El Evangelio
según San Lucas
Parte 1. Introducción
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
1. ¿Quién era Lucas?
“Scriba mansuetudinis Christi”, así describió Dante Alighieri al evangelista Lucas: “Escriba de la mansedumbre de Cristo”. Es una fórmula concisa y adecuada. El evangelista Lucas es, de hecho, un hábil escritor insertado en la cultura del helenismo y ha elaborado una hermosa historia ordenada recogiendo el material de la tradición que lo precedió; y comprendió un aspecto fundamental de Jesús: La mansedumbre, dice Dante Alighieri.
Nosotros podríamos hablar de la misericordia de Dios. Lucas es el evangelista de la misericordia. Narra la experiencia humana de Jesús como el momento culminante de la revelación de la misericordia de Dios. Pero, ¿quién es Lucas?
Al comienzo de estas conferencias dedicadas al tercer evangelio, vamos a detenernos en el identikit del autor. El nombre no aparece en la narración, pero la tradición lo presenta unánimemente como Lucas. Tenemos alguna información sobre él de antiguos textos eclesiásticos. Su nombre aparece en tres pasajes de la correspondencia paulina en los que parece que este personaje era colaborador de Pablo, quien lo define como ‘el querido médico’; tenía una buena y afectuosa relación con el apóstol y nos enteramos que era médico. Poco más añaden los documentos del Nuevo Testamento. De otras fuentes antiguas podemos recuperar alguna información adicional.
Era originario de Antioquía, la gran capital de Siria, una ciudad cosmopolita; y probablemente se había hecho cristiano al encontrarse con la primera predicación cristiana realizada por personas que habían sido expulsadas de Jerusalén en el momento de la persecución que estalló en la época de Esteban. Bernabé también fue enviado de Jerusalén a Antioquía para organizar la nueva comunidad de cristianos no judíos. Después Bernabé fue en busca de Pablo, lo llevó a Antioquía y juntos formaron una gran cantidad de gente. Precisamente en Antioquía nació el término cristiano para identificar la nueva comunidad. Entre estos nuevos cristianos de Antioquía también había un médico llamado Lucas.
A partir de la información que tenemos de la antigua tradición eclesiástica, sabemos que murió de 84 años, mucho tiempo después de la muerte de Pablo. Y por eso podemos imaginar que en los años cuarenta, cuando se hizo cristiano, conociendo a Bernabé y Pablo, Lucas tenía unos 40 años. Un hombre de mediana edad, con una hermosa profesión; si era medico tenía una posición social respetable. Y teniendo en cuenta el estándar antiguo, el hecho de que pudiera haber estudiado como médico nos dice que pertenecía a una familia adinerada, con buenos recursos económicos, por lo que de joven Lucas había estudiado medicina y por supuesto tenía una buena cultura literaria griega clásica.
En Antioquía se hablaba griego; era una de las capitales del mundo helenístico. Probablemente en los diversos conocimientos del médico Lucas, también podría haber sido la traducción de la biblia al griego, la biblia que nosotros llamamos ‘de los Setenta’. Es posible que este hombre también hubiera leído algunos pasajes de las Escrituras hebreas; tal vez fuera un hombre en búsqueda, interesado en diversas culturas, teniendo en cuenta que Antioquía era una ciudad en la que convergían personas de todo el antiguo entorno oriental. Estaba acostumbrado a conocer gente de culturas, de lenguas, de religiones diferentes, y entre estas personas también conoció a algunos discípulos de Jesús de Nazaret; y fue el encuentro decisivo de su vida.
El médico Lucas, a través de ese encuentro, fue marcado para el resto de sus días. Quedó fascinado, admirado por el carácter de Jesús; quiere conocerlo, se bautizó, se hizo cristiano. Se hizo amigo de Pablo, se unió fuertemente a él y lo acompañó muchas veces. Escribió no solo el evangelio sino también Los Hechos de los Apóstoles y es, precisamente, en Los Hechos de los Apóstoles, donde podemos obtener alguna información importante sobre la presencia de Lucas siguiendo a Pablo.
De hecho, en los Hechos, hay algunos pasajes escritos en primera persona del plural; es una forma en la que el escritor deja entender, con fina modestia, ‘yo también estuve allí’, sin decirlo. Por ejemplo, en el capítulo 16, llegando en Tróade, Pablo y sus colaboradores pararon allí unos días; después la narración continúa cambiando de persona: “Partimos de Tróade, navegamos hacia Samotracia; llegamos a Neápolis, luego llegamos a Filipos”. La primera persona del plural revela que el escritor estaba allí y, por lo tanto, acompaña a Pablo en un viaje por el mar de Tróade a Filipos. Cuando Pablo sale de Filipos, la historia se reanuda en tercera persona del plural.
Nosotros reconstruimos que Lucas, en esa ocasión, se detuvo en Filipos. Lo más probable es que fuera su ciudad adoptiva; nativo de Antioquía, llegó junto con Pablo a la gran ciudad de Filipos, ciudad greco-romana de la Macedonia, norte de Grecia, y permaneció allí. Permaneció al frente de la comunidad cristiana que se había formado en esa nueva realidad urbana; y permaneció como formador, animador de la comunidad, hasta que años después Pablo, de regreso de un viaje regresó a Filipos, y desde ese momento Lucas se unió a Pablo y lo acompañó durante los últimos viajes sin dejarlo.
Probablemente, como perito médico, había notado que el apóstol tenía serios problemas de salud y por lo tanto estaba cerca de él como asistente, como amigo médico, capaz de curarlo. Juntos fueron a Jerusalén a donde llegaron para Pentecostés del año 58. En esa ocasión Pablo fue detenido y encarcelado por dos años, en espera de juicio. En esos dos años Lucas tuvo la suerte de quedarse en Jerusalén y alrededores. Fue un viaje por Tierra Santa que duró mucho tiempo y le ofreció una oportunidad excepcional: conocer los lugares, pero sobre todo conocer la gente; encontrarse con los testigos presenciales, los familiares de Jesús, aquellos apóstoles que aún estaban presente en Jerusalén. Verse con muchas otras personas que habían visto a Jesús unos treinta años antes.
Parecen muchos años, pero para una persona de mediana edad, son pocos y se tiene un excelente recuerdo de cosas que sucedieron 30 años atrás. Si, por otro lado, son hechos importantes y significativos que han afectado a la persona y la imaginación, entonces el recuerdo permanece muy fresco. Lucas en esos dos años tuvo la oportunidad de viajar de Jerusalén a Cesárea, conociendo a mucha gente, recolectando documentos y encontrando material escrito, participando en las liturgias de la comunidad judía cristiana.
No sabía hebreo ni arameo, pero los cristianos judíos de Jerusalén sabían griego porque era la lengua franca que todos usaban, y por lo tanto Lucas tuvo la oportunidad de visitar los lugares donde se llevó a cabo el ministerio de Jesús. Fue a Jerusalén, fue a Belén, probablemente visitó Nazaret; se hizo una idea de la realidad y aprendió muchas cosas de testigos presenciales. Se quedó esos dos años para estar cerca de Pablo que estaba detenido en la cárcel en Cesarea Marítima. Cuando el gobernador cambió parecía que el proceso se resolvería favorablemente, Pablo apeló a César y luego el prisionero fue enviado a Roma por mar, naturalmente. Lucas se embarcó con Pablo y fue a la capital del imperio. Naufragaron cerca de Malta, se salvaron, pasaron allí el invierno y a la primavera siguiente continuaron su viaje llegando a Roma.
Pablo permaneció en espera de juicio otros dos años, en un domicilio forzado, y su asistente Lucas, tuvo la suerte, esta vez, de estar en Roma junto a Pablo. Mientras Pablo estaba preso y tuvo que permanecer bajo arresto domiciliario, bajo custodia militar, bajo a un soldado de guardia, Lucas estaba libre y podía moverse; y conoce la comunidad de Roma. En ese momento, principios de los sesenta, en Roma estaba Pedro, estaba Bernabé, había llegado Silas, Timoteo además de Pablo. Y Lucas conoce a Marcos, que en esos años estaba recogiendo su evangelio. A principios de los sesenta dentro de la comunidad romana, Marcos tiene la tarea de armar documentos que ya estaban circulando sobre la predicación de Jesús; y Lucas suma a su experiencia estos nuevos conocimientos.
Después de dos años en espera del juicio todo terminó en una burbuja de jabón. Los acusadores no aparecieron, Pablo fue liberado porque el hecho no tenía pruebas; y Lucas reanudó sus viajes con Pablo por unos años más, desde el 63 al 67 cuando regresaron a Roma. Y en esa ocasión el apóstol fue arrestado nuevamente y esta vez condenado a muerte. Bajo el imperio de Nerón, Pablo fue decapitado en la Via Ostiense y enterrado allí.
Entonces Lucas, no teniendo más que seguir al apóstol Pablo, se retiró a la vida privada, pero no se encerró en su mundo privado; se retiró a una ciudad en Grecia, no bien identificada, donde ciertamente se convirtió en el guía de una la comunidad cristiana. Son los últimos años de su existencia. Cuando el apóstol Pablo muere, Lucas tenía unos 60 años y era su coetáneo, quizás un poco mayor, solo que vivió otros veinte años. Y luego a lo largo de los años 70 y 80, tuvo la oportunidad de recopilar las ideas, los recuerdos y el material literario que durante toda esa importantísima experiencia apostólica de innumerables viajes con Pablo había reunido.
Cómo hace Lucas para componer su evangelio, él mismo lo cuenta al principio del texto. Es el único caso en el que un evangelista introduce un prólogo de método. Es típico de los escritores helenísticos. Lucas de hecho tiene una cultura de escritor helenista y comienza su libro con una frase compleja que ocupa los primeros cuatro versículos en los que resume las distintas etapas de su obra. Leamos este texto porque nos ayuda a enmarcar bien su método literario:
“Ya que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido, tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la palabra, también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio; así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido”.
Con estas palabras el evangelista Lucas nos presenta la serie de etapas que desde el hecho histórico de Jesús condujeron a la redacción de su libro. El primer tomo de su obra, en dos volúmenes (porque la segunda parte consta de Los Hechos de los Apóstoles), ante todo, están los ‘eventos que han ocurrido entre nosotros que conciernen a Jesús de Nazaret’.
No ideas, no mitos, sino hechos históricos concretos, fechados y colocados en el tiempo. Un hecho importante que tuvo testigos oculares. Lucas utiliza el mismo término que gustan a los historiadores griegos, que hablan de ‘autoptai’ (αὐτόπται) = ‘los que ven con los propios ojos’. Nosotros utilizamos el término ‘autopsia’, que parece tener que ver solo con cadáveres, pero es un término técnico para indicar la ‘verificación en persona’ sobre un hecho, hay testigos oculares que desde el principio se convirtieron en ministros de la palabra, siervos del ‘Logos’.
Son los apóstoles, conocieron a Jesús, vivieron con él, lo conocieron bien, se convirtieron en servidores de su predicación, han contado a otros lo que han visto y oído. La predicación de los apóstoles, por lo tanto, es el primer paso importante, después del evento histórico de la palabra. Jesús se revela como el Mesías, Hijo de Dios. Los testigos oculares lo encuentran, lo experimentan y hablan con otros sobre lo que han visto y oído. Su experiencia no solo se transmite verbalmente, sino que requiere una forma escrita. Lucas dice que muchos han intentado contar los hechos en orden. No creo que se refiera solo a Marcos que ya había escrito y a Mateo que quizás ni siquiera había escrito todavía y estaba en un ambiente diferente al que vivía Lucas.
El evangelista se refiere a muchos, por lo tanto, significa que en los primeros años, en las primeras décadas posteriores a la Pascua de Cristo, tuvieron que circular muchos textos breves que recogían alguna información, textos de las palabras dichas por Jesús, relatos de hechos relacionados con su vida, especialmente los episodios culminantes de su pasión, muerte y resurrección.
Durante sus viajes Lucas conoció a muchos testigos presenciales y probablemente recopiló muchos de estos documentos; por lo que decidió hacer él mismo una obra literaria con una investigación precisa. También en este caso adopta un término técnico de la lengua griega (ἀκριβῶς = akribos) que también ha entrado en nuestro vocabulario español, aunque se utiliza sólo en un contexto literario. (ἀκριβῶς = acribía: Hace referente a una exactitud o se detiene en las formas más pequeñas y diminutas del cuidado de la palabra a la precisión en el ámbito cultural).
Lucas como un historiador preciso y documentado dice que ha recogido testimonios orales y documentación escrita y que él personalmente los reelabora. Es una redacción importante hecha por Lucas, es decir, ha redactado, recortado y amalgamado, corregido, ajustado todo el material que recibió para componer un texto literario que se ajustara a sus intenciones.
Esta obra está dedicada al ilustre Teófilo, un personaje del que no sabemos nada. El adjetivo ‘ilustre’ = κράτιστε = krátiste, en griego, era utilizado por los altos funcionarios de la administración greco-romana, por lo que esto sugeriría un personaje real, presente en la ciudad donde vivía Lucas, a quien se dedicó, efectivamente, la obra, probablemente el patrocinador o una persona autorizada que pudiera apoyar la publicación de la obra y ponerla a disposición del público. Algunos también han querido ver simplemente un nombre simbólico; ‘Teófilo’ (Θεόφιλε) significa 'amigo de Dios.' Y más allá del hecho histórico concreto de la dedicatoria este libro está dirigido a ti, si eres amigo de Dios, si te interesa conocer la historia de Cristo, entonces, esta obra fue escrita para ti; y fue escrita para que puedas darte cuenta de la solidez de la enseñanza que has recibido.
Este Teófilo no es un principiante, ya ha sido catequizado, ya es cristiano, ha recibido una enseñanza. La obra de Lucas sirve para demostrar que el mensaje cristiano está fundado, la doctrina predicada por los apóstoles de Jesús no es descabellada, tiene solidez histórica y literaria. Lucas, a su vez, se convirtió en ministro de la palabra y nos ofreció un espléndido texto: el tercer evangelio que queremos leer como una documentación fidedigna de este importante acontecimiento.
La misericordia de Dios se ha dado a conocer y así podemos apreciar lo bueno que fue este escriba de la mansedumbre de Cristo.