El Evangelio
según San Juan
Parte 3. La boda de Caná
Videos por el Fr Claudio Doglio
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3. La boda de Caná
El cuarto evangelio se presenta como el testimonio del discípulo amado. Lo conocemos como Juan y sabemos que es un texto nacido tras 70 años de meditación. Por lo tanto, el autor tuvo tiempo y medios para elaborar bien un texto, quizás en varias ediciones. Pudo integrar, corregir y completar bien el esquema. Hoy tenemos la oportunidad de leer este texto literario simbólico, verdaderamente precioso para la fe cristiana.
En primer lugar, veamos cómo se compone. Un prólogo, es decir, el célebre prólogo de san Juan, un texto lírico que se escribió al final y por tanto conviene considerarlo al final de estas conferencias. Al final del libro hay un epílogo con el relato de la aparición pascual de Jesús en el lago de Galilea. Con el signo de la pesca milagrosa, pero sobre todo de la comida ofrecida a los discípulos y el reconocimiento de Pedro.
En medio de estos dos elementos que abren y cierran, la historia se desarrolla fácilmente divisible en dos partes. Por lo general, los eruditos hablan del ‘libro de signos’ para la primera parte y del ‘libro de la hora’ para la segunda. El capítulo 12 que actúa como bisagra central. En la primera parte autor relata las señales realizadas por Jesús que en su conjunto son siete.
A partir del capítulo 13, donde el capítulo 12 actúa como cierre y apertura, encontramos la cena pascual en la que Jesús durante cinco capítulos habla y con un testamento espiritual deja su enseñanza como herencia a los discípulos. Luego, el momento de la pasión, de la resurrección, el cumplimiento de la gloria en la hora de Jesús.
Detengámonos ante todo en la primera parte. Decía que en los primeros once capítulos se narran 7 señales. El primero es el de Caná; el segundo es de nuevo en Caná, la curación de un niño que está a punto de morir; el tercero el paralítico de Betesda; el cuarto la señal de los panes en el desierto alrededor del lago de Galilea; el quinto el caminar de Jesús sobre el agua en la noche como revelación de su divinidad; el sexto es el milagro de la curación del ciego de nacimiento; y el séptimo es el signo más cercano a la realidad, el amigo Lázaro es llamado de la tumba. El amigo le da la vida a Lázaro, pero para dar su vida a su amigo Lázaro, Jesús pierde su propia vida.
Esta es la trama principal marcada por una serie de historias centradas en los signos realizados por Jesús. Inmediatamente después del prólogo, que termina en el primer capítulo en el versículo 18, encontramos el comienzo en prosa. En el versículo 19 escribe el autor: “Éste es el testimonio de Juan.” Parece el título del libro, pero en realidad Juan no es el evangelista sino el Bautista y en esta parte del primer capítulo, asistimos al pasaje de Juan Bautista a Jesús.
Un detalle interesante es que repetidamente los episodios comienzan con una indicación cronológica: “al día siguiente” en el versículo 29; ‘El día siguiente’ en el versículo 35; ‘el día siguiente’ en el versículo 43. Quiere decir que el narrador está creando una serie de días sucesivos. Entonces, dado que son las mismas indicaciones tres veces, a partiendo del primer episodio, estamos tratando de cuatro días sucesivos.
Si leemos el comienzo del capítulo dos, que presenta las bodas de Caná, tenemos una indicación de ‘tres días después’; teníamos cuatro, más tres, tenemos una semana. El Evangelio de Juan comienza con una serie de episodios organizados a lo largo de una semana. Repito la frase: el Evangelio de Juan comienza con una semana. Si ven que insisto, que subrayo algunas expresiones es porque me recuerdan otra cosa; y este es el proceso simbólico. Es así como hace Juan.
El lector debe estar atento; si repito las cosas dos o tres veces, es para que tomen nota cuidadosamente de estos particulares para que su significado venga a la mente. Como el evangelio comienza con la misma expresión que en Génesis: Ἐν ἀρχῇ = ‘En arjé’ = al principio, con una semana, aquí también tenemos una semana inaugural. Algunos días siguientes se narra el pasaje de Juan Bautista a Jesús y se hace una referencia a la semana inaugural de la creación. Hay un mundo nuevo que está comenzando. El encuentro con Jesús es una novedad, es una nueva creación.
Según el esquema sinóptico, también Juan presenta al Bautista como un predicador de penitencia, pero no se detiene en la descripción de su trabajo como predicador o bautizador. Primero que todo lo pone en diálogo con las autoridades de Jerusalén que le preguntan quién es y Juan dice que él es simplemente la voz, es un enviado para preparar el camino al que viene después. Al día siguiente, Jesús también aparece al fondo y Juan les dice a sus discípulos: 'aquí está el Cordero de Dios'. Extraña expresión, original, con la que el Bautista presenta la figura de Jesús a sus discípulos.
Al día siguiente, los discípulos del Bautista lo dejan para ir tras Jesús. Jesús se detiene, ve que lo siguen y les pregunta a estos dos: ¿Qué buscan? Es la primera palabra que pronuncia el personaje de Jesús en el relato de Juan. Es una pregunta importante. Volverá otras dos veces más. Jesús preguntará al comienzo de la pasión a los soldados que lo arrestan: ‘¿A quién buscan?’. Y el Resucitado, como la primera palabra del Evangelio de Juan, Hace esta pregunta hablando a María Magdalena: “Mujer a quién buscas?”. Es la misma frase con ligeros cambios.
¿Notaron el cambio? La primera vez hay un objeto material: ¿Qué cosa están buscando?; la segunda vez una persona: ‘¿A quién buscan?’; la tercera vez el plural se vuelve singular y la pregunta es muy personalizado: ‘¿A quién buscas?’.
Es un itinerario que el lector debe realizar. Debemos estar atentos para captar todos los detalles porque la belleza del Evangelio según Juan es precisamente la riqueza de significado en cada detalle del texto, de la narración; cada detalle, cada matiz debe ser apreciado y valorado, memorizado de tal manera que a medida que continúe leyendo, pueda captar la conexión y apreciar la progresión de la interpretación. Los discípulos dejan al Bautista y van tras Jesús. Dice que uno de los dos se llamaba Andrés y el otro no se nombra. Es precisamente el hecho de esta reticencia lo que nos hace pensar que podría ser el propio autor; discípulo de Juan Bautista, dejó a ese predicador penitencial para ir tras Jesús. De hecho, no encontramos en el cuarto evangelio la historia de la llamada de los pescadores, sino que el llamado de los primeros discípulos tiene lugar en las orillas del Jordán en el área del Mar Muerto, mucho más al sur, en las afueras de Jerusalén.
Andrés habla con su hermano Simón sobre este personaje que conocieron y lo lleva a Jesús que comienza a constituir un grupo de discípulos. Al día siguiente, Felipe, que era del mismo pueblo que Andrés y Simón, Betsaida, encuentra a otro llamado Natanael, al que conocemos como el apóstol Bartolomé, y le dice: ‘Hemos encontrado al mesías… viene de Nazaret’. Bartolomé, oriundo de Caná, duda que algo bueno pueda venir de Nazaret y bromea sobre esta identificación y Felipe no encuentra nada mejor que repetir lo que Jesús dijo: ‘ven y ve’.
Una invitación importante para el lector: entra, entra dentro del texto… lo tienes que ver por ti mismo, tienes que conocer a Jesús, tienes que intentar estar con él, debes aprender a conocerlo compartiendo su vida y entonces podrás ver. Bartolomé, que llega frente a Jesús, se muestra escéptico, se siente conocido. Jesús lo llama por su nombre y le dice que lo había visto debajo de la higuera. Ciertamente es un detalle importante, pero no podemos decir qué significa. Ese detalle probablemente fue importante para Natanael. Jesús le dice: ‘Te conozco, te conozco bien… antes de que tú escuchases hablar de mí, yo ya te conocía bien’. Y Natanael, inmediatamente, confesó su fe: ‘Tú eres el rey de Israel, el hijo de Dios’. Lo llama ‘rabino’ que es el término que se le da a los maestros. Reconoce en este hombre al maestro que puede enseñar a vivir. Y Jesús comenta, casi sonriendo, ‘Te basta poco para creer; verás cosas más grandes que estas’.
Aquí hay una promesa importante. A los discípulos que acepten seguirlo, se les promete ver grandes cosas, de ‘ver los cielos abrirse y los ángeles de Dios ascender y descender sobre el hijo del hombre’. Recuerden la escalera de Jacob. En el libro de Génesis se dice que el patriarca tuvo un sueño en el que había una escalera, una escalera grande, un ‘ziggurat’, una torre escalonada, una montaña artificial que servía como escalera de conexión entre la tierra y el cielo y los ángeles de Dios, mensajeros, subían y bajaban; mantenían contacto entre el cielo y la tierra. Jesús les dice a los discípulos: Verán al Hijo del hombre, que soy yo, como la escalera de Jacob. La conexión entre cielo y tierra.
Es un importante anuncio cristológico. Jesús es la conexión, Jesús es la escalera por la que Dios desciende a la tierra para que el hombre ascienda de la tierra al cielo. El tercer día hubo una fiesta de bodas en Caná de Galilea. Ya hemos considerado cuatro días. Lentamente, Juan el Bautista abandona la escena y Jesús se convierte en el protagonista. Los discípulos del primero siguieron al segundo y se retiraron de la región del Jordán hacia Galilea.
El tercer día, es en realidad un sexto día, porque según la forma de conteo de los antiguos debemos considerar siempre el punto de partida, por lo que, si dijimos que fueron cuatro días, para contar el tercer día debemos incluir cuarto, quinto, sexto, exactamente como el domingo es el tercer día en comparación con el viernes. No son tres días después; es el tercer día de la muerte. Y luego cuento el tercer día desde el viernes diciendo: viernes, sábado y domingo. Por lo que cuatro más tres, en este caso, da seis. El detalle es simbólico.
El sexto día, en la historia de la creación, en el día en que Dios crea al hombre. ¿En qué día murió Jesús? Murió el viernes. Sí, pero usando los números, ¿a qué día corresponde el viernes? El viernes es el sexto día, el séptimo es el sábado. El domingo es siempre el primer día de la semana y los judíos todavía lo llaman ‘rishon’ = el primero. El viernes, el día de la muerte de Jesús, es el sexto día que corresponde al día en que Dios creó al hombre, ¿que quiere decir simbólicamente? Significa que Juan está escribiendo un evangelio espiritual y por lo tanto estos detalles los subraya para que el lector entienda que detrás de la coincidencia del día, hay un sentido.
La muerte de Jesús es la creación del hombre nuevo y la efusión del Espíritu creador que renueva la humanidad. Pero este grandioso acontecimiento que le sucederá a Jesús en la cruz, en su muerte y resurrección, es simbólicamente anticipado al principio. La primera señal realizada por Jesús ocurre en el sexto día de esta semana inicial. Es un evento creativo, crea una novedad partiendo de una base tradicional.
No es el primer milagro de Jesús. Muchas veces se ha trivializado simplemente por la pregunta del catecismo: ‘¿Cuál fue el primer milagro de Jesús? Las bodas de Caná’. No es una cuestión de primero en orden cronológico. Los sinópticos ni siquiera lo cuentan. Hasta un niño, si se le hiciese esta pregunta: ¿cuál es el primer milagro de Jesús? haría una contra-pregunta: ¿Según qué evangelista? Porque si considero el evangelio según Marcos allí no hay bodas en Caná. Entonces el primer milagro de Jesús es la liberación de un hombre poseído por demonios en la sinagoga de Cafarnaún. Si considero a Mateo, digo que el primer milagro es la purificación de un leproso cuando Jesús bajó del monte donde pronunció el sermón de la montaña. Cambiando el evangelista cambia la perspectiva.
El lector debe ser inteligente. No estamos reconstruyendo una vida hipotética de Jesús para ser contada en adivinanzas. Estamos tratando de comprender textos teológicos, profundamente literarios e inteligentes, que suponen lectores inteligentes, que no trivialicen las cosas. Entonces, lo que Jesús hizo durante las bodas de Caná no es el primer milagro, sino el arquetipo de las señales. Fíjense que es muy diferente. Hizo Ἐν ἀρχῇ = ‘En arjé’ = el principio de las señales; ἀρχῇ’ es el comienzo, es el origen, no simplemente el primero de una serie, es el modelo principal de lo que hace Jesús. Es un cambio, una transformación.
Esta boda no se narra en detalle. Nos gustaría conocer una infinidad de detalles que no se mencionan. No se nos dice quiénes son los que se casan; dice que la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos también están invitados. Les falta vino. En una fiesta, la falta de vino es una dimensión simbólica significativa, teniendo en cuenta el significado del vino, especialmente en la antigua alianza, es signo de la ley, de la fiesta, del amor.
Esa boda en Caná es el símbolo de la alianza entre Dios e Israel. La madre de Jesús no es nombrada por su nombre; no dice que era María, y mucho menos la Virgen. ‘Estaba la madre de Jesús’. ¿Tratan de hablar como habla el evangelio? ¿Están seguro de que están hablando correctamente? “Estaba la madre de Jesús que se da cuenta de esta falta y lo dice simplemente: ‘no tienen vino’. Jesús le pregunta de manera extraña: “¿Qué hay entre ti y mí, mujer?”. Y la llama ‘mujer’, un término simbólico importante. La mujer es parte de la alianza.
Es la otra parte de la alianza: ¿Qué tienes que ver conmigo? ¿Cómo te colocas ante mí? La madre no le responde en teoría sino en la práctica diciéndoles a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”. Es la fórmula con la que Israel en el Sinaí aceptó la alianza: Lo que dijo el Señor lo haremos, con la diferencia de que aquí es Jesús quien dice y la madre accede a hacer todo lo que Jesús dice. La madre es el Israel fiel, que se da cuenta de que en este matrimonio ya no hay amor. No es el caso concreto de los dos esposos de Caná, es el matrimonio de la alianza. Es la historia de esta relación entre Dios e Israel, en la que ya no hay sustancia, ya no hay alegría, ya no hay amor; y la obra de Jesús no es un reemplazo sino una realización.
No crea vino de la nada, sino que pide a los sirvientes que llenen 6 tinajas con agua. Contenían cerca de cien litros cada una. Estas tinajas se utilizaban para la purificación de los judíos. Eran pozos excavados en la roca, en la piedra y se llenaban de agua para ofrecer la posibilidad de lavarse las manos y los pies para las abluciones antes de las comidas. Ahora que se acabó la fiesta, no hay más vino, hay muchos otros problemas, regresar y llenar esas tinajas es mucho trabajo.
Seis por cien son 600 litros, ¿cuántos cubos de agua tienen que sacar del pozo que está lejos, para algo que aparentemente no tiene sentido? Las tinajas son 6 – combinación 6. El 6 es un número importante; siendo el sexto día de la creación de Adán, el 6 es el número del hombre y la figura simbólica de la humanidad, de la imperfección. Son de piedra, como las tablas de la ley, como el corazón del anciano que necesita renovación, de un espíritu que cambia el corazón de piedra en un corazón de carne, que escriba la nueva ley en el corazón, no en las tablas de piedra.
A partir de esa agua que se utilizó para las purificaciones de los judíos, en seis tinajas de piedra, Jesús ofrece un excelente vino nuevo. No dice que toda esa agua se convierta en vino. Solo que los sirvientes, habiendo hecho lo que Jesús dijo, llevaron el agua convertida en vino, al encargado del banquete. Cuando la prueba dice: ‘vino exquisito’. El ‘archtriclino’ (en latin) es el encargado del banquete. Es el encargado, es la figura de los jefes de Israel, de aquellas autoridades que vieron la obra de Jesús, oyeron sus palabras, pero no las entendieron. El encargado de la mesa llama al esposo.
¿Quién es el esposo? El que dio el vino. ¿Quién dio el vino? Jesús; el esposo es Jesús. No se desprende de la historia porque es un juego de figuras, pero el jefe le dice al esposo: ‘Has guardado el mejor vino hasta ahora, hasta esta hora. Es una pena porque ahora están medio borrachos’. La señal de Jesús no es emborrachar a todos los invitados, sino llevar a cumplimiento la alianza ofreciendo lo mejor que llega al final.
El agua de las purificaciones de los judíos se convierte en el vino excelente de la Eucaristía, signo de la sangre de Cristo, pero ¿cuándo dará ese vino? En la cruz, con su sangre. Entonces estará la madre nuevamente; nuevamente en esa hora Jesús se dirigirá a ella, llamándola ‘mujer’ y entregando la madre al discípulo, pasando de la antigua a la nueva alianza sin descartar nada, llevando todo a su cumplimiento.
Así Jesús hizo el arquetipo de las señales. Mostró su gloria, mostró quién era y sus discípulos creyeron en él. Podría terminar aquí. Todo el evangelio ya está aquí, pero en arquetipo, es decir, en síntesis, lo que se contará más adelante. Este es un método simbólico de lectura del texto, no quita nada a la historicidad de la narración, pero ofrece una gran interpretación y el sabor de un profundo significado teológico, espiritual, porque Juan es un evangelio espiritual.