Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Sagrada Familia

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Domingo 29 de Diciembre, 2024

 

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

 

1. En la Casa del Padre


2. Ocupado en los asuntos del Padre



Saludo
(Ver la Segunda Lectura)


Somos ya hijos de Dios;
no tenemos por qué temer en su presencia.
Que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.


Introducción

1. En la Casa del Padre

Nos puede sorprender oír cómo Jesús cómo pregunta a sus propios padres, angustiados: “¿Por qué me estaban buscando? ¿No sabían ustedes que debo estar donde está mi Padre?”. Incluso María y José, santos de Dios, tenían que aprender todavía y crecer en su fe. Como la Sagrada Familia, nuestras familias, y cada uno de nosotros, tenemos que crecer en la fe. Quizás sea a través de dolorosas pruebas y sufrimientos, como los de María y José, que nuestra fe madure. Y también se nos formula a nosotros la misma pregunta: ¿No sabían ustedes…?

 

2. Ocupado en los asuntos del Padre

Quizás sea difícil para nosotros imaginar que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo realmente uno de nosotros en todo menos en el pecado.  Que no solo creció físicamente sino que también fue madurando como persona y creciendo poco a poco en la conciencia de quién era él. Aun cuando la Sagrada Familia entera buscó siempre hacer la voluntad de Dios, pero en la escena evangélica de hoy, Jesús confirma a muy temprana edad que es consciente de la relación especialmente íntima que tiene con el Padre y expresa que lo que realmente importa para él es realizar la voluntad amorosa de Dios. ¿Es eso también lo más importante para nosotros? ¿Cómo crecemos nosotros en nuestra intimidad con Dios? Que Jesús en esta eucaristía nos ayude a madurar totalmente en su Amor.



Acto Penitencial

¿Sentimos todavía deseos de crecer en nuestra fe?
Examinémonos ante el Señor.
                   (Pausa)
Señor Jesús, tú aceptaste vivir

bajo la autoridad de María y de José.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo Jesús, tu Madre meditaba en su corazón

los acontecimientos que ocurrían en su vida.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, con María y con José

tú buscaste por encima de todo la voluntad del Padre del cielo.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Señor, perdona nuestros pecados

y nuestra falta de comprensión.

Haz que maduremos constantemente

 en nuestra fe y en nuestro amor.

Llévanos a la vida eterna.


Oración Colecta

Oremos para que Jesús, el Señor, crezca en nosotros.
                           (Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Te damos gloria y alabanza
porque elegiste para tu Hijo una familia humana.
Por medio de las oraciones y el ejemplo de María y José,
allí en el hogar de Nazaret,
queremos también nosotros aprender
a dejar espacio a Jesús en nuestra vida,
para que él crezca día a día en nosotros y en nuestra familia
y nos haga más semejantes a él.
Haz que nuestras familias se centren
en descubrir y cumplir siempre
la voluntad de Dios
y en vivir en armonía y amor.
Te lo pedimos en el nombre del mismo Jesús, el Señor.

Primera Lectura: Eclesiástico 3,2-6.12-14: “Honra a tu padre y a tu madre”
Los dos fundamentos de la vida familiar son el amor y el respeto, dice la Biblia. ¿No deberían ser estas dos virtudes como la piedra angular de nuestras familias hoy.

En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo: “Al Señor se lo pedí”. Después de un año, Elcaná, su marido, subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual para honrar al Señor y para cumplir la promesa que habían hecho, pero Ana se quedó en su casa.

Un tiempo después, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino.

Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo: “Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Éste es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido. Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida”. Y adoraron al Señor.

 

O bien:
Sir 3, 3-7. 14-17a

 

El Señor honra al padre en los hijos
y respalda la autoridad de la madre sobre la prole.
El que honra a su padre queda limpio de pecado;
y acumula tesoros, el que respeta a su madre.

Quien honra a su padre,
encontrará alegría en sus hijos
y su oración será escuchada;
el que enaltece a su padre, tendrá larga vida
y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre.

Hijo, cuida de tu padre en la vejez
y en su vida no le causes tristeza;
aunque se debilite su razón, ten paciencia con él
y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor.
El bien hecho al padre no quedará en el olvido
y se tomará a cuenta de tus pecados.

 

Salmo Responsorial

Salmo 83, 2-3. 5-6. 9-10

R. (cf. 5a) Señor, dichosos los que viven en tu casa.
Anhelando los atrios del Señor 
se consume mi alma. 
Todo mi ser de gozo se estremece
y el Dios vivo es la causa. R. 
R. Señor, dichosos los que viven en tu casa.
Dichosos los que viven en tu casa,
te alabarán para siempre; 
dichosos los que encuentran en ti su fuerza
y la esperanza de su corazón. R. 
R. Señor, dichosos los que viven en tu casa.
Escucha mi oración, Señor de los ejércitos;
Dios de Jacob, atiéndeme.
Míranos, Dios y protector nuestro, 
y contempla el rostro de tu Mesías. R. 
R. Señor, dichosos los que viven en tu casa.



O bien:

Salmo 127, 1-2. 3. 4-5

 

R. (cf. 1)  Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso los que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de tu trabajo,
será dichoso, le irá bien. R.  
R. Dichoso el que teme al Señor.
Su mujer, como vid fecunda,
en medio de tu casa;
sus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de su mesa. R.  
R. Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
“Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.” R.  
R. Dichoso el que teme al Señor.

 

Segunda Lectura: Colosenses 3,12-21: Vida en el Señor
Digan y hagan todo en el nombre del Señor Jesús y tendrán la correcta relación con Dios y con los hermanos especialmente en esa íntima comunidad que es la familia.

Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.

Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total. Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos.

Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.

 

O bien:
Col 3, 12-21

 

Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.

Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.

Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan. Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales; y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.

Mujeres, respeten la autoridad de sus maridos, como lo quiere el Señor. Maridos, amen a sus esposas y no sean rudos con ellas. Hijos, obedezcan en todo a sus padres, porque eso es agradable al Señor. Padres, no exijan demasiado a sus hijos, para que no se depriman.


O bien: 
Col 3:12-17

Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.

Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.

Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan. Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales; y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.

 

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Hechos 16, 14b

R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.

 

O bien:
Col 3, 15a. 16a

 

R. Aleluya, aleluya.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo;
que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 2,41-52: “Tengo que estar en la Casa de mi Padre”
Cuando Jesús se queda en el Templo, María y José vuelven a experimentan la conmoción que les supone ser parte de la misión de su hijo, Jesús. Su propio hijo es quien les recuerda que su vida toda está al servicio de los planes amorosos de Dios.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.

Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

 

Oración de los Fieles


Con la Sagrada Familia de Nazaret confiamos en el Señor, que conoce todas nuestras necesidades, y le pedimos que bendiga a todas las familias del mundo, cristianas y no cristianas, diciéndole: R/ Señor, bendice a nuestras familias.

  • Por la gran familia de la Iglesia. Para que sea Madre bondadosa y hogar cálido para todos, especialmente para los pobres, necesitados y afligidos, roguemos al Señor.
  • Por todos los matrimonios. Para que sepan conservar la frescura de su primer amor, o al menos volverlo a descubrir y recuperar, roguemos al Señor.
  • Por todas las familias del mundo. Para que sus miembros, padres e hijos, sigan creciendo en comprensión, aprecio y servicio mutuo, roguemos al Señor.
  • Por los niños y por los jóvenes. Para que sus padres sean personas maduras seriamente interesadas por su crecimiento y auténtica felicidad, roguemos al Señor.
  • Por los matrimonios en dificultad, por los separados y por sus hijos. Para que puedan encontrar hermanos y amigos afectuosos que, con su comprensión y apoyo, los ayuden a superar los fallos de su vida en el hogar, roguemos al Señor.
  • Por nuestras comunidades cristianas. Para que, como miembros de una sola Familia, aprendamos a llevar los unos las cargas de los otros y a compartir también mutuamente las satisfacciones y alegrías, roguemos al Señor.

Padre bondadoso, nosotros confiamos en ti. Que nos demos los unos a los otros el mismo Amor que tú nos muestras en Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, Padre nuestro:
Tú nos invitas a participar
en la mesa de familia de Jesús, tu Hijo.
Que el alimento y la bebida que él nos da
nos transforme en verdaderos dones para nuestros hermanos,
para que nos convirtamos los unos para los otros
en pan y vino, vida y alegría.
Que el respeto y el amor servicial
sean nuestra ofrenda a los hermanos,
hoy, mañana y cada día
motivados por tu Hijo que está en medio de nosotros,
Jesucristo nuestro Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Hoy damos gracias al Padre por habernos dado a la Sagrada Familia de Nazaret como modelo de amor servicial para nuestros hogares. Que esta eucaristía nos haga responder con interés y entusiasmo al Amor de Dios.
 
Invitación al Padre Nuestro
Unidos ante Dios como hijos suyos

recemos la oración

 que Jesús de Nazaret nos enseñó:
R/ Padre nuestro…

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males
y que la paz de Cristo
viva en nuestros corazones y en nuestros hogares.
Guárdanos de todo lo que nos divide
o nos encierra en nosotros mismos.
Danos compasión, amabilidad y paciencia,
para que preparemos con alegría y esperanza
la venida plena entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Este es Jesucristo, el Señor,
que viene para unirnos a todos
como hijos e hijas del Padre.
Dichosos nosotros,
invitados a la mesa de familia del Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro:
Jesús tu Hijo se hizo cercano a nosotros
en esta celebración eucarística.
Ha estado aquí con nosotros
asequible y disponible para todos.
Que él siga viviendo
en nuestros hogares y en nuestras comunidades.
Que nos haga también a nosotros
asequibles y disponibles, los unos a los otros,
aun a costa de nuestro bienestar personal,
y, con María y José,
nos haga disponibles para cualquier tarea y misión
que tú quieras encomendarnos.
Porque podemos hacer muchas cosas
en el nombre de Jesús, el Señor.

Bendición

Hermanos: ¡Qué bueno que hemos podido estar juntos como familia del Pueblo de Dios y orar con la Sagrada Familia de Nazaret por todo lo que nos es muy querido a todos nosotros: nuestros hogares, nuestras familias, la comunidad cristiana, la familia mayor de nuestro país y nación! Que Dios todopoderoso los bendiga  a todos ustedes y a sus familias y los guarde siempre en su Amor: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

 

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