Apocalipsis de Juan 5
Las siete trompetas
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
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Las siete trompetas
Después de la apertura de los siete sellos, suenan las siete trompetas. En la estructura del apocalipsis Juan ha organizado las visiones construyendo septenarios, o sea, una serie de ‘siete’ para mostrar cada vez, en esta serie de siete elementos, un resumen de la historia de la salvación. En los siete sellos hemos visto la intervención de Dios en la historia que forma un pueblo que le pertenezca porque el sello es el signo de la pertenencia.
En la segunda serie Juan toma como un símbolo importante las trompetas y describe al comienzo del capítulo 8 una breve escena introductoria de un ángel que hace un gesto litúrgico en el cielo. Ofrece el perfume del incienso que sube a Dios como la oración de los santos. “Después tomó el ángel el incensario, lo llenó con brasas del fuego del altar y lo arrojó a la tierra”. Por tanto, se entregan a siete ángeles las trompetas y al sonido de cada una de ellas aparece una imagen.
Nosotros traducimos como ‘trompeta’ pero muy probablemente en la intención de Juan fue la referencia al ‘shofar’, es decir al cuerno usado en la liturgia judía para dar la señal de convocación; es el símbolo típico de la liturgia de Israel. Un poco como nuestras campanas. El sonido de las campanas es diferente dependiendo de los mensajes que quieran comunicarse. Pueden sonar a fiesta o a duelo. Es un instrumento religioso de comunicación.
En la tradición antigua, especialmente en el contexto de sacerdotes o religiosos, la costumbre era llamar la atención, también dentro de un convento, de un seminario, con una campana. Y los educadores decían que la campana es la voz de Dios. Cuando escuchas la campana tienes que obedecer.
La misma mentalidad también la tenían los antiguos israelitas que escuchaban en el sonido del cuerno o la trompeta, la voz de Dios. De hecho, en la historia del Éxodo, cuando se narra la teofanía del Sinaí, es decir, la aparición de Dios a Moisés sobre el monte, se dice que Dios hablaba con voz de trompeta. Se podían escuchar truenos; era la voz de Dios y parecía un sonido de shofar.
Juan toma esta imagen y evoca a siete ángeles que hacen una liturgia. Cada uno de ellos toma la trompeta y la hace sonar. Al sonido de la primera trompeta sucede algo. Cae del cielo granizo y fuego; un tercio de la tierra se quemó. Cuando el segundo ángel toca la trompeta “una montaña enorme se desplomó ardiendo en el mar. La tercera parte del mar se volvió sangre”. Cuando el tercer ángel toca la trompeta “cayó del cielo una estrella gigantesca, ardiendo como una antorcha; cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de agua”. Cuando el cuarto ángel toca la trompeta se oscurece un tercio del sol, un tercio de la luna y un tercio de las estrellas y el día pierde un tercio de su luz.
Pudieron notar que las primeras cuatro trompetas contienen imágenes similares y descritas brevemente. En todos los casos se trata de ‘caer del cielo a la tierra’; de pérdida; y hay un elemento numérico subrayado… ¿lo notaron? ‘Un tercio’ es un elemento bien conocido en el género literario apocalíptico porque se decía que un tercio de los ángeles fueron rebeldes y cayeron del cielo, mientras que dos tercios permanecieron fieles al Señor. Es un número arbitrario y simbólico; subraya, simplemente, el hecho de que los ángeles fieles, los buenos espíritus, son el doble que los malos espíritus.
Por lo tanto, a pesar de que el mundo sea corrupto y vaya mal, el bien es más fuerte y más numeroso. Al principio hubo un daño. Efectivamente, este septenario quiere contar la historia de la salvación, comenzando incluso desde antes de Adán. Como ya he mencionado, el procedimiento de Juan en el Apocalipsis no es lineal en el sentido de que siempre va adelante, sino que es circular, en el sentido de que siempre regresa, hace un círculo y cuando ha terminado un septenario está en el punto de partida. Sube como en una escalera de caracol y cuando está en el plano superior, está en la misma posición donde se encontraba en el círculo precedente.
Por eso, el septenario de las trompetas no dice qué ocurrirá después del septenario de los sellos, sino que repite lo mismo, repite el mismo mensaje. Con otras imágenes presenta un resumen de la historia de la salvación.
Como en el septenario de los sellos también aquí tenemos los primeros cuatro elementos breves y similares. En los cuatro se describe la caída de los ángeles; un evento mítico primordial es la revuelta de los espíritus celestiales; un tercio se levantó contra Dios y cayó del cielo arruinando, proporcionalmente, un tercio de la tierra. Cuando “el quinto ángel dio un toque de trompeta: vi un astro caído del cielo a la tierra, recibió la llave del calabozo del abismo. Abrió el pozo del abismo y subió un humo del pozo, como humo de un horno gigante; el sol y el aire se oscurecieron con el humo del pozo. Del humo salieron langostas que se extendieron por la tierra. Y recibieron un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra”.
Tratemos de entender la imagen. La estrella caída del cielo a la tierra es un ángel. Cuando usamos la palabra ‘lucífero’ ¿nos damos cuenta de que nombramos una estrella? Es el nombre habitual con el que los griegos y los romanos llamaban al planeta Venus. Incluso para nosotros se parece a una estrella y popularmente hablamos de la estrella de la tarde o de la estrella de la mañana.
En realidad, no es una estrella sino un planeta. Las aclaraciones científicas son modernas; porque el planeta Venus se ve tan pronto como el sol se haya puesto, y al ser iluminado desde abajo parece la primera estrella que se ilumina por la noche después de la puesta del sol. Después de un tiempo, sin embargo, ya no la vemos más porque el movimiento de la tierra evita esta iluminación. De la misma manera, en la mañana cuando el sol está a punto de salir ilumina de nuevo, por el otro lado, al planeta Venus y parece la estrella de la mañana, la que trae la luz = ‘lucífera’.
Lucifer significa solo portador de luz. Si alguna vez hemos hecho la experiencia de ver salir el sol, habremos notado que justo donde el sol debe salir, antes aparece una estrella brillante, que simplemente desaparece apenas el sol se hace ver. Esta imagen que los antiguos conocían, la interpretaban míticamente y esa estrella brillante portadora de la luz vino identificada con quien era hermoso, pero por orgullo y soberbia se rebeló contra Dios, cayendo y perdiendo su propia luz.
La estrella caída en el pozo del abismo es una imagen demoníaca. Es el que tiene la llave del calabozo del abismo “abrió el pozo del abismo y subió un humo del pozo, como humo de un horno gigante; el sol y el aire se oscurecieron con el humo del pozo”. Y del pozo surgieron animales pequeños pero dañinos. Nosotros no tenemos idea del daño que producían las langostas en una invasión. Era un fenómeno trágico para los campesinos, todavía hoy en algunos lugares. Las langostas pululan en grandes grupos y se ven como nubes auténticas que cubren el sol; y cuando posan sobre la vegetación, exterminan todo; devoran hasta el último brote. Y para los agricultores es un desastre. Significa carestía. Son animales pequeños pero desastrosos; son el signo de una invasión malvada que destruye el mundo.
No deben ser tomados literalmente. El pozo, el humo, las langostas son todas imágenes simbólicas que evocan algo mítico que sucede siempre. Indica la consecuencia de la revuelta de los ángeles; la rebelión diabólica ha causado una caída; la caída arruina el mundo. Del pozo del abismo sale algo que destruye la tierra.
La imagen de la quinta trompeta y de las langostas descritas en detalle, quiere indicar la distorsión de los valores. Estas langostas no son langostas normales. “Las langostas se parecen a caballos preparados para la batalla… tienen rostro como de hombres, cabello como de mujer, sus dientes como de león. Llevan corazas como de hierro. Tienen colas como de escorpión…”. Son un híbrido; una realidad no clara, con aspectos positivos y negativos estrechamente conectados entre sí. Son la imagen del mal que se presenta en forma de bien. Es el cambio de mal por el bien; la distorsión de los valores que destruyen a la humanidad.
“Su rey es el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón (que quiere decir ‘exterminador’) y en griego se traduce como Apolión”. Quiere decir lo mismo. Hace referencia al dios Apolo, el exterminador. Y es una manera con que Juan hace polémica anti-idolátricas es decir, alude al hecho de que las divinidades adoradas por los griegos y romanos no eran simplemente fábulas e invenciones sino eran formas diabólicas; formas engañosas con las que los demonios se hacían adorar en lugar de Dios.
Tanto es así que la palabra ‘daimones’, que nosotros leemos como ‘demonios’ en griego antiguo indicaba dioses. No era una palabra negativa sino positiva, religiosa. Nosotros heredamos una interpretación que ha invertido el significado. Los demonios, es decir, las divinidades del mundo griego se han identificado con los ángeles rebeldes caídos del cielo. La sexta trompeta contiene imágenes mucho más amplias. Recuerden que también el sexto sello era diferente de los demás, mucho más amplio. La sexta trompeta corresponde al sexto sello.
El sexto elemento es el decisivo en un septenario apocalíptico porque indica la decisiva intervención de Dios en la historia para salvar a la humanidad. Y así, en los capítulos 10 y 11 Juan describe escenas grandiosas en las que resume la historia de la salvación del Antiguo Testamento.
Ante todo, retoma la imagen de las langostas como de una caballería infernal, hecha de un número impresionante de enemigos listos para invadir el mundo. Doscientos millones, pero ante este peligro trágico responde la intervención de Dios: un ángel que aparece poniendo una pierna en el mar y la otra sobre la tierra.
Traten de imaginar esta escena; quien vive cerca del mar ha tenido la oportunidad seguramente de verla. En un día de tormenta cuando las nubes negras se están dispersando y el cielo se abre, sale algún rayo de sol, y es posible que los rayos salgan a través las nubes formando dos columnas, quizás una que ilumina el mar y otra que ilumina la tierra; y allá arriba aparece el arcoíris.
Juan, contemplando el mar alrededor en la isla de Patmos, donde fue relegado, vio una hermosa escena de una tormenta terminada y ha descrito la aparición del ángel que sostiene en mano el Antiguo Testamento, la primera revelación de Dios, con esta bella imagen natural. “Vi otro ángel poderoso bajando del cielo, envuelto en una nube, con el arco iris sobre la cabeza; su rostro como el sol, sus piernas como columnas de fuego. Tenía en la mano un pequeño libro abierto”. Este pequeño libro abierto es la revelación de Dios. Es la intervención con la cual Dios en la historia de los pueblos antiguos a través de los profetas comunicó su deseo de salvación.
El ángel le entrega el libro a Juan, al profeta Juan, al que representa toda la tradición profética y le pide que coma el libro. La misma escena ya había sido narrada por el profeta Ezequiel. Juan hace eco de esa historia, la toma y la adapta. Juan come el libro, lo devora. “En la boca era dulce como miel; pero cuando lo tragué, sentí amargo el estómago”. Cuando baja al estómago lo siente amargo.
La revelación antigua deja un sabor amargo en boca; se necesita algo más, de la plenitud, de la finalización. Otra escena muy importante es en la que Juan describe a los dos testigos que tienen las características de Moisés y Elías, pero no son ni Moisés ni Elías. Son la ley y los profetas; son todos los que en la tradición de Israel han sido los mediadores de la revelación; trajeron la palabra de Dios, pero no han sido bien recibidos. A menudo han sido rechazados, maltratados y también asesinados.
Los dos testigos (exactamente como en la transfiguración de Jesús, también en ese caso aparecen Moisés y Elías que dan testimonio de Jesús en el sentido que garantizan a los discípulos que el camino indicado por Jesús, el camino de la pasión). Los dos testigos son víctimas de la estructura opresiva de la ciudad que crucificó al Señor. Son asesinados y abandonados en la plaza sin entierro.
No son imágenes literales ni históricas; son imágenes simbólicas que evocan de una manera transfigurada toda una serie de eventos, y al final de la sexta trompeta se coloca la resurrección de los justos. Una voz del cielo llama a la vida a los dos testigos. “El aliento de vida de Dios penetró en ellos, y se pusieron en pie”.
En este momento suena la séptima trompeta que es el cumplimiento. No es una imagen sino una audición. “El séptimo ángel dio un toque de trompeta: voces potentes resonaron en el cielo: Ha llegado el reinado en el mundo de nuestro Señor y de su Mesías y reinará por los siglos de los siglos”.
El cumplimiento es la victoria de Cristo Resucitado. Su muerte y resurrección es el cumplimiento de la historia. Realiza el proyecto: de la caída que marcó la ruina del mundo viene el ascenso que determina la salvación del mundo. En el septenario de las trompetas Juan ha propuesto nuevamente un resumen de la historia de la salvación, poniendo el acento sobre el evento decisivo: Cristo Jesús muerto y resucitado es la fuente de salvación. Él inaugura el reino y su reino dura para siempre.
“Te damos gracias, Señor, Dios Todopoderoso, el que es y el que era, porque has asumido el poder supremo y el reinado”.
Aunque las cosas vayan mal, Juan escribe el Apocalipsis para consolar y alentar a sus discípulos y para decirnos también a nosotros que el poder del Cristo Resucitado es más fuerte que toda estructura del mal.