que fue débil con los débiles,
pero que vive contigo como Señor de todos,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.
Primera Lectura: Ezequiel 2,2-5: Dios confía su Palabra a un hombre ordinario
Ezequiel, un simple sacerdote, es llamado por Dios para ser profeta. Y tiene que proclamar insistentemente la Palabra de Dios a un pueblo que no está dispuesto a escuchar.
R. (2cd) Ten piedad de nosotros, ten piedad.
En ti, Señor, que habitas en lo alto,
fijos los ojos tengo,
como fijan sus ojos en las manos
de su señor, los siervos.
R. Ten piedad de nosotros, ten piedad.
Así como la esclava en su señora
tiene fijos los ojos ,
fijos en el Señor están los nuestros,
hasta que Dios se apiade de nosotros.
R. Ten piedad de nosotros, ten piedad.
Ten piedad de nosotros, ten piedad,
porque estamos, Señor, hartos de injurias;
saturados estamos de desprecios,
de insolencias y burlas.
R. Ten piedad de nosotros, ten piedad.
Segunda Lectura: 2 Corintios 12,7-10: La fuerza de Dios se muestra en un hombre débil
Pablo defiende la legitimidad de su ministerio. En su vulnerabilidad humana, el poder de Dios despliega su fuerza.
Hermanos: Para que yo no me llene de soberbia por la sublimidad de las revelaciones que he tenido, llevo una espina clavada en mi carne, un enviado de Satanás, que me abofetea para humillarme. Tres veces le he pedido al Señor que me libre de esto, pero él me ha respondido: "Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta en la debilidad".
Así pues, de buena gana prefiero gloriarme de mis debilidades, para que se manifieste en mí el poder de Cristo. Por eso me alegro de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando soy más débil, soy más fuerte.
Evangelio: Marcos 6,1-6: ¿El hijo de un carpintero?
La gente de Nazaret rechaza a Jesús y su enseñanza. Sus vecinos, los del pueblo, solo ven en él al hijo del carpintero… ¿Cómo podría anunciar él un mensaje especial y además obrar milagros?
Oración de los Fieles
Oremos para que cada uno de nosotros sepamos escuchar, entender y poner en práctica la voz de Dios, tanto en cada uno de nosotros como en nuestras comunidades. Respondamos a cada petición:
R/ Señor, que tu Palabra nos dé vida.
Padre, alienta sobre nosotros tu Santo Espíritu y que él mueva siempre nuestros corazones a aceptar y seguir lo que tú nos proclamas por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú nos pides aceptar con fe tu Palabra
proclamada por tus mensajeros
y sobre todo acoger a tu Palabra Viviente, Jesucristo.
Danos la gracia de reconocer llanamente
la humilde venida de tu Hijo
en estos signos sencillos de pan y vino.
Que la fuerza de su Espíritu
sea más fuerte que nuestra debilidad.
Haz que sepamos vivir unidos en tu paz
y ser para el mundo señal clara
de tu justicia y amor.
Que esta sea nuestra mejor ofrenda para ti,
tú que eres nuestro Dios por los siglos de los siglos.
Introducción para la Plegaria Eucarística
Con alegría damos gracias al Padre porque sigue proclamando entre nosotros su Palabra de Vida: Jesucristo nuestro Señor. Por medio de él ofrecemos al Padre nuestro deseo sincero de acoger su Palabra y hacerla vida.
Invitación al Padre Nuestro
Aunque somos débiles,
nos atrevemos a llamar a Dios Padre Nuestro
y le pedimos valentía y fortaleza
con las mismas palabras de Jesús.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos de todos los males, Señor,
y danos la paz en nuestros días.
Por tu misericordia, acéptanos en nuestra debilidad
y llénanos con la fuerza de Cristo.
Guarda viva en nosotros la esperanza
de que un día la bondad y la justicia prevalecerán
y que lograremos una felicidad eterna
cuando venga en gloria
nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino...
Invitación a la Comunión
Este es Jesucristo, el Señor,
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
por su humilde muerte en la cruz.
Dichosos nosotros, débiles como somos,
de ser invitados a participar en su mesa santa
y ser colmados con su fuerza y con su vida.
R/ Señor, no soy digno...
Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre de bondad:
Nos has permitido participar
en tu banquete, que nos da fuerza,
por medio de Jesús, tu Hijo,
que está en medio de nosotros.
Haznos totalmente conscientes
de que él se hizo uno de nosotros
y de que él permanece con nosotros para siempre,
no para impresionarnos con su poder
sino para servirnos por amor.
Ayúdanos a servirnos unos a otros,
para que él pueda llamarnos sus amigos
y acompañarnos en nuestro caminar hacia ti.
Haznos mensajeros de su Palabra
y danos valentía para proclamarla
sin falsos miedos y sin vergüenza.
Concédenos este don, Padre de bondad,
por medio de Jesucristo el Señor.
Bendición
Dios viene a nosotros a través de gente frágil y débil: como los profetas, los sacerdotes, los ministros, los hermanos. Él les confía el mensaje de su Palabra e incluso el Cuerpo de su Hijo, en la eucaristía. Que Dios los conforte y fortalezca, y que de ningún modo obstruyan nuestro camino hacia Dios sino que proclamen la Palabra de Dios con audacia. Ojalá sepamos acogerlos con respeto y humildad ya que nos acercan a Dios. Y en nuestra debilidad, que Dios siempre sea nuestra fortaleza, y que nos bendiga a todos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.