Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

3 Domingo de Adviento

Description

Domingo 15 de Diciembre

 

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

 

Llamados a estar siempre alegres

 

“Comiencen de forma sencilla, por lo pequeño”

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

No hay que tener miedo ni que preocuparse,

porque el Señor quiere que ustedes sean felices,

y él está cerca de ustedes.

Que su paz y alegría esté siempre con ustedes.

 

Introducción

1.Llamados a estar siempre alegres

Con demasiada frecuencia estamos o nos sentimos tristes. En este Tercer Domingo de Adviento la liturgia nos habla precisamente de Dios como el Señor de la danza. El Señor se siente feliz por venir a nosotros: “Él danzará con gritos de alegría por ustedes, como en un día de fiesta”. Para el Señor, el estar con nosotros es una auténtica fiesta. ¿Es una fiesta también para nosotros estar con él? Abrámonos a la alegría de la venida y de la presencia duradera del Señor entre nosotros. Él viene a nosotros con su paz, su amor y su perdón, no solamente en la gran fiesta de Navidad sino en cada eucaristía y cada día, cuando estamos dispuestos a hacer crecer en nosotros y en nuestro mundo el amor y la paz de Dios.

 

2. “Comiencen de forma sencilla, por lo pequeño”

Cuando nuestra misión excede ciertamente nuestras fuerzas y nuestra capacidad, ¿qué podemos hacer? Cuando el problema es demasiado grande como para poder abarcarlo –por ej., la injusticia y violencia en el mundo, la falta de amor, la división entre la gente…– ¿qué podemos hacer nosotros, gente sencilla y de a pie? Podemos comenzar actuando con responsabilidad en nuestro propio pequeño rincón, con la gente que nos rodea, y haciendo bien todo lo que tenemos que hacer. Éste es el consejo de Juan el Bautista a los que se acercan a él: acelerar la venida del Salvador con nuestro corazón y las opciones de nuestra vida es quizás todo lo que nosotros podemos hacer para traer hoy a Cristo a nuestro mundo.

 

Acto Penitencial

La alegría del Señor se vuelve tangible para nosotros también

cuando Dios nos reconcilia consigo

con el perdón que él siempre nos ofrece.

                        (Pausa)

Señor Jesús, tú eres un Dios cercano a nosotros,

y por eso nos atrevemos a decir:

Guárdanos en tu Amor.

R/ Señor, ten piedad de nosotros

                                

Cristo Jesús, sintiéndote cercano e íntimo a nosotros,

ya no hay mal al que temer.

Guárdanos en tu gozo y alegría.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.         

 

Señor Jesús, tú nos pides que seamos felices

y que no vivamos ya más preocupados,

porque tú estás cerca de nosotros.

Guárdanos en tu paz.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Oh Dios que vives en medio de nosotros,

sana nuestros miedos causados por el pecado,

otórganos la alegría de tu perdón

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

1.Llamados a estar siempre alegres

Oremos para que sepamos acoger con alegría

a Cristo y a su Evangelio, su Buena Noticia.

            (Pausa)

Oh Dios, fuente de toda felicidad:

Tu Hijo Jesucristo nos trajo,

a nosotros y a todos,

noticias alegres de su perdón y de su vida.

Nuestros corazones permanecen inquietos

hasta que encuentren descanso y paz en ti.

Que tu alegría sea nuestra alegría.

tu amor nuestro amor;

que, como tú nos aceptaste,

aceptemos a nuestros hermanos.

Que, con Jesús en medio de nosotros,

nuestras comunidades sean felices

y que, aun en medio de pruebas y sufrimientos,

sean anticipo de la alegría eterna que tú nos has preparado.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.                           

 

2. “Comiencen de forma sencilla, por lo pequeño”

Pidamos el valor y fortaleza

para hacer bien lo que tenemos que hacer en la vida.

            (Pausa)

Oh Dios siempre fiel:

Danos el valor de acoger a tu Hijo

compartiendo lo que tenemos,

haciendo bien lo que es recto y justo,

y extendiendo la paz en torno a nosotros.

Que tu Hijo Jesús nos bautice

con el Espíritu Santo y con su fuego,

para que él nos renueve con su Amor

y que nuestros corazones se desborden de alegría

porque Cristo vive entre nosotros.

Te lo pedimos en el nombre del mismo Jesús, el Señor.

 

Primer Lectura: Sofonías 3,14-18a: “El Señor vendrá en medio de ustedes”

A un pueblo rodeado de enemigos, el profeta le anuncia: “El Señor los va a perdonar y les traerá alegría. Vivirá en medio de ustedes y los renovará con su Amor”.

Canta, hija de Sión,
da gritos de júbilo, Israel,
gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.

El Señor ha levantado su sentencia contra ti,
ha expulsado a todos tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel en medio de ti
y ya no temerás ningún mal.

Aquel día dirán a Jerusalén:
“No temas, Sión,
que no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador,
está en medio de ti.
Él se goza y se complace en ti;
él te ama y se llenará de júbilo por tu causa,
como en los días de fiesta”.

 

Salmo Responsorial

Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6

R. (6) El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador,
con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza
y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo
de la fuente de salvación. 
R. El Señor es mi Dios y salvador.
Den gracias al Señor,
invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R.  
R. El Señor es mi Dios y salvador.
Alaben al Señor por sus proezas,
anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque el Dios de Israel
ha sido grande con ustedes. R.  
R. El Señor es mi Dios y salvador.

 

Segunda Lectura: Filipenses 4,4-7: “¡Alégrense! ¡El Señor está cerca!”

Los cristianos deben estar siempre alegres, dice San Pablo. Su alegría debe ser contagiosa porque el Señor está siempre cerca de ellos.

Hermanos míos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

 

Aclamación antes del Evangelio

Is 61, 1

R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí.
Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 3,10-18: ¡Acciones y gestos concretos!

Esperamos y nos preparamos para la venida del Señor haciendo bien las cosas de cada día, lo que nuestro llamado exige, especialmente con los demás.

En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.

También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.

Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.

Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.

 

Oración de los Fieles

Si hay demasiada poca alegría entre nosotros quizás sea porque no somos suficientemente cristianos… Pidamos al Dios de toda alegría que podamos vivir siempre en su alegría y en su paz, y digamos: R/ Señor, tú eres nuestra alegría.

  • Por la Iglesia, es decir, por todos nosotros. Para que proclamemos siempre el Evangelio como Buena Noticia de gran alegría, como mensaje de liberación y esperanza para todos, roguemos al Señor.
  • Por el mundo deshumanizado y deshumanizante de hoy, el mundo de los negocios, del consumismo, con su dosis tremenda de manipulación e injusticia. Para que se vuelva la atención hacia las personas, hacia su dignidad y sus derechos, y se recupere el sentido de la justicia, de la alegría y la celebración, roguemos al Señor.
  • Por los pobres y los que sufren. Para que les demos no solo lo material que necesiten, sino que les llevemos el calor de nuestro amor y la alegría de la esperanza, roguemos al Señor.
  • Por los cristianos del mundo entero, dondequiera que estén. Para que todos aprendamos a guardar nuestra serenidad en las pruebas que son parte de la vida, y demos un valor relativo a las cosas de este mundo, roguemos al Señor.
  • Y por todos nosotros. Para que tengamos sentido del humor, que seamos capaces de reírnos incluso de nosotros mismos y agradecidos y que demos también gratuitamente y por la pura alegría de dar y servir, roguemos al Señor.

Señor Dios nuestro: Tú nos has traído libertad por medio de Jesús, tu Hijo. Queremos vivir en tus manos como personas libres, y gozando de gran alegría. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor, Dios de vida y felicidad:

Tu Hijo Jesús consiguió la alegría de su Resurrección

a través de doloroso sufrimiento y de la muerte.

Con él queremos aceptar

las tensiones y el dolor de nuestra vida

sin perder nuestra paz interior;

no apegarnos a nada material

y amar desinteresadamente.

Que una sana autoestima

mejore la donación que hacemos de nosotros mismos a los demás,

y que trabajemos por el futuro

aun cuando no lleguemos a ver la cosecha

para poder, por fin, encontrar a Cristo.

Que esta ofrenda nos proporcione tu alegría y tu felicidad

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Jesús, el Señor, está muy cerca de nosotros aquí en esta eucaristía. Oremos y ofrezcámonos con él para descubrirlo también muy cercano en nuestros hermanos y en los acontecimientos de cada día.

 

Invitación al Padre Nuestro

Con la mayor confianza y alegría

roguemos a nuestro Padre del cielo

con las palabras de Jesús.

R/ Padre nuestro…                                                                         

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

y concédenos tu paz en nuestros días.

Líbranos de preocuparnos negativamente por el futuro,

y danos cada día una fresca provisión de alegría.

Ayúdanos a hacer bien la tarea y misión

que nos has asignado en la vida

y a compartir nuestra alegría con los hermanos,

mientras esperamos con gozosa esperanza

la venida de nuestro Salvador, Jesucristo.

          R/ Tuyo es el Reino…      

 

Invitación a la Comunión

Este es Jesús, el Señor, que dijo:

“Que no se perturben sus corazones.

Ustedes están tristes ahora,

pero los veré de nuevo

y entonces sus corazones se colmarán de alegría.

Nadie les arrebatará esa alegría”.

Dichosos nosotros,

invitados al banquete de alegría del Señor.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro:

Tú has refrescado nuestra esperanza y alegría

en esta eucaristía, santa cena de tu Hijo.

Ayúdanos a buscar la alegría y la felicidad

no en la propia satisfacción personal,

ni en las cosas de este mundo,

sino en nuestros hermanos y en ti,

siendo siempre humanos y afables con todos

compartiendo generosamente con ellos,

y haciendo bien todas las cosas.

Haz que cada día sea nuevo para nosotros

y digno de vivirse

gracias a la presencia entre nosotros

de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Nosotros tenemos nuestro cupo de problemas y preocupaciones como cualquier otra persona humana. Sin embargo, gracias a nuestra confianza en Dios, y a la tranquilizadora certeza de que el Señor está siempre cercano a nosotros, conservamos nuestra serenidad y nuestra alegría. Que nuestro gozo cristiano sea contagioso y reforzado con la bendición del Señor. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

 

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