Apocalipsis de Juan 3
El Trono, el Libro y el Cordero
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
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El Trono, el Libro y el Cordero
La escucha de la palabra de Cristo Resucitado dirigida a las siete iglesias ha purificado a las comunidades y las hizo capaces de celebrar los santos misterios. Así, el Apocalipsis de Juan se presenta como la revelación del proyecto de Dios en la historia de la humanidad. Y la iglesia, partiendo de la dificultad actual en que se encuentra, contempla la participación en la historia de salvación. Experimenta el poder del Cristo Resucitado que la guía a través de los tiempos, a través de las dificultades de las diversas situaciones.
En los capítulos cuatro y cinco, Juan describe la escena principal: de la primera visión que tuvo en la isla de Patmos, a la que siguió el dictado de las siete cartas, Juan es llamado a ascender al cielo y participa en una reunión del Consejo celestial. Es admitido en la sala del trono, como le había sucedido a algún antiguo profeta, así también Juan, con una fantasía inspirada, entra en la sala del trono y ve al otro lado; ve más allá del velo y entiende el sentido de la historia.
Lo que describe en los capítulos cuatro y cinco, se pueden resumir en tres símbolos fundamentales: el trono, el libro y el Cordero. O, más bien, los símbolos fundamentales son: el trono y el Cordero y el libro sirve como elemento de conexión. Podemos comparar estos dos capítulos a un díptico, es decir a una pintura en dos tableros; dos tableros paralelos pero diferentes. El primero representa la creación y el segundo la redención; es decir, se evoca al Dios creador a través del símbolo del trono y al Dios redentor a través del símbolo del Cordero. La transición de uno al otro está determinada por el símbolo del libro.
Veamos algunos detalles particulares. Juan es invitado a subir al cielo; entra en el espíritu, se repite la misma expresión que ya encontramos al comienzo, (La traducción que dice ‘en éxtasis’ no es correcta como ya lo mencioné antes.) Significa que entró en una dimensión profunda, iluminado por el Espíritu de Dios y ha visto un trono en el cielo. Y en el trono uno que estaba sentado.
El trono es el simple símbolo del poder, del mando. En el cielo está el trono y el trono no está vacante, hay uno que manda; uno sentado en el trono. Es una expresión que se repite muchas veces en todo el Apocalipsis para indicar a Dios como el que rige el universo, pero no viene descrito. Juan se contenta con ofrecer algunas impresiones luminosas, comparadas con piedras preciosas.
“Vi un trono colocado en el cielo y en él sentado uno cuyo aspecto era de jaspe y cornalina; rodeando al trono brillaba un arco iris como de esmeralda.” Era similar a impresiones brillantes producidas por las piedras preciosas. Ninguna descripción particular. "Alrededor del trono de Dios había veinticuatro tronos y sentados en ellos veinticuatro ancianos, con vestiduras blancas y coronas de oro en la cabeza".
¿Quiénes son estos veinticuatro ancianos? Es una de las muchas dificultades de interpretación del Apocalipsis. Las propuestas de los eruditos a lo largo de los siglos han sido muchas. Algunos pensaban que se trataba de ángeles; otros pensaron en las doce tribus del Antiguo Testamento y los doce apóstoles del Nuevo. O de otros veinticuatro personajes o figuras simbólicas. Es probable que no se trate de personajes concretos.
En la tradición judía, el número veinticuatro hace referencia a dos realidades importantes. Veinticuatro eran las clases sacerdotales en el templo de Jerusalén, y de acuerdo con la tradición judía, veinticuatro eran los libros de la biblia. Estos veinticuatro ancianos que se sientan en los tronos y forman el consejo celestial, representan simbólicamente la historia, a aquellos que hicieron historia porque junto a ellos hay otros elementos simbólicos importantes: cuatro animales, cuatro seres vivientes.
“En el centro, rodeando el trono, estaban cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás”. Juan los describe tomando las imágenes de Ezequiel y de Isaías. ¿Quiénes son estos cuatro seres vivientes? En la tradición artística cristiana se convirtieron en símbolos de los evangelistas. La figura de hombre, del buey, del león y del águila. Pero esta no era la intención de Juan puesto que la toma de los profetas antiguos. Son imágenes de lo creado, elementos importantes de distintos ámbitos vivientes.
Con un lenguaje moderno podríamos decir que los cuatro seres vivientes representan la naturaleza, la historia y la naturaleza en nuestros lenguajes modernos; sirven para entender mejor. Juan hablaba un idioma diferente: ‘veinticuatro ancianos… cuatro seres vivientes…’ significaban en un concepto abstracto lo que para nosotros son la historia y la naturaleza. En torno al trono de Dios están los acontecimientos humanos y la realidad natural de lo creado. El trono rige todo esto. Dios es el señor de la historia y de la naturaleza. La corte celestial adora al Señor Todopoderoso y anuncia un momento en que todos adorarán diciendo: “Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque creaste el universo y por tu voluntad fue creado y existió”.
La clave de lectura nos es ofrecida por este versículo. El coro celestial canta la gloria de Dios que creó todo. Por tanto, aunque los detalles particulares pueden ser complejos y difíciles de entender el sentido global del primer cuadro es claro: Juan describió la creación de Dios en lenguaje apocalíptico, lleno de símbolos, el cuadro del Dios creador.
Pasemos al segundo cuadro donde viene representado el Dios redentor con el símbolo del Cordero, pero para llegar al Cordero, Juan pone en escena una especie de acontecimiento, un drama: “A la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por delante y por detrás y sellado con siete sellos”.
En la antigüedad los libros no tenían esta forma; eran rollos y por lo tanto es un libro cerrado enrollado sostenido en la mano derecha tenía la forma de un cetro, del bastón de mando. En la mano derecha del que sostiene el mundo hay un libro completamente escrito. La señal del gobierno de Dios es un libro. Este libro está sellado con siete sellos. Ya hemos dicho que el siete es un número simbólico para indicar la integridad, la totalidad. Pero ¿qué significa el sello?
En nuestro lenguaje cuando decimos sellado, quiere decir cerrado, herméticamente cerrado, pero en realidad el sello corresponde a nuestro sello de goma, es una especia de firma, es una firma auténtica. El sello colocado en un documento es la garantía que ese documento pertenece a esa autoridad que lo emitió. En general, en la antigüedad estaba conectado a un anillo, que tenía una forma particular en relieve y era impreso en la cera lacrada dejando la marca de la pertenencia.
Un libro cerrado con siete sellos quiere decir que pertenece totalmente a Dios. Es su libro. ¿Qué representa este libro? “Vi un ángel poderoso que pregonaba con voz potente: ¿Quién es digno de abrir el rollo y romper sus sellos?”. Materialmente un sello es un hilo bloqueado por cera lacrada. Se necesita una mínima fuerza para abrirlo, pero evidentemente aquí se evoca algo más grande.
El símbolo recuerda siempre algo más y por lo tanto nunca debemos detenernos en la imagen literal sino entender el mensaje en su dimensión más profunda y más espiritual. ¿Quién puede abrir el libro? “Nadie en el cielo ni en la tierra ni bajo tierra podía abrir el rollo ni examinarlo”. Ni los ángeles, ni los hombres, ni los muertos, nadie podía abrir ese libro.
“Yo lloraba mucho” (es Juan el que lo está narrando. En medio de la sala del trono asiste a esta escena.) No se encuentra a nadie capaz de Abrir el libro. “Yo lloraba mucho porque nadie era digno de abrir el rollo y examinarlo”. Entonces ¿qué representa este libro? No es simplemente la explicación de algún texto bíblico oscuro; debe ser algo mucho más grande y mucho más profundo. Es el libro del misterio; es el proyecto de Dios; es el sentido de la historia; es el significado de mi vida; está ahí la respuesta a los grandes ‘porqués’ existenciales del hombre; es la respuesta a esos problemas subyacente que ninguno de nosotros puede encontrar explicación.
El llanto de Juan es el símbolo de la angustia de la humanidad. Detrás están todos los hombres y mujeres que a lo largo de los siglos se han preguntado ‘por qué' y no has encontrado razones, explicaciones, motivos. Es la angustia de todos los literatos, poetas, filósofos que han tratado de entender y no han encontrado explicación. Nadie puede explicar el significado. Al llanto de Juan pone fin uno de los veinticuatro ancianos que le dice: “No llores; ha vencido el león de la tribu de Judá, él puede abrir el rollo de los siete sellos”. Se trata de un oráculo profético contenido en final del libro del Génesis. El león de Judá es un símbolo mesiánico, pero el león es el animal feroz y fuerte, es el rey de la selva, es el poderoso. Si gana el león, gana destrozando a los demás. Es un anuncio pascual de victoria.
“No llores; que ha vencido el león de la tribu de Judá”. “Entre el trono y los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos vi que estaba un cordero como sacrificado”. Estamos en la cima. Este es la parte más importante. Finalmente aparece el que ha triunfado; el único que puede abrir el libro; pero un león había sido anunciado y aparece un cordero. Es una inversión de la imagen. Un león que desgarra a los enemigos, es reemplazado por un cordero devorado, inmolado, muerto, pero está en pie aun habiendo sido muerto. ¿Cómo puede estar en pie si ha sido asesinado? Está en el medio del trono. Juan no lo ve llegar, lo ve en medio del trono; pero en el trono ya había uno sentado, ¿verdad? Y ¿cómo hace el Cordero estar en medio del trono si ya hay uno sentado allí?
¿Comprenden cómo el símbolo es teológico? Quiere mostrar a Jesucristo, muerto y resucitado, inmolado, pero de pie que está en medio de trono. Tratemos de traducir esto en lenguaje teológico. En el centro del poder de Dios está el Cordero inmolado. El corazón del gobierno cósmico, rodeado de la historia y de la naturaleza, es el Cristo muerto y resucitado. “Tenía siete cuernos y siete ojos”. No traten de dibujarlo ni imaginarlo… se convierte en un monstruo. El apocalipsis no tiene que ser dibujado, debe ser imaginado mentalmente y traducido en conceptos. Un cordero no tiene cuernos y si los tuviera no serían siete. Ni tampoco tiene siete ojos. Dibujar un cordero con siete ojos y siete cuernos significa convertirlo en un monstruo imposible de ver; pero si el ‘siete’ significa totalidad, ¿qué significan los cuernos?
En nuestro lenguaje simbólico moderno significa traición conyugal; es un juego simbólico que no tenemos muchas razones para explicar, pero de hecho entendemos rápidamente lo que quiere decir. En vez, en este lenguaje antiguo los cuernos son el signo del poder, de la fuerza; es lo más lógico y normal: los animales con cuernos los usan para la lucha y los cuernos son un signo de fuerza. Tener siete cuernos significa tener todo el poder.
Con un concepto abstracto y teológico decimos que es el todopoderoso; mientras que los ojos son los símbolos evidentes del conocimiento. Tener siete ojos significa tener plenitud de conocimiento. Con otro adjetivo teológico y abstracto decimos que es omnisciente. Podríamos decir que el Cristo resucitado es el centro del poder de Dios y es omnipotente y omnisciente.
Juan dice: "Vi el centro del trono un cordero de pie como sacrificado con siete cuernos y siete ojos". Este es el lenguaje apocalíptico, una especie de idioma extranjero que tiene necesidad de ser traducido para ser comprendido. Poco a poco, mientras entendamos el idioma y traduzcamos las imágenes en conceptos, entenderemos la revelación. Jesucristo es este Cordero que llega y toma el libro de las manos de quien se sienta en el trono; y es capaz de abrir los sellos. Toda la corte celestial se arrodilla en adoración y canta la segunda estrofa de ese himno.
Anteriormente había cantado: Eres digno porque has creado. Ahora canta: “Eres digno de recibir el rollo y romper sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; hiciste de ellos el reino de nuestro Dios y sus sacerdotes, y reinarán en la tierra.” Dios creador, Dios redentor. El Cordero ha realizado el trabajo de la creación al redimir para Dios todo lo que proviene de cuatro elementos, es decir, de la totalidad cósmica.
“Me fijé y escuché la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los vivientes y los ancianos: eran millones y millones, y decían con voz potente: Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, el saber, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Y escuché a todas las criaturas, cuanto hay en el cielo y en la tierra, bajo tierra y en el mar, que decían: Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza y el honor y la gloria y el poder por los siglos de los siglos”.
La naturaleza y la historia “respondían Amén y los ancianos se postraban adorando”. Se ha presentado el cuadro central del Apocalipsis: el trono y el Cordero. Cristo resucitado es el revelador del proyecto de Dios. El único que puede explicar el sentido. Así comienza a abrir los sellos y comienza el primero de los siete.