Los Hechos de los Apóstoles
5. La elección de los Siete
Videos por el Fr Claudio Doglio
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5. La elección de los Siete
En la primera parte de los Hechos de los Apóstoles, Lucas, el narrador, presentó una situación ideal de la primitiva comunidad cristiana donde todos eran un solo corazón y una sola alma. A partir del capítulo 6 comienza una nueva parte de la historia con la ampliación de horizontes y la salida de la comunidad cristiana de Jerusalén a las regiones aledañas. Esta oportunidad de salida está ligada a un momento de particular persecución por la presencia de un grupo cristiano helenista.
Lucas presenta una situación de contraste que se ha presentado dentro del grupo cristiano y este conflicto surgió por cuestiones caritativas para la distribución de bienes a los pobres, en particular a las viudas. En los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles se nos ha informado que la comunidad originaria había decidido mantener todo en común, vendían sus bienes y ponían el producto a los pies de los apóstoles, es decir, ofrecían a los líderes del grupo la oportunidad de distribuir el dinero de acuerdo con a las necesidades de cada uno. Se les presentó el ejemplo positivo de Bernabé que vendió sus predios y ofreció a los apóstoles las ganancias. Estos bienes administrados de manera comunitaria fueron utilizados para ayudar a las personas en dificultad, especialmente a los pobres, a aquellos que no contaban con apoyo social. Las viudas eran tradicionalmente el emblema de la pobreza en Israel porque la mujer, permaneciendo viuda, no heredaba de su marido, sino que perdía sus derechos de propiedad y, por tanto, tenía que ser recibida de nuevo por la familia de origen o, en ausencia de parientes, era abandonada socialmente si no tenía hijos varones que pudieran heredar el patrimonio del padre.
En la comunidad cristiana se formaron, en los primeros años, dos grupos diferenciados por lengua. Es una actitud particular que debemos tener en cuenta para conocer y distinguir porque fue un elemento decisivo en la historia de la primera comunidad cristiana. Todos los que se adhieren a Jesús reconociéndolo como el Mesías, se componen de hebreos y sin embargo los judíos que vivían en Jerusalén tenían dos idiomas distintos; algunos continuaron usando el idioma hebreo tradicional de las Escrituras, pero muchos otros judíos que venían de la diáspora, o sea de la dispersión por todo el mundo entonces conocido, hablaban griego; estos judíos de habla griega se llamaban helenistas.
Algunos cristianos de habla hebrea como algunos de habla griega se convirtieron en cristianos y, por lo tanto, la comunidad cristiana heredó automáticamente esta duplicidad de idioma y, como no se entendían fácilmente, preferían tener actividades por separado, había sinagogas de habla hebrea y sinagogas de habla griega. Por tanto, los cristianos desde un principio tuvieron momentos de reunión, de oración, de lectura bíblica distintos entre los que hablaban hebreo y los que hablaban griego.
El conflicto económico surge precisamente porque las viudas helenistas se quejan reconociendo que en la distribución de bienes fueron descuidadas. Es posible que siendo los Doce de lengua hebrea, conocieran mejor a la gente de su entorno lingüístico y que los cristianos que pertenecían al grupo helenista fueran menos conocidos. La falta de conocimiento determinó este descuido. El problema, por lo tanto, es simplemente una chispa que desencadena una toma de conciencia importante. La comunidad cristiana se encuentra articulada en estos dos grupos que necesitan una guía distinta. Y esta es la razón por la que se eligen otros líderes.
Se decide elegir a siete hombres que sean los responsables del grupo helenista. A menudo en la tradición estos siete han sido llamados ‘diáconos’. El término quizás no es apropiado porque ‘diácono’ es un término técnico para indicar uno de los tres grados del sacramento del Orden: distinguimos diáconos, presbíteros y obispos; estos Siete no son comparables a nuestros diáconos actuales; son los líderes del grupo helenista; son otro grupo de líderes paralelo a ‘los Doce’.
Prefiero utilizar el término numérico; como a los apóstoles los indicamos como los Doce, así a los líderes del grupo helenista es conveniente llamarlos ‘los Siete’. Notemos una diferencia de números. Podrían haber elegido 12 como responsables, en cambio, comienzan con un número simbólico, el 7 que se diferencia del 12 precisamente por una razón simbólica. Doce es el número de Israel; eran las tribus antiguas y los apóstoles de Cristo son 12 porque recuerdan la continuidad con Israel y la novedad del pueblo. En cambio, el 7 es un número de universalidad, de plenitud y elegir a los líderes de los helenistas en número de 7 significa dar una nota universalista, es decir, de apertura a todos los pueblos.
Cuándo se produce esta elección Lucas no lo sabe; comienza el capítulo 6, donde relata estos hechos con una expresión genérica: “Por entonces, al aumentar el número de los discípulos, empezaron los de lengua griega a murmurar contra los de lengua hebrea, porque sus viudas quedaban desatendidas en la distribución diaria de los alimentos”. Podemos imaginar que este evento tuvo lugar unos años después de la Pascua de Jesús, que con toda probabilidad ubicamos en el año 30.
Estamos, por tanto, en la primera fase de la misión apostólica cuando todos los cristianos todavía están presentes en Jerusalén y no tienen intención de irse. Están arraigados en la cultura judía, residen en Jerusalén y permanecen esperando la gloriosa venida de Cristo. No han concebido un proyecto de misión universal. Pero, lentamente, el Señor guía la historia y Lucas quien escribe cincuenta años más tarde, narró estos hechos habiendo repasado los diversos acontecimientos, se da cuenta de que ha estado la mano de Dios detrás de algunas situaciones; y, como historiador y teólogo, narra algunos hechos que él considera decisivos. Son los nudos del hecho histórico.
En esa situación, por lo tanto, de descontento entre helenistas y judíos los apóstoles deciden elegir siete hombres que sean competentes y aprobados por el pueblo. Notemos que si al principio, para la elección de Matías como el duodécimo apóstol se discernió invocando la suerte, ahora los apóstoles asumen la responsabilidad de elegir a estos hombres. Quieren que sean capaces y gocen de una buena reputación. Que sean hombres sabios, llenos de Espíritu Santo. Se narra la lista de estos siete personajes. El primero es Esteban y siguen los otros seis. Todos nombres típicamente griegos: “Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás”.
A estos 7 se les da la tarea de servir en las mesas; pero no es esta sola la tarea que se les encarga, ellos son los responsables de la distribución caritativa a las viudas, a los pobres en general del grupo helenista; pero también tienen tareas de predicación, de proclamación, tanto que se dice de Esteban y Felipe que no tienen actividades de caridad sino de predicación; son dos personajes nuevos que predican el evangelio de Jesús.
Los capítulos 6 y 7 y el comienzo del 8, ponen como centro de atención al personaje de Esteban quien se propone como el primero de los Siete, un poco el equivalente de Pedro que es el primero de los Doce, y su papel como predicador, de carácter influyente y decisivo dentro de la sinagoga judía. Como se le llama ‘diácono’ y en la práctica del pasado los diáconos eran solo seminaristas en el último año del itinerario hacia el presbiterado, terminamos atribuyéndole a Esteban una edad muy joven; generalmente se lo representa como un veinteañero, precisamente porque los diáconos del pasado fueron los seminaristas de 22 o 23 años que se convertían en tales y duraban en el diaconado solo unos meses antes de convertirse en sacerdotes. Hoy tal vez, acostumbrados a los diáconos permanentes, podemos familiarizarnos con la imagen de hombres adultos o ancianos que permanecen diáconos de por vida y, por lo tanto, no cometeríamos ese error que cometieron las personas antes que nosotros.
Quiero decir que no sabemos la edad de Esteban y desde el momento en que es una autoridad en la sinagoga, no podemos imaginarlo como joven de unos veinte años; no es un seminarista, es un profesor, es un hombre de al menos mediana edad si no es un anciano; es una persona autorizada que se hizo cristiano en los primeros años después de la Pascua de Cristo. Al escuchar la predicación de los apóstoles habrá buscado, se informó y se unió, aceptó la figura de Jesús como Mesías y siendo un experto en las Escrituras buscó en los textos bíblicos aquellos que confirmaban la predicación de Jesús.
Muy probablemente Esteban fue una adquisición muy preciosa para la comunidad cristiana porque era la persona instruida, con un papel importante en las sinagogas helenistas que son esas reuniones de los judíos de habla griega. Leían la Biblia en griego y la explicaban y, habiéndose convertido en cristiano, continuó llevando a cabo su ministerio en la sinagoga como maestro y aprovechó las oportunidades para presentar que Jesús es Cristo de acuerdo con las Escrituras. Esto perturbó grandemente a las autoridades judías. Si los apóstoles fueron considerados simples plebeyos, ignorantes, ahora frente a un hombre como Esteban no se lo podía despedir con una broma de autosuficiencia.
Esteban tiene autoridad para hablar en el sanedrín, para contrarrestar las acusaciones. De hecho, el narrador dice que nadie pudo resistir a la sabiduría inspirada con la que hablaba Esteban. Y el argumento fundamental que Esteban propone es el mesianismo de Jesús. “Esteban, lleno de gracia y poder, hacía grandes milagros y señales entre el pueblo”. Es la misma frase que Lucas ya ha usado para los apóstoles en general. Esteban es uno nuevo que se ha sumado al grupo de los Siete y comienza a hacer lo que hicieron los apóstoles. “Algunos miembros de la sinagoga de los Emancipados, gente de Cirene y Alejandría, de Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban”.
Es la sinagoga de los que hablan griego. Gente de Cirene son los de Libia, alrededor de Cirene; los alejandrinos vienen de Egipto y de la gran ciudad de Alejandría; la Cilicia es la región de Tarso de la que también viene Pablo; Asia es el área de Éfeso. En Jerusalén hay judíos de habla griega que vienen de varias ciudades del mediterráneo y es un discurso entre profesores de teología que disputan con Esteban “pero no conseguían contrarrestar la sabiduría y espíritu con que hablaba”.
Por tanto, intentaron el mismo camino que habían usado unos años antes contra Jesús: pagaron por pruebas falsas para acusar el carácter peligroso de una violación de la ley. La acusación que se presenta contra Esteban es similar a la que se había presentado contra Jesús; se le acusa de impugnar el templo, de subvertir la ley de Moisés. En realidad, Esteban enseña lo que enseñó Jesús y tenía una posición crítica hacia el templo de Jerusalén y también hacia la ley de Moisés.
Lucas, por lo tanto, relata en el capítulo 7, un largo discurso que se pone en boca de Esteban… 50 versículos en los que este profesor resume la historia de Israel, repasa las distintas épocas y enfatiza con dureza la desobediencia del pueblo y culmina el discurso con algunas citas del Antiguo Testamento que son críticas del templo y resaltan la terquedad de los oyentes. El discurso termina con una polémica dura: “¡Ustedes, duros de cabeza, infieles de corazón, cerrados a la verdad, siempre resisten al Espíritu Santo; y son iguales a sus padres!”.
Este discurso es la gota que hizo rebasar el vaso, y el sanedrín cree que las acusaciones contra Esteban están bien fundadas. “Cuando oyeron estas cosas se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él”. El clímax lo da un fuerte testimonio de Esteban que dice que ve los cielos abrirse y a Jesús a la derecha de Dios. Es una frase parecida a la que el mismo Jesús pronunció frente al sumo sacerdote, que sigue siendo Caifás, y el mismo ambiente en el que Jesús fue interrogado; son las mismas personas que actuaron como jueces contra Jesús que ahora escuchan a Esteban y sienten lo mismo que se reafirma; y como ya había sucedido entonces también en este caso le imponen pena de muerte.
Acusan a Esteban de blasfemia y lo condenan a muerte. Sin esperar, lo sacan con violencia y lo abandonan a la furia del pueblo, unos fanáticos movidos por algún agitador capaz, arremeten contra Esteban y lo apedrean, lo matan a golpes de piedra. También está presente un tal Saulo de Tarso que cuida los mantos de los que apedrean a Esteban.
Lucas presenta dos palabras de Esteban muriendo que lo hacen parecerse mucho a Jesús: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado” dice la víctima mientras está siendo apedreado y muriendo reza diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Esteban continúa la obra de Jesús, vivió como Jesús, pronunció las palabras de Jesús y muere como Jesús, esto es, con la misma actitud, con la misma confianza, repitiendo el estilo de Jesús.
Esteban es un auténtico discípulo en la vida y en la muerte y Lucas nos lo presenta como un personaje ideal, valiente, heraldo del evangelio hasta el punto de perder la vida por defender la verdad de Jesús. “Saulo estaba allí y aprobó la muerte de Estaban”. Pero ¿quién es este Saulo que aparece de repente en esta escena? Lo encontraremos más tarde y será un personaje muy importante.