Domingo 28 de Julio de 2024
DÉCIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Dios provee alimento
El compartir generoso de un muchacho
Tomó pan y dio gracias
Saludo (Ver la Segunda Lectura)
Estamos aquí todos juntos,
reunidos como un Cuerpo
por el poder del Espíritu Santo.
Estamos unidos en un solo Señor,
una sola fe, un solo bautismo
y un solo Dios, el Padre de todos.
Que el Señor Jesús,
que nos ha llamado a todos juntos,
esté siempre con ustedes.
Introducción
1. Dios provee alimento
En las Escrituras, el signo tradicional de que Dios nos ama y cuida de nosotros es que provee alimento a su pueblo, normalmente pan, el alimento básico en gran parte del mundo. ¿Podemos creer esta afirmación cuando tanta gente pasa hambre en el mundo? Primeramente preguntémonos a nosotros mismos: ¿Es que faltan alimentos o es que hay una mala distribución y un mal compartir de los mismos? El pan, según la Biblia, no solo significa alimento para el cuerpo, sino también para el espíritu. Los regalos de Dios significados también en el “pan” serían: su Palabra, su interés por nosotros, su presencia bondadosa, su Amor. El más profundo de estos signos del cuidado providente de Dios es la Eucaristía, en la que Jesús sigue entregándose a sí mismo como nuestro alimento y bebida para el camino de la vida. Demos gracias al Padre, con Jesús, por este excelente regalo.
2.El compartir generoso de un muchacho
¿Quiénes somos nosotros a los ojos de Dios? ¿Qué puede hacer Dios con nosotros? Después de todo, no somos más que pequeñas criaturas en un vasto mundo. La liturgia de hoy nos muestra que Dios puede hacer muchas cosas por medio de nosotros y con lo poco que tenemos para ofrecer... Cuando le damos nuestro tiempo, nuestra vida, nuestros talentos y lo poco que podemos hacer, él los convierte en bendiciones para muchos. Él puede hacer grandes cosas con nosotros, pero tenemos que ponernos a su disposición. El evangelio de hoy nos muestra lo que Jesús pudo hacer para satisfacer las necesidades de una gran muchedumbre con el irrisorio regalo de un muchacho: cinco panes y dos peces. Le pedimos al Señor que nos haga ser siempre generosos de corazón, con lo poco o mucho que tengamos.
3. Tomó pan y dio gracias
Siempre que los cristianos vienen a la eucaristía oyen lo que Jesús hizo por la gente. Tomó pan, dio gracias, y dio el pan a los allí presentes, diciendo: “Tomen esto, todos ustedes, y coman. Este soy yo, que me entrego a mí mismo por ustedes”. Oímos en el evangelio de hoy que un día Jesús alimentó a una muchedumbre hambrienta. Él es quien puede saciar las hambres de toda la gente de nuestro mundo. Es más: Él quiere que lo compartamos a él con todos, y, como Señor nuestro, quiere que nos repartamos también a nosotros mismos los unos a los otros. Pidámosle en esta eucaristía que nos enseñe verdaderamente cómo hacerlo.
Acto Penitencial
¿Tenemos hambre de la Palabra
y del cuidado cariñoso de Dios,
o nos mantenemos fríos
ante su amor a causa del pecado?
Examinémonos delante del Señor.
(Pausa)
Señor Jesús, tú tuviste compasión
de la muchedumbre hambrienta
y les diste de comer.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú tienes misericordia de nosotros
y nos nutres con tu Cuerpo y con tu Sangre.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú quieres que sintamos compasión
de la gente que tiene hambre,
tanto de alimento material como de respeto,
comprensión y amor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros, Dios misericordioso, y calma nuestra hambre de perdón. Nútrenos en esta eucaristía con la Palabra y con el Cuerpo de Jesús y llévanos al banquete de fiesta de la vida eterna.
Oración Colecta
Roguemos para que nuestro Padre celestial
nos dé, en Cristo Jesús, todo lo que necesitamos.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú das a tus hijos en todas partes
el alimento y los dones necesarios
para una vida plenamente humana,
aunque el egoísmo nos impida tantas veces
repartirlos justa y fraternalmente.
Que tu Hijo nos dé bondadosamente
el pan de su Palabra, que nutre nuestra fe,
el de su paz, que nos proporciona descanso,
el de su consuelo, que nos da esperanza y alegría,
y también el pan nutritivo “de cada día”,
que nos sustenta en nuestro caminar
hacia ti y hacia los hermanos.
Enséñanos a compartir este pan con todos,
movidos por la justicia y la fraternidad,
como un detalle anticipado del banquete de fiesta
que tú tienes preparado para nosotros en el cielo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Primera Lectura: 2 Reyes 4,42-44: Comerán y sobrará
En un tiempo de hambruna, el profeta Elías ordena que el pan destinado para una ofrenda religiosa se reparta entre los pobres hambrientos. Como no hay bastante, Dios se encarga de que haya incluso más de lo necesario para saciar a todos.
Segunda Lectura: Efesios 4:1-6: Un solo cuerpo, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo
El apóstol Pablo exhorta a la comunidad cristiana a ser una. Nuestra unidad da testimonio de la Trinidad, que es la fuente y modelo de toda unidad.
Evangelio: Juan 5,1-15: Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron
En la multiplicación de los panes, Jesús se revela a sí mismo como quien da pan a los hambrientos. Él usará esta misma señal posteriormente, en la eucaristía, para revelarse a sí mismo como el Pan de Vida.
En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?" Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?" Jesús le respondió: "Díganle a la gente que se siente". En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.
Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien". Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.
Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: "Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo". Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.
Oración de los Fieles
Oremos a Dios, de quien procede todo bien, para que todos tengan en abundancia lo que necesitan para vivir como hijos e hijas suyos, diciendo: R/ Señor, danos todo lo bueno.
Señor Dios nuestro, danos la gracia de ser abiertos y receptivos a todos tus dones y disponibles para intentar remediar todas las necesidades en favor de todos los hermanos. Por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Padre nuestro:
Aquí está un trozo de pan
y aquí estamos nosotros
con nuestras vidas vacías.
Multiplica nuestra pobre ofrenda
y sustitúyela con el rico pan
y con el sabroso vino de Jesús, la Eucaristía.
Que él se convierta en nuestro pan de cada día,
para que aprendamos de él
a compartir nuestro pan y a nosotros mismos
con todos los que, con dolor, nos gritan su necesidad.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
En esta eucaristía, Jesús dirá de nuevo: “Este es mi Cuerpo entregado por ustedes. Soy yo mismo, que me entrego a ustedes.” Demos gracias al Padre por este magnífico don de Jesús a nosotros, a su Iglesia.
Invitación al Padre Nuestro
Unidos en una fe y en un bautismo,
oremos por medio del Espíritu Santo
a Dios, Padre de todos,
con las palabras de nuestro Señor Jesucristo:
R/ Padre nuestro...
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y ayúdanos en nuestros días
a llevar alimento a un mundo hambriento.
Por tu misericordia, guárdanos libres
de la avaricia y de la autosuficiencia,
que cierran nuestros corazones
a tus dones y a los hermanos.
Danos el Pan que no perece, la Eucaristía,
mientras caminamos en gozosa esperanza
hacia la venida gloriosa de nuestro Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino...
Al partir el Pan
Jesús se dejó quebrar su vida por nosotros.
Ahora parte el Pan de sí mismo
para satisfacer nuestras hambres más profundas.
Que aprendamos también de él
a compartir nuestro pan con los otros,
porque sabe mejor cuando es compartido...
Invitación a la Comunión
Este es Jesús, el Señor,
que multiplicó el pan para los hambrientos
y que se da a nosotros, diciendo:
“Este es mi Cuerpo para la Salvación del mundo”.
Dichosos nosotros,
invitados a comer este Pan de Vida.
R/ Señor, no soy digno...
Oración después de la Comunión
Te damos gracias, Padre generoso,
por darnos a Jesús, tu Hijo,
como nuestro alimento
en el camino hacia ti y hacia los hermanos.
Danos voluntad y creatividad
para llevar alimento a un mundo hambriento
y participación justa
en las riquezas de la Tierra.
Ayúdanos también a partir el pan
de la dignidad y de la esperanza para todos.
Y que seas tú, Señor, el más alto cumplimiento
de todas nuestras aspiraciones,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Hemos partido y compartido pan con el Señor. Esto nos compromete a contar con todos los recursos humanos para poder compartir alimento, justicia, cultura y libertad con los que viven en necesidad. Él nos invita también a partir y repartir a todos el pan más alto del Evangelio, la Eucaristía, que satisface las hambres más profundas de cada corazón humano. Que el Señor los fortalezca y los bendiga para esta tarea: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.