Los Hechos de los Apóstoles
18. La detención de Pablo en Cesarea
Videos por el Fr Claudio Doglio
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18. La detención de Pablo en Cesarea
Pablo fue arrestado en Jerusalén. La multitud en el templo trató de lincharlo, el comandante de la corte intervino y lo salvó, descubrió que era un ciudadano romano y, por tanto, no sabe cómo proceder; trata de hacerlo juzgar por el sanedrín, pero hábilmente Pablo se defiende poniendo a los fariseos en contra de los saduceos y los dos grupos se pelean. Un motín estalla en el sanedrín y el comandante piensa que lo único que se puede hacer es quitar del medio al prisionero y pensar en otras soluciones.
En el capítulo 23 de los Hechos de los Apóstoles, en el que se cuentan estos episodios, encontramos un detalle muy importante. Una experiencia mística que el apóstol Pablo vive precisamente durante esta detención en la fortaleza Antonia; esa noche después del alboroto en el sanedrín el Señor Jesús vino junto a Pablo y le dijo: “¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio de mí en Jerusalén, tienes que darlo en Roma”.
Hasta ahora la perspectiva de Pablo era ir a Jerusalén; ahora que llegó a Jerusalén, que fue detenido en el mismo lugar donde tuvo lugar el juicio de Jesús, en el pretorio, Pablo descubre otra perspectiva: ir a Roma, llegar a Roma como testigo de Cristo, como su portavoz creíble, incluso como un mártir –en griego el término testigo es lo que llamamos un mártir– o más bien, hemos dado el sentido de martirio, es decir de muerte violenta a uno que es un testigo, que garantiza con su vida la fe que profesa.
Pablo, por tanto, prisionero en la fortaleza Antonia, ha creado una gran agitación en Jerusalén. Los judíos ya que no pudieron organizar una eliminación judicial de este personaje que odiaban, intentan hacerlo de otra manera; organizan una conspiración: “se comprometieron bajo juramento a no comer ni beber hasta haber dado muerte a Pablo. Los conspiradores eran más de cuarenta” los que hicieron esta conspiración. Son gente fanática, ligados a movimientos violentos que se proponen a toda costa sacar de en medio a Pablo. Se presentaron a la autoridad del sanedrín expresando su intención violenta y piden poner en marcha una artimaña: deben enviar a llamar a Pablo para un nuevo traslado al sanedrín y se comprometen a atacar a los pocos soldados de guardia en el traslado del prisionero para matar a Pablo.
Aparece un personaje que Lucas, el narrador de los Hechos nos hace conocer y que, por lo demás, es absolutamente desconocido: el hijo de la hermana de Pablo, por lo que nos enteramos que tenía una hermana que vivía en Jerusalén y su hijo se inserta en el ambiente judío, se entera de esta conspiración e intenta hablar con el tío prisionero; le hace conocer este problema y el prisionero lo envía directamente al comandante para que se entere del complot y, por tanto, evite exponer al prisionero a una violenta agresión.
El complot se termina esfumando; el comandante se confía en aquel joven, lo despide con esta recomendación: “que no dijera a nadie que le había informado de ello”. E intenta de otra manera. Se da cuenta que la presencia de Pablo en Jerusalén es arriesgada y, por lo tanto, organiza secretamente el traslado del prisionero. Cesarea es la sede principal donde reside el ejército romano, es la sede del gobernador de Judea. Cesarea Marítima es una ciudad de reciente construcción con el puerto en el Mediterráneo y es la residencia habitual del procurador de Judea, por lo que el comandante de Jerusalén cree que lo más seguro es trasladar el prisionero a Cesarea. “Llamó a dos centuriones y les dijo: tengan preparados para viajar a Cesarea doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros”.
Tres horas después de la puesta de sol pone en movimiento todo un ejército para distraer. Un solo prisionero no sería escoltado por tal cantidad de soldados y lanceros. Para evitar que en Jerusalén piensen en una transferencia, organiza una maniobra militar por lo alto. Confía Pablo a esta tropa para que sea conducido con seguridad al gobernador Félix a Cesarea. El comandante escribió también una carta y Lucas muestra que tiene un conocimiento del ambiente militar de Jerusalén porque nos trae el texto de la carta. No es necesariamente que lo conociera directamente, pero con la habilidad de un narrador helenista imagina lo que el comandante pudo haber dicho.
Es un resumen de los hechos que ya conocemos: “Claudio Lisias saluda al ilustrísimo gobernador Félix”. Es una oportunidad para conocer el estilo de un mensaje oficial entre los líderes militares romanos. Nos dice que el comandante se llama Claudio Lisias y que el gobernador es Antonio Félix. “A este hombre lo habían secuestrado los judíos para matarlo. Cuando supe que era romano, intervine con la tropa y lo libré. Queriendo averiguar los cargos que tenían contra él, lo conduje a su Consejo. Pero resultó que los cargos versan sobre controversias de su ley, y no había ningún cargo digno de muerte o de prisión. Al enterarme de un atentado tramado contra este hombre, te lo envío y aviso a los acusadores que te presenten a ti sus cargos”.
Sintéticamente nos dijo de nuevo lo que ya sabíamos. “Los soldados, cumpliendo las órdenes, tomaron a Pablo y lo condujeron de noche hasta Antípatris”. Y allí se produjo el cambio de guardia; todos esos soldados regresaron a Jerusalén y a la mañana siguiente sólo los lanceros continuaron con Pablo hasta que llegaron a Cesarea y entregan la carta al gobernador quien, después de leerla, le preguntó a Pablo quién es, de dónde viene y qué está haciendo… “Oiré tu causa cuando se presenten tus acusadores”. No está interesado en el caso que él considera una trivialidad, lo pone en prisión en el pretorio construido por Herodes y espera que los acusadores se presenten.
De hecho, mientras tanto el tribuno Claudio Lisias había informado al sanedrín que Pablo había sido transferido a Cesarea; y, por tanto, el movimiento de aquellos 40 que querían eliminarlo a toda costa falló. Habían hecho un voto de no comer hasta que lo hubieran matado. Si mantuvieron su voto murieron de hambre, de lo contrario violaron el voto que habían hecho; su intención ha sido frustrada. El sanedrín debe organizar otra metodología para silenciar a Pablo y contratan a un retórico, un gran abogado, para llevar a cabo una requisición para mostrar al gobernador Félix la culpabilidad de este acusado.
“Cinco días más tarde bajó el sumo sacerdote Ananías y, especialmente, con algunos ancianos y el abogado Tértulo, para presentar sus cargos contra Pablo”. Este abogado comienza un melodioso y halagador discurso donde hace el panegírico del gobernador de manera empalagosa. Lucas acompañaba a Pablo en ese momento, fue a Jerusalén con él y se trasladó a Cesarea con él, y tuvo la oportunidad si no de estar presente en estas audiencias, de conocer a las personas que estaban allí y fue directamente informado por las personas presentes en el ambiente del pretorio sobre lo sucedido y con habilidad literaria recrea el posible discurso del abogado Tértulo.
“Ilustrísimo Félix: Gracias a ti gozamos de paz estable y gracias a tu sabio gobierno esta nación consigue mejoras; todo esto lo recibimos siempre y en todas partes con profundo agradecimiento. Para no cansarte, solicito de tu clemencia que escuches mi exposición resumida. Hemos descubierto que este hombre es una peste, que promueve discordias entre los judíos del mundo entero y que es un dirigente de la secta de los nazarenos. Cuando intentaba profanar el templo, lo arrestamos y quisimos juzgarlo por nuestra ley, pero el tribuno Lisias, con gran violencia, lo arrancó de nuestras manos, mandando que sus acusadores viniesen a ti. Tú mismo, examinándolo, podrás comprobar la verdad de nuestras acusaciones”.
El discurso es extremadamente sintético, naturalmente, en realidad fue mucho más largo. Sustancialmente Tértulo dice que Pablo es una plaga, propiamente en el sentido de pestilencia, una verdadera epidemia; la definición es muy acertada. Ellos quisieron presentarlo de manera negativa, pero al mismo tiempo lograron describir el poder de Pablo que como una infección hace pasar el mensaje del Evangelio. Este hombre es una epidemia, su palabra contagia, quien se encuentra con él es atrapado.
Hay que poner la imagen negativa al revés y hacerla positiva para darnos cuenta de cuán perfectamente habían entendido el poder que Pablo emanaba, con capacidad de convicción para atraer a la gente, para llevar a la gente a la verdad de Cristo. “Promueve discordias”. Sí, efectivamente esto era cierto porque donde llegaba su predicación creaba confusión, en el sentido de que ponía a la gente en una cierta posición hacia Cristo y hería la sensibilidad de los judíos que rechazaban a Cristo.
Se equivoca Tértulo al calificarlo como líder de la secta de los ‘nazorenos’ o de los ‘nazarenos’. Aquí encontramos la indicación precisa de que un judío no lo llama ‘cristiano’, sino que llama a Pablo un nazareno, un término despectivo para indicar a Jesús como habitante de una pequeña aldea perdida en el campo. O, una variante de Nazaret, podría ser la de ‘nazir’ o ‘nazireo’, entendido como consagrado. Jesús habría sido un consagrado y estos son los ‘nazireos’, una secta. En griego se usa el término ‘áiresis’. ‘Áiresis’ es herejía, es decir, parte, grupo. Son considerados un grupo sectario del cual ellos piensan que Pablo es el líder, probablemente porque es el hombre más activo, el más famoso, que le dio la mayor importancia a esta predicación.
Cuando el gobernador hizo un gesto a Pablo para que ablase, Pablo dio otro discurso; y aquí el narrador, una vez más, vuelve a hacer hablar a Pablo con un discurso apologético, de autodefensa, en el cual el apóstol cuenta su propia situación y la cuenta en una perspectiva diferente. No está hablando simplemente a los judíos, sino que está hablando a una corte romana. Los judíos son los que acusan, pero el juez en este caso es el gobernador Antonio Félix que no está interesado en todos los discursos de la cultura judía, ni está interesado en la extraordinaria experiencia que Pablo hizo de Cristo y por lo tanto el apóstol habla un lenguaje judicial: “Como sé que desde hace años administras justicia a esta nación, pronuncio confiado mi defensa. Tú mismo puedes comprobar que no han pasado más de doce días desde que subí en peregrinación a Jerusalén. Ni en el templo ni en las sinagogas ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con nadie ni amotinando a la gente. No pueden probar ninguno de sus cargos contra mí. Eso sí: te confieso que venero a Dios siguiendo ese Camino que ellos llaman secta”.
Pablo usa el término ‘Ὁδὸν’ ‘Jodòs, camino. Es un término importante que le gusta mucho a Lucas porque es parte de su teología. El grupo cristiano es el grupo del Camino, los del Camino. “Sigo ese camino que llaman secta creyendo en todo lo que se ajusta a la ley y está escrito en los profetas”. Así que soy un judío observante y creyente. “Y así, también yo procuro mantener en todo una conciencia irreprochable ante Dios y ante los hombres. Tras una ausencia de años, fui en peregrinación al templo llevando limosnas para mis compatriotas y a presentar ofrendas. Allí me encontraron, en un rito de purificación, no con una multitud ni en un tumulto…. Si hoy me juzgan ante ustedes es por la resurrección de los muertos”.
Pablo se defendió con argumentos civiles, según los criterios de un juicio. Puso en evidencia que no hay razón para una acusación y una condenación. “Félix, que estaba bien informado sobre el Camino –o sea, el cristianismo– postergó la causa diciéndoles: Cuando venga el comandante Lisias, resolveré este pleito”. Suspende la audiencia, aplaza a los acusadores y toma su tiempo. Noten la forma de sacarse el peso de arriba. El comandante Lisias envía a Pablo al gobernador Félix para que lo juzgue; el gobernador Félix dice que espera que llegue el comandante Lisias para poder juzgarlo.
“Después dio orden al centurión de tener a Pablo detenido, con cierta libertad, y de no impedir a los suyos que lo atendieran”. Ciertamente, entre estos amigos está Lucas, que ha seguido al apóstol hasta Cesarea y le ayuda, lo a asiste. Los dos comparten la noticia de lo que está pasando dentro del pretorio. Lucas lo conoce directamente de Pablo.
“Pasados unos días Félix mandó llamar a Pablo. Con su mujer Drusila, que era judía”. Drusila es una señora de la alta aristocracia, es la hermana de Herodes Agripa Segundo y de su hermana Berenice. Son los tres hermanos herederos de la dinastía herodiana. Drusila se casó con el gobernador Antonio Félix (vamos a hacer un poco de chismes de aquellos tiempos…), Berenice vivía con su hermano y años después se convertirá en la amante de Tito y se mudará con él a Roma y Tito se convertirá en emperador, muy insertado en el ambiente de la aristocracia judía.
Ahora, Antonio Félix, con su esposa Drusila, interroga a Pablo y le escucha sobre el asunto por el que fue arrestado, pero cuando Pablo empieza a hablar de justicia, de continencia, de juicio futuro… “Félix se asustó y dijo: De momento puedes retirarte; te llamaré en otra ocasión”. Ahora ya me cansaste... El señor procurador es un señor muy práctico, interesado en el dinero y poco en la filosofía, para nada en la religión, sobre todo cuando exige un compromiso serio; y Lucas en este punto inserta una nota dolorosa: “Félix esperaba al mismo tiempo recibir dinero de Pablo y por eso lo llamaba con frecuencia para conversar con él” …. Y no hacía nada.
Lo mantiene en la cárcel sin seguir adelante con el juicio porque básicamente quiere que le paguen, esperando que Pablo sea un corrupto. Si Pablo, que tiene tantas amistades, está dispuesto a pagar, el gobernador lo deja libre; si no está dispuesto a pagarle se quedará pudriéndose en esa habitación donde está preso esperando el juicio, no unos pocos días, o algunos meses, transcurren dos años, del 58 al 60, desde que Pablo permaneció esperando el juicio sin que nada se haya hecho. Después Antonio Félix fue transferido.
El cambio de guardia sucedió al principio del año 60. Llegó el nuevo gobernador Porcio Festo, que tiene un nombre un poco feo, pero es un hombre más sabio y honesto. “Como Félix quería congraciarse con los judíos, retuvo a Pablo preso” y entonces el nuevo gobernador Porcio Festo se encuentra que entre los muchos problemas que debe resolver está también el caso del prisionero Pablo.