Los Hechos de los Apóstoles
15. El tercer viaje de Pablo
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
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15. El tercer viaje de Pablo
Antioquía era la ciudad madre del apostolado de Pablo. Allí había comenzado invitado por Bernabé y Pablo siempre regresa a Antioquía después de sus viajes. Al final del segundo gran viaje misionero que llevó la predicación del Evangelio en Europa, Pablo deja Corinto y después de una breve parada en Éfeso regresa a Antioquía donde pasa unos dos años en paz y tranquilidad. Es difícil imaginar a Pablo descansando allí, pero por lo menos no se mueve en la gran operación de fundar iglesias, pero no se queda quieto por mucho tiempo y comienza el tercer gran viaje apostólico. Ya al principio del segundo viaje, cruzando la Anatolia, Pablo tenía la intención de llegar a Éfeso, la capital de la provincia de Asia, pero incidentes de camino que Lucas, el narrador de los Hechos no precisa, lo llevaron a otras partes. Esta vez el apóstol llega allí y se queda durante tres años. Aproximadamente desde el año 54 al 57.
La misión en Éfeso produjo un gran resultado. La ciudad de Éfeso fue una ciudad muy importante desde la antigüedad clásica y el ambiente en que nació la filosofía de los primeros filósofos según la tradición de Aristóteles, la que todavía estudiamos nosotros hoy en nuestros libros de historia de la filosofía. Toma su impulso del medio ambiente efesio; es un ambiente no sólo de cultura sino también de religión; en la ciudad de Éfeso se levantó el templo a la diosa Artemisa, una de las siete obras maestras consideradas maravillas del mundo antiguo, con una estatua que representaba a la diosa Artemisia y se consideraba que había caído del cielo, por lo tanto, un objeto sagrado de particular devoción, admirado y venerado por todos los griegos del Mediterráneo. Lo cual quiere decir que el Artemisio de Éfeso, una estatua griega de bronce, fue un lugar de peregrinación de parte de todos los devotos del mundo antiguo. Esto producía un enorme comercio de turismo religioso y venta de objetos sagrados.
El ambiente del templo de Artemisia (equivalente romano a Diana) se había convertido también en un lugar de culto e investigación, un camino intermedio entre la filosofía y la teología, podríamos hablar de la teosofía o de manera más simple, de magia. En el mundo helenístico la diosa Artemisia, hermana de Apolo, la cazadora, la virgen de los bosques, se había convertido en la imagen de la Naturaleza, en griego la ‘φύση’ ‘füsis’. Representaba todas las fuerzas de la naturaleza y el estudio de estas fuerzas naturales en busca de controlar, dominar, usar para propio beneficio, es el camino seguido por la magia. Poder utilizar las fuerzas que están en la naturaleza; es el antepasado de la ciencia; pero a un nivel supersticioso las fuerzas de la naturaleza sirven para fines mágicos.
Éfeso fue un entorno de gran investigación mágica con pensadores que buscaban caminos esotéricos de poder. En este entorno efesio fue dominante una actitud que hoy en día se llamaría ‘sincretismo’, es decir, la capacidad de poner juntos todos los detalles, todos los diversos elementos religiosos que se fusionan en una única ‘sopa’ con muchos ingredientes diferentes. Esta actitud sincrética llevó a los efesios a ser acogedores. Precisamente porque tenían un gran interés en tener turistas religiosos se desarrolló la atención de acogida porque los que vienen de fuera traen dinero y esta aceptación de los diversos principios religiosos se fusionó en ese único culto de la Naturaleza (la ponemos con inicial mayúscula) poniendo dentro todos los detalles con un solo interés. Pablo comprende en un segundo momento este peligro; en cambio, al principio se había quedado sorprendido por la recepción efesia, porque su predicación era fácilmente aceptada y pensadores de muy diferentes posiciones, desde los filósofos de la naturaleza hasta magos y estudiosos de hechizos y sortilegios, estaban dispuestos a aceptar la predicación de Jesús.
En un segundo momento Pablo se dio cuenta de que esta aceptación era modesta, muy condicionada. Jesús era presentado como una fuerza y por lo tanto fue aceptado, junto con muchas otras fuerzas. Si Jesús puede hacer el bien lo tomamos y lo usamos para hacer el bien, para aprovecharnos nosotros mismos, insertando también a Jesús en medio de todas las otras fuerzas de la naturaleza que podemos considerar, venerar y utilizar. El capítulo 19 de los Hechos de los Apóstoles relata los inicios de esta predicación evangélica en Éfeso donde el apóstol Pablo tiene gran éxito con una excepcional popularidad.
Se narra un simpático episodio en el que se presentan algunos exorcistas judíos que, insertos en ese ambiente helenístico, practicaban sus ritos de exorcismo para liberar a personas que tenían problemas de ese tipo. Al escuchar la predicación de Pablo estos exorcistas judíos toman el nombre de Jesús y lo usan. Si obtienen resultados con ese nombre, lo utilizan y adoptan.
“Unos exorcistas ambulantes judíos intentaron invocar sobre los poseídos de espíritus malignos el nombre de Jesús con la fórmula: Yo los conjuro por el Jesús que Pablo predica. Un sumo sacerdote judío, llamado Escevas, tenía siete hijos que hacían eso. Pero el espíritu maligno les dijo: A Jesús lo conozco, Pablo sé quién es; pero ustedes, ¿quiénes son? El hombre poseído por el espíritu maligno se abalanzó sobre ellos y los dominó por la fuerza, así que tuvieron que escapar desnudos y malheridos de aquella casa”. Ese hombre endemoniado golpeó a los siete; los desnudó y los echó fuera de casa.
Es interesante la escena, ridícula para nosotros, pero no para ellos. Son personas que usaron el nombre de Jesús; han abusado del nombre. Son judíos presentes en Éfeso porque les enseñaban muchos trucos, y como los judíos practican el exorcismo y usan el nombre de Jesús como uno de los muchos trucos para obtener algún resultado terapéutico. El espíritu diabólico reconoce a Jesús y reconoce a Pablo, pero no los conoce a ellos; esto significa que no hay una relación efectiva de estas personas con el nombre de Jesús, sino una adhesión superficial e interesada que termina mal, los trató con santa ira.
La predicación de Pablo produce efectos sociales al punto que “lo supieron los vecinos de Éfeso, judíos y griegos, y todos se llenaron de temor. Muchos que abrazaban la fe venían a confesar públicamente sus prácticas de magia. No pocos, que habían practicado la magia, traían sus libros y los quemaban en presencia de todos”. Es el comienzo de una operación que en otros tiempos fue negativa, pero en este caso fueron personas que rechazaron la cultura anterior, quemaron sus propios libros de magia creyendo que estaban equivocados. Es una señal de cambio; no fueron los libros de otros los que se quemaron sino los suyos propios, los que se consideraron ahora negativos.
Hay un cambio de mentalidad que marca la cultura de Éfeso. Y otro efecto que tuvo que ser considerable, fue la disminución de la venta de objetos religiosos; la estatuilla de la Artemisia efesia, fabricada en todos los tamaños, en todos los metales y diversos materiales, se vendían como uno de los principales objetos la atracción, tanto comercial como religiosa. La predicación de Pablo, que aleja de los ídolos, reduce las ventas de figuritas de Artemisia. Los plateros, la confederación de Éfeso, el sindicato de los objetos de plata, se sienten perjudicados por este predicador que se comporta de manera políticamente incorrecta. El jefe del sindicato de plateros crea un motín en la ciudad, provoca a sus colegas que abarrotan el teatro y gritan contra este extranjero de Oriente, un judío, no de esta comunidad, que viene a Éfeso para arruinar el mercado y por lo tanto es seguramente un delincuente… y moviendo el interés de la gente, predicando al estómago de la gente, moviendo los más bajos instintos, especialmente tocando la cuestión económica, logran tener una gran audiencia, una multitud que perjura contra Pablo.
Lucas, el narrador de los Hechos, reproduce el discurso del platero con muchos detalles, el discurso del jefe del pueblo que interviene para calmar las aguas, para evitar que haya un motín. Si es una cuestión política o si es, aún peor, una cuestión criminal haremos un juicio contra esta persona y lo castigaremos como es debido. Pero por el momento, disuelve la asamblea para evitar una revuelta de la gente. Pablo es arrestado y termina en la cárcel. Sabemos por sus propios escritos que incluso recibe la pena de muerte en este entorno, se arriesga seriamente a ser eliminado.
En estos tres años de estancia en Éfeso, Pablo ha escrito las cartas a los corintios, la carta a los gálatas, la carta a los filipenses. Escribe la nota a Filemón para la liberación de ese esclavo que conoció en la cárcel, justamente durante esta detención. No sabemos lo que pasó después, pero la intervención de alguna persona con autoridad ha obtenido el cambio de castigo; la pena capital se la cambian por el exilio y es expulsado por la fuerza de la ciudad. Tal vez fue Áquila, el importante empresario textil judío que ya había acogido a Pablo en Corinto y que ahora había abierto un nuevo negocio en Éfeso y probablemente conociendo las autoridades romanas fue capaz de cambiar la sentencia impuesta al apóstol Pablo, pero esto es sólo una hipótesis porque los Hechos no hablan de ello y el propio Pablo en las cartas dice que recibió la pena de muerte, pero luego Dios por su misericordia lo liberó.
Cuando, al final de la carta a los romanos, saluda al Áquila y Priscila dice que arriesgaron sus cabezas para salvar la vida del apóstol en Éfeso; podría ser un indicio para reconstruir las cosas que he mencionado. Pablo debe salir de Éfeso, se traslada a Macedonia, a Filipos, regresa donde había estado unos años antes y luego desciende a Corinto y pasa el invierno allí entre el 57 y el 58. Durante esta estancia en la ciudad de Corinto Pablo escribe la carta los romanos; son unos meses tranquilos, el tiempo en el istmo de Corinto es agradable y en casa de Gayo Pablo dicta a un escriba llamado Terso, su obra maestra, la carta a los romanos, un tratado teológico sobre la salvación basada en la fe. Cristo nos hace justos a través de la fe.
En primavera reinicia de nuevo el viaje a Macedonia, celebra la Pascua en Filipos, y pasados los días de los ázimos, junto con Lucas reinicia el viaje. ¿Cómo sé que también estaba Lucas? Porque de nuevo, en este punto, la narración vuelve a la primera persona del plural. Partiendo de Filipos el narrador dice: “Pasada la semana de los Ázimos zarpamos…”. Y si en la sección anterior habíamos parado de Filipos significa que Lucas, alrededor del año 50, llegó a Filipos y permaneció allí por lo menos hasta el año 58, cuando sale junto con el apóstol Pablo. De Pascua a Pentecostés del año 58, Pablo se traslada a Jerusalén.
Es un largo viaje desde el norte de Grecia a Jerusalén; cambian naves varias veces, hacen navegación de pequeño cabotaje, tocan muchas ciudades hasta que en Pentecostés llegan a la capital, a Jerusalén. La primera etapa de este viaje a Jerusalén es Tróade, donde Lucas cuenta un episodio singular, una de las raras ocasiones en que se narra la celebración de una Misa. Pablo participa en el encuentro un sábado por la tarde, junto con la comunidad cristiana que vive en Tróade; se reúnen en una casa, están en el tercer piso, hay mucha gente escuchando al apóstol y la celebración eucarística está dirigida por el apóstol que da un largo discurso; es una predicación evangélica formativa y esta larga predicación hace que un chico sentado en la ventana se duerma y caiga desde el tercer piso. Se llama Eutico, es un nombre griego, que en castellano se traduce como ‘afortunado’, es un joven afortunado que cae de la ventana y muere, durante una misa. Imaginen el pánico de la gente presente, bajan corriendo, y Pablo recoge este chico diciendo que se queden tranquilos porque el chico vive; parte el pan, es decir, realiza el rito eucarístico central, luego sigue hablando con la gente hasta la mañana y cuando acaba, el chico afortunado está bien, se levanta y está vivo. Es una Misa que resucita a los muertos.
Es una historia interesante con la que Lucas presenta al apóstol Pablo, anunciador de un evangelio que da vida, que comunica una fuerza vital. La participación en la eucaristía da nuevas energías a las personas que participan con corazón, con interés y pasión. Saliendo de Tróade “nos dirigimos al barco y zarpamos para Aso”, y allí se embarcan. Lucas se preocupa de enumerar el grupo de discípulos que acompañan a Pablo: “Sópatro de Berea; Aristarco y Segundo de Tesalónica; Gayo de Derbe y Timoteo; Tíquico y Trófimo de Asia”, es decir nativos de Éfeso. A ellos hay que añadir Lucas que fue de Antioquía.
Tenemos un grupo considerable de discípulos que le acompañan, le asisten y colaboran con él, personas de las que no sabemos nada, solo el nombre y la ciudad de origen. Significa que de cada ciudad donde Pablo fundó una comunidad hubo alguien que se adhirió al apóstol y le siguió para compartir su obra misionera. Lucas narra con atención el viaje con las principales etapas. Siendo una navegación a lo largo de la costa se va de isla en isla, primero al norte de la isla de Lesbos, luego la etapa Quíos, luego la etapa en Samos, frente a Éfeso donde Pablo estuvo durante tres años, donde conoció mucha gente. Para no perder mucho tiempo se detiene en Mileto que es el puerto inmediatamente al sur de Éfeso y allí convoca a los sacerdotes de la ciudad de Éfeso a quienes da un importante discurso pastoral.