Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

30 Domingo Tiempo Ordinario

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Domingo 27 de Octubre, 2024

 

TRIGÉSIMO DOMINGO AÑO B

 

1. ¿Estamos ciegos?

 

2.“¡Levántate! Jesús abrirá tus ojos”

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Hermanos:

Estamos reunidos en el nombre de Jesús,

de quien el Padre dijo:

“Tú eres mi Hijo;

yo te he engendrado hoy.”

Que la gracia y la paz de Jesús, el Señor,

esté siempre con ustedes.

 

Introducción    

1. ¿Estamos ciegos?

Cuando pensamos en la ceguera siempre nos remitimos a una situación física. Pero hoy Jesús nos cuestiona: “¿Ven ustedes con los ojos del corazón lo que les estoy pidiendo? ¿Ven el camino que les he mostrado? ¿Ven a la gente que he colocado en su camino? ¿Son ustedes conscientes de sus hambres y necesidades? ¿Ven ustedes la belleza del mundo que yo creé, y están ustedes dispuestos a conservarlo como una maravilla para ustedes y para sus hijos?” Pidamos al Señor en esta eucaristía que abra los ojos de nuestra alma para que aprendamos de veras a “ver”.

 

2. “¡Levántate! Jesús abrirá tus ojos”

A veces nos sentimos como ciegos, andando a tientas en la oscuridad, o incluso aturdidos, sentados descorazonados a la orilla del camino. No vemos dónde estamos o hacia dónde vamos; no podemos discernir sobre qué tenemos que creer u obrar. Si al menos nos volviéramos a Jesús y le dijéramos: “Señor, que vea de nuevo.” Que el Señor restaure nuestra visión de tal forma que podamos seguirlo en el camino que nos señala. Sea ésta nuestra plegaria de hoy en esta eucaristía.

 

Acto Penitencial

¡Qué ciegos hemos sido, con frecuencia,

para con Dios, tan cercano a nosotros

en nuestro mundo, en nuestro trabajo, en nuestros hermanos!

Busquemos ahora el perdón del Señor.

(Pausa)

Señor Jesús, dejé de ver las necesidades

de los miembros de mi familia.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tantas veces no supe percibir

el hambre de afecto,

el ansia de justicia y de dignidad humana

de amigos y vecinos.

R/Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tantas veces no supe percibir

el deseo sincero de gente cercana y lejana

de conocerte y seguirte

aún cuando no fueran conscientes de ello,

y no los conduje a ti.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

y perdona todos nuestros pecados.

Abre nuestros ojos a tu amor y a tu pueblo

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que el Señor nos oiga a nosotros

y a todos los que le suplican.

 (Pausa)

Oh Dios nuestro, fuente de vida:

Tú estás muy cerca de nosotros

en nuestras alegrías y en nuestras penas.

Danos ojos de fe y amor,

para ver la misión que nos han confiado en la vida

y valor y gracia para llevarla a cabo.

Danos también una visión clara

para ver las necesidades del pueblo

que grita su miseria o sufre en silencio,

para que sepamos llevarles tu compasión sanadora

y los orientemos hacia ti.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Jeremías 31,7-9: Dios reúne a su Pueblo

Dios reúne a su Pueblo desde los confines más lejanos de la Tierra; incluso a los de fe débil y vacilante. Porque es el Padre de toda Misericordia.

Esto dice el Señor:

“Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos;
proclamen, alaben y digan:
‘El Señor ha salvado a su pueblo,
al grupo de los sobrevivientes de Israel’.

He aquí que yo los hago volver del país del norte
y los congrego desde los confines de la tierra.
Entre ellos vienen el ciego y el cojo,
la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.

Retorna una gran multitud;
vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré;
los llevaré a torrentes de agua
por un camino llano en el que no tropezarán.
Porque yo soy para Israel un padre
y Efraín es mi primogénito”.

 

Salmo Responsorial

Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6

R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio,
creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca
ni se cansaba entonces la lengua de cantar. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Aun los mismos paganos con asombro decían: 
“¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!”
Y estábamos alegres, 
pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto,
cambia también ahora nuestra suerte, Señor, 
y entre gritos de júbilo 
cosecharán aquellos que siembran con dolor. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iba llorando, cargando la semilla;
al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

 

Segunda Lectura: Hebreos 5,1-6: Jesús, el nuevo Sumo Sacerdote

Dios mismo ha elegido a nuestro Salvador Jesús como el nuevo Sumo Sacerdote. Jesús se ofreció a sí mismo por nuestros pecados.

Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.

Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.

 

Aclamación antes del Evangelio

Cfr 2 Tim 1, 10

R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte
y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Marcos 10,46-52: “¡Señor, que vea!”

Jesús devuelve la vista a un ciego, imagen de todo cristiano que aun no aprendió a ver con ojos de fe.

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.

Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.

 

Oración de los Fieles

Roguemos a Jesús, que restauró la vista del ciego, para que con él sepamos ver las necesidades de nuestros hermanos dondequiera ellos se encuentren diciendo: R/ Señor, nuestros ojos te miran con esperanza.

  • Señor, mira los ojos de los niños que se abren a la vida; mira los ojos llenos de esperanza de los que creen en ti y en el futuro que les prometes. Llénalos a todos con tu luz. Con toda confianza te pedimos…
  • Señor, restaura la vista del espíritu a los que, frustrados por la vida, desorientados, perdidos, no te pueden ver. Con toda confianza te pedimos…
  • Señor, haz que la alegría en los ojos de los que saben amar contagie e ilumine a cuantos los rodean. Con toda confianza te pedimos...
  • Señor, mira los ojos tristes de los que sufren; mira los ojos sin vida de los que son físicamente ciegos. Con toda confianza te pedimos...
  • Señor, mira los ojos desalentados de los que se rinden ante las dificultades de la vida e infúndeles el ardor de los que continúan luchando. Con toda confianza te pedimos…
  • Señor, mira los ojos llenos de lágrimas de los que hacen duelo por sus seres queridos difuntos. Con toda confianza te pedimos…

Señor Jesús, concédenos la gracia de abrir nuestros ojos, nuestras manos, nuestro corazón y así podremos mirar a este mundo y a los hermanos con los mismos ojos afables que tú, que eres nuestro Señor por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, Padre nuestro:

El mundo entero es un signo tuyo.

Tu belleza se ve reflejada en cada flor;

cada rayo del sol brilla con tu luz.

Danos a todos nosotros un corazón agradecido

que se regocije en cosas sencillas.

Danos nuevos ojos para descubrir

en estos signos de pan y vino que ahora te ofrecemos

el amor y la vida de Jesucristo tu Hijo

y danos fe para ver qué bueno es

ser tu Pueblo en Jesucristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Dios nos llamó de las tinieblas del pecado a la luz de la fe y de su amor. Dirigidos por Jesús, que es nuestra luz y nuestra vida, damos nuestra gozosa acción de gracias al Padre.

 

Invitación al Padre Nuestro

Dios nos dice hoy

que él es un padre para con su Pueblo.

Dirijamos a él nuestra oración con las palabras de Jesús.

R/Padre nuestro…

 

Oración por la Paz

Señor Jesús,

tú das fuerza, alegría y luz

a los que quieren seguirte.

Haz que los cojos brinquen de alegría,

restaura la vista de los ciegos,

libera a todos los cautivos

y lleva a cuantos sufren

la esperanza y la paz de tu Reino,

donde vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Invitación a la Comunión

Este es Jesucristo, el Señor,

que nos encuentra en el camino.

Dichosos nosotros porque él viene

a curarnos de nuestra ceguera

y a llamarnos para que lo sigamos.

R/Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios nuestro, Padre amoroso:

Hemos escuchado y visto a tu Hijo

y lo hemos reconocido al partir el pan.

Ayúdanos a ver con su luz

lo que es recto y lo que es erróneo en nosotros.

Haznos entender el sentido más profundo

del dolor y del sufrimiento.

Y un día muéstrate a nosotros como tú eres,

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

un solo Dios, por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Hermanos: Hemos oído en esta eucaristía cómo el Señor da nueva luz a los ojos sin vida. Un ciego llega a ver de nuevo y sigue a Jesús. Que el Señor nos haga hombres y mujeres que ven con ojos de fe. Que el Señor nos ayude a ver el camino a seguir y a reconocerlo en nuestra vida. Que nos dé la alegría de seguirlo. Y que el Dios todopoderoso nos bendiga a todos: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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