El Evangelio
según San Juan
Parte 14. Encuentro con el Señor Resucitado
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
14. Encuentro con el Señor Resucitado
“En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en él un sepulcro nuevo, en el que nadie había sido sepultado”. La narración de la pasión según Juan termina en un huerto, como empezó en un huerto donde Jesús fue entregado. José de Arimatea, discípulo de Jesús, pero no abiertamente por temor a los judíos, junto con Nicodemo que venía a Jesús de noche, también él tenía miedo, ahora salen al aire libre. Dan un paso audaz. Piden el cuerpo de Jesús. Bajan el cuerpo de Jesús de la cruz para evitar una fosa común, de lo contrario terminaría en una fosa común y se perdería el control total de sus restos mortales. Pero estos dos tuvieron el valor de comprometerse y ofrecer un entierro honorable a Jesús.
Nicodemo incluso trajo una gran cantidad de mirra y de áloe para un entierro real. Gran cantidad de aceite perfumado para ungir el cuerpo de Jesús que es puesto en esta nueva tumba. Es una tumba especial donde nadie ha sido sepultado. Jesús es el primero en inaugurar un mundo nuevo.
El episodio que sigue inmediatamente tiene lugar en este jardín alrededor del sepulcro nuevo. No se menciona el día de reposo, la vigilia, la preparación (parasceve). La vigilia, término griego para el viernes, la hora de la muerte y sepultura de Jesús. En ese sábado todo se detiene, era la gran fiesta de la Pascua. Estaba absolutamente prohibido hacer cualquier tipo de trabajo, incluso el movimiento era extremadamente limitado. Solo en la mañana del primer día de la semana pudieron moverse. Juan presenta solo una mujer en la escena, María de Magdala, que llegó a la tumba temprano en la mañana cuando aún estaba oscuro.
Tomemos nota del contraste. Si es de mañana significa que ha amanecido, pero dice que todavía está oscuro, y si está oscuro todavía es de noche ... no es 'de mañana'. Es uno de los muchos detalles sobre el tiempo, sobre la condición climática de la que Juan informa con una intención simbólica. Ha amanecido la luz física de la mañana, pero todavía está oscuro dentro del corazón, la mente y el alma de María Magdalena que se acercó al sepulcro solo para llorar, para recordar al muerto y no para esperar la novedad de la resurrección.
Ella se sorprende cuando ve la tumba abierta y ve que el cuerpo ya no está. Podría haber imaginado la resurrección, pero no la esperaba, ni siquiera lo pensó. Ella todavía piensa de manera humana y terrenal. Como no se encuentra el cuerpo, inmediatamente concluye que alguien se lo ha llevado; piensa que los enemigos se lo han llevado, y no tiene idea de dónde lo han retenido. Aterrorizada, corre hacia los discípulos para alertarlos: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Aquí se usa un verbo en plural: "... no sabemos" y esto nos hace suponer que ella no estaba sola. Había otras mujeres y de hecho los sinópticos hablan de un grupo de mujeres que van al sepulcro en la mañana de la resurrección. Juan elige solo una figura porque quiere enfatizar su función simbólica como nueva humanidad. El Evangelio de Juan no nos da ningún detalle sobre María Magdalena. Otros evangelios tampoco mencionan que ella era una pecadora. Esta es una forma incorrecta de identificar varias personalidades en los textos sinópticos.
De ella se habla sólo en este momento y se presenta como imagen de discípulo, del discípulo que ama a Jesús, que lo busca y lo encuentra. Ella es la mujer que se encuentra con el nuevo Adán en el jardín el primer día de la semana. Nos viene a la mente una alusión simbólica. Es exactamente esta narración joánica la que nos ayuda a hacer estos saltos interpretativos para comprender la profundidad de la narración. María de Magdala es la nueva humanidad, todavía necesitada de la luz, todavía está en la oscuridad, sin comprender.
Los dos discípulos, Simón Pedro y el discípulo amado, el amado de Jesús, parten hacia el sepulcro. Siempre sin nombre. Ya lo hemos visto en la Última Cena, al pie de la cruz, y ahora en esta tercera escena importante, en la tumba vacía en la mañana de la resurrección. Este discípulo corrió más rápido que Pedro, llegó primero y no entró en la tumba. Se detiene y espera a Pedro. Estos son detalles importantes. El discípulo amado representa a la Iglesia carismática y el gran ejemplo espiritual, más rápido, más ferviente, llega primero, mientras que Pedro representa a la Iglesia institucional, él es la autoridad que llega después. El carisma que fue antes espera y deja entrar primero a la institución.
Ven los lienzos. Juan describe detalladamente la ropa de entierro. Le informa al lector cómo los lienzos que vieron los discípulos en esos momentos privilegiados, estaban colocados. Notamos que ninguno de los evangelistas narra la resurrección de Jesús. El hecho en sí no lo describe nadie, pero lo que se dice es lo que ven y de esas indicaciones se reconoce el evento de la resurrección. La tumba vacía y los lienzos de lino colocados de cierta manera y, especialmente, el encuentro con el Señor Resucitado y el cambio en los discípulos; este gran efecto muestra el hecho de que Cristo ha resucitado.
Por lo tanto, el evangelista usó los detalles específicos de la posición de las envolturas del lienzo, estaba "desinflado". Utiliza una palabra griega genérica, ‘ὀθόνια’ - ‘ozonia’ = que significa ‘lienzo’. Imagínense las viejas sábanas de lino, muy gruesas. Era el lino blanco del funeral. Era algo especial, no lo que se usaba para la cama. Era exclusivamente para entierro, cerca de un metro de alto y cuatro metros de ancho. El cuerpo se colocaba encima de la tela y esta tela se envolvía alrededor de la cabeza y descendiendo sobre el cuerpo. De esta manera la tela se unía al cuerpo. El perfume, 30 kilos de mirra y áloe, que trajo Nicodemo sirven para sujetar el lienzo haciendo que se pegue al cuerpo.
Imagínense, entonces, la consistencia que tiene el lino en sí mismo, ahora empapado en ungüento. Asume la forma del cuerpo. Es solo una pieza de tela que envuelve todo el cuerpo. Y está atado con cordones en el cuello, en la cintura y en los tobillos. Lázaro sale de la tumba con las manos y los pies atados, junto con todos los envoltorios de las ropas fúnebres. En cambio, Jesús ha dejado todo intacto en la tumba. La única nota descriptiva particular que Juan agrega es que estas ‘ὀθόνια’ = ropa, estaban ‘κείμενον’ -- keimenon = yaciendo -- vagamente vacías. No faltaba nada. Nada se movió. Solo que la ropa que estaba allí tirada se desinfló porque el cuerpo que estaba adentro había desaparecido.
A diferencia de Lázaro que sale con su propia carne como antes, regresa, por lo tanto, y continúa la vida terrenal, hasta envejecer y morir de nuevo, Jesús Resucitado desapareció. Ocurre una transformación. Algo que no se puede explicar. El cuerpo de Cristo deja todo intacto, pero ya no está. Y el lino se desinfla, excepto el "sudario" que se colocó alrededor de su cabeza. "Sudario" es un término genérico que corresponde a nuestro ‘pañuelo’. Imaginen un pañuelo grande y cuadrado doblado de forma triangular y se hace un rollo y se coloca debajo de la barbilla del difunto y sobre la cabeza, de modo que cubra la cara y mantenga la boca cerrada. Es una forma simple y elemental, conocida también hoy por nosotros por mantener la forma de una persona muerta, especialmente si la persona murió por asfixia.
El rollo de esa tela envuelta no se movió. Permaneció en el mismo lugar, "in uno loco", precisamente donde estaba, sin movimiento. Pero creó un grosor, una profundidad. El efecto extraño que vio Juan es que los lienzos estaban todos en su lugar, pero desinflados. Parecía como si solo faltara la cabeza, porque en la parte de la cabeza la tela estaba hinchada, con el lienzo enrollado en el mismo lugar. La traducción al italiano ha mejorado mucho comparado con el anterior que estaba mal, pero aún no está bien. Por ejemplo, en este texto, traducen "en un lugar aparte", mientras que sería mejor traducir: ‘en el mismo lugar’, exactamente donde estaba. (Nota del editor: en nuestra traducción: "enrollado en lugar aparte”.)
Finalmente, el discípulo que Jesús amaba, “entró … vio y creyó". Él, testigo del entierro, vio el estado de la ropa en el sepulcro y creyó en la resurrección de Jesús. Comprendió que nadie podría sacar el cuerpo dejando los lienzos y sudario de esa manera. Todas estas descripciones se dan para comprender el signo, las indicaciones importantes para comprender la resurrección. Los lienzos que quedan de esa manera son el anuncio de la Resurrección.
Los dos discípulos regresan a casa mientras María Magdalena permanece llorando junto al sepulcro. Todavía no ha llegado a la fe en el Señor Resucitado y todavía está cerrada en su propia idea. Tiene motivos para llorar pues está convencida de la muerte de Jesús y de que su cuerpo ha sido llevado y llora por él. Ahora llega la sorpresa; viene de una persona desconocida. Es Jesús quien la llama y le pregunta: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”.
Es una pregunta importante. La hemos encontrado al comienzo del Evangelio. La primera frase que Jesús pronuncia en el evangelio de Juan es esta pregunta: "¿Qué buscan?" De nuevo, en el jardín, en el momento de su arresto, a los que vinieron a llevarlo les pregunta: "¿A quién buscan?" Ahora, después de la resurrección, la primera frase que el evangelista pone en labios de Jesús es: "¿A quién buscas?" Noten la similitud y la diferencia. Lo que está en neutro (qué) se cambia a personal (quién) y lo que es plural se cambia a singular. Este es un momento decisivo. Una vez más, Jesús usa el término "mujer". “Mujer, ¿a quién buscas?”. Hemos visto a la mujer, el Israel fiel, la madre, a la mujer samaritana, que es la humanidad religiosamente equivocada, a la mujer adúltera, la humanidad separada de Dios, y ahora vemos a la mujer de la novedad de la Pascua.
Una vez más, la emblemática figura femenina, figura icónica de la humanidad. Ella lo tomó por el jardinero, el que cuida el jardín. Se equivoca porque Jesús no es un trabajador del huerto, pero simbólicamente tiene razón si entendemos por "huerto" ese símbolo del origen donde la humanidad estaba en amistad con Dios. Jesús es el custodio de ese huerto y el que conservó y cultivó ese jardín de amistad con Dios. Ahora ofrece la posibilidad de recuperar esa comunión que se perdió al principio. Ella dijo: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”. Y la llama por su nombre. Simplemente la llama por su nombre con un tono particular, con un dulce tenor de reproche. Él dice "María". Está claro que Él la reconoce y ella lo reconoce y lo llama "Rabbuni", mi Maestro. Le dice Jesús: “Déjame, que todavía no he subido al Padre”. ‘No creas que no he ascendido; no creas que he vuelto para retomar la vida anterior’.
Ahora ha comenzado una nueva fase, una nueva realidad, una nueva creación. ‘Ve a tus hermanos y anuncia todo lo que has visto’. Ella corre y es una evangelizadora de los apóstoles diciendo que ha visto al Señor. Esta experiencia ha cambiado su vida. Marcó el nacimiento de una nueva humanidad. María de Magdala es la imagen de la humanidad pascual.
La tarde del mismo día, Juan narra que el Señor Resucitado se hizo presente en el aposento alto donde todos los discípulos están unidos a pesar de que las puertas estaban cerradas por temor a los judíos. El Señor resucitado está en medio de ellos y los saluda con la paz, shalom, un saludo judío común. Pero en este caso este saludo es mucho más. Esta es la paz mesiánica y la realización de un bienestar definitivo. "Les dejo la paz, les doy mi paz". Lo había dicho en el mismo lugar antes de su muerte. Ahora trae la paz y crea una novedad, trae un nuevo bienestar. Y les muestra los signos de la pasión, no las heridas. Les muestra las heridas curadas. Son cicatrices, señales de heridas mortales pero esta situación está superada. Mantiene las señales para siempre, pero la muerte está vencida definitivamente. Los discípulos se regocijan al ver al Señor.
En este punto Jesús realiza un gesto muy importante. Sopla sobre ellos. Juan usa el mismo verbo usado en el libro de Génesis donde el Señor Dios sopló sobre el montón de arcilla para convertirlo en un ser vivo. En Jesús, Dios realiza la obra de la nueva creación; es el don del Espíritu Santo. Entregó su Espíritu en la cruz. Ahora sopla diciendo, “reciban el Espíritu Santo”; es el día de Pascua. La muerte y resurrección según Juan es un evento único. Es el singular misterio pascual del que surge el don del Espíritu, que es la vida de Dios que capacita a los discípulos para continuar la obra de Jesús: para perdonar los pecados - el Espíritu Santo permite a los discípulos comunicar el perdón de Dios para todo el mundo.
La obra de Jesús se realiza a través de la Iglesia por la obra del Espíritu Santo dado por Jesús, quien es la verdad, muerto y resucitado. El único misterio pascual comunica el don del Espíritu de vida.